íSá^^üsm IN MEMORY OF aibert (Bortón (5rcenc OF THE ClASS OF 1820 FUND GIVEN BY Samuel Cotftn Bastman OF THE CLASS OF 1857 fvi^-"^ í^p^ C''> U^h m^^^s^L ,v .|^.^,Y %^^5F' fe.' IfeM >'\^ ^-^- ■'^^^ ¡^£m BOOKS ABOÜT MÉXICO MÉXICO EN 1554 DIÁLOGOS Francisco Cervantes Salazar, I DE ESTE LIBRO SE HAN IMPRESO CIENTO SESENTA Y CINCO EJEMPLARES EN PAPEL COMÚN Y QUINCE EN PAPEL MARQUILLA. Nüm,:.lo...Q.. IMPRESO POR F. DÍAZ DE LEÓN Y S. WHITE. Calle de Lerdo núm. 2. M[ÉXICOENi554 TRES DIÁLOGOS LATINOS QUE Francisco Cervantes Salazar ESCRIBIÓ É IMPRIMIÓ EN MÉXICO EN DICHO AÑO. LOS REIMPRIME, CON TRADUCCIÓN CASTELLANA JOAQUÍN garcía ICAZBALCETA Individuo de Número de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística , Miembro Correspondietite de las Reales Academias Española y de la Historia, de Madrid. MÉXICO L DE AnD] e Agustinos 1875 Antigua Librería de Andrade y Morales, Portal de Agustinos núm.3. et^i AL SEÑOR DON ¡OSE MARÍA ANDRADE EN TESTIMONIO DE ANTIGUA, SINCERA Y NUNCA INTERRUMPIDA AMISTAD, Joaquín García Icaxbalceta. H77¿1? s NOTICIAS DEL AUTOR Y DE LA OBRA, L ilustre bibliotecario español D. Nicolás Anto- nio anduvo tan escaso de noticias de nuestro Francisco Cervantes Salazar, que no pudo decir de él otra cosa, sino que nada sabia : nescto quis, aut unde oriundas. El diligente académico D. Francisco Cerda y Rico, que en 1772 reim- primió las obras de Cervantes, nos dio en el pró- logo unos incompletos apuntes biográficos del autor, sin mencionar para nada su traslación á México. Aunque son pocos los datos que he podido recoger por otras partes, sirven, sin embargo, para ampliar algo las noticias deCerdá y Pvico. (i) No queda duda de que Cervantes nació en Toledo; pero no es posible señalar con certeza la fecha de su nacimiento. Creí, y aun así lo dije (2), que podia fijarse la de 1521, porque su maes- tro Venegas, en el Prólogo de las Obras impresas en 1546, dice que ((siendo (Cervantes) de edad de veinticinco años, ha tirado la ((barra sobre más de cuarenta.)) Pero no tardé en reflexionar dos cosas: la una, que aun cuando ese prólogo se imprimió en 1546, 1 Copio al fin, literalmente, los pasajes de los autores que me han servido para formar esta biografía. Así pongo al lector estudioso en ap- titud de juzgar si he entendido mal ó desperdiciado algún dato. A estas noticias hay que agregar las pocas que se encuentran esparcidas en los Diálogos que á continuación se reimprimen. 2 Diccionario Universal de Hisioria y de Geografía, tom. II, pág. 305. Vril NOTICIAS no es seguro que se escribiera ese año, en que acaso habia ya muerto Venegas; la otra, que de las palabras de este no se infiere de una manera absoluta que al tiempo que él escribía tuviese Cervantes los veinticinco años, sino que cuando tenia esa edad habia aven- tajado á otros mayores; si bien es verdad que las palabras «ha «tirado,)) reducen la latitud de tal interpretación, pues designan una época no muy lejana. La necesidad de atrasar el nacimiento de Cervantes se confirma al ver que en la Descripción del Arzo- bispado de MéxicOy hecha en 1570, se le llama «hombre viejo;)) calificación que no seria propia, si el que era objeto de ella hu- biera nacido en 1521, pues solo tendría entonces cuarenta y nueve años. El Sr. Arzobispo Moya de Contreras decia después, en 1575, que nuestro Cervantes tenia «más de sesenta años, )) lo cual nos lleva á fijar su nacimiento antes del año de 151 5. Esta fecha, lejos de oponerse á alguna otra de las que tenemos bien conocidas en su vida, se ajusta mejor con ellas que la de 1521. No parece probable que á los veinticinco años tuviera ya hechos sus estudios de humanidades, y ademas de haber viajado fuera de su pais, hu- biera escrito y publicado el volumen de sus obras, en que algunas circunstancias revelan que el autor gozaba ya de cierta considera- ción en la sociedad, y en cuyo prólogo consta que tenia escritas otras. Beristain dice que Cervantes nació «á principios del siglo « XVI ; )) y por poco que nos contente tan vaga designación, es ne- cesario conformarnos con ella, porque no hay datos para precisarla más. El maestro Venegas alude á la nobleza de los ascendientes de Cervantes; pero sin duda esa nobleza no iba acompañada de los bienes de fortuna, á juzgar por los empleos que desempeñó nuestro autor. Discípulo fnuy querido de Vives fué Cervantes, si hemos de creer á Beristain; pero este testimonio único, me parece muy debili- tado, ó más bien destruido, por el argumento negativo que ofrecen los escritos del mismo Cervantes. Respetaba y admiraba á Vives; tradujo su Introducción y Camino para la Sabiduría, comentó y con- tinuó sus Diálogos, y ni en la dedicatoria de aquella obra, ni en lugar alguno de esta, ni en ningún otro escrito suyo que conozca- mos, se vanagloria de haber sido discípulo del sabio valenciano: cosa, que á ser cierta, no habría dejado de mencionar para honra propia. El pasaje de la Fida de Vives, puesta al frente de los Diá- logos, solo prueba que tenía amistad con él; y su silencio en oca- sión tan oportuna para decir que le había tenido por maestro, es una prueba de lo contrario. Mas si Cervantes no fué discípulo de Vives, fuélo indudablea mente del sabio y piadoso Alejo de Venegas (i), que en su patri- I Alejo de Venegas (ó de Vanegas) de Busto fué natural de Toledo DEL AUTOR Y Uli LA OBRA. IX Toledo buscaba, por medio de la enseñanza, la subsistencia de su numerosa familia. Del aprovechamiento de Cervantes, sobre todo en la lengua latina, da testimonio el mismo Venegas en el prólogo á las obras del discípulo, de quien sabemos también, que estudió cánones en Salamanca. La preponderancia de España en aquel siglo y la grande ex- tensión de sus dominios, eran causa de que los jóvenes españoles viajaran á menudo por diversos paises, en especial por Italia y Flandes, unos para instruirse, otros para buscar fortuna en las ar- mas ó en los empleos civiles, y agregados otros al servicio de los personajes que pasaban á desempeñar cargos en las provincias su- jetas á la corona. Nuestro Cervantes fué de estos últimos, y pasó á Flandes, ignórase con qué carácter, en compañía del Lie. Girón. No he podido fijar la fecha de este viaje, ni su duración, y solo hallo que de regreso á su patria ejercía ya Cervantes en 1540 el empleo de secretario latino del cardenal D. Fr. García de Loaysa, general de la orden de Sto. Domingo, obispo de Osmay deSigüenza, arzobispo de Sevilla, consejero de Estado, comisario de Cruzada, inquisidor general, y sucesor del arzobispo Fonseca en la presi- dencia del Consejo de Indias. Ocupaba todavía Cervantes este empleo el 25 de Agosto de 1 545 ; mas parece que le había dejado antes del 22 de Abril del año siguiente, fecha del fallecimiento del cardenal, porque precisamente se estaban imprimiendo enton- ces en Alcalá las obras de Cervantes, y no hace en ellas mención alguna del protector que acababa de perder. En 1550 era el au- tor catedrático de retórica en la universidad de Osuna, y hay quien y floreció en la primera mitad del siglo XVI. Estudió teología, con in- tención de abrazar el estado eclesiástico; pero mudado luego el propó- sito, se casó, y abrió en Toledo una escuela de latinidad y letras huma- nas. No sé en qué año falleció. D, Nicolás Antonio i^Bibl. Hisp. Ahva, tom. I, pág. 8), Juan Ginés de Sepúlveda (Epist. 3, lib. VII, apud Opera, tom, III, pág. 331) y otros, hacen grandes elogios de su erudición. Es- cribió varias obras, entre ellas la intitulada Diferencias de Libros que hay en el Universo, la cual no es, como pudiera creerse por su título, una crítica literaria, sino un tratado de filosofía, acerca del modo de leer en los libros de Dios, que son la Naturaleza, el Hombre y el Cristianismo. También escribió la Agonía del tránsito de la Mtiei'te, con los Avisos y Consuelos que cerca della son provechosos. Ticknor creyó que la primera edición de esta obra era la de Alcalá, 1574, en 8?; pero es, cuando me- nos, la tercera, pues en el Catalogus del Marqués de Morante se cita una de Alcalá, 1565, en 4?, y yo tengo una de Toledo, Juan de Ayala, 1547, en 4? fiot., que debe ser la primera, aunque la dedicatoria y demás prin- cipios tienen la fecha de 1537. Después se reimprimió por cuarta vez en Valladolid, 1583, en 8? Lo más curioso de esta obra es la Breve de- claración de las sentencias y vocablos oscuros, que lleva al fin, formando un libro separado, y cuya dedicatoria está fechada en Toledo á 31 de Octubre de 1543. NOTICIAS diga que fué profesor en la de Alcalá. Es noticia de Beristain, quien, al parecer, la tomó, con otras, de la Crónica de la Univer- sidad de México f escrita por Cristóbal Plaza: obra que disfrutó nuestro bibliotecario, y que hoy, por desgracia, ya no se encuen- tra; pero es ciertamente extraño, que haciendo el mismo Cer- vantes, en sus Diálogos, mención expresa de haber enseñado retórica en una universidad menor, como era la de Osuna, callara la cir- cunstancia, más honrosa para él, de haber sido profesor en la in- signe Complutense. Es de creerse, sin embargo, que hubo de residir en aquella ciudad, pues allí hizo imprim.ir sus obras. La vida de nuestro autor se divide naturalmente en dos partes : el tiempo que pasó en España, y el que residió en México. Antes de entrar á referir lo que se sabe de este período, terminaremos lo tocante al primero con la noticia de las obras que Cervantes publicó en España. Estas obras no son de grande extensión, ni le pertenecen sino en parte. Redúcese todo á un tomo en 49 impreso en Alcalá de Henares, por Juan de Brocar, hijo del célebre Arnaldo Guillen de Brocar, impresor de la Poliglota Complutense. Tuve una vez á la vista esa edición original; mas descuidé anotar la descripción de ella. Me guio ahora por la reimpresión que D. Francisco Cerda y Rico hizo en 1772, en casa de D. Antonio de Sancha, también en un tomo en 4? El título de la antigua edición, que Cerda compendió en la nueva, era como sigue: (i) (( Obras que Francisco Cervantes de Salazar ha hecho, glossado y «traduzido. La primera es un Diálogo de la Dignidad del Hombre, «donde por manera de disputa se trata de las grandezas y maravi- «llas que hay en el hombre, y por el contrario de sus trabajos y «miserias, comenzado por el maestro Oliva, y acabado por Fran- (c cisco Cervantes de Salazar. La segunda es el Apólogo de la «Ociosidad y el Trabajo, intitulado Labricio Portundo, donde se «trata con maravilloso estilo de los grandes males de la ociosidad, «y por el contrario de los provechos y bienes del trabajo, com- « puesto por el protonotario Luis Mexia, glosado y moralizado «por Francisco Cervantes de Salazar. La tercera es la Litroduc- «cion y Camino para la Sabiduría, donde se declara qué cosa sea. I Se ha rectificado este título conforme al n? 158 de las Adiciones á la Biblioteca Americana Vetiistissima. El autor ( Mr. Heury Harrisse ) incluyó las Obras de Cervantes Salazar entre los libros relativos á Amé- rica, solo por la epístola dedicatoria á Hernán Cortés. Hay en ese ar- tículo algunas inexactitudes, como decir que en México se proyectaba hacer una reimpresión de las obras de Cervantes. De lo que hablé varias veces al autor fué de la reimpresión de estos Diálogos. DEL AUTOR V DE LA OBRA. XI «y se ponen grandes avisos para la vida humana, compuesta en la- ce tin por el excelente varón Luis Vives, vuelta al castellano con «muchas adiciones que al proposito hacian, por Francisco Cer- (( vántes de Salazar. » Cada obra tiene portada y foliatura particular. La primera está dedicada á Hernán Cortés, por medio de una epístola, llena de elogios al Mecenas, como era natural, pero que no ofrece circuns- tancia alguna por donde merezca que la copiemos aquí. La parte que añadió Cervantes á la obra de Oliva es mucho mayor que ella, y tanto, que en la edición de Cerda, el Diálogo de Oliva ocupa 44 págs., y la continuación de Cervantes 127. La segunda obra es el Apólogo de la Ociosidad y el Trabajo, por el protonotario Luis Mexia. Ticknor dice (i) que nada se sabe de este autor; que el Apólogo está tomado en gran parte de la Fi- sión deleitable del Br. Alfonso de la Torre, y que su estilo es cas- tizo y bastante elevado: á mí me parece una cansada alegoría. Le cargó Cervantes de notas curiosas, henchidas de erudición greco- latina, y dedicó todo á D. Juan Martinez Silíceo, arzobispo de Toledo. Tras la dedicatoria viene un interesante prólogo del Maestro Alejo de Venegas al benig?io y pió lector y y no sé por qué está colocado en este lugar, siendo el suyo propio al principio del tomo, puesto que se refiere á las tres obras contenidas en él. Sigue luego un Argumento y moralidad de la obra, por Francisco Cervan- tes de Salazar, á continuación el Apólogo, y al fin una nota en que se expresa que aquella obra se imprimió en Alcalá de Henares, en casa de Juan de Brocar, en el mes de Mayo del año de 1546. La tercera y última parte del volumen es la célebre Introduc- ción á la Sabiduría, escrita en latin por Luis Vives, y traducida al castellano, con algunas notas, por nuestro Cervantes. (2) La tra- ducción es algo parafrástica, mas no carece de mérito: las notas se reducen á unos breves comentarios para aclaración, ó más bien confirmación del texto. Una de ellas, acaso la más larga, quiero copiar aquí, como muestra del estilo castellano de Cervantes Sa- lazar, á quien D. Diego Clemencin, en su gran Comentario al Quijote, no contó entre los que condenaron y abominaron la per- niciosa lectura de libros de caballerías. Dice Vives que no deben 1 Historia de la Literatura Española, trad. de G^ayangos y Vedia, 2^ época, cap. 5. 2 También tradujo al castellano esta obra Diego de Astudillo ; y lo que es más extraño, la tradujo en verso en 1791 el Dr. D. Pedro ^chó y Rius, á quien censuró acremente, y con sobrada justicia, por su insufri- ble prosaísmo, el Sr. D. Leopoldo Augusto de Cueto, en su excelente Bosqziejo Histórico-Críiico de la Poesía Castellana del Siglo XVI /I, puesto al frente del tomo 61 de la Biblioteca de Autores Españoles, de Rivade- nevra. XII NOTICIAS leerse libros malos ni viciosos, y Cervantes agrega: «En esto se «habia más de cargar la mano, y es en lo que más nos descuida- «mos, porque tras el sabroso hablar de los libros de caballerías, «bebemos mil vicios, como sabrosa ponzoña; porque de allí viene «aborrecer los libros sanctos y contemplativos, y el desear verse «en actos feos, cuales son los que aquellos libros tratan. Ansi que «con el falso gusto de los mentirosos, perdemos el que tendríamos, «si no los oviese, en los verdaderos y sanctos: en los cuales, si «estuviésemos destetados de la mala ponzoña de los otros, halla- « riamos gran gusto para el entendimiento, y gran fruto para el «ánima. Guarda el padre ásu hija, como dicen, tras siete paredes, «para que quitada la ocasión de hablar con los hombres, sea más «buena; y déjanla un Amadis en las manos, donde deprende mil «maldades, y desea peores cosas, que quizá en toda la vida, aun- «que tratara con los hombres, pudiera saber ni desear; y vase tanto «tras del gusto de aquello, que no quisiera hacer otra cosa; ocu- «pando el tiempo que habia de gastar en ser laboriosa y sierva de «Dios, no se acuerda de rezar ni de otra virtud, deseando ser otra «Oriana, como allí, y verse servida de otro Amadis. Tras este «deseo viene luego procurarlo, de lo cual estuviera bien descui- «dada, si no tuviera donde lo deprendiera. En lo mesmo corren «también lanzas parejas los mozos, los cuales, con los avisos de «tan malos libros, encendidos con el deseo natural, no tratan sino «cómo deshonrarán la doncella, y afrentarán la casada. De todo «esto son causa estos libros, los cuales, plega á Dios, por el bien «de nuestras almas, vieden los que para ello tienen poder, w Estas justísimas observaciones son tan aplicables á los libros de caballe- rías, como á las novelas modernas. Dedicó Cervantes su traducción á la Serma. Sra. D?- María, infanta de España, hija de Carlos V, después Emperatriz de Ale- mania, y reina de Hungría. Al fin de la primera edición consta que se acabó de imprimir á i8 de Julio de 1546. Cerda añadió en la segunda el texto latino de Vives. Las obras mencionadas, con un prólogo del editor, y el discurso de Ambrosio de Morales en favor de la lengua castellana, es lo que contiene la edición de 1772. Costeó la impresión D. Manuel Negrete, marques de Torreman- zanal, coronel del regimiento de Voluntarios extranjeros, (i) Estas son las noticias que he podido hallar, pertenecientes al tiempo que Cervantes Salazar vivió en España: veamos ahora lo I D. Nicolás Antonio, al mencionar el libro de Cervantes, dice quem vulgus terit : expresión que Beristain creyó despreciativa, tomándola en el sentido de que el libro «andaba entre los pies del vulgo; » mas en esto padeció error el erudito deán, porque tero, tratándose de libros, no sig- nifica " DEL AUTOR V DE Lx\ OBRA. XIII que hizo en México, adonde ignoraron los literatos españoles que hubiese pasado, perdiéndole totalmente de vista desde que en i 546 publicó el tomo de sus obras. Duda Beristain si Cervantes vino á México convidado por Cor- tés, á quien habia dedicado el Diálogo de la Digriidad del Hombre ^ ó llamado por su pariente el Dr. Rafael Cervantes, tesorero déla Iglesia Metropolitana. Lo primero no parece ni probable, porque Cortés murió en España á fines del año siguiente de 1547, y el viaje de Cervantes no se verificó sino hasta unos tres años después: lo segundo podrá ser cierto, aunque Beristain lo da como dudoso, y yo no encuentro ningún otro .dato ó indicio, ni aun de que hu- biera parentesco entre los dos Cervantes. Más natural es creer que habiendo estado el nuestro al servicio del cardenal Loaysa, presidente del Consejo de Indias, tuvo por eso ocasión de conocer á muchos de los que volvían de América á tratar negocios en aquel consejo, de lo cual vinieron las relaciones con Cortés, y más adelante la determinación de visitar unos paises de que ya tendría largas y favorables noticias. Tal vez la falta de nuevo protector, ó de empleo en que ganar la subsistencia, le obligó á emigrar, co- mo tantos otros, para buscar fortuna en el Nuevo Mundo. «chos, tener muchos lectores,» lo cual, lejos de ser una calificación inju- riosa, demuestra más bien estimación. Horacio ( Ep. I, lib, II ) dijo : .... Quid nunc essct vetus? aut quid haheret Quod tegeret tereretqiic viritim puhlicus ttsus? que Burgos tradujo: " ¿ Qué habría antiguo ahora ? ¿ Cuáles libros Leyera y releyera todo un pueblo? " En Marcial vemos ( Epig. 3, lib. VIII ) Teritar nostcr ubique liber, y (Epig. 3, lib. XI) A rigido teritiir Centtinom liber. Seguramente que Marcial no habia de decir que su libro era pisoteado en todas partes, y hasta por los soldados. Lo único de D, Nicolás Antonio que pudiera in- terpretarse en mala parte, es la circunstancia de decir que el libro andaba en las manos del vulgo, cuando pudiera haber dicho en las de todos; si bien vulgus significa también el público en general, y no exclusivamente lo que nosotros entendemos por vulgo. Se acaba de desvanecer la sospe- cha al ver que el artículo termina mencionando el elogio que Ambrosio de Morales hizo de las obras publicadas por Cervantes; tal vez la expre- sión vulgus solo significa que por estar escritas esas obras en roi7iance, se hablan vulgarizado. Pero sea favorable ó adversa la calificación, ¿qué motivo tuvo D. Nicolás Antonio para hacerla? Si es un elogio, no pa- rece fundado, porque el libro no se habia impreso sino una sola vez en más de un siglo, lo cual no es indicio de gran popularidad. Si es una frase de desprecio, no es justa, porque el libro no es despreciable, ni por su asunto ni por su desempeño. No puede pensarse tampoco que alguna pasión influyese en el ánimo del gran bibliotecario español, pues se tra- taba de un autor que sobre llevar un siglo de muerto, le era totalmente descoriocido. XVI NOTICIAS « en diversas materias y difíciles, y por allí me pueden juzgar, pues «por los hechos públicos se conocen las personas, y no por las «hablillas de rincones. Allende de esto, señores, he leido muchos «dias de los cuatro libros de Sentencias, siempre con grande au- « ditorio; y si se perdieron los oyentes que me han oido, vuestras «mercedes lo saben. Pero porque nuestra contienda es sobre la «lición de Filosofía moral de Aristóteles, diré de ella en especial. «Vuestras mercedes saben cuantos tiempos han pasado que en esta «cátedra ningún lector tuvo auditorio, sino solo maestro Gonzalo, « do bien se ha mostrado que es cosa de gran dificultad leer bien la «doctrina de Aristóteles en lo moral, que no lo puede hacer sino «hombre de muchas partes y de especial suficiencia. . . . Pues si yo « he leido muchas veces esta lición extraordinaria, y no con menos «oyentes que el maestro Gonzalo tuvo cuando tenia más, verísi- «mil cosa es que para esta lición tengo la suficiencia que es me- «nester. Y si en Retórica y Matemáticas, que ni oi de preceptor «ni lei en escuelas, .... dicen que sé tanto, ¿qué no sabré en las «otras disciplinas que tantos años he ejercitado en escuelas?» (i) Por este estilo va todo el Razonamiento^ en un tono de vanidad insoportable; y sin embargo, el gran Ambrosio de Morales dice que todos celebraban mucho la modestia con que está escrito! ¿ Qué no estarían acostumbrados á leer y oir los que así pensaban? A lo menos en sus escritos no mostró tanta vanidad el pobre de Cervantes. I Si este Razonaniienio desagrada, es por la circunstancia de ala- barse tanto á si propio el autor, pues por lo demás era cierto lo que decía. Pérez de Oliva nació en Córdoba en 1492. Estudió en Salamanca, Al- calá, Roma y París, Viajó mucho, y nos dice que anduvo más de tres mil leguas fuera de España. Los papas León X y Adriano VI le hicieron proposiciones ventajosas para fijarle en Italia; pero él prefirió volver á su patria, donde fué catedrático, y luego rector en la universidad de Sa- lamanca. Murió en lo mejor de su edad el año de 1530. Sus obras fueron publicadas por su sobrino Ambrosio de Morales, en Córdoba, año de 1585, en 4?, y reimpresas en Madrid, 1787, 2 tomos en 8? Las principales son, el Diálogo de la Dignidad del Hombre, un Discurso de las Potencias del Alma, otro sobre la navegación del Gtiadalquivir, y el Razonamiento ya citado. Hay ademas traducciones castellanas del Anfitrión de Plauto, de la Venganza de Agamenón y de la Hécuba triste de Eurípides ; que son más bien refundiciones. Con estas obras se publicaron otras de Mo- rales. Escribió ademas Oliva diversos tratados que quedaron manuscritos ó se perdieron, entre ellos uno De Magnete, del cual nos da Morales la siguiente curiosísima noticia : « Pudiera también poner aquí lo que el «Maestro Oliva escribió en latín de la piedra imán, en la cual halló, «cierto, grandes secretos. Mas todo era muy poco, y estaba todo ello « imperfecto y poco más que apuntado, para proseguirlo después despacio, «y tan borrado, que no se entendía bien lo que le agradaba ó lo que re- aprobaba. Una cosa quiero advertir aquí cerca de esto. Creyóse muy de- DHL AUrOR V üi: Iw\ OBRA. XVII El peor cargo que le dirige su prelado es sin duda el de desarre- glo en las costumbres, y debemos suponer que el respetable arzo- bispo no avanzarla tan grave acusación sin fundamento bastante; pero valdría más que la hubiera omitido en un documento de esa naturaleza, en que deben pesarse las menores palabras, ya que el acusado ignora el cargo y no tiene medio alguno de defensa. Me- nos le tiene hoy Cervantes después de dormir tres siglos en el sepulcro. Pero si es que no tuvo virtud suficiente para resistir á sus pasiones, á lo menos no sembró semillas de corrupción en sus escritos, como tantos otros que han perpetuado así el escándalo y el daño de la sociedad. Nada hay en las páginas de Cervantes que pueda ofender la moral más rígida, y antes bien están llenas de excelentes máximas. A ser cierta la acusación, seria Cervantes el reverso del sucio Marcial, que decia. Lascivia est nobis pagina, sed vita proba, y ofrecerla un ejemplo más de la contradicción que con frecuencia se nota entre las palabras y los hechos de los es- critores. Y después de todo ¿quién es más reprensible? ¿El que cae de flaqueza y lo oculta, sin hacer alarde del vicio ni escanda- lizar á la posteridad, ó el que se complace en ostentar la corrup- ción y comunicarla á los demás? Juzguemos á Cervantes como escritor, agradezcámosle el provecho que saquemos de sus obras, «veras de él, que por la piedra imán halló cómo se pudiesen hablar dos ^ausentes: es verdad que yo se lo oi platicar algunas veces, porque aun- «que yo era muchacho, todavía gustaba mucho de oírle todo lo que en «conversación decia y enseñaba. Mas en esto del poderse hablar así dos «ausentes, proponía la forma que en obrar se había de tener, y cierto era «sutil; pero siempre afirmaba que andaba imaginándolo, mas que nunca «allegaba á, satisfacerse, ni ponerlo en perfección, por faltar el fundamento «principal de una piedr;i imán de tanta virtud, cual no parece se podría «hallar. Pues él dos tenia extrañas en su fuerza y virtud, y había visto «la famosa de la Casa de la Contratación de Sevilla, Al fin esto fué cosa «que nunca llegó á efecto, ni creo tuvo él confianza que podría llegar.» Sin duda que esta indicación de Morales no presta fundamento para atri- buir á Oliva la primera idea del telégrafo electro-magnético; pero es cosa bien singular, aunque hasta ahora no ha llamado la atención, ver que en los primeros años del siglo XVI, cuando aun no se conocía ni el nombre de electricidad, un sabio español esperaba encontrar un modo de que por medio del im.an se hablasen dos ausentes, es decir, lo que al cabo vino á obtenerse por la combinación del magnetismo y de la elec- tricidad. Ademas de las obras mencionadas, consta que Oliva escribió en Seyi- 11a, hacia 1525, probablemente á la vista de D, Fernando Colon y por los documentos que este mismo le proporcionó, una Historia en caste- llano de la Vida y hechos del Almirante D. Cristóbal. Este precioso ma- nuscrito, que estuvo en la Biblioteca Colombina, ha desaparecido y se ig- nora su paradero. Véase Fernand Colomb, sa vie, ses aitvres, (por Mr. fí. Harrisse) pág. 151. NOTICIAS y si como hombre tuvo defectos y flaquezas, aquel que esté sin pecado tírele la primera piedra. Al llegar Cervantes á México traia ya escrito el comentario á los Diálogos de Vives, y los cuatro primeros de los siete Diálogos originales que añadió: los tres restantes, (reimpresos en este vo- lumen), fueron escritos en México, y acabados, ó á lo menos re- tocados, en el mes de Agosto de 1554. Inmediatamente los dio á la prensa, puesto que la impresión quedó concluida el 6 de No- viembre del mismo año. Sea porque se imprimieron pocos ejem- plares, ó pornue todos ellos fueron á parar en las destructoras manos de los estudiantes, el caso es que el librito de Cervantes ha venido á ser sumamente raro, y tanto, que en 1844 el Sr. Ala- man le consideraba totalmente perdido, (i) Mas por los años de 1849, el Sr. D. José María Andrade (cuyo nombre ha de men- cionarse siempre que se trata de un servicio á nuestra historia ó literatura) me avisó que había encontrado un ejemplar entre los libros de su finado hermano D. Manuel, quien á su vez le había hallado entre los que dejó á su fallecimiento el célebre botánico D. Vicente Cervantes. El Sr. D. José María Andrade había pres- tado el libro al Sr. Alaman, quien por eso le mencionó ya en el Prólogo del tomo III de sus Disertaciones (1849), ofreciendo publicarle en el Apéndice; promesa que no llegó á cumplir, ni tampoco, por consiguiente, la de acompañarle un plano de la ciu- dad, «comparando su actual estado y forma, con la que se le dio «cuando se reedificó.» Pasado algún tiempo recogió el libro el Sr. Andrade, y tuvo la bondad de regalármele: esta es la historia de mi ejemplar. Durante muchos años fueron infructuosas mis di- ligencias para encontrar otro de donde copiar las fojas 289 y 290, que faltaban en el mío, y comprendían el final del último diálogo Mexicus Exterior. Al cabo, en Abril de 1866, me comunicó el Sr. Lie. D. Joaquín Cardoso otro ejemplar trunco y muy maltra- tado, que no comprendía los Comentarios á Vives, sino solamente los Diálogos originales de Cervantes: desgraciadamente, de las varias fojas que le faltaban era una la 289, y solo pude copiar la 290. Muy remota, casi nula, es la esperanza que queda del ha- llazgo de otro ejemplar, y he tenido que resolverme á dejar ese hueco en la reimpresión. El libro es en 89 menor y de letra romana. Falta también en el mío la portada impresa, que está suplida con otra de mano, y solo contiene estas palabras : « Comme?itaria in Ludovici Vives (sic) « Exercitationes Lingu¿c LatiiiíC, Mexici, apud Joannem Paulum I Discrladoncs sobre /a Historia de la República Mexicana , tom. II, pág. 251. DKL AUTOR V DK LA OBRA. XIX HBristnsern. i 554. » Dudo mucho que sea copia exacta de la ori- ginal. En la foja aij se halla la siguiente dedicatoria á la Universidad. u^ Per celebri Academi? Mexican?, & clariflimis eius patro- nis, Francifcus Ceruantes Salazarus fauíla omnia precatur. Sentio, multis ac magnis beneficijs, adeo me Academit,» Mexi- cana, & vobis eiusdem patronis deuinctü efle : ut nihil perinde curauerim, qua quo pacto ipfis refpondedo quatum in me foret: pluribus & maioribus me dignum pr^ílarem, quumcp nifi confeíla re, coquiefcere minime potuiíTem : qua tádiu optaueram, animum manifellandi meum, occafionem nadus: ut in noua regione, & in noua magis Academia, non nihil proficuus accederem : elucida- tiones, quas olim in Viuem, quum agerem in Hispania, compo- fueram: recognitas, una cum aliquot Diálogis, Viuis inílituto fa- uentibus, euulgare cóílitui. Partim ut hic liber pr^ceptoribus, quorú nonnullisnegotiumfaceíTebat: dilucidior accederet. Partim uero ut una cú adieftione colloquiorum, utilior & proinde com- mendatior, Sermonis latini íludiofis, uelut renafceretur. Adieci Ítem quo labor meus magis commendaretur, permixtas lucubra- tionibus meis, interpretationes: quas ante me iam pridem Motta Complutenfis, uir certe doftiíTimus, in autoris cognitionem pu- blicauerat: nequid eíTet, quod fedulus inñitutor, & cupidus auditor desiderare potuiíTent. Eo namqp oportebat lingu? latin? Exerci- tatione (hic enim e libro titulus digniíTimus) explicatiorem, & magiftris & difcipulis tradi : quo ad comparandum latinü idioma ex multis libris utilior eíl. Quare Gymnafij Mexicani munificé- tiíTimi patroni, meum hunc labore (fi quis eñ) ita excipite ut & ueílris in me maximis beneficijs, non nihil refpondiíTe confirme- tis: & alioqui ultro currenti, maioraqp parati, íic calcar addatis, ut etiam íi uelim, nifi cü dedecore defiílere non poíTim. Válete.» En seguida viene (aiij) la vida de Vives, que el lector puede ver en el apéndice á esta noticia, con el n9 IV. El texto de Vives y el Comentario de Cervantes, empiezan en la foja 4 y llegan á la 227. Las cinco primeras (i á 5) no están numeradas, y la 8, última del pliego a y compañera de la portada, falta asimismo en mi ejemplar. El texto de Vives está de carác- ter grueso, como el que hoy se llama atanasiay y el comentario de otro más pequeño, como entredós. No va el comento al fin de cada Diálogo, sino intercalado en él á pedazos. Sirva de mues- tra el primer trozo. «tSVRRECTIO MATUTINA. BEATRIX puella, EMANVEL, EVSEBIVS. lESVS Chriñ5 exufcitet vof á fomno uitiorum. Heus pueri. XX NOTICIAS eílís ne hodie euigilaturir EV. Nefcio quid inciditmihi i oculos, ita uideor eos habere plenos harén?. BE. H?c e tua prima catio matutina, & bene uetus. aperiam feneílras hafce ambas, ligneá & uitream, ut feriat clarú mane ueftros amborum oculos. Surgite. EV. Tam multo mane? BE. proprior é meridies, quam aurora. Vis tu Emanuel recente fubuculam? EM. Nihil nunc eíl neceíTe, h?c eíl fatis munda, eras fumam altera. Cedo mihi thorace. BE. Quem? fimplü an diploidem? EM. Quem uoles, mea nihil refert. Porrige huc ñmplum, ut fi íim hodie lufurus pila, minus grauer. Surre¿lio matutina. Ceruantes. ^ Et bene uetus, ideíl fatis uetus, aperiam íeneilras hasce ambas lignea, Ne qui Flandrie morem ignorauerit, ambas fene- ílras duas eífe putet, fciat: propter frigus, quod máximum eíl in ea regione, vitreis & liguéis januis, eandem feneftram claudi folere: ut die apertis liguéis, vitre? qu? clauf? manet, frigus propellant a cubículo, lucemq^ admittát. Sonat Hifpane abriré los dos Pares de encaxes: el de madera y el de vidro. Id genus funt alij multi loci, quos exponendos ceníui, intelligens nimirum, nifi ab eo, qui apud Flandros uerfatus fuerit, percipi non poíle. Quare hunc in fe animum, íludiofi boni coníulant. recen, fubu-camifa limpia, tora, el iubon. fim. an dip. el fenzillo o el eílofado-nam diploos. u. interptatur dúplex, vnde diplois. dis. por cofa doblada o afor- rada, minus grauer elle mas fuelto o mas ligero. La vuelta de la foja 227 es blanca. En el frente de la 228, sig- natura Fiiij está la portada particular de los Diálogos de Cer- vantes, que reproducimos al frente de ellos en fotolitografía, (i) La dedicatoria al Sr. Montúfar ocupa la vuelta de esta portada y toda la foja siguiente 229. Siguen luego la dedicatoria á la Uni- versidad y los cuatro Diálogos Sa/íus, Ludus Sphera per annulum ferreuTUy Obeliscortimyswe lignearum pyramidularum ludus, y Ptlce palmarice ludus, que terminan casi al fin de la vuelta del f9 247, donde empieza el quinto Diálogo Academia Mexicana, que acaba en el frente del f9 257, y allí mismo está el titulo del sexto, Ci- vitas Mexicus interior, cuyo final toma dos líneas del frente del f9 279. El séptimo Diálogo Mexicus Exterior, ocupa desde allí hasta llenar el f9 290: ya he dicho que en mi ejemplar falta aun el 289. Concluye el libro con cuatro fojas sin numerar, que com- prenden la epístola de Alfonso Gómez, discípulo de Cervantes; la fe de erratas del Comentario á Vives, otra de los Diálogos de I Esta fotolitografía ha sido ejecutada por mi hijo Luis, que de afi- ción se ha dedicado á esta clase de trabajos. DEL AUTOR V Dt I-A OBRA. XXI Cervantes, la epístola del impresor Juan Pablos, y e) colofón en la vuelta de la última de estas cuatro fojas. Cervantes y sus elogiadores hablan de otras obras «más impor- «tantesw que estaba escribiendo, ó tenia ya concluidas. A juzgar por el carácter del autor, su profesión y estudios, es de creerse que se trataba de algunas obras teológicas ó filosóficas; pero nin- guna ha llegado á nosotros. La obra principal de Cervantes fué, á Jo que parece, su Crónica ó Historia de las Indias, escrita en castellano, y que nunca se ha impreso, ni consta que exista hoy manuscrita en parte alguna. Estuvo en la biblioteca del conde- duque de Olivares: túvola Barcia en su rica librería, y en el mis- mo tiempo había una copia en la Biblioteca particular del Rey. Creyendo yo que de estas copias se habría conservado á lo menos la última, hice todas las diligencias posibles para averiguarlo; pero se eslrellaron, por entonces, en las puertas de aquella biblioteca, cerradas á todo el mundo. Mucho tiempo después entré en cor- respondencia con el bibliotecario mismo de ella, el conocido y diligente literato D. M. Remon Zarco del Valle, mi buen amigo, quien me aseguró en carta 13 de Setiembre de 1869, haber bus- cado sin fruto la Crónica de Cervantes. Según Barcia dice, faltaba el final en su copia, y estaba firmada por el Lie. Falderrama, que él cree era el inflexible visitador de la audiencia de México, llamado el molestador de los indios. Al- guno intentó plagiar la obra de Cervantes, y al efecto corrigió los pasajes en que el autor hablaba en primera persona, poniéndolos en tercera; mas no sé qué fundamento tuvo Beristain para decir que el reo de ese conato de plagio fué el mismo Lie. Valderrama. De la Crónica solo se sabe que era la Historia de la Nueva Es- paña y de su conquista; que había en ella una descripción de la ciudad de México, en la cual el autor se refiere á los Diálogos (que Barcia no conoció), y por lo mismo se prueba que fué es- crita después de estos ; sin duda antes de 1565, año en que regresó á España el Lie. Valderrama, quien se llevaría entonces la copia que luego fué de Barcia. El cronista Herrera disfrutó la obra, y califica á su autor de «varón diligente y erudito.» Vanas han sido también todas mis diligencias para encontrar otra obra de Cervantes que indudablemente vio Beristain, es de- cir, el Túmulo Imperial, ó sea la relación de las exequias hechas en México al Emperador Carlos V, impresa por Antonio de Es- pinosa en 1560, en 4?. «Papel raro, dice Beristain, y digno de «reimprimirse, por la grandiosa idea que da de la lealtad y riqueza «mexicana. » Cierto que si lograra yo haberle á las manos no tar- daría en reimprimirle, porque aparte de su extraordinaria rareza, ha de contener noticias curiosísimas del estado de la ciudad de México en aquella época. También merecería la reimpresión. XX U NOTICIAS por ser, á lo que entiendo, el primogénito de la dilatada familia de exequias y arcos triunfales^ entradas y eanonizacio?ieSyjuraSy certa- menesy &c., que con títulos casi siempre extravagantes, se publica- ron abundantemente en México durante la dominación española, y que hoy se ven con poco aprecio, á pesar de su rareza y de que contienen noticias preciosas y únicas acerca de las costumbres del pueblo y del estado de las artes. Son ademas unos documentos indispensables para la historia de la literatura mexicana, y aun de la española, de que la nuestra era entonces una rama. En esos li- bros se nota cómo esta rama mexicana, aunque tan apartada del tronco, seguia la misma suerte de este, y le igualaba, ó acaso le superaba en decadencia. Verdaderamente espanta ver en esos li- bros las hazañas que ejecutaban- aquellos poetas en laberintos, rue- das, estrellas, acrósticos y qué sé yo cuántas otras combinaciones increibles, castellanas, latinas y hasta griegas, produciendo al fin unas composiciones tan laboriosas como ininteligibles, que causan pena al lector, por aquel lastimoso despilfarro de ingenio en tan absurda y estéril «gimnástica del entendimiento)) como la llama un escritor moderno, y al mismo tiempo le asombran por la co- pia de estudios que revelan. Curioso seria comparar el libro de Cervantes con los de sus sucesores: atendiendo á la época y al autor, es de presumirse que no andará escaso, sirio sobrado de eru- dición sagrada y profana; pero no igualará á los otros en oscuridad y extravagancia. Gustaba Cervantes de elogiar á los escritores contemporáneos, tal vez con el objeto de que su nombre figurara hasta en obras agenas, por medio de epístolas laudatorias. Cinco conozco: una en el Vergel de Sanidad ó banquete de caballeros y orden de vivir del Dr. Luis Lobera de Ávila, que se imprimió en Alcalá de He- nares, en casa de Juan Brocar, 1542, fol. ; está en latín y caste- llano. Otra en el Arte Triphariay de Fr. Juan Bermudo, impresa en Osuna, por Juan de León, 1550, 4?, got. Otra en la Dialéc- tica Resolutio de Fr. Alonso de la Veracruz, impresa en México, por Juan Pablos, 1554. fol. La cuarta va al frente del Speculum Conjugiorum del mismo autor, impreso también en México por Juan Pablos, 1556, 49; y la quinta está en las Opera Medicinalia del Dr. Francisco Bravo, impresas en México, 1570, 89 Hallo además otra epístola latina de nuestro Cervantes á Juan de Mal- donado, en la Noticia Crítica de varios libros curiosos impresos por D. Antonio de Sancha, que se imprimió en 1778 al fin del tomo I de las Obras Poéticas de D. Fícente García de la Huerta, (i) I Daremos algunas otras noticias de estas epístolas tic Cervantes, y libros en que se hallan. T. No he visto el Vergel de Sanidad, y solo conozco la epístola por DEL AUTOR V DE LA OHKA. AI decidirme (en 1854) ^ reimprimir ios Diálogos^ con tra- ducción castellana y notas, hube de comenzar por la corrección del texto latino, impreso con la antigua ortografía, y sin orden al- guno en la puntuación, como puede notarse en las muestras que con tal objeto he puesto en esta introducción. Logre que se en- astar copiada en la Abolida Crítica de Varios Libros Curiosos impresos por D. Antonio de Sancha, pág. 5. No tiene fecha, ni ofrece interés particular. II. El Arte Tripharia de Fr. Juan Bennudo, comprende «tres arte- «zicas breves, una de canto llano, otra de canto de órgano, y la tercera «de tañer órgano.» La epístola de Cervantes, dirigida «A la yllustre y «muy reuereda señora doña ysabel pacheco abadesa del monesterio de « Sancta clara de montilla, » lleva fecha en Osuna á 4 de Febrero de 1550. Demuestra que el autor era á la sazón catedrático de retórica en aquella universidad, y «aficionado á la música.» Debo la noticia de este libro y copia de la carta de Cervantes, á mi amigo el Sr. Zarco del Valle. III y IV. De estas dos obras del Mtro. Veracruz se habló ya en su biografía, pág. 65 de este tomo, y las epístolas de Cervantes, no contie- nen cosa que merezca mencionarse. V. La obra de Bravo tiene el siguiente título: «Opera Medicinalia, «in qbus q( plurima extant scitu medico necessaria in 4. li. digesta, quíe «pagina versa cótinentur, Authore Francisco Brauo Orsunesi doctore, ac «Mexicano medico. \ Mexici, apud Petrum Ocharte. Cum priuilegio, » En 8? El único ejemplar que se conoce de este libro pertenece al célebre bibliófilo de Nueva York, Mr. J. Lenox. El título está en el centro del mismo pórtico que figura al frente de los Diálogos de Cervantes ; y como W^XiO., grabada en la misma pieza, la fecha de 1549, no faltó quien cre- yera ser la del libro, por lo cual le incluyó Mr. Harrisse en su Bibliotheca Afnericana Vetustissima, que comprende los libros relativos á América publicados de 1493 á 1550. Pero allí mismo expresó, como era natural, graves dudas acerca de la legitimidad de la fecha, puesto que el libro está dedicado al virey Enriquez, cuyo gobierno fué muy posterior (1568- 1580). Quien primero me díó noticia de este libro fué mi estimado amigo el Dr. Berendt, manifestando igual duda é incluyéndome un calco de la portada, con lo que me bastó para conocer el origen del error, y demos- trarle, tanto al doctor como á Mr. Harrisse. Posteriormente me escribió Mr. Lenox, enviándome copia de los preliminares de su libro, y pregun- tándome si podria yo fijar la fecha de él. Creí que podia señalarle la de 1576 ó 77, fundado en que á la vuelta de la portada hay un sumario ó índice, que comienza así: «^ i lib. co7itinet tmiversam doctrinamimma- anis ?norbi (tavardete vulgo dicti) qzd per hanc mexicaiiam provinciam. v.popíilariter grassatur in quo libro natura ejus exponitur, caztsa:, signa, v-syjiiptomata, ct debita juedella proponitur ; )t lo cual entendí que se refe- ria á la gran peste de 1576. Pero después (16 de Agosto de 1871) me escribió de Paris Mr. Harrisse, que en Madrid liabia visto la tirilla mis- ma cortada en lo bajo del frontis al ejemplar de Mr. Lenox, y en la cual aparece la fecha de 1570. Añade que esa mutilación del libro la hizo uno de sus poseedores, para vengarse de un librero I El Sr. Lenox tuvo la bondad de enviarme copia de la epístola de Cer- vantes, que se reduce á elogiar al virey Enriquez. En el Apéndice he colocado la carta á Juan de Maldonado, por con- tener algunas noticias de nuestro autor. XXIV NOTICIAS cargase de tan delicado trabajo mi excelente y lamentado amigo, el Sr. D. José Bernardo Couto, quien le desempeñó como debia esperarse de su literatura. Me habia ofrecido revisar también la traducción castellana, que comencé á hacer conforme al texto ya corregido; pero diversas ocupaciones, y entre ellas la publicación de la Colección de Documentos para la Historia de México, lle- naron de tal modo mi tiempo, que antes de concluir yo mi tra- ducción, terminaba el Sr. Couto su carrera mortal, el dia 1 1 de Noviembre de 1862. Tan deplorable acontecimiento, lo agitado de la época, y más que todo, un golpe de la muerte que pocos meses antes me habia herido en lo íntimo del hogar doméstico, fueron causa de que olvidase yo aquellos papeles. Años después, tropecé con ellos cuando me ocupaba en publicar la Historia Ecle- siástica Indiana de Fr. Gerónimo de Mendieta (1870); acabada esta, volví mi atención á los Diálogos, y puramente á ratos per- didos completé lo que faltaba de la traducción y notas, buscando en semejante trabajo un entretenimiento útil y una distracción á mis penas. Mi buen amigo el Sr. D. José María de Bassoco, miem- bro correspondiente de la Academia Española, me ha instado con- tinuamente á publicar esta obrita; tomó á su cargo hacer una nueva revisión del texto, corrigió igualmente la traducción, y por últi- mo se ha tomado el trabajo de leer todas las pruebas, tarea que no interrumpió ni aun enmedio de una penosísima enfermedad. Sin su empeñosa cooperación, acaso no habría salido á luz este volumen. No debo temer que persona tan versada en ambos idio- mas, haya dejado escapar ningún ejror de importancia. Los pasajes oscuros, y las alusiones á la literatura antigua, pe- dían algunas notas; pero sobre todo eran necesarias para esclare- cer la descripción misma de la ciudad antigua. Quise ademas tocar algunas materias generales, que dieran mayor atractivo á una pu- blicación que por su naturaleza solo podía interesar á los habi- tantes de la ciudad de México. Este trabajo de anotación, que mi erudito amigo, el Sr. D. Manuel Orozco y Berra, ha tenido la bondad de revisar por entero, (i) se comenzó bajo un plan muy limitado, que fué ensanchándose insensiblemente. Llevado del atractivo que para mí tenia el asunto, dejé correr la pluma sin ad- vertirlo, y cuando quise poner remedio, cercenando lo que parecía superfluo, ni mis amigos lo permitieron, ni yo tuve valor para desechar lo que tanto trabajo me habia costado. El lector no debe, pues, considerar estas notas como un comentario en regla, sino más bien como una conversación en que unas especies traen otras, hasta I Debo igualmente á la amistad del Sr. D. José Joaquín de Arriaga varias indicaciones útiles, sobre todo en lo tocante á historia natural. DEL AUTOR Y DE LA OBRA. XXV que sin sentir se va dejando muy lejos el asunto primitivo, (i) Al cabo, no es tanto lo que se ha escrito acerca de nuestra histo- ria, para que esté de sobra una publicación cuyo objeto no es tan solo conservar á la posteridad un curioso monumento, próximo á perderse, sino revivir también la memoria de los gloriosos hechos de nuestros antepasados, que en breve tiempo ejecutaron la gigan- tesca obra de conquistar, convertir y colonizar casi toda la exten- sión del doble continente americano, y enviaron á él, no sola- mente la hez del pueblo, como se ha repetido hasta el fastidio, sino muchísimos hombres honrados, y muchos de verdadero mérito que podian figurar y aun de hecho hablan figurado airosamente, así en la madre patria como en las naciones extranjeras. Al mis- mo tiempo se procuraba difundir la noticia de algunas glorias de México, casi olvidadas hoy de sus mismos naturales, más dili- gentes, por lo común, en instruirse de lo extraño, que en averi- guar lo de su propia casa. En gracia de la diversidad de materias que he tenido necesidad de tratar, el lector benévolo disimulará algunos errores, y yo me daré por contento si he proporcionado una lectura útil y agradable á todos aquellos que desean saber de sus antepasados algo más que el mero hecho de que existieron. Al tender la vista por el largo espacio de un cuarto de siglo que ha pasado desde que por primera vez pensé en ejecutar el trabajo que hoy concluyo, no puedo dejar de rendir infinitas gracias á la Providencia Divina, por haberme conservado la vida, y por los innumerables beneficios que me ha dispensado, entre los cuales cuento en primer lugar los castigos que para enmienda de mis yer- ros he recibido de su paternal mano. Por eso, al despedirme del lector, le invito á que de lo intimo de su corazón alabe conmigo al Autor de todo bien, diciendo: Soli Deo honor et gloria in sécula saeculorum. Amen! México, 8 de Noviembre de 1874. Joaquín García Icazbalceta. I Únicamente para abreviar las citas y para que el lector pueda ve- rificarlas fácilmente, he puesto al fin ;del tomo una lista de los autores citados en las notas. Una costosa experiencia me ha hecho conocer que estas bibliografías son bien útiles al lector estudioso. El que no lo sea, puede dejarlas á un lado. APÉNDICE. I. «Cervantes Salazar Joanni Maldonato S. — A prandio signifi- caverat mihi, qui has ad te dabit, Maldonate doctissime, istuc expediundi cujusdam negotii causa se velle proíicisci: cumque ad te scribendi desiderio arderem, ñeque ad hoc temporis essem nactus ocasionem, hanc juxta proverbium premendam censui; illud tametsi vererer, ne ignotus, et bonarum fere litterarum ignarus tibi aut molestus, aut ingratas accederem. Utcumque tamen con- tingat, jacta est alea: extorquebo a te epistolam clava, et Diome- dis ut fíat permutatio, dabimus asnea et accipiemus áurea: nec id, si velis, negabis. Vestrum enim est, hoc est, doctissimorum virorum, ut responsione neminem dedignemini. Ne vero quis, quave conditione sim te lateat, Cervantes nomen est, Toleti sum natus, et Cardinalis Hispalensis a secretis latinae linguse. Nostra omnia nunc accipe, qui tua jam diu novimus. Bene vale, patriae tuse ornamentum, Cervantemque inter tuos non postremum colloca. Vallisoleti VIII. kalend. Sept. (1545)» ( Hállase en la Noticia Critica de Varios Libres Curiosos^ impresos por D. An- tonio de Sancha^ y allí dice que se tomó de un Códice MS, de D. Ramón de Cabrera.) II. «Pues Francisco Cervantes de Salazar imprimió quantas cofas ai de las dos philosophias, fin otras mui buenas de diverfas difci- plinas, clara i agraciadamente dichas, que nadie de ellas podian eftar bien en nueílra lengua. » (Ambrosio de Morales, Discurso sobre la Lengua Castellanay al frente délas Obras de Cervantes Saladar, Madrid, 1772, pág, 24,) XXVIH APÉNDICE. III. «Todas eftas obras van en Romance, como es manifiefto, len- gua muí celebrada i eftimada, aun fuera de Efpaña; por donde no se deve tener en poco por fer en lengua materna : que pues él (Cervantes) teniendo tan fácil eílilo en Latin, como los que le co- nocemos, juzgamos, tuvo por mejor aprovechar a muchos en la lengua vulgar, que a pocos en la latina. » «Cierto es que no es de tener en poco, que fiendo él (Cervan- tes) de edad de veinte i cinco años, ha tirado la barra fobre mas de quarenta. I en efte tiempo, quando mas repofo avia de tener, fue con el mui manifico feñor Licenciado Girón á Flandes: aun- que por fu diligencia lo que le faltava del eíludio quieto, ganava con la converfacion de muchos varones doctos, con quien por allá conversó, i defpues que vino de allá empleófe en el fervicio del Revereridifsimo feñor Cardenal Don García de Loaisa, Arzobifpo de Sevilla, &c., fu patrono i feñor de felice recordación: por los quales eílorvos se puede efperar, que facaria á luz otras muchas obras aventajadas, íi hallaífe efpaldas en el favor de los que devrian favorecer los buenos trabajos. Efpecialmente que de todas partes eílá tan bien rodeado, que aun la línea de sus mayores Cervantes i Salazaresy familias por cierto nobles i antiguas, le da algunas alas para efcrevir libremente. Aqui eftendiera yo un poco la plu- ma, fino me hiciera callar el Ángel fant Raphael con la refpueíla que en el capitulo V. hizo callar a Tobias, que pidiéndole el buen viejo del linage de fus mayores, dixo el Ángel: Tengote de fervir con la nobleza de mi linage, ó con la fidelidad de mi oficio, que es acompañar a tu hijo? Deña manera diré yo, que pues Fran- cisco Cervantes de Salazar no ha de fervir al prefente con fu noble i antigua genealogía, tomemos fus obras con que nos puede fervir, que yo soi cierto que ellas darán teílimonio mas cierto que todos los blafones de las alcuñas. Eñas darán teílimonio de sí y de las otras que le quedan: las quales faldrán á luz quando eftas les hicieren camino, que a la verdad yo no quiero decir lo que del fiento, porque por aver fido el autor mi difcipulo, el juicio que del yo dieífe, mas fe penfaria que falia de amor i afición, que le tengo, que de la fencilla verdad, la qual fuele fer fospechofa, quando corre las parejas con el amor. » (Alejo de Venegas, Prólogo al Apólogo de la Ociofidad y el Trabajo^ en las mismas Obras de Cervantes Solazar^ págs. XV, XIX.) IV. ^ Compendiosa Lvdouici Viuis uita: per Francifcum Ceruan- tem Salazarum. Fuit Ludouicus Viues, fiquid id facit, ad ueram eius comanda- APENDICH. tionem, iiatione Hilpanus: Patria, ut operum ticulus declarat Va- lentinus: honefto natus genere: llatura mediocri: & qu^ ad procera, magis qj ad breuem accederet. Vultu hilari, cü inata qdam gra- uitatc. puer patria reliquit, poilqj ibidc factum latin^ lingu? ty- rocinium, luteti^ Parrifiorum, primü Grecis literis, & quidem maximis pfectibus, operam dedit. deinde Dialéctica & vtraqj Philolbphiam, cum Theologia, fic coniunxit, vt ad omnia diui- nitus effictus videretur. Hiiloria omnium máxime tenuit, vt plane eius in Aguilinum de ciuitate Dei commentaria teilantur, facilí- tate tanta, tum Gr?ce, tum Latine loqucdi fuit, vt nQcp loque- retur: quin pr^meditatus dicere videretur, id autc nulli mirum accedet, qui acérrimo eü ingenio, & maturo iudicio, íirmiílimacp memoria, fuille ex me fciuerit. mihi enim vt gratificaretur, Di- ctatorü, Conlulum, Cenforú, Pr^torü &: aliorum, q cuteros magi- ftratus geílerüt nomina, cü agnominibus, pr^nominibus. Se cogno- minibus, & quid fmguli, quibus velocis, pr^clarum facerent: quaíi eo tempere vixifiet, & familiariffime cü illis egiíTet: memoriter recenfuit. Brugis multa fcripfit. Louani floruit. & Luteti? inumera admirabilis eruditionis, S¿ eloqueti? fu§ Documenta edidit. Lutero q tune impune p Germaniá graílabatur (tá pius fuit) accerrime íemper obílitit , tametñ ab eodem multis pollicitationibus prouo- catus. vixit annos paulo plus quinquagintafex. obijt Brugis morbo articular!, fepultus ibidem honorificentiíTime, Do¿l:orum omnium fu? tempeñatis, plurimis infcriptionibus de.coratus. ( Francisco Cervantes de Salazar, l^ida de Vi'veí^ al frente del Comenta- rio á sus Diálogos, México, 1554.) V. ((El doctor Francisco Cervantes teólogo y buen latino honbre viejo y de poca espiriencia e las cosas del coro e igl'ia. » (Descripción de! arzobispado de México. Pieza n? 3. Relación que da el con- tador Pedro Cuadrado de lo que han producido los diezmos desde 1 550 á 1 558. Fecha 9 de Octubre de 1569. Al pié de este documento hay una posdata de di- versa letra sin fecha ni firma, que contiene una noticia de las personas que en- tonces formaban el coro de la Iglesia Catedral, y entre los canónigos se cuenta á Cervantes. MS, original en mi poder.) VI. ((El canónigo Francisco Cervantes de Salazar, natural de tierra de Toledo, de mas de sesenta años, ha veinticinco que está en esta tierra, á la cual vino lego en opinión de gran latino aunque con la edad ha perdido algo desto. Leyó muchos años la cátedra de Retórica en esta universidad, graduóse de todos tres grados en Artes por suficiencia, ordenóse habrá veinte años de todas órde- XXX APÉNDICE. nes, y oyó teología cuatro años, al nn de los cuales se graduó de bachiller, y después de licenciado y doctor, habiéndose graduado á los principios de bachiller en cánones, por remisión de cursos. Es amigo de que le oigan y alaben, y agrádale la lisonja: es li- viano y mudable, y no está bien acreditado de honesto y casto, y es ambicioso de honra, y persuádese que ha de ser obispo, sobre lo cual le han hecho algunas burlas. Ha doce años que es canó- nigo: no es nada eclesiástico, ni hombre para encomendarle ne- gocios. )> ( Relación de los clérigos que hay en ¡a Santa Iglesia. y Arzobispado de McxicOj por el arzobispo D. Pedro Moya de Contreras, dirigida á S. i^f., y por su mandado hecha reser-v adámente á 24 de Marzo de 1575. MS. original. Nota comunicada por el Sr. D. Francisco González de Vera, de Alcalá de Henares.) VIL (cQuando el Rey nueílro feñor Don Felipe II (de gloriofa me- moria) me mado efcreuir eíla general hiñoria, ordeno q fe me dieíTen los papeles q auia en fu Real cámara, y en la Guardajoyas .... Vi también treinta y dos fragmetos manufcritos e impreífos de diuersos autores y las memorias del Doílor Ceruantes, Dean de la fanta Iglesia de México, varó diligete y erudito.» (Antonio de Herrera, Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano, Madrid, 160 1, 1615, 4 toms. fol., Déc. VI, lib. 3, cap. 19. -En la lista de ^^Los Autores impresos y de mano que ^^han escrito cosas particulares de las Indias Occidentales^'''' puesta al frente de la obra, consta " El Dean CeruantesT ) VIII. ((Diofele la Cathedra de Rhetorica, al Licj» Francifco de Ceruantes.» (Prólogo, ^ 6.) «Y á 3. de lunio inicio los eíludios con Oración el Licenciado Francifco de Ceruantes. » (Ib., vto.) «El dia figuiente 22. de lulio, de dicho año (1553) (fué electo consiliario) el Licenciado Francifco de Ceruantes, Cathedratico de Rhetorica.» (Ib., fol. seq.) {^Estatutos y Constituciones Reales de la Imperial y Regia Universidad de Mé- xico, México, 1668, fol.) IX. «Franciscus Cervantes de Salazar, nefcio quis aut unde oriun- dus, infcripfit fe auftorem ei libro, quem vulgus terit, nempe : « Oirás que Francifco Cervantes de Salazar ha hecho, glofado y traducido. Hasc fcilicet: ü Apólogo de la Ocifiodad y el Trabajo, intitulado Labricio Por- APÉNDICE. XXXI tuno (sic) por el Protoíiotario Luis Mexii, gíofoie y declaróle Fnui- cifco Cervantes. « Dialogo de la dignidad del hombre empezado por el Maejlro Oliva: quem aiiftor perfecit. « La Introducción o Camino para la fabiduria^ de Luis Vives. Compluti ex ofíicina Joannis Brocar anno 1546. 4. Ambrofius quidem Morales, vir judicio undequaque ac prasfertim rcbus in noílris gravilfimo, multa ex his quae Cervantes edidit talia eíTe ait, in quibus difciplinarum diíEciles plerique loci prccter fpem fie perlpicue atque apte tractantur, ut nec veneres jucunditatemquc fermonis deíiderare quifquam pofsit. Ipsum videfis, in opufculo, quod Difcurfum vernacule indigitavit;>;-¿? lingua Hispánica. «Anonymus de Cervantes, fcripfit hiíloriam Indiarum, cujus exemplum fuit in bibliotheca Olivarieníi, uti ex ejus constat ca- talogo, fie infcriptum, in folio: « Crónica de Cervantes de las Indias, w (Nic. Antonii Bibliotheca Hispana Nova y Roma?, 1672. Editio altera, Matrid, 1783-1788, 2 tomos en folio, vol. I, pág. 414; vol. II, pág. 340.) X. «Dean Cervantes. Pónele Antonio de Herrera entre los hif- toriadores de Indias, de lo que efcrivio no hallo memoria.)) (Antonio de León, Ep'nomt de la Biblioteca Oriental y Occidental Náutica y Geográfica^ Madrid, 1629, i tomo en 4? ) ' ((DocT. Cervantes, Cathedratico de la Univerfidad de Mé- xico: Chronica de las Indias, M. S. 4. eílaba en la Librería de Barcia con' 444. ojas, aunque falta al fin, con la firma de L. Val- derrama, quien parece fer el Vijltador de la Audiencia de México; fuera eílaba rotulada: Chronica del Maejiro Cervantes-. Es la Hif- toria de Nueva España, i fu Conquifta, i alguno que intento apli- carfela, entrerrenglono las partes donde el Autor hablava de si, en primera perfona, poniéndolas en -tercera, D. Nicolás Antonio, tom. z.fol. 275. dice eílaba en la Librería del Conde Duque, fol. eftá en la del Rei, en 4.)) (Col. 599.) «DocT. Cervantes, descrivió la ciudad de México, en fu Chro- nica de las Indias, lib. 3. i fe remite á los Diálogos que anadio á Luis Vives, con eftas Palabras: Defcrivile interior, i exteriormente en Latin, en vnos Diálogos que añadí a los de Luis Vives, por pa- recer me que era ra^on, que pues To era Morador de ejla insigne Ciu- dad, i Catedrático de fu Vniverfidad, fupiesen de m\, ante que de otro la Grandeva y Magejiad fuia ; eílas, i otras palabras tenia borradas, el que trató de aplicarfe eíla obra, como fe ha advertido, i al margen pufo en fu lugar : Efcrivelo mui bien el DoSl. Ccrvan- d XXXII APÉNDICE. tcsy CiUiojiigo de México, en vnos Diálogos que rJiadio a Luis Vi- ves,)-^ (Col. 698.) - ((Dean Cervantes, poncle Anío?iio de Herrcr¿¡ entre los Hif- toriadores de Indias: de lo que efcrivio no hallo memoria, parece el mismo que el Do5t^ Cervantes, que queda pueño Tit. IF de ejia Bibliotheca. )> (Col. 911.) (Antonio de León Pinelo ( y Andrés González de Barcia), Epitome de la Biblioteca Oriental y Occidental^ Náutica y Geográfica^ Madrid, 17 37-17 38, 3 tomos en tbl.) XI. ((Nüíbtros tampoco hemos podido averiguar mas circunílancias que las que refiere el maeílro Alexio de Venegas en lu prologo que precede al Dialogo de Labricio Portundo : a faber, que Cer- vantes fue fu difcipulo, que publicó eftas obras en Romance, aunque tenia muy fácil eílilo en Latin, de edad de xxv. años, defpues de aver eílado en Flandes con el Lie. Girón, i converfado por allá con muchos varones doctos; i que a fu vuelta fe empleó en fervicio del Cardenal Don Gareia de Loaisa, Arzobifpo de Se- villa, fu patrono. El mifmo nos aífegura que era de las familias nobles i antiguas de Cervantes i Salazares, i que tenia efcritas otras obras que faldrian a luz, quando las prefentes les hicieílen camino. No fabemos ni el paradero de ellas, ni los progreñbs que haria aquel ingenio fazonado y juiciofo ya defde fu edad juvenil; o fi faltó luego, como lo perfuade el que no facó a luz los traba- jos que ya tenia períicionados. Lo cierto es que de alli a mui poco falleció fu Mecenas Don Fr. Garda de Loaisa, natural de Tala- vera de la Reina, de la orden de fanto Domingo, Obifpo que fue de Ofma i Siguenza, Arzobifpo de Sevilla, Comiílario General de Cruzada, Inquifidor general, i Cardenal con el titulo de Santa Su- fana. Murió en Madrid á 22. de Abril de m. d. xlvi.;) (Francisco Cerda y Rico, en las Advertencias á la nueva impresión de las Obras de Cervantes Salazar, Madrid, 1772, i tomo en 4?, pág. XV.) XII. « CERrJNTES SALAZAR {D. Francisco) digno de que la Biblioteca Americana eternice su nombre, consagrándole los elo- gios, que no logró en la Hispana de D. Nicolás Antonio. Nació en Toledo á principios del siglo 16. Fué discípulo muy querido del inmortal Valenciano Juan Luis Vives, y enseñó la Retórica en la Universidad de Osuna, después de haber sido profesor en la de Alcalá. Cerca del año 1550 pasó á Mégico, ó bien convidado del invicto Conquistador Cortés, á quien habia dedicado uno de sus Libros del año de i 546. ó llamado acaso de su pariente el Dr. Ra- APIiNDICE. \X\III íael Cervantes, Tesorero de la Mctropolicana. A la sazón se pro- vcian las Cátedras de la nueva Universidad literaria, y se le ad- judico la de Retórica á nuestro Cervantes, quien se dedicó al mismo tiempo al estudio de la Teologia, hasta recibir la borla de Doctor. Fué después nombrado Rector de dicha Academia, y provisto Canónigo en 1566. Este varón docto, que habia sido bien conocido y estimado en Europa, con su viaje á la América se eclipsó tanto á los ojos de los posteriores eruditos, que D-. Ni- colás Antonio, hablando de él en su Bibliotccay se explica así : Franciscüs Cervantes ^ nescio quis, aut linde oriundus^ inscripsit se Auctnrem ei Libro , quem vulgus tcrit, ncnipCy &c Mas justo y avisado anduvo el Cl. D. Gregorio Mayans en la Vida de Luis Vives, donde tratando de las diferentes ediciones de aquella exce- lente Obra de su paisano: Introductio ad Supientiam, dice: Sed pracipue debet haber i in prcctio Editio Biirgensis anno 1544 quam sequtitus fuH Franciscüs Cervantes S alazar in translatione hispana. Y haciendo relación de ésta y otras traducciones castellanas de aquel libro, añade: Primus provinciam hanc aggressus fuit Fran- ciscüs Cervantes S a lazar, utilibtis additionibus ad rem facientibus, Compluti et Officina Joannis de Brocar 1546 ?nense Maio: et ob Libri raritatem et prastantiam prodiit iteriim Madridi 1772 apud Antonium Sancha in 4. Pero aun á este eruditísimo Valenciano se escondieron todas las Obras de Cervantes relativas á las de Vives, pues no hace mención en la noticia que dá de sus Escritos en la Vida de aquel extendida con nimia escrupulosidad, de la Ilustra- ción que nuestro Autor hizo á los Diálogos ó Latinee Lingual Excr- citationes. Solo Ambrosio de Morales hizo cabal justicia á la me- moria de Cervantes en el discurso sobre la Lengua Castellana que se halla en el Tom. 2. de la nueva edición de sus Opúsculos, donde dice así: «Pues Francisco Cervantes Salazar imprimió muchas « cosas en castellano de la buena Filosofía, sin otras muy buenas de «diversas disciplinas, clara y agraciadamente dichas, que no cre- «yera nadie de ellas, que pudieran estar bien en nuestra Lengua.» Gloríese enhorabuena la Universidad de Alcalá de haber educado un hijo, que pasando á este otro lado de los mares, fué el padre de una generación ilustre y dilatada de Oradores y Profesores de las bellas letras: y la Universidad de Mégico reconozca, que el primer Maestro que enseñó en sus Aulas la Latinidad y la Elo- cuencia fué un discípulo del gran Luis Vives, que los Diálogos de éste aumentados por Cervantes fueron las primeras lecciones que aprendieron sus escolares. Escribió pues el Dr. Francisco Cer- vantes, en primer lugar aquel Libro, que D. Nicolás Antonio dice con tono de desprecio, que andaba entre los pies del vulgo: quem vulgus terit. ¡Ojalá y jamás hubiese tomado cl vulgo otros en sus manos! Véanse los Tratados que contiene: APÉNDICE. (( I . Apólogo de la ociosidad ^ del trabajo^ intitulado : Labricio Fortuno (sic) escrito por el Protonotario Luis Megia y glosado y declarado por Francisco Cervantes. (( 2. Diálogo de la dignidad del hombre empezado por el Maes- tro Olivay y concluido por Francisco Cervantes. «3. La introducción ó camino para la Sabiduría^ escrito en latin por "Juan Luis Vives y traducido al castellano por Francisco Cer- vantes. Imp. todo en Alcalá por Juan Brocar, 1546. 4. «Las siguientes Obras no llegaron á noticia del Bibliotecario Español: (( Commentaria in Ludovici Vives excrcitationes Lingucs Latinee. Mexici apud Joannem Paulum Brisensem. 1554. ^* (( Por ser tan raro este libro, y para ilustración de este Artículo, quiero copiar aquí la dedicatoria. (Véase en la pág. XIX.) ^iFrancisci Cervantes Salazarii, Toletani, ad Ludovici Vives Valentini exercitationem aliquot Dialogi. Mexici 1554. 8. « Estos Diálogos originales de nuestro Cervantes, añadidos á los de Vives, son siete, y sus títulos los siguientes. I. Saltusy inter- locutores Morales et Mata. II. Ludus Sphera per annulum fer- reum: interlocutores. Carees et Mota. III. Obeliscorum, seu li- gnearum pyramidularum ludus: interlocutores, Marin, Alcázar et Villicus. IV. Filie palmarles ludus: interlocutores, Gaitan, Vi- veroy Manrique^ Mendoza, et Ludimagister. V. (este y los siguien- tes son compuestos en Mégico) Academia Mexicana, interlocu- tores Mesa et Guterrius. VI. Civitas Mexicus interior: interlo- cutores Cuaco, Zamora et Al/aro. VII. Mexicus exterior: inter- locutores Zamora, Cuaco et Al/aro. Ni temo parecer molesto si doy aquí una muestra de estos Diálogos: sea del Diálogo V. Academia Mexicana, en que describiendo las Aulas de la Univer- sidad, dice Mesa: «Hoc quod est ad dexteram, enarrands SacríE «Theologiss gymnasium dicatum est; in quo á secunda ad tertiam «horam vespertinam Magister Cervantes mulíis ipsum c^terarum (ídisciplinarum candidatis et eloquentias studiosis audientibus, «quod ad ipsas sit ornamentum, Rhetoricam profitetur. Guter- «Rius. Is est, ni fallor, quem etiam Orsunensis Academia habuit «Artis dicendi prasceptorem. Mesa. Ipsemct.» Cet (íAl principio de la Dialéctica del P. Mtro. Fr. Alonso de la Veracruz se halla ((Epístola Francisci Cervantes Salazarii in commendationem (( Magistri sui Fr. Alfonsi á Veracruce, Augustinensis, Doctoris «Mexicani. Mexici 1554« » (i) I Beristain no podía, en ningún caso, prescindir de la manía de al- terar los títulos. El de esta Epístola es como sigue : Francisais Cei-van- tes Salazarus Toletamis; Bojiantm Afiium Candidatns, et in calcbri No- APÉNDICE. XXXV Otra semejante se lee al principio de la Obra ¿c dicho Mtro. Vera Cruz; Speculum Corijugiorum. « También escribió: « Crónica de las Indias y ó Historia de la N. E. n «Esta Obra, de la que no se encuentran ni vestigios en Mégico, fué muy conocida en España; y es la misma que exlstia, (según Jos Adicionadores de Pinelo) en la Librería del Sr. Barcia, y cons- taba de 444 foxas en fol. y estaba firmada del Lie. Valderrama, Visitador que fué de Mégico. Este Manuscrito se notaba mali- ciosamente enmendado por el plagiario que quiso vestirse con las plumas de nuestro Cervantes; pues donde el autor habla en pri- mera persona, como testigo de vista de lo que refiere, sustituyo Valderrama la tercera, citándolo así: «De esto escribió el Canó- «nigo Cervantes en los Diálogos, que añadió á los de Luis Vi- « ves. )) D. Nicolás Antonio en su Apéndice de Anónimos dice que en la Biblioteca del Conde de Olivares estaba una Historia inti- tulada: «Crónica de Cervantes de las Indias.)) El cronista Her- «rera alaba la Historia de Cervantes; y el Jesuíta Clavijero hace mención de ella. «Por último, y para confirmar el trato íntimo que el Dr. Cer- vantes tuvo con el famoso Luis Vives, y afirmar mas la gloria de los Megicanos españoles de estar nutridos en las Letras humanas y en la Filosofía con la leche doctrinal de aquel gran Maestro de la Europa, concluyo con lo que nuestro Autor escribe en el Pró- logo á la «ilustración de los Diálogos de Vives,» en que después de ponderar la incomparable erudición de éste en la Filosofía, Teología, Historia, Antigüedades y Lenguas, añade : « Id autem «nulli mirum accedet, qui acérrimo eum ingenio, et maturo judi- ado, firmissimaque memoria fuisse ex me sciverit. Mihi enim ut «gratificaretur, Dictatorum, Consulum, Censorum, Przetorum, et «aliorum qui c^eteros magistratus Romoí gesserunt, nomina cum «agnominibus, praenominibus et cognominibus, et quid singuli, «quibusve locis príeclarum fecerit, quasi eo tempere vixisset, et «familiarissime cum illis egisset memoriter recensuit.» «D. Francisco Cerda y Rico, erudito Valenciano, bien conocido entre los literatos, hizo en 1772 en Madrid, en la Imprenta de Sancha una Edición de los primeros Opúsculos de Cervantes, que no he podido ahora haber á las manos. «Por último escribió Cervantes: va: Hispanta Academia Mexicana Rhctorice Professor candido Icctori. S. — La del Specidum Conjtigiorian,%& encabeza así: Franciscus Cervantes Salazariis artiu7}i magistcr, inris pontificci ¿^ sacra: Theologia: Candida- tus in Academia Mexicana Rhetoriac professor, candido Icctori. S. XX^CVI APÉNDICE. « túmulo Imperial. Imp. en Mégico por Antonio Espinosa 1560. 4. «Es una Descripción de las magníficas Honras fúnebres que celebró Mégico al Emperador Carlos Quinto: papel raro y digno de reimprimirse por la grandiosa idea que da de la Lealtad y ri- queza Megicana.» (Doctor D. José Mariano Beristain de Souza. Biblktzca H'upano-Amt- rica Septentrional j México, 18 16-21, 3 tomos en fol.) XIII. «Francisco Cervantes de Salazar, a man of learning, completed the Dialogue of Oliva on the Dignity of Man, which had been lefc unfinished, and, dedicating it to Fernando Cortés, published it in 1546, together with a long prese fable by Luis Mexia on Idleness and Labor, writen in a puré and somevvhat elevated style, but too much indebted to the «Vision» of the Bachiller de la Torre. » (G.TiCKNOR, History of Spar/ish L'turaturt^ Boston, 1849, Period II, ch. V.) CORRECCIONES. EN EIv CASTELLANO. Pág. Lili. VIII 42 dice indudablea léase indiulablc- ,, 43 dice patri- léase patria 12 25 dice 1854 ¡éase 1 584 ,, 34 dice estara un ¡éase estar aun 49 21 í/?Ví^ algunas léase cada una 57 4 de las notas, ¿//¿-i.'" dominicos /tw^ dominicos 5S Al fin de la nota i^ añádase Es noticia tomada de Villaseñor, Teatro Americano, tom. II, pág. 26. 60 20 íi'/r^ regulares /t'íw¿' seculares 61 última de la nota, suprímase la coma después de caso 65 después de la linca 28 añádase Está impresa en la Crónica de Michoacan, del P. Beaumont, lib. II, cap. 27. 93 16 póngase 7ina cotna después de ves 105 18 dice venia léase venia 214 36 sobra el ir con que empieza la línea. 228 15 de las notas, dice al poniente de la misma léase de la mismo, que mira al poniente 236 -¿'S sobra la co?na después de calles 246 7 dice Netzahualcotl léase Netzahualcóyotl » -11 de las xíoíZk.'s,; póngase una coma después de palabra 250 34 dice Nazanero léase Nazareno 279 3 dice perecieron millares /t^^rít' perecieron innumerables millares 293 32 dice ahora léase hora 303 30 la llamada de la nota es I y no 9, y lo mismo en la nota 311 I dice Cómo léase Como 320 22 dice hacienda léase hacienda EN EL latín. 2 3 dice TEOLOGLE léase THEOLOGEE 4 2 dice adictus léase addictus 24 últ. dice adolescentuim léase adolescentium 30 23 dice Pontificeum léase Pontiñcium 50 13 /(? mismo. 124 19 dice Genitricen léase (Jenitricem 276 penúlt. dice fanniniquc léase fceminccquc „ ,, dice idolíes léase idolis 290 8 dice que léase nui *jT^k^^l(^\*^^l^k^^l^k^^*J^^^V9k SUPLEMENTO -©5«- ONCLUiDA la impresión de este volumen, he tenido opor- tunidad de examinar la preciosa colección de libros y ma- nuscritos que ha reunido el Sr. D.José de Agreda, quien tuvo la bondad de ponerlos á mi disposición, añadiendo á este favor, el de ocuparse en buscar y recoger noticias concernientes á la biografía de Cervantes Salazar. Entre los manuscritos del Sr. Agreda hay un extracto que el P. Pichardo, del Oratorio de San Felipe Neri, hizo de la Cró- nica de la Universidad, escrita por Plaza; obra de que varias ve- ces he hecho mención, considerándola como perdida. En ese manuscrito se encuentran, como era de esperarse, noticias de los primeros catedráticos de la Universidad, y por consiguiente de nuestro Cervantes. Hallé también entre los impresos, el que tanto deseaba y por tanto tiempo habia buscado en vano: el «Túmulo Imperial» ó relación escrita por Cervantes, de las exequias hechas en México, en 1559, al Emperador Carlos V. Desgraciadamente el ejemplar está incompleto, como diré más adelante. No era ya tiempo de incorporaren mi trabajo las noticias nue- vamente adquiridas, y me resolví á reunirías en este Suplemento. Pongo primero las que se encuentran en el extracto de la Cró- 7iica de Plaza; viene luego lo que halló el Sr. Agreda en las Actas del Cabildo de nuestra Iglesia Metropolitana, y por último la descripción del rarísimo libro «Túmulo Imperial», con varios ex- tractos de él que me parecieron conducentes á mi propósito. Por estos nuevos datos se viene en conocimiento de que Cer- vantes tomó posesión de su cátedra de Retórica el 12 de Julio de I 553, y la sirvió hasta 14 de Febrero de 1557, con sueldo de i5ops. anuales, que á la verdad era bien corto, y por lo mismo el pro- fesor no carecía de fundamento para quejarse, en sus Diálogos, de la insuficiencia de los sueldos asignados á los catedráticos. Así lo consideraba también la Universidad, pues ya á fines de Diciem- XL SUPLEMENTO. bre de I553> pedia que se aumentasen los salarlos de las cátedras, «haciendo saber á S. M. las costas de esta tierra.)) Graduóse de licenciado y Maestro en Artes á 4 de Octubre de 1553; y en 23 de Julio del siguiente año 1554 se presentó á exa- men para bachiller en Cánones. A 26 de Noviembre de 1556 pidió ser examinado de bachiller en Teología. En 1560 tenia el empleo de Cronista de la ciudad de México, que tal vez se le dio á consecuencia de la publicación de sus Diálogos, y en cuyo des- empeño escribiría la Crónica que he mencionado en su biografía, y que parece haber sido compuesta hacia ese tiempo. No están en lo cierto los autores que dicen haber obtenido Cer- vantes la canongía en 1 567, sino los que señalan la fecha de 1 563. En efecto, consta que el i 6 de Marzo de ese año, tomó posesión de la canongía, en virtud de una merced de S. M.; pero no se encuentra confirmación de que ascendiera á la dignidad de deán. Con referencia á Beristain dije (pág. xiv) que Cervantes había sido rector de la Universidad, y que la noticia era de creerse, por- que estaría tomada de la Crónica de Plaza. Así es en efecto, y en ese manuscrito aparece que Cervantes fué rector, no una sola vez, sino dos, por lo menos. Le eligieron por un año el 10 de No- viembre de 1567, y después vemos que tenia el mismo cargo en Febrero de 1573 y en Julio de 1574. Finalmente, los asientos de los libros del Cabildo Eclesiástico nos autorizan para fijar el fallecimiento de nuestro autor en Septiembre ú Octubre de 1575. Las noticias últimamente recogidas, no solo nos dan algunos datos nuevos para la biografía de Cervantes, sino también para su defensa. No es creíble que un letrado que desempeñó cátedras; que obtuvo el cargo de cronista de la Imperial Ciudad de Méxi- co; que ocupó un asiento en el coro de la Iglesia Metropolitana, y que dos veces fué escogido por la Universidad para regirla, ca- reciese de mérito y adoleciera de los defectos y aun vicios que le atribuye el Sr. Arzobispo Moya de Contreras. Sin disminuir en nada el respeto debido á este prelado, podemos creer que, como hombre, incurrió en error. ¿ Cómo no era Cervantes persona para encomendarle negocios, y la Universidad le fiaba por dos veces el manejo de los suyos? Respecto á los demás puntos tocados en mis anotaciones, y á cuyo esclarecimiento pudiera contribuir la Crónica de Plaza, te-r nemos, en primer lugar, que nada nuevo dice acerca de la funda- ción de la Universidad, pues ya no se encontraban en su archivo constancias auténticas del suceso, y para referirle apela á la Cró- nica de Grijalva, lo mismo que yo. Lo que se prueba por diver- sas menciones bien claras es que la Universidad ocupaba en 1586 una casa perteneciente al Hospital de Jesús, cuyo representante si- guió pleito contra la Universidad para cobrar los arrendamientos. SUPLEMENTO. XLI Consta en la Crónica, que el primer catedrático de Prima de Teología, fué el P. Fr. Pedro de Peña, como dije en la pág. lo, y que comenzó á desempeñarla el lunes 5 de Junio de 1553. Ha- bia entonces dos cátedras de Prima de esta facultad, iguales en categoría: tenia la una el P. Peña, y la otra el P. Veracruz. De este habla Cervantes y no de aquel; tal vez porque habría dejado la cátedra durante el año que trascurrió entre la fundación de la Universidad y la impresión de estos Diálogos. El Dr. Morones, primer catedrático de Decretales, empezó á leer tn 5 de Junio de i 553, y aparece haber continuado hasta i 556. Sucedióle en 5 de Diciembre de dicho año el Dr. Arévalo Sedeño: este era ya catedrático de Decreto desde 20 de Agosto de 1554: hasta entonces, desde 5 de Junio de 1553, había tenido esa cátedra el Dr. Melgarejo. Así se explica que Cervantes no le mencione, y todo confirma que estos Diálogos se escribieron por Septiembre ú Octubre de 1554. La primera cátedra que se dio por oposición en forma, fué esta de Decreto, al Dr. D. Luis Anguís el 23 de Enero de 1560: luego antes no habia habido oposiciones, y así lo conjeturaba yo. (V. nota 19 del Diálogo Primero, pág. 68.) El Dr. Frías y Albornoz desempeñó la cátedra de Instituía hasta el 16 de Diciembre de 1564, y la dejó porque se fué á España. Del primer catedrático de Gramática, Blas de Bustamante, nos da varias noticias la Crónica. Cuando obtuvo esa cátedra llevaba veinte años de enseñar gramática »n la ciudad, es decir, desde 1533. Se graduó de Maestro en Artes el 26 de Agosto de 1553, y de Doctor en Cánones el 1 1 de Octubre de 1 563. Fué abogado de la Real Audiencia, opositor á las cátedras de Decreto é Instituta, examinador de los estudiantes que habían de pasar á oír otra fa- cultad (Abril, 1567) y alcalde ordinario de México en 1569. Al Br. Diego Díaz, que leia gramática fuera de la Universidad, le ordenó el claustro pleno (no se dice en qué fecha) que cesase en la lectura, ó que viniese á leer en la Universidad. Este es aquel á quien yo llamé Diego i)/V2; (pág. 37), traduciendo así el latín Diecius. Los primeros matriculados no fueron los diez religiosos agus- tinos de que hablé en la pág. 1 1, sino D. Luís de Castilla, y sus hermanos D. Lope, D. Diego y D. Alonso, hijos de D. Luis de Castilla y de D?- Juana de Sosa, pertenecientes por lo mismo á una de las principales familias de México, y que en 13 de Junio de 1553 se matricularon para oir Artes. Al día siguiente se matriculó Diego Velazquez, canónigo, en Cánones: el 5 de Julio el Br. Blas de Bustamante, en la misma facultad, y aun otros, antes que los diez agustinos, asentados en 8 de Agosto. Hallo también que en i9 de Diciembre de 1553 recibió el XLII SUPLEMENTO. Br. Damián de Torres el grado de Doctor en Medicina, y le arguyo Juan Vázquez de Ávila, Doctor en la misma ciencia. La mención de estos médicos nos lleva como por la mano á tratar de los dos doctores Pedro López, que dieron motivo á la nota 45 del Diálogo 2?, pág. 204. La Crónica de Plaza aumenta las pruebas de la existencia de dos individuos del mismo nombre. En el cap. XIII, n9 1 1 2 leemos : <( En 1 2 de dicho mes y año (((Agosto de 1553) pidió por petición el Lie. Pedro López (el ({fundador de San Lázaro), que le incorporasen de Licenciado ((en dicha Universidad, y le señalasen el primer domingo del mes «de Septiembre, para doctorarse en medicina.» Y en otro lugar (cap. 31, n9 252) se lee lo siguiente: ((Antes de pasar adelante (( será bien dar noticia de las buenas prendas que tuvo dicho Dr. Pe- ((dro López, que no es digno de quedar en olvido, ni que con el ((tiempo se borren las buenas obras. Fué nuestro Doctor el pri- ((mero que recibió el grado de Doctor en Medicina, aunque como «hemos dicho, hubo otro licenciado más antiguo en esta facultad. ((Fué graduado con toda pompa en la Santa Iglesia Catedral de ((esta ciudad: fué varias veces electo por diputado de hacienda y ((por consiliario de esta Real Universidad, y sobre haber sido ((docto en su facultad, observó una de las virtudes, que es la de la «caridad, instituyendo y fundando el hospital de San Lázaro, ex- ((tramuros de esta ciudad, donde se retiró con suma virtud á ocu- ((parse solo en el ministerio y curación de los enfermos de su hos- «pital, que fuera de ser obra de caridad, le seria de grande mérito ((por curarse en dicho hospital la enfermedad del mal que comun- ((■ mente llaman de San Lázaro, que fuera de ser de suyo asqueroso ((el achaque, es muy contagioso, y por eso se cura en este hospi- ((tal, y con providencia se fundó fuera de lo que comprende la {( ciudad, quedando el dicho hospital medio en despoblado, para que (( por todas partes no tuviese vecindad, y está determinado que nin- ((guna persona se cure de esta enfermedad en sus casas, sino en dicho ((hospital, por lo contagioso de tal enfermedad. Quedó el patro- {(nato de este hospital á sus descendientes, con que podemos decir ((que quien estuvo en caridad, que obró tan buenas cosas, habrá (f sido premiado de la mano poderosa, y que habrá recibido ciento ((por uno, porque Dios no se olvida de premiar las buenas obras.» Me parece que tales noticias no pueden aplicarse al Dr. Pedro López, que desde 1524 andaba con Cortés en la expedición de las Hibueras, y era protomédico en 1527. El hijo, pues, y no el padre, fué el que se graduó en i 553. No estará (ie sobra advertir que la piadosa fundación del doctor desapareció en nuestros dias, según costumbre. El hospital de San Lázaro está destinado á otros usos, y los lazarinos ocupan un departamento del hospital de San Pablo. SUPLEMENTO. XLIII En el ((Túmulo Imperial,» lo que se encuentra más á nuestro propósito, es la confirmación de que la primera iglesia ÓQ S. Fran- cisco estaba en el mismo lugar que la última, y la capilla de San José (de Naturales, en (ion(Je (después estuvo la (de Servitas; tO(do conforme lo (dije en las notas al Diálogo Segundo. Por lo demás, no puede leerse ese pequeño volumen, sin admirar (da lealtad y grandeza mexicana,» como dice Beristain. Los extractos que en seguida veremos, darán una idea del punto de grandeza á que ha- bia llegado México en treinta y ocho años, y disiparán las dudas que acerca de esto pudieran haber quedado, aun después de la lec- tura de los Diálogos de Cervantes. El ((Túmulo Imperial» es ciertamente muy ¿igno de una reimpresión, y desde luego la ha- ría yo, si por desgracia, el único ejemplar que he hallado no es- tuviera incompleto en parte interesante. Como se halló este, podrá tal vez hallarse otro que le complete; pero supuesta esa buena fortuna, ¿habrá entonces quien conserve tanto afecto á estas pre- ciosas reliquias de la antigüedad, que quiera emplear tiempo y di- nero en salvarlas del olvido? I ((Chronica de la Real é Insigne Universidad de México de la Nueva España, en edades, desde el año de 1553 hasta el de 1687. Por el Br. D. Christóval Bernardo de la Plaza y Jaén, Secretario y Maestro de Ceremonias de dicha Real Universidad. Dedicada á Christo Señor nuestro crucificado. » i tomo en fol., MS. « Cap. III, n9 9. — La razón que se halla del primer inicio que se tuvo en esta Universidad, es una certificación de que el año de 1553, á 3 de Junio, se hizo inicio de las Escuelas de esta Univer- sidad en presencia del Illmo. Sr. D. Luis de Velasco, virey, y de la Real Audiencia, el cual hizo el Lie. Cervantes de Salazar. Y lunes siguiente 5 del dicho mes, comenzaron á leer los catedrá- ticos de Teología, Cánones y Gramática, y lo firmó por verdad Esteban del Portillo, notario público. ((Cap. X. — De la cátedra de Retórica, y sus primeros cate- dráticos. — No dejarían de concurrir todos los requisitos de un buen retórico en el Lie. D. Francisco Cervantes de Salazar, pues se le entregó esta cátedra en 12 de Julio de 1533. Empezó á leerla señalado para ello por el muy ilustre señor Velasco, virey, y por los Sres. Presidente y Oidores de la Audiencia de México, en cumplimiento de la cédula de S. M. intimando que se instituya Universidad, siendo testigos el Sr. Dr. Quesada, y el Sr. Lie. Me- jía, oidores. Parece haber leido esta cátedra nuestro primer cate- drático hasta 14 de Febrero de 1557, que desde entonces no leyó más. Graduóse de Licenciado y Maestro en la facultad de Artes XLIV SUPLEMENTO. miércoles en la tarde que se contaron 4 de Octubre de 1553, en las casas de la Audiencia Real de esta ciudad, en presencia del muy ilustre Sr. D. Luis de Velasco, virey, y de los Sres. Docto- res D. Antonio Rodríguez de Qaesada, D. Francisco de Herrera, D. Antonio Mejia, oidores de la Real Audiencia de México, D. Juan Negrete, rector de la Universidad, D. Alvaro Treraiño, Maestrescuela, el Mtro. Fr. Alonso de la Veracruz, y el Mtro. Fr. Pedro de la Peña, para cuyo efecto leyó públicamente una lección de Lógica y otra de Filosofía. Dióle el grado dicho D. Al- varo, con las insignias doctorales. Parece haber asistido puntual- mente nuestro catedrático á las funciones que se ofrecieron en la Universidad. Tuvo de salario en cada un año, ciento cincuenta pesos, según parece por sus recibos. ((Núm. 61. — Por un claustro de rector y consiliarios de 10 de Noviembre de 1 567, determinaron que por lo que conviene al pro y útil de la Universidad, seria bien se diese el cargo de rector á persona que bien lo usase y administrase, y que de la persona del Dr. Francisco Cervantes de Salazar, canónigo de la Santa Iglesia de esta ciudad, estaban satisfechos que usarla y ejercerla el oficio y cargo de rector como convenia, por concurrir en él todas las calidades y requisitos necesarios, fueron de parecer que dicho Dr. Cervantes fuese electo en esta Universidad por este año. En cuya conformidad, habiendo votado, salió electo con todos los vo- tos por rector, y que se le mandase dar noticia de la elección ; que habiéndosele dado, aceptó el dicho oficio, y lo ejerció desde dicho dia hasta 10 de Noviembre del año siguiente de 1568, asistiendo, como parece, á todas las funciones de la Universidad. » Del claustro que se celebró el sábado, último dia de Febrero de 1573 para tratar de la cátedra de Decreto, consta que era rec- tor D. Francisco Cervantes de Salazar, y del celebrado en 12 de Julio del siguiente año de 74, consta que aun lo era. En claustro de 23 de Julio de 1554 ^^ determinó entre otras cosas, «que el Dr. Quesada examine al Mtro. Cervantes para ba- «chiller en Cánones, y hallándole suficiente, lo gradué leyendo «diez lecciones. » En claustro celebrado en 26 de Noviembre de 1556: «Ulti- « mámente proveyeron á una petición del Mtro. Cervantes, que «probando cuatro años de haber oido, y haciendo las demás so- «lemnidades, se pueda graduar de bachiller en Teología.» «Cap. XXV, núm. 209. — Se ha acostumbrado y está dispuesto que no pueda, según los Estatutos de esta Universidad, ser electo por rector el que el año antecedente á la elección lo hubiere si- do, por mucho ó poco tiempo; que como el Br. Bartolomé de Es- trada habia sido electo, según hemos visto en el capítulo antece- dente, se trató en 10 de Noviembre de 1567, de elegir rector; y SUPLEMENTO. XLV en atención y por io que convenia á la utilidad de la Universidad, que se diese dicho cargo á persona de autoridad y utilidad, y porque en la del Dr. D. PVancisco Cervantes Salazar, canónigo de la Santa Iglesia Catedral, concurrían las calidades que se requieren, todos los electores unánimes y conformes lo eligieron por rector de esta Real Universidad, sin perjuicio de los estudiantes de ella, y por- que no hubo al presente estudiante tan bastante como se requiere para dicho cargo. » II Del Libro 29 de Actas del Cabildo Eclesiástico de México, que comienza en 24 de Enero de 1559, y concluye con el enca- bezamiento de la Acta de Cabildo celebrado el sábado 7 de Abril de 1576, he sacado lo que sigue: En la acta del Cabildo celebrado el martes 16 de Marzo de 1 563, se dice así : « En este dicho dia, mes y año, el Mtro. Fran- « cisco Cervantes de Salazar pareció en este cabildo de esta Santa «Iglesia de México, con una provisión real de S. M. en que le ((hacia merced de una canongía de esta dicha iglesia, á la cual ((obedecieron los dichos señores deán y cabildo, y se le dio la po- (( sesión de la canongía, en forma, quieta y pacíficamente. Ante ((mí: Gonzalo Fernandez, notario apostólico.)) Al margen: ((Pre- ((sentacion y posesión del Mtro. D. Francisco Cervantes de Sa- (( lazar, de una Canongía.» Ya asistió como canónigo al cabildo siguiente, que fué el vier- nes 19 del mismo Marzo. Parece que el último cabildo á que asistió fué al celebrado el viernes 9 de Septiembre de 1 575 ; á lo menos ya no se le cuenta entre los asistentes en los demás cabildos. En el celebrado el martes 18 de Noviembre del mismo año de 1575, ((se proveyó y mandó que la capellanía que vacó por el ((Dr. Cervantes se áé al racionero Muñoz para que la sirva; la ((Cual dicha capellanía se ha de servir en el hospital, y ansí lo ((proveyeron y mandaron: la cual dicha capellanía es la que ins- (( tituyó el tesorero Rafael de Cervantes.» También he registrado el Libro 39 de Actas que comprende algunos años desde el de 76, y no se encuentra en todo él al ca- nónigo Cervantes entre los que asistían á los cabildos. (Este apunte me comunicó el Sr. D. José de Agreda, de quien es también el que sigue, y que nos revela la existencia de otra epístola de Cervantes, por la cual consta que fué catedrático de Decreto, cosa que no he hallado en otra parte, y al mismo tiempo indica una edición del siglo XVI, que me es desconocida.) En una hoja que vi, no recuerdo dónde, arrancada de algún li- bro, que parecía ser en 89 ó i 29, encontré lo siguiente: XLVI SUPLEMENTO. Por un lado el escudo de armas de Martin de Yrcio, cuñado del virey D. Antonio de Mendoza, y suegro de D. Luis de Ve- lasco, el segundo, y abajo del escudo un letrero en tres renglones y medio, que decia así : «Al muy magnífico Señor Martin dircio, el Maestro Cervan- tes de Salazar, Lector de decretos y de Rhetorica en la vniuer- sidad de México. S. » (signatura a ij.) Por el otro lado decia así : « Si vemos, como parece por las hyf- «torias, conferuadoras de los buenos hechos, y maeftras de la vida «humana, q los q o con fus perfonas, o con fus haziedas fueron «puechofos o dieron horra a la república dode biuieron : fueron no «íblamente de los fuyos, pero de los eftraños muy eñimados: tanto ((que aüq por la muerte, deuda for9ofa, dexaron de parecer en fu «república qdaro immortales: o por lo q dellos otros fcriuiero, «o por las eñatuas y otras horofas memorias q les puíiero, por las «qles fe dio el duido honor a los muertos, gloria a fus dfcédietes «y patria, y mayor animo a los varones generofos pa hazerfe fe- «mejátes a ellos, mereciedo la immortalidad, que por ningún otro «camino fe a]can9a fino por hazer bien. Hallo muy magnifico «feñor, cotejado las obras de muchos dios panados, con las de «vuelfa merced, que las vnas fueron muertas porq hechas por fola «la gloria del mundo, y las otras biuas, porque encaminadas pa la «uida fm muerte. PaíTo vuefla merced a eíle nueuo miúdo, como «parecerá por la crónica que deíla tierra efcriuo : empleo fu hedad «y fuerzas en ayudar q tan grandes reynos » III TVMVLO IMPERIAL 1| de la gran ciudad de México. Debajo de las dos líneas de este título está un gran escudo de armas, coronado por la cabeza y alas de una águila, y tiene abajo un adorno dentro del cual se lee: EN MÉXICO. II Por Antonio de Efpinofa. |¡ 1560. El libro es en ^9 menor, y consta solamente de dos fojas sin numerar, i con un grabado, y 26 numeradas: todo en letra ro- mana pequeña. A la vuelta de la portada está la licencia del virey D. Luis de Velasco, fecha i9 de Marzo de 1560, en que dice haber mandado formar la relación de las honras que se hicieron al Emperador Carlos V, en la capilla de S. José del monesterio del señor sant Francisco de la ciudad de México, y da licencia al impresor An- tonio de Espinosa para que pueda «imprimir la relación de las dichas honras, con los verfos y epitafios, profas, letreros, afi en Latín como en Romance, como en el dicho Túmulo eRaua: con el debuxo del. « SUPLEMENTO. XLVIl Allí mismo empieza una advertencia del Doctor Alonso de Corita, oidor de la Audiencia Real que reside en México, al pru- dente lector, en la cual, después de haber hablado de los honores que siempre ha sido costumbre tributar á los muertos, concluye así, en la página siguiente: «Y porq todos (los monumentos) puede jullamcte dar la ventaja al Túmulo o Monumcto, y a lo demás q eñlle oficio funerario de la. M. del Emperador nfo feñor, el Illullrilsimo vilorrey della nueua Elpaña, y ella infigne y muy leal ciudad de México hiziero, q cierto fue de tata popa y magellad, q podemos muy bien dezir q, Omnis Ca?fareo cedat labor Am- phiteatro. Y q, Vnum pro cü¿lis fama loquatur opus. Pues ver- daderamente en todo ello moílraron el amor y lealtad con q fiem- pre an feruido y amado á fu rey y feñor, y q a ninguno otro con mas razo se deuia. Por manera q ellos hiziero lo q eran obligados, y los naturales lo mifmo a fu ymitacio y exemplo: de mas q con tan claras mueílras entendiero la lealtad q atan gran feñor y mo- narcha se deuia, a li en la muerte como en la vida, y que la dis- tancia tan grade que ay deílas partes a Efpaña, no es caufa para q menos que aqllos reynos fintiefen tan gran perdida. Y porque el maeñro Ceruantes de Salazar lo efcriue con la prudencia & ynge- nio que fuele hazer lo demás [como por la obra parefce] ruego al que eílo leyere, no dexe de verlo haña el cabo, porque le hago cierto que no le defagradara.» La vuelta, ó sea 4?' página, está ocupada con una epístola in- titulada: «Al Illuílrifsimo feñor don Luys de Velafco, Viforrey de la nueua Efpaña, y Capitíi general della, Preíidete del Audiecia real que refide en México. El maeílro Ceruates de Salazar.. S.» De ella extractamos el siguiente pasaje: «Y porq a£lo ta cele- bre, manifellador de la fidelidad y amor, q á fu rey y feñor elle nueuo mudo tiene, era razo q eñl antiguo no eíluuieíTe encubierto, y q la M. del rey do Phelipe nfo rey y feñor fupieíTe qn leal- mete es feruido, determine efcreuir eñe libro y dirigirle a V. S. afsi por auer fido la principal causa di, como porq la juílicia y regimiéto deíla infigne ciudad, cuyo coroniña soy, llamadome a fu cabildo, me mado q fcriptas eíias obfequias Imperiales las publi- cafle debaxo del nobre de V. S. á quié fuplico tega e mas el zelo y volütad co q firuo q el trabajo, pues co mucho no llega adode deuia, y yo quifiera. » Foja ia_TVMVLO IMPERIAL, A LAS OBSEQVI- 1| as del inui£tifsimo Cefar Carlos quinto. Hecho en la infi || gne y muy leal cibdad de México^ por mandado del || Illujlrifsimo Viforre-^j de la "Nueua Efpaña. Dase primeramente noticia del fallecimiento del Emperador, y prosigue: «Cuya muerte defpues de auer fido fentida y llorada / XLVIIl SUPLEMENTO. con aquel afeólo q íu vida fue amada por todo el antiguo mudo, luego q en eñe nueuo fe fupo, por do Luys de Velafco fu antiguo criado, viforrey y gouernador de la nueua Efpaña, hecho el fen- timiento q era obligado: entro en acuerdo con el audiencia real y defpues co el ar9obifpo juílicia y regimiento de la ciudad de Mé- xico cabera deíle nueuo mudo, tratando donde y como fe cele- brarían las obfequias Imperiales. Y afsi defpues de varios y di- uerfos parefceres q vuo, porq la ygleña catredal de Pvlexico era pequeña y baxa, y no auia lugar, dode el Túmulo Imperial en aquella altura y grádeza q conuenia fe plantafe, y la cafa real de dode auia de falir en procefsion el Virrey y audiencia con toda la ciudad eílaua muy cerca de la ygleña mayor, para q pudiese fer viña y vuieñe lugar por donde anduuiefle: y porque para eñe efefto auia todas comodidades que conue.nian en la capilla de fant lofeph y patio del moneñerio de fant Francifco, fe determinó se hiziefie allí. « Sigue refiriendo que el virey comisionó á Claudio de Arciniega (c architecto excelente, )> para que trazase y ordenase el túmulo. Hí- zolo así, procurando idear una cosa nueva, y « no concurrir con los otros túmulos. » Quedó encargado de correr con todo lo relativo á la solem.nidad, Bernardino de Albornoz, alcaide de las Atarazanas y regidor de México. En acabar el túm.ulo se emplearon tres me- ses, y porque una danza ( i ) de catorce arcos de cantería muy bien labrada, estorbaba la vista del túmulo, se mandó derribar. Asimismo se mandó que en toda la comarca de México se pin- tase gran cantidad de escudos imperiales y reales, y otras muchas historias y figuras. Por la circunstancia de haberse mandado hacer estas pinturas, «en toda la comarca de México,» y por no ser pro- bable que 'hubiese ya tantos pintores españoles como eran necesa- rios, para hacer en poco tiempo las muchas pinturas que en efecto adornaron el túmulo, según se ve por su descripción, es de creerse que se confió el trabajo, á lo menos en parte, á los pintores in- dios: tal vez á los que habían aprendido en la escuela que Fr. Pe- dro de Gante tenia junto á la misma capilla de S. José. Dando en seguida razón del lugar en que se erigió el túmulo, se expresa de este modo nuestro Cervantes: «Es pues el patio de fant Francifco quadrangular, mas largo que ancho, cercado por todas partes de paredes altas de piedra, entrafe a el por dos puer- tas, la vna que mira al Septentrió (2) y la otra al Occidente (3): 1 Esta palabra parece significar hilera ó serie de arcos, y en el mis- mo sentido se usa en el avalúo de las casas del Marques del Valle, como puede verse en la nota de la pág. 164. Pero no hallo tal acepción en ningún diccionario. 2 La de la calle de vS. Francisco. 3 La de la calle de S. Juan de Letran. SUPLEMENTO. XLIX a cada vna de las qualcs, relponde otra de la yglclia principal del moneílerio (i). Al derredor de las paredes va rodeado de altos y copiólos arboles. En el medio ella leuantada vna Cruz de madera, tan alta que de fuera de la ciudad se vee de tres ó quatro leguas. A la mano yzquierda por la puerta del Septentrión tiene vna ca- pilla que fe llama de lime lofeph (2), a la qual fe fube por dos gradas, es muy grande, y eíla fundada fobre muchas colunas que hazen siete ñaues: las quales para hermofear el architectura del Túmulo fe jafpearon. Cabrán en efta Capilla y patio quarenta mili hombres (3), porque mas que ellos fe hallaron de Efpañoles y Naturales, quando las horas fe celebraron. Hizofe el Túmulo fuera de la capilla, pero cerca della, porque el officio funerario fe auia de hazer en la capilla, y auia de eílar en ella toda la ciudad, y el Túmulo fuera della fe pudieíTe Icuantar tan alto quanto con- uino, y los que eiluuieíTen en la capilla y eñl patio pudieíTen a plazer gozar del Túmulo, el qual era de la forma siguiente. » Sigue en efecto la descripción del túmulo, acompañada de dos grabados : el uno de la planta, y el otro de la elevación. Por ellos se advierte que era un templete ó capilla abierta, sostenida por cuatro columnas y con un cuerpo avanzado en cada frente, lo cual hacia subir el número de columnas á doce, todas de orden dórico. La capilla central tenia veinticuatro pies en cuadro, y se subia á ella por catorce gradas. Los pedestales de las columnas eran de ocho pies de alto: las columnas de veinticuatro, y en todo treinta y dos. En el centro de la capilla principal estaba la tumba, cu- bierta con un rico paño de brocado y encima una cruz de cristal guarnecida de oro, «tan rica y tan artificiosam.ente labrada, que era la mejor pieza que habia en estas partes. )) Este primer cuerpo remataba en unos frontones triangulares y unas agujas ú obeliscos. Su descripción no está com.pleta en el ejemplar que tengo á la vista, porque se interrumpe en el fin de la f?- 3?-, y faltan las fs. 4?- y 5?- En la 6?- aparece comenzada ya la descripción y explicación de las muchas pinturas y letras latinas con que se adornó este cuerpo, algunas bastante ingeniosas. La descripción del segundo cuerpo es bien confusa, y no puede aclararse con el auxilio del dibujo, porque la hoja en que este se encuentra está cortada, y ni aun se ven por completo los remates del primer cuerpo. Parece que consistía solamente en una pequeña capilla, y dentro de ella las armas imperiales. Adornábanla tam- 1 Lo mismo sucedía con la última iglesia, aunque la puerta de occi- dente no estaba exactamente en línea con la del atrio á ese viento. 2 Estas señas corresponden exactamente al lugar que después ocupó la capilla de los Servitas, 3 Téngase presente que entonces no existían las otras capillas, que después ocuparon una parte consíderaljle del atrio. L SUPLEMENTO. bien alegorías y versos latinos. No se dice de qué materia era la fábrica. Parece asimismo que todo el túmulo quedaba debajo de una como iglesia de siete naves correspondientes á las siete de la ca- pilla de S. José, sostenida por altas columnas y techada á dos aguas. Pusiéronse también allí figuras y letras latinas ; y en las co- lumnas de la dicha capilla de S. José más cercanas al túmulo, se colocaron igualmente epitafios y versos latinos y castellanos. Para el dia de las honras se cubrió todo de paños negros, y sobre ellos se pusieron multitud de escudos imperiales y figuras de la muerte. ((Hizieronfe de madera 40 altares para quatrocientos sacerdotes que auian de dezir mifia el dia de las obfequias, dixo cada horde por íi mifia en fus 10. altares, y aiTi lo hizo en los fuyos la Clerezia, fue cofa' de ver que para tantos altares y tantos facerdotes, q en ellos auian de dezir miíla, ouieíTe ta buenos aderemos y tantos miniílros que ayudaíTen que parefcia cada altar fer de vna particular yglefia rica.» La cera fué tanta, que se estimó en doscientas arrobas. Veinte dias antes de las exequias se publicó el luto, y fué tan general que «parecía imposible haber tantos sastres en la ciudad, que en tan breve tiempo pudiesen hacer tantos y tan suntuosos lutos, porque hubo caballero que en ellos gastó mas de mil pesos.» Concurrió de fuera innumerable multitud de gente, de manera «que la ciudad de México nunca estuvo tan de ver como estuvo entonces, porque por las plazas y calles se veian por horas gentes de fuera. » Siento no poder copiar, por ser muy extensa, la descripción que hace Cervantes de la solemnísima procesión que se formó el dia de S. Andrés, 30 de Noviembre, para llevar á la capilla las insig- nias imperiales y cantar allí el oficio de la vigilia. Iban en ella el virey, audiencia, arzobispo, obispos de Nueva Galicia y Michoa- can, clérigos, religiosos, ayuntamiento, universidad, nobles y 'ca- balleros, con los gobernadores de indios de México, Tacuba, Tezcoco y Tlaxcala. Vino la procesión por la calle de S. Fran- cisco, y era tan numerosa que «bien largo estaba la mitad ya en el monesterio, cuando la otra parte comenzó á salir de la casa real.» Repitióse al dia siguiente la procesión para la misa, que dijo el obispo de Michoacan, predicando en ella el arzobispo. Acabada, se disolvió la reunión, y de esta manera fueron celebradas en Mé- xico el año de 1559, las honras del Emperador Carlos V. Espero que el lector me perdonará fácilmente, que me haya alargado en los extractos de este curiosísimo libro. Contra lo que yo esperaba, no hay en él alarde de erudición; antes está escrito con gran llaneza y claridad, sin extraviarse en digresiones inoportunas. Ekuata. — Pág. XVII, lín. 14, dice Lascivia lóase Lasciva 228 iiii> o*itaA fi/Me.-rti fDroi/'o»ift,rio "'J Francisci Cervantis Salazaris, TOLETANI, AD LUDOVICI vivís, VALENTINI, EXERCITATIONEM JLI^UOT DIALOGL 1554- VARIOS DIÁLOGOS AÑADIDOS A LOS DE LUIS VIVES, VALENCIANO, POR Francisco Cervantes Salazar, NATURAL DE TOLEDO. 1554- f Clanssimo et eidem ómnibus ANIMI BONIS ORNATISSIMO, SACR^E teología MAGISTRO, FRATRI AL- PHONSO A MONTUFARE, ARCHI- PRiESULI MEXICANO, FRANCISCUS CERVANTES SALAZARUS, S. AULO antequam in hanc provinciam, optatis- simus certe, commeasses, Antistes praestan- Ij tissime, Academiae Mexicanas, quas beneficio et liberalitate Caesaris erecta est, et in qua ipse di- cendi rationem regio stipendio trado, Commentaria inVivis Exercitationem alumnus matri dicavi, quod nihil tam ex officio fore putarem, quam ipsi a qua et alitus et educatus sum, quantum in me positum es- set, referreparia. Nunc autemfelici tuo adventu, qui deinde sequutus est, ita et eorum qui enarrant et eo- rum qui disciplinas audiunt, animi novis quibus- dam aculéis incitati sunt, ut novas vires, novosque spiritus sumant, quo aiacrius et propensius, hi in discendo et illi in docendo ulterius pergant: brevi omnes tales evasuri, ut Novum hunc Orbem, dia- boli et infidelium antehac sedem, omni macula pur- gatum, Deo Máximo et vero domicilium faciant. In his ego etiam, si meritis postremus, non minus animatus sum, quam solent milites fortissimo et felici duce pugnante; ut aliquid non omnino indi- Al muy ilustre y muy cumplido SEÑOR DON FRAY ALONSO DE MONTUFAR, MAESTRO EN SAGRA- DA teología y ARZOBISPO DE MÉXICO. oco antes de vuestro deseado arribo á esta tierra, Ilustrísimo Prelado, dediqué, como hijo agradecido, unos Comentarios sobre los Diálogos de Vives, ala Universidad de México, fun- dada por la merced y liberalidad del Emperador, y en la que disfruto sueldo de S. M. por enseñar la Retórica; pues tuve por primera obligación corres- ponder, en cuanto estuviera de mi parte, á quien me educa y alimenta. * Ahora, con vuestra feliz llegada, ocurrida posteriormente, así maestros como discípu- los han de sentirse animados con tan nuevos estímu- los, que cobren mayor brío y fuerza para proseguir con mas empeño y gusto, los unos en la enseñanza y los otros en el estudio. Pronto llegarán todos á ser tales, que este Nuevo Mundo, asiento antes del de- monio y de la idolatría, limpio ya de toda mácula, quede convertido en morada del Dios único y verda- dero. Y para escribir algo que no sea del todo indig- no de la luz pública, yo, aunque el último en mérito, * Dice esto, porque al mismo tiempo que por enseñar la Retórica recibia sueldo de la Universidad, estudiaba en ella Artes y Teología. epístola nuncupatoria. gnum lucepararem. Quapropter, tametsi graviori- bus studiiSjTheologicis scilicet, adictus essem, dum majora molior, nihil antiquius duxi quam Diálogos hos quos successivis horis, institutum Vivís sequu- tus, in rem studiosse juventutis conscripseram, tibi uni hac in regione studiorum fautori et Msecenati consecrare; non ut quicquam munúsculo hoc plañe levidensi dignitati tuse addi posse arbitrer, quse su- blimior est quam ut ipsam res adeo parva contin- gere possit, sed ut ipse operi meo in tenebris deli- tescenti, tuo nomine lucem et splendorem aíFeram. Quare, Pater Reverendissime, et nobis ómnibus multis nominibus observande, jam tuos (quia tibi nuncupatos) nostros labores sic fove et amplectere, ut ad multo majores, longeque graviores, nobis spem facias; et ad uberiorem linguae latinas cogni- tionem, studiosam juventutem magis ac magis in- cendas et inflames. Bene vale, Mexicanae Ecclesiae columen, Aca- demiae decus et Novae Hispaniae máximum orna- mentum. DEDICATORIA. ^ no me siento con menor ánimo que el de un soldado cuando pelea á las órdenes de un capitán valeroso y afortunado. Por lo cual, aunque dedicado á estudios mas graves, como son los teológicos, y mientras, emprendo cosas mayores, en nada he tomado mas empeño que en ofrecer estos Diálogos (escritos en ratos perdidos y á imitación de los de Vives, en be- neficio de la juventud estudiosa) á vos, el principal protector y Mecenas de los estudios en estas regio- nes; no porque piense yo que tan pequeño don pue- da añadir algo á vuestra dignidad, demasiado alta para que llegue hasta ella cosa tan insignificante, si- no para que vuestro nombre dé lustre y esplendor á esta mi obra que sin eso se pierde en la oscuridad. Así, pues. Padre reverendísimo y digno por mil tí- tulos de nuestro respeto, amparad y favoreced de tal suerte estos mis trabajos (vuestros ya, porque os están dedicados), que me alentéis para otros mu- cho mas extensos é importantes, y encendáis cada vez mas en la juventud aplicada el deseo de profun- dizar el estudio de la lengua latina. Dios os guarde. Primado de la Iglesia Mexicana, lustre de nuestra Universidad, y principal ornamen- to de la Nueva España. Francisco Cervantes Salazar. Introducción al Diálogo Primero. I hemos de dar crédito al cronista Herrera, la primera dis- posición para fundar Universidad data de 1539. Refiere que en ese año, á petición de Fr. Bartolomé de las Casas, que andaba entonces en España, se ordenó, entre otras cosas, al vi- rey D. Antonio de Mendoza, que se fundase Universidad en Mé- xico (i). Paréceme, sin embargo, dudosa, por lo menos, la espe- cie, porque no es creíble que el mandato quedara tanto tiempo sin cumplir, y porque en la cédula de fundación nada se habla de otra disposición anterior. Lo que de su contexto se deduce es que el caso pasó de la manera que vamos á referirle. D. Antonio de Mendoza habia ya fundado ó favorecido diver- sos establecimientos de enseñanza, como el colegio de Tlaltelolco para los indios, y los de S. Juan de Letran y la Concepción para los mestizos de uno y otro sexo; mas no contento con eso, á ins- tancias de la ciudad, que pedia se fundase en ella « una Universidad «de todas ciencias, donde los naturales y los hijos de los españo- (des fuesen industriados en las cosas de nuestra santa fe católica y «en las demás facultades,)) señaló desde luego maestros que diesen lecciones de las ciencias más estimadas entonces, animándolos con la esperanza de que se habia de crear Universidad con todas sus cátedras, y cediendo, para principio de la fundación, unas estan- cias de ganado, que eran de su propiedad particular. Lástima es que no tengamos mayores noticias de esta primitiva fundación, que tanto honra al buen D. Antonio de Mendoza, pues no hallo men- Déc. VI, libro 7, cap. 6. 8 INTRODUCCIÓN cion de los nombres de los profesores, ni de las materias que en- señaban, ni del lugar y época en que comenzaron las lecciones. Considerando el virey que aquel principio no podia llegar á per- feccionarse sin la autorización y auxilio del soberano, acudió á él en unión de la ciudad, prelados y religiosos, pidiendo la creación formal de la Universidad, con la dotación correspondiente. Ha- lló buena acogida la petición, como sucedía siempre con todas las que tenían por objeto el bien y engrandecimiento de las provin- cias conquistadas; y aunque el favorable despacho no se verificó sino después que D. Antonio de Mendoza habia dejado en 1550 el gobierno de la Nueva España para ir á tomar el del Perú, á él corresponde la gloria del principio de la ejecución: honra que le defraudan comunmente con su silencio los que refieren la funda- ción de la Universidad. A su sucesor D. Luis de Velasco, de memoria no menos grata, cupo la satisfacción de dar cima al feliz pensamiento. En efecto, el Emperador Carlos V, por cédulas despachadas en Toro á 21 de Setiembre de i 5 5 1 , y firmadas por el príncipe que después fué Fe- lipe II (i), ordenó la fundación de la Universidad de México, dotándola con mil pesos de oro de minas en cada año (2), ademas de lo que producían las estancias donadas por D. Antonio de Men- doza (que no sabemos cuánto era), y concediéndole los privilegios y franquicias que gozaba la de Salamanca, con algunas limitaciones, que después levantó el mismo Felipe II, ya rey, por cédula dada en Madrid á 17 de Octubre de 1562. La Silla Apostólica, á pe- tición del rey, confirmó en 1555 la fundación y privilegios, dis- poniendo que se rigiese por los estatutos de la de Salamanca, y disfrutase las mismas gracias. Concedió el patronato á los reyes de España, como fundadores, y más adelante le dio el título de Pontificia. Tal fué el origen de la Universidad de México, fun- dada casi al mismo tiempo que la de San Marcos de Lima, por aquellos monarcas que, según quieren decir algunos, solo pensaban en mantener á sus subditos de América en el mayor embruteci- miento, y en sacar de ellos la mayor suma posible de dineros. Hallándose, pues, el virey D. Luis de Velasco con comisión tan de su gusto, trató desde luego de preparar un lugar á propósito para los estudios, y al efecto eligió las casas que eran de D?- Catalina de Montejo (3), aunque un autor respetable duda si eran de Juan 1 PUGA, Cedulario, fol. 137, 138. 2 Barcia hizo decir á Herrera ( Déc, VIII, lib. 7, cap. 13 ) que la do- tación fué de cien mi¿ pesos, cantidad exorbitante é increíble; pero la pri- mera edición de Herrera (1615) no dice sino 7nil pesos, como consta tam- bién de las cédulas. 3 Grijalva, Crónica, Edad II, cap. 13. — El Sr. Alamán {Diserta- ciones, tom. II, pág. 253) escribió por error Doña Catalina Montaña. AL DIALOGO PRIMERO. 9 Martinez Guerrero (i). Fuera el dueño quien fuese, consta que estaban situadas en la esquina de las calles del Arzobispado y Se- minario: los Diálogos de nuestro Cervantes no dejan duda de ello. Dispuesto el local, se procedió á la fundación el dia de la Conver- sión de San Pablo, 25 de Enero de 1553, reuniéndose al efecto el virey, audiencia, tribunales, y religiones en el colegio de S. Pablo de los religiosos agustinos. Así lo dicen dos padres de la orden, que son el Mtro. Grijalva en su Crónicay y el Dr. Solís y Haro en el Prólogo de los Estatutos de la Universidad, y así lo han re- petido otros después, sin mas examen; pero no puede ser cierto, porque el referido colegio no se fundó sino veintidós años después, como consta por testimonio del mismo P. Grijalva (2). Notó ya D. Carlos de Sigüenza el anacronismo (3), y aun dudó si existia entonces la iglesia como curato secular, pues en una memoria que poseía, escrita en mexicano por Pedro Juárez, indio sacristán de la iglesia, se apuntaba el principio de la fábrica á 8 de Mayo de I 563. En opinión de Sigüenza, la procesión salió de la iglesia del hospital de Jesús Nazareno (4); pero Cabrera (5) sostiene que de la antigua iglesia de S. Pablo, fundada por los religiosos francisca- nos, inmediatamente después de la conquista (6). Observa, ade- mas, que la noticia del sacristán de Sigüenza no se refiere á la fá- brica primitiva, sino á una reedificación. Pudo ser que la comitiva 1 Sigüenza y GóngorA, Piedad Heroica de D. Fernando Cortés, cap. 10. — El motivo de la duda de Sigüenza es que en la carta de donación que hizo el Sr. Zumárraga de las casas en que vivia (el palacio arzobis- pal) al hospital del Amor de Dios, donación que después anuló el Em- perador, se dice que las casas donadas lindaban con las de Juan Martinez Guerrero. Pero allí consta también que lindaban por el otro lado con las de Juan de Cueva, y como no se expresa á qué lado quedaba cada uno de estos colindantes, la designación no es del lodo clara. Robustece la opi- nión de Sigüenza la circunstancia de que en su tiempo poseía las casas de la esquina, en vinculo de mayorazgo, D. Gabriel Guerrero. 2 Edad III, cap. 32. 3 Triunfo Farténico, fol. 89. 4 Dícelo así dos veces Carrillo y Pérez en su Aíéxico Católico, MS. (lib. II, cap. 9, § 3; líb. VII, cap. i, ^ i); pero sin citar la obra de Si- güenza en que consta. 5 Escudo de Armas, lib. III, cap. 7, n? 514. 6 Betancurt ( Teatro, Pte. IV, trat. 2, cap. 3, n? 63) dice que la igle- sia de S. Pablo fué fundada por Fr. Pedro de Gante, y luego la dio la re- ligión á un clérigo que puso el Sr. Arzobispo Montúfar. Pero quien por- menoriza mas la fundación es Carrillo y Pérez, quien dice así : « En los «años inmediatos á la conquista y debelación de esta ciudad, fabricó á su «costa la primera iglesia en este barrio un señor pariente muy inmediato «del emperador Moctezuma, á quien el Emperador Carlos V concedió un « privilegio de armas, y el Papa Clemente VII hizo caballero de la espuela «de S. Pedro. Fué el primer gobernador de la parcialidad de S. Juan.» lO INTRODUCCIÓN saliese en efecto de la iglesia de S. Pablo, antes que aquello fuera colegio de los agustinos, y que por serlo ya cuando escribieron los padres Grijalva y Solís, usaran de ese nombre. No pudiendo acla- rar satisfactoriamente este punto, proseguiré mi narración diciendo, que desde luego se hicieron los nombramientos de rector y maes- trescuelas en los oidores D. Antonio Rodríguez de Quesada y D. Gómez de Santillana, y que los primeros catedráticos fueron los siguientes: de Prima de Teología, el P. Fr. Pedro de la Peña, do- minico (i) ; de Sagrada Escritura, Fr/ Alonso de la Veracruz, agus- tino ; de Prima de Cánones, con título de cátedra de Decretales, el Dr. Pedro Morones, fiscal de la Audiencia; de Decreto, el Dr. Bartolomé Melgarejo (2); de Instituta, con título de Cátedra de Leyes é Instituta, el Lie. Bartolomé de Frias ; de Artes, el pres- bítero Juan García, canónigo de la Metropolitana; de Retórica, nuestro Cervantes, y de Gramática el Br. Blas de Bustamante. Di- cha una misa solemne, se ordenó una lucida procesión con asistencia de todas las personas de letras que habia en la ciudad, y de los ve- cinos de los pueblos comarcanos, convocados al efecto, dirigién- dose todos á las casas dispuestas para asiento de la Universidad, con lo cual concluyó la ceremonia. El 3 de Junio se abrieron los es- 1 De los catedráticos que menciona Cervantes daré en sus respectivos lugares las noticias que he podido hallar; mas como no habla del P. Pe- ña, diré aquí que fué natural de Covarrúbias, en el obispado de Burgos. En esta ciudad tomó el hábito, y profesó á 3 de Marzo de 1540. Fué cole- gial de S. Gregorio de Valladolid, y discípulo del gran teólogo español Fr, Domingo de Soto. Pasó en 1550 á la Nueva España: en 1553 era prior del convento grande, y en 1559 provincial. El rey le presentó para el obispado de la Verapaz, y luego fué promovido al de Quito, en 28 de Febrero de 1563 : fundó allí el convento de la Concepción. Murió en Li- ma á 7 de Marzo de 1583, asistiendo al concilio que celebró Santo Tori- bio de Mogrovejo. ( Dávila Padilla, Suma de los Capítulos, al fin de su Historia. — Gil González Dávila, Teatro Ecles. de Indias, tom. I, pág. 172; tom. II, fol. 45 vto. — Beristain, tom. II, pág. 465.) Parece que el lUmo. Peña desempeñó muy poco tiempo la cátedra de la Univer- sidad, ó acaso no llegó á servirla, porque en 21 de Julio del mismo año se dio al P, Veracruz, juntamente con la de Escritura que ya tenia. (Pró- logo de los Estatutos.) 2 Tampoco el Dr. Melgarejo hubo de desempeñar mucho tiempo la cátedra de Decreto, porque cuando Cervantes escribía, ya estaba en ella el Dr. Arévalo Sedeño. El Dr. Melgarejo era natural de Toledo, como nuestro autor, y doctor por Alcalá. Pasó á la Nueva España poco antes de la fundación de la Universidad; y si no es distinto del que con igual nombre y apellido menciona D. Nicolás Antonio, tradujo y adornó con escolios las Sátiras de Persio ( NiC. Ant. Bibl. Hisp. Nova, tom. I, pág. 199. — Beristain, tom. II, pág. 283). Fué oidor, según González Dávi- la ( Teat. Ecles. de Indias, tom. I, pág. 32) ; mas desconfío de la exactitud de esta noticia. AL DIÁLOCO PlíUJERO. II tudios, inaugurándolos con una oración latina nuestro Cervantes, según dijimos en su Vida. El dia 5 comenzó la primera cátedra, y en los siguientes las otras, hasta el 24, no habiéndose abierto to- das á un mismo tiempo, sino sucesivamente, porque el virey y au- diencia quisieron asistir á la primera lección de cada una. Los pri- meros que se matricularon, en 29 de Agosto, fueron diez religiosos agustinos, entre ellos el lUmo. D. Fr. Pedro de Agurto, mexicano, entonces simple religioso sacerdote, y después obispo de Zebúen Filipinas (i). El primer claustro pleno de que hay noticia, es uno de 21 de Julio de 1553, en que incorporaron en Teología al P. Fr. Alonso de la Veracruz, dándole la cátedra de Prima de esta facultad, con la de Escritura que ya tenia. Se incorporó asimismo de maestro en Artes, D. Juan Negrete, arcediano de la Metropolitana, y le dieron el grado de Doctor en Teología, así como al P. Peña los tres grados en Artes y en Teología, y al presbítero Juan García, catedrático de Artes, el de Maestro en dicha facultad. Al dia si- guiente se verificó, ya en las casas de la Universidad, la primera elección de rector, que recayó en el Dr. D. Juan Negrete; y en- tre los consiliarios que el mismo dia se nombraron, tué uno nues- tro Cervantes. Con esto quedó establecida definitivamente la Universidad. No es mi ánimo referir por menor su historia. El carácter de esta in- troducción no permite hacer entrar en ella lo que pide libro sepa- rado, ni cuento con los elementos necesarios para el desempeño de tal trabajo. Es de sentirse el descuido con que se ha visto lo que tanto podia contribuir á enaltecer las glorias patrias. Entre los in- numerables é ilustres hijos de la Universidad, no sé que haya ha- bido uno que escriba de propósito su historia. El secretario Cris- I Fr. Pedro de Agurto era natural de México, é hijo del escribano San- cho López de Agurto. Aunque Beristain dice que profesó en 1560, vemos que cuando se matriculó en 1553 ya era religioso. Desempeñó los princi- pales cargos de su orden : fué prior del convento de México, y primer rec- tor del colegio de San Pablo. En 1584 le eligieron provincial, y en 15S5 asistió al tercer concilio mexicano, como teólogo consultor. Sirvió tara- bien la cátedra de Prima de Teología, por ausencia del P. Fr. Alonso de la Veracruz. En 1595 le presentó el rey por primer obispo de Zebú en las islas Filipinas, donde murió con fama de santidad el 14 de Octubre de 1608. Supo las lenguas mexicana y tarasca, y era gran partidario de que se administrase el sacramento de la Eucaristía á los indios, con cuyo mo- tivo escribió un Tratado de que se deben admmistrar los Sacraineiitos de la Santa Eucaristía y Extreiuauncion á los indios de N'ueva España, impreso en México por Antonio de Espinosa, 1573, en 8?, Ict. got., y reimpreso en Manila, 1606, en 4? { Grijalva, O'ónica, Edad III, cap. 32; Edad IV, caps. II, 27, 28. — Beristain, tom. I, pág. 32. — Martínez, Hist. de Fi- lipinas, cap. 12). 12 INTRODUCCIÓN tóbal Plaza formó una crónica que comprendía desde la fundación hasta 1689; pero la obra quedó manuscrita, y aunque todavía la disfrutó Beristain, hoy no se halla (i). Hay indicios vagos de que la Universidad ocupaba en i 561 una casa perteneciente al hospital de Jesús. Si fué porque el hospital habia adquirido para entonces la casa en que se hizo la fundación, ó porque la Universidad se habia pasado á otra parte, no es posible averiguarlo. Creo que ni uno ni otro es cierto, y á lo menos no hay constancia de tal traslación. En i9 de Junio de 1574 hizo el rey merced á la Universidad del solar de las casas de Alonso de Ávi- la, confiscadas y mandadas derribar á consecuencia de la parte que su dueño tomó en la conjuración del Marqués del Valle (2); mas no llegó á ocuparlas la Universidad por no tener la extensión su- ficiente. Los claustros plenos se celebraron primero en el palacio real, después en la sala capitular de la iglesia catedral, y más ade- lante en las casas de Cabildo, hasta tanto que la Universidad se es- tableció definitivamente en el lugar en que la conocimos. A 24 de Mayo de 1584 se presentó el rector de la Universidad á la Audiencia pidiendo se le concedieran, por su justo precio, los cuatro solares que el Marques del Valle estaba autorizado para ven- der, de los que tenia en la plazuela del Volador. No obstante la oposición del apoderado del Marques, la Audiencia accedió á la pe- tición del rector, y los solares fueron apreciados á quinientos pesos cada uno. Siguió el pleito; pero no impidió que con gran solem- nidad se pusiese la primera piedra el 29 de Junio de 1 854, quedan- do la obra á cargo del maestro Melchor de Ávila. Pero habiendo obtenido el Marques, en el año siguiente de 1585, una cédula que mandaba llevar los autos al Consejo de Indias, y que las cosas que- dasen en el estado en que se hallaban, hubo de suspenderse la obra. Así permaneció, hasta que habiéndose caido en 9 de Julio de 1589 parte del edificio en que estaban las escuelas, ocurrió el rec- tor pidiendo que se providenciase lo conveniente, á fin de que no cesasen los estudios. Por de pronto se establecieron en las casas del Marques del Valle, en el Empedradillo ; y á pesar de estara un pen- diente el pleito en el Consejo de Indias, mandó el virey Marques de Villamanrique que se prosiguiese la obra comenzada en la plazuela 1 El Illmo. Adame y Arriaga, que con el título de Imperialis Mexi- cana Universitas ilhtstj'ata imprimió en 1698 un difuso comentario latino á las Constitucioites de la Universidad, habría empleado mejor su tiempo en escribir una historia de ella. 2 Sobre la situación de estas casas, véase la nota 51 del Diálogo Se- gundo. Dio el solar á censo la Universidad, y en 1645 le tenían los he- rederos de D) Ana Carrillo, por 172 pesos que pagaban cada año. ( Esta- hitos, tít. 32.) AL DIALOGO PRIMERO. del Volador, quedando á salvo el derecho del Marques del Valle, en cuanto al valor de los solares, que al fin se fijó en ocho mil pe- Para la compra primitiva del terreno y principio de la obra, ha- bla prestado el Ayuntamiento una cantidad de doce mil pesos: des- pués hizo otros dos préstamos de á cuatro mil, uno de tres mil, y franqueó ademas quinientos cahíces de cal. En i 589, aun no con- cluido el edificio, se pasó á él la Universidad, y se abrieron las cátedras. Continuó la obra, y no vino á perfección sino hasta el reinado de Carlos III. Llamaba principalmente la atención una vistosa portada de tres cuerpos, con prolijos follajes al estilo chur- rigueresco, y adornada con las estatuas del Derecho Civil, Medi- cina, Filosüíla, Teología y Derecho Canónico, con los bustos de los tres Carlos, y con el escudo de las armas reales; pero «toda « esta bellísima, delicada, vistosa y costosa portada, se demolió, alla- «nándose para el adorno en la jura del Sr. D. Carlos IV, quedando «solo uniformemente de perspectiva toda la fachada, pintada con «adornos del orden toscano. » (2) Las cátedras se fueron aumentando sucesivamente, y al comenzar el siglo actual había veinticuatro, entre ellas las de idiomas mexica- no y otomí, fundadas en 1 640. Al principio se rigió la Universidad por los estatutos provisionales que le dieron el virey y audiencia, modificando los de Salamanca donde lo pedían las circunstancias particulares del país. Corrigiólos el oidor Farfan en 1580, y en 1583 hizo nueva corrección el Sr. Arzobispo Moya de Contre- ras. Por último, habiendo sido nombrado visitador de la Univer- sidad el Illmo. Sr. Palafox, formó en 1645 nuevos estatutos, que confirmados por el rey, quedaron rigiendo exclusivamente. Im- primiéronse en 1668, y por segunda vez en 1775. A esta fecha se habían ya graduado mil ciento sesenta y dos doctores, y vein- tinueve mil ochocientos ochenta y dos bachilleres: no hallo men- ción del número de licenciados, y eso que entre ellos hubo uno que vale por muchos: nuestro insigne poeta dramático D. Juan Ruiz de Alarcon (3). Rico catálogo pudiera hacerse de los hijos de esta escuela que subieron á las mas altas dignidades en el orden civil y en el eclesiástico, tanto en su propio país como en España, pues solamente los arzobispos y obispos pasaron de ochenta. No 1 Alaman, Disertaciones, tom. II, págs. 216-218. 2 Carrillo y Pérez, México Católico, MS. lib. 7, cap. i, g 8. 3 El expediente formado para conferir á Alarcon el grado de licen- ciado en leyes se publicó por primera vez en el tomo IX del Boletin de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y luego le reimprimió el Sr. D. Luis Fernandez-Guerra en los Apéndices de su extensa Vida de Alarcon, que mas que una biografía es el cuadro literario de la época. 14 INTRODUCCIÓN siendo posible nombrarlos todos, no agraviaré á los demás men- cionando unos pocos, y prefiero renovar la memoria de algunos fe- nómenos de erudición que van cayendo en el olvido. El P. Dr. y Mtro. Fr. Marcelino Solís y Haro, de la orden de S. Agustín, natural de México, y autor de la Dedicatoria á la Uni- versidad que precede á la primera impresión de los Estatutos, asien- ta que entre los bachilleres graduados hasta entonces, habia muchos (cde edad de doce á catorce años, y algunos en facultades mayores, «de la misma edad, con lecciones de veinticuatro horas, del texto « que se les ha señalado. Y asimismo han hecho oposición muchos, «con admiración, á cátedras, de quince y menos años de edad, le- «yendo magistralmente. )> Pero ningún ejemplo mas notable de la proverbial precocidad de los ingenios americanos, que el mismo P. Solís y Haro. Oigamos sus propias palabras. Viene hablando de los favores que su familia debia á la Universidad, y luego pro- sigue así: «Y confiéselo á voces mi atención, pues de trece años «de edad, pocos mas días, merecí que V?- Señoría (la Universi- « dad ) me honrase con los grados de bachiller en cánones y leyes; « premio que me dio el paso á que de catorce me recibiese el Real «Acuerdo por su abogado de su Real Audiencia, y luego me ocu- « pase en el ejercicio de una vacante de relator en ella, y me ascen- «dió, de edad de diez y seis y medio al grado de licenciado y doctor «en la facultad de cánones, ocupándome en muchas y diversas sus- «tituciones de cátedras, hasta subirme al último perfectivo de sus «honras, con elegirme por su rector en el presente año, con el «aplauso que se ha experimentado.)) Este prodigio de precocidad es apenas conocido entre nosotros, y completamente ignorado de los extraños. Y no hay fundamento para ponerle en duda, porque el P. Solís no habia de asentar una falsedad en documento tan se- rio y á la faz de tantos testigos que podian desmentirle. Aun mas asombroso, si cabe, es el caso de D. Pedro de Paz Vasconcelos, natural también de México, y ciego de nacimiento, que con solo la asistencia á las cátedras, y «costándole sumo cau- «dal el tener personas de letras que le leyesen, y otras que para «la comprensión de lo leido le asistiesen á recordarle noticias,» aprendió perfectamente gramática, retórica, filosofía y teología, cu- yos grados recibió en la Universidad. No contento con eso, se de- dicó, en el estadio particular de un abogado, á la jurisprudencia teórica y práctica, en que hizo tales progresos, «que no solo com- « prendía prontamente las especies, sino que las vertía cuando se «ofrecía, citando fielmente los autores, lugares y páginas que le ha- «bian dictado. » Mucho era esto, pero no fué todo. En 1622, te- niendo diez y nueve años de edad, se opuso á la cátedra de Vísperas de Filosofía, y mostró tal aptitud, que obtuvo gran número de vo- tos, de manera, que si no ganó la cátedra, hubo á lo menos mu- AL DIALOGO PRIMERO. I 5 clios que le juzgaron digno de ella (i). La extraordinaria memoria de Vasconcelos no se hará increíble sabiendo que D. Antonio Cal- derón, alumno también de la Universidad, luego que leia un libro le vendia, pues no volvía á necesitar de él, «por quedarle tan fir- «mes las materias que trataba, que cuando se le ofrecía, no solo «tenia presentes los puntos, sino que cit^aba fielmente los lugares, «hasta las páginas, de cuyos hechos (añade el cronista) viven aún «(1775) muchos testigos.» (2) Acostumbrada estaba la Universidad de México á presenciar ha- zañas literarias; pero algunas eran tales, que dejaban especial me- moria. Fueron de ellas las que al principiar el segundo tercio del siglo XVII ejecutó el dominicano Fr. Francisco Naranjo, natural de México. Por orden de su prelado se opuso en 1635 á la cáte- dra de Prima de Teología, y después á la de Vísperas de la mis- ma facultad, no para ganarlas, sino para manifestar en público la gran sabiduría de que Dios le había dotado. Después de haber ha- blado con maravillosa maestría en ambas ocasiones, preguntó en la segunda á sus superiores, qué demostración haría que pareciese grande. Mandáronle que repitiese en la Universidad lo que mu- chas veces ejecutaba en su celda, esto es, dictar á un tiempo á tres ó cuatro escribientes. Así lo verificó ante el numeroso concurso que acudió á presenciar la prueba. Leído después lo que durante una hora habia ido dictando alternativamente á los cuatro escri- bientes, sin detenerse ni preguntar nada, resultaron cuatro diserta- ciones perfectas, cada una de diversa materia. La admiración del concurso fué tal, que no faltó quien calificase de milagroso el he- cho. El P. Naranjo, que en su juventud habia servido en la mi- licia, era un religioso humilde y recogido, á quien no desvanecían los aplausos. Informado el rey de su mérito, le premió con la mi- tra de Puertoríco; pero murió antes de ser consagrado. (3) Más conocidos que los del P. Naranjo son los actos literarios que en los días 28 de Mayo, 6 y 1 1 de Junio de 1754, sustentó por mañana y tarde el Dr. D. Antonio Lorenzo López Portillo y Galíndo, nacido en Guadalajara el año de 1730. Prolijo sería re- 1 Falleció este insigne ciego á, i? de Noviembre de 1678. Debia con- tar setenta y cinco años de edad, si cuando se opuso en 1622 á la cátedra tenia diez y nueve. ( Medina, Crónica de S. Diego, fol. 237.) 2 Constituciones de la Universidad, prólogo. 3 Ni Diez de la Calle {Memorial, fol. 18 vto.), ni Alcedo {Dicciona- rio, tom. IV, pág. 310) nombran á nuestro Naranjo entre los obispos de Puertoríco, siendo así que ponen los nombres de otros electos y no con- sagrados. La relación por menor de sus famosos actos literarios, puede verse en el artículo respectivo de la Biblioteca de Beristain, y en el Pró- logo de las Constituciones de la Universidad, donde se refieren también los de otras personas. l6 INTRODUCCIÓN ferir todo lo que hizo en aquellos seis actos: baste decir que los desempeñó con t*l lucimiento, que la Universidad le concedió in- mediatamente las cuatro borlas de Maestro en Artes y de Doctor en Teología, Cánones y Leyes, mandando colocar su retrato en el general para estímulo de la juventud estudiosa. El rey le nombró ca- nónigo de México, y luego de Valencia, donde murió en 1780. (i) Pronosticaba Cervantes que la Universidad tendría biblioteca, y grande: dos siglos fueron necesarios para que se cumpliera su pronóstico, y no por completo. El Dr. D. Manuel Ignacio Beye de Cisneros, que era rector en 1760, erigió la biblioteca y formó sus estatutos, confirmados por el rey en 1761. Llegó á tener mas de diez mil volúmenes, entre los cuales había bastantes relativos á nuestra historia, muchos de ellos raros y preciosos. Estaba abierta al público por mañana y tarde, á cuyo fin había dos bibliotecarios doctores. Antes de desaparecer definitivamente, pasó la Universidad por muchas vicísitudes'en los tiemposmodernos. Su primera extinción fué obra del presidente Farías en 1833. Santa-Anna derribó esa administración y reinstaló la Universidad en 1834, con variacio- nes en sus estatutos. El plan de estudios de 18 de Agosto de 1843 hizo una muy notable, cual fué quitar á los estudiantes de los co- legios la obligación de asistir á las cátedras de la Universidad. En 31 de Julio de 1854 el mismo Santa-Anna la organizó de nuevo, variando las cátedras, las cuales quedaron únicamente para los />tf- santes de las diversas facultades, confiriendo el grado de doctor á muchas personas, sin preceder los ejercicios requeridos, é intro- duciendo multitud de reformas que no llegaron á establecerse por completo (2). El descrédito en que había caído la Universidad, ya por la instabilidad de las leyes que la regían, ya por serle con- traría la opinión dominante, vino á ser causa de que solo existiese de nombre, sirviendo el edificio mas bien para elecciones y reu- niones políticas, y aun para cuartel, que para la enseñanza. El pre- sidente Comonfort la extinguió por decreto de 14 de Septiembre de 1857, el cual fué derogado por otro del general Zuloaga, á 5 de Marzo de 1858. En una orden de 23 de Enero de 1861 dis- puso el presidente Juárez que la Universidad volviera al estado en que se encontraba antes del plan de Tacubaya, esto es, que que- 1 Escribió en latín su Vida el P. jesuíta Maneiro. El autor era ni- ño cuando Portillo hizo su famoso alarde de erudición, y testifica en tér- minos expresivos la fama que había ganado en México. « Quacicmque \f.mgrcderctnr per vias urhis (dice entre otras cosas) dígito notabahir, et «hic Portillus est, hic ille sapiens, alter alteri repctchant.y\ ( Pág. 14. ) 2 Diccionario Universal de Historia y de Geografía, tom. X, 690, 691. AL DIALOGO PRIMERO. I7 dará extinguida, y que el local, con cuanto le pertenecía, fuera en- tregado al Sr. D. José F. Ramírez. Después, no sé si por dispo- sición especial de la Regencia, ó simplemente por considerarse de hecho nula la orden citada, revivió la Universidad á mediados de 1863, hasta que el emperador Maximiliano la suprimió definiti- vamente por su decreto de 30 de Noviembre de 1 865, que declaró vigente el de 14 de Setiembre de 1857 (i). Con tal motivo fué extraída la biblioteca del lugar que ocupaba, y quedó encajonada : hay quien diga haber desaparecido, sin saberse cómo (2): lo cierto es que si aun existe, de nada sirve al público. En el edificio se es- tableció entonces el Ministerio de Fomento, y hoy se halla con- vertido en Conservatorio de Música y Declamación. 1 Diario del Imperio, del 5 de Diciembre de 1 865. 2 Boletin de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, 2* épo- ca, tom. I, pág. 359. DIALOGUS PRIMUS. ACADEMIA MEXICANA. Mesa. — Guterrius. ■ QPg Mesa. AUDEo sane te in hanc regionem adventasse, quem accipio et in multis Hispaniae gy- mnasiis versatum, et quemadmodum re ipsa manifestas, novarum rerum cupidum, ut cum te docuero quae non vidisti, ediscam quae nosse voló. Guterrius. Nihil homini tam naturale, vel Aristotele teste, quam sponte ferri et rapi in sapientias cognitionem, quae cum multarum et maximarum rerum notitia sit, varietatedelectat: quaetiam gaudet natura, quae per momenta nimium inter se diversa generat: gra- ta ideo semper mortalibus. Ac, ut oculi diversarum rerum aspectu detinentur, ita semper animus in nova et nunquam visa intendit: ubique sui simi- lium taedio aífectus. Haec eo spectant omnia, ut scilicet intelligas, non me quaestus, quod plerique ctiA ÍAIA ctiA CXyj. CXU. eXjJi CtlA . Ct>>l Ctl> ftiA CtlA pag. 27. Aunque nummi auret deberia traducirse, en rigor, por monedas de oroy como tal traducción no daria al lector una idea, ni siquiera aproximada, del sueldo de los catedráticos, me pareció que la de- signación de Cervantes debia aplicarse á \os pesos de oro, que era la moneda común de cuenta en aquella época. Pero con esto no ade- lantamos, en verdad, gran cosa, porque habia varias especies de pesos de oro^ con valores muy diversos. Ademas del llamado sim- plemente peso de oro 6 castellano, hahí^ peso de oro de minas, pe so de oro ensayado, peso de oro común, y peso de oro de tepuzque. Los NOTAS AL DIALOGO PRIMERO. 53 valores intrínsecos de estas diversas monedas, han sido fijados por e! Sr. Orozco y Berra (i) en esta forma: Peso de oro 2 ps. 93 es. Peso de oro de minas y peso de oro en- sayado 2 ,, 64 ,, Peso de oro común ^ yy 7 S >* Peso de tepuzque i „ 60 ,, ; A cuál de estas monedas se refiere Cervantes? Ya ve el lector que si es á- los pesos Je oro ó castellanosy el sueldo de los catedrá- ticos equivalía á unos óoo ó 900 pesos de los actuales; pero si á ios pesos de tepuzque ^ se reduce á 320 ó 480 pesos al año. Creo que entre ambos extremos está la verdad, y que se trata de pesos de oro de minas y porque de estos se expresa que eran los mil pesos de que hizo merced el Emperador para la fundación de la Uni- versidad; con la circunstancia de que repetidas veces se les llama simpl emente /"¿"j-í^j- de oro y y una ^oXdi pesos de oro de minas y dándonos á conocer que esto era lo que comunmente se entendía al decir pesos de oro. Y en el título xxxii de los Estatutos ^ Constituciones de la Universidad, formados en 1645, se expresan todavía tn pesos de oro de minasy las principales partidas de las rentas del estable- cimiento. Si, pues, estos eran los nummi aurei de Cervantes, el salario de los profesores era de 528 á 792 pesos de los actuales. Concuerda bastante con esta graduación la nómina de salarios que consta en los citados Estatutos : allí vemos que los principales ca- tedráticos, esto es, los de Prima de Teología, Cánones y Leyes, tenían á 700 pesos; los de Vísperas á 600, habiendo otros de 500, 400 y menos, hasta de 100 pesos anuales. Resta otra cuestión mas difícil todavía, cual es averiguar el va- lor estimativo de aquellos honorarios, es decir, calcular las como- didades que entonces proporcionaría tal renta, comparadas con las que resultarían de otra igual en nuestros tiempos. Según las labo- riosas investigaciones de Clemencin (2), el valor estimativo del castellano ó peso de om era en 1497 igual á 10 ps. 82 es., y con- forme á esta cuenta, el peso de minas equivalía á 9 ps. 75 es. En tal supuesto, la dotación de los catedráticos no podría llamarse mezquina, pues seria de 1950 á 2925 ps. anuales. Pero hemos de considerar que los cálculos de Clemencin, basados en el precio del trigo en Españay durante el reinado de D?' Isabel la Católica, no 1 Diccionario Universal, tom. V, pág. 911. — El Sr. D. José F. Ra- mírez estima igualmente t\ peso de oro en 2 ps. 93 es. [N'otas á la Hist. de la Conq. de México por Prescott, nota ']^.) 2 Elogio de la Reina Católica Doña Isabel, Ilustración XX. 54 NOTAS son aplicables á México y á una época bastante posterior. Más luz puede darnos la comparación con otros salarios. Al virey Men- doza se le señalaron seis mil ducados, y dos mil mas para su guar- dia (i) : estos no deben computarse como sueldo, y los seis mil, á razón de 375 maravedís cada uno, hacen ^000 pesos de minas ^ de á 450 maravedís. Un catedrático de á 300 ps., tenia, pues, casi -^ del sueldo del virey, y no debía considerarse mal retribuido. Los oidores trajeron señalados seiscientos mil maravedís «que era «competente salario,» y después, para que se abstuvieran de tener encomiendas, se les aumentaron ciento cincuenta mil (2), de modo que vinieron con 1333 pesos y tuvieron luego hasta 1666. A los oficiales reales se asignaron, al tiempo de su venida, quinientos diez mil maravedís (3), que hacen 1133 pesos de minas. Estos pocos ejemplos, tomados de los empleos mas altos de la colonia, bastan para inclinarnos á creer que las quejas de Cervantes son exagera- das, y que se iba contagiando algo de la enfermedad reinante en un país ubi imperium tenet cupiditasy como antes dijo. Lo cierto es que en el punto de la remuneración de los catedráticos no ma- nifiesta el mismo desprendimiento y altivez que su modelo Vives, quien dice así en uno de sus diálogos latinos : (4) « Tyron. ¿ Por «cuánto enseñan? Spudeo. Quita allá con esa pregunta tan fea y «tan importuna: ¿en una cosa de tanta importancia se ha de pre- «guntar de la paga? Ni los mismos maestros conciertan ni pactan «cuánto les han de dar, ni á los discípulos conviene aun pensarlo: «¿qué paga puede recompensarlo?» Pero Vives lleva las cosas de- masiado lejos, pues los catedráticos no habían de vivir solo de ho- nores, ni era afrenta que recibieran la justa recompensa de su tra- bajo, porque siempre y en todo caso, dignus est operarius mercedesua. Nota 4, pág. 27. Triens y quadrans eran entre los romanos la tercia y la cuarta parte del as ó libra, y de toda unidad en general. Tengo por se- guro que al usar Cervantes estas palabras no las tomó como signos de cantidad fija, sino que quiso indicar unas monedas de poco va- lor, y por eso he empleado una designación igualmente vaga. Era también imposible estimar el valor actual del triens y quadrans, aunque solo fuera por las grandes variaciones que en diversas épo- 1 PUGA, Cedulario, fol. 98 vto. 2 PuGA, Cedulario, fol. 38 vto., 39. 3 Cai'ta de Cortes, apud Colección de Documentos pora la Historia de México, tom. I, pág. 483. 4 Schola. Traducción del Dr. Cristóbal Coret y Peris. AL DIALOGO PRIMERO. 55 cas tuvo el valor del íis. Por lo demás, cualquiera que sea el que se dé al triens y quadrans de Cervantes, no se desfigurará su in- tención, porque siempre permanecerá la relación que él señala, esto es, que lo que en España se compraba con tal cantidad de cobre, sea la que fuere, costaba en México doble ó triple canti- dad de plata, en lo cual hay evidente exageración. Es cierto que por ese mismo tiempo aseguraba el P. Motolinia que la tierra es- taba «carísima y falta de bastimentos» (l), y no hay duda de que debian ser por entonces muy caros los efectos que se traian de Es- paña, pues solo el flete de Veracruz á México se tasó en 1531 á peso de oro la arroba (2), y aun por la carestía de la tierra se per- mitió que los escribanos y demás oficiales de audiencia cobrasen aquí triples los derechos del arancel de Valladolid (3); pero esa carestía estaba hasta cierto punto compensada con la baratura de los productos indígenas, y aun de los extrangeros aclimatados des- pués de la conquista. El mismo P. Motolinia que en 1555 se quejaba de la carestía, había dicho catorce años antes: «En prin- «cipios de este año (i 541) vi vender la fanega de trigo á real, que «en esta tierra no se estima tanto un real como en España me- «dio» (4). y el conquistador Andrés de Tapia dice también: «El año de 1539 yo merqué buen trigo, digo extremado, á menos «de real la hanega» (5). Vemos aquí una muestra de la rapidez con que abarataba el trigo: en Agosto de 1530 decía el Cabildo que se había cogido mucho trigo y se esperaba coger mas, por lo cual valia la hanega medio peso ; y unos diez años después se obte- nía por un real, ó sea poco menos de real y medio de nuestra mo- neda (6); cosa increíble, ano ser que entonces se entendiera por hanega una medida mucho menor que la que hoy conocemos con ese nombre (7), y ni aun así se comprende tal baratura. El vino 1 Carta al Emperador, 2 de Enero de 1555, apud Colección de Docu- mentos para la Historia de México, tom. I, pág. 271. 2 Libro Segundo de Cabildo, 27 de Enero de 1531. 3 Cédula de 12 de Julio de 1530. ( Puga, Cedtdario, fol. 50 vto. ) 4 Historia de los Indios de Nueva España, Epístola Proemial, apud Colección de Docujnentos para la Historia de México, tom. I, pág. 9. 5 Relación de la Conquista de México, apud Colección de Docianentos para la Historia de México, tom. II, pág. 593. 6 El peso de oro se dividía en 8 tomines, y cada tomín en 2 reales. Tenia por consiguiente 16 reales; y valiendo el peso de oro 2 ps. 93 es., tocan á cada real 0,183125. Los cálculos que siguen se fundan en el su- puesto, bastante fundado, de que los precios se refieren k pesos de oro : si se tratara (i^ pesos de minas, tendrían que sufrir una reducción de la dé- cima parte. 7 Por \2í Aritmética Práctica y Especulativa del Br. Juan Pérez de Mo- ya, impresa en Alcalá, 1569, 8?, pág. 710, se viene en conocimiento de que la fanega tenia entonces 48 cuartillos, como ahora, y lo mismo se ve 56 NOTAS costaba en 1528, 3 ps. la arroba (8 ps. 79 es.): hoy le hay mu- cho mas caro. La carne estaba en 1531 á 53 mrs. el arre I Je de carnero ó vaca, y á 25 el de puerco: como el arrelde era un peso de cuatro libras, tendremos que la libra de carnero ó vaca costaba cosa de 73/ es. y la de puerco poco mas de 3^^. En 1525, una ga- llina de la tierra (^pipila) «que no fuese polla,» debiar darse en las ventas por 4 rs. (731^ es.), y un gallo grande {guajolote^ en 6 rs. (l p. 9^ es.) (i). Los víveres iban abaratando de dia en dia, se- gún consta de repetidos pasajes de los Libros de Cabildo ; y aun cuando en la época en que Cervantes escribia haya sobrevenido una alza (como lo indican las palabras de la Carta del P. Moto- linia), no debió ser ni excesiva ni permanente. Nota 5, pág. 27. Ya para entonces habían desaparecido los doscientos mil pesos de moneda de cobre que mandó labrar D. Antonio de Mendoza en 1542, y que los indios recogieron y arrojaron á la laguna. (2) Nota 6, pág. 31. Beristain copia las noticias de Cervantes relativas á este profe- sor, y solo agrega que era natural de Castilla y que enseñó gramá- tica hasta 1560. Concluye diciendo: «Parece, pues, justo dar á « Bustamante, entre tantos hijos y nietos suyos literatos, que ocupan «esta Bibliotecáy el lugar que ya le dio en la suya el Illmo. Eguia- «ra.» Como el catedrático Bustamante se llamaba Blasy debiera estar su artículo en el'tomo impreso de la Biblioteca de Eguiara, que comprende las letras A, B, C ; pero no se halla, y no sé dón- de le veria Beristain. Por benemérito que fuera el catedrático, no tenia derecho á lugar en una Biblioteca de Escritores. Por Dávila Padilla sabemos que Bustamante enseñó la gramá- tica durante muchos años á los frailes dominicos en su convento. (3) en el Arte de cuenta castellana, que está al hn del Arte siibtilissima para aprender á escribir, de Juan de Yciar, 1 555, fol. 82. Aun suponiendo que los cuartillos fueran excesivamente pequeños, todavía es increíble el pre- cio del P. Motolinia, y sin embargo, Andrés de Tapia aun le baja mas. Con todo, hay en las tablas de Clemencin un dato que llama la atención: allí vemos que en el año de 146S, señalado como de gran fertilidad, va- lió el trigo en Andalucía y Toledo, 2 rs. 21 mrs. de vellón la fanejja, ó sea poco mas de 13 es. — La actual fanega de trigo en España pesa de 90 á 95 It)., mientras que la nuestra es de 175 Ib. 1 Libros de Cabi/do. 2 ToRQUEMAD.\, J/onar^uia Ijidiana, lib. V, cap. 13. 3 Historia, lib. II, cap. 75. AL DIÁLOGO PRIMERO. 57 Entre los clérigos que había en el Arzobispado de México el año de 1570, figura un bachiller Blas de Bustamante, que proba- blemente era hijo de nuestro profesor. Al margen tiene esta ano- tación: «Canonista y virtuoso: lengua mexicana.» (i; Nota 7, pág. 31. Ya habrá comprendido el lector que este Cervantes no es otro que el autor de los presentes Diálogos. Nota 8, pág. 31. De este catedrático no puedo dar otra noticia sino que era ca- nónigo de la iglesia de México. Nota 9, pág. 1,^, Fr. Alonso de la Veracruz, uno de los hombres más notables que pasaron á la Nueva España en los tiempos inmediatos á la conquista, era natural de Caspueñas, en la diócesis de Toledo. Nació hacia el año de 1504. Sus padres, Francisco Gutiérrez y Leonor del mismo apellido, eran bastante ricos, y quisieron dar á su hijo una educación esmerada. Al efecto le enviaron á Alcalá, donde aprendió Gramática y Retórica, pasando luego á estudiar Ar- tes y Teología en Salamanca, y allí tuvo por maestro al insigne dominicano Fr. Francisco de Victoria (2). Graduóse nuestro Fr. Alonso en Teología y ordenóse de misa. En seguida leyó un curso de Artes en la misma Universidad; y habiendo enviado el duque del Infantado dos hijos suyos á estudiar en ella, los puso al cuidado del Maestro Alonso Gutiérrez, señalándole un decente salario. 1 Descripción del Arzobispado de Aléxico, MS. 2 Este célebre teólogo español era natural de Vitoria en la provincia de Álava. Le llevaron niño á Burgos, en cuya dudad tomó el hábito de los dominicos. Estudió Teología en París, y fué rector del Colegio de S. Gregorio en Valladolid. Pasó á Salamanca, donde enseñó Teología; y tuvo por discípulo al insigne Melchor Cano. Falleció allí el 12 de Agosto de 1546. Después de su muerte se imprimieron en León (de Francia) sus Relectiones Theologicce XII, 1 557, en 8?, reimpresas después varias veces. Entre ellas hay dos, intituladas, la una De Indis instdanis, y la otra De Indis, sive de jure belli Hispanorum in barbaros, en que el autor defiende la opinión de que la circunstancia de ser infieles los indios, no era causa bastante para privarlos de su libertad y del domimo de sus tierras, SíC 8 58 NOTAS En tal posición se hallaba cuando en 1535 fué por segunda vez á España el P. Fr. Francisco de la Cruz, tan estimado en su pro- vincia de agustinos de la Nueva España, que no le conocían con otro nombre que el de «nuestro padre venerable.» Después de ha- ber reclutado algunos frailes de su orden, quiso traer ademas un clérigo letrado que enseñase Artes y Teología á los religiosos: de- terminación extraña, no faltando en su propia orden sugetos muy aptos para tal ministerio. Puso los ojos en el Maestro Alonso Gu- tiérrez; y aunque parecía imposible que este consintiera en dejar su ventajosa posición para seguir á un hombre casi desconocido que le quería llevar á un mundo nuevo, hízole sin embargo la propo- sición. Negóse al principio cortesmente el Maestro; pero á poco mudó de parecer, y se resolvió á seguir al religioso. Embarcáronse, y durante la navegación quiso Fr. Francisco completar la obra, atrayendo á su orden un sacerdote de tanto mérito. Le habló de ello, no encontró resistencia, pero tampoco decisión favorable por entonces. No tardó mucho en obtenerla, y llegados á Veracruz, por Junio de 1536, recibió allí el hábito nuestro Alonso, quien por el nombre de la ciudad y por el apellido de su nuevo prelado, dejó el de Gutiérrez, y tomó el nombre de Fr. Alonso de la Ve- racruz, con que le conocemos. Pasó luego á México, y cumplido el tiempo de su noviciado, hizo su profesión solemne. Inmediatamente después mereció tan señalada distinción como la de ser nombrado maestro de novicios, cuando acababa de ser uno de ellos. A los tres años, en el de 1540, se fundó la primera casa de estudios de la Provincia en Tiripitío (Michoacan) (i),y el P. Veracruz fué enviado á ella por lector de Artes y Teología, y también para que aprendiera la lengua tarasca; porque aquellos primeros padres creían que no ganaba legítimamente el sustento que recibía de los indios, el que no era su ministro y les hablaba en su lengua. Andaba entonces muy acalorada la cuestión de si debía ó no administrarse á los indios el sacramento de la Eucaristía. El P. Ve- racruz sostenía la afirmativa, y el óníco que le apoyaba era el cé- lebre franciscano dinamarqués, Fr. Jacobo Dacíano, misionero también en aquellas tierras. Los cronistas de ambas religiones re- claman respectivamente para su fraile la honra de haber sido el primero que administró ese sacramento á aquellos indios (2). Fue- 1 Lexarza, en su Estadística de Michoacan, (pág. 109), dice que Ti- ripitío se hizo famoso «porque se estableció allí en 1540 la primera Uni- uversidad y casa de estudios de toda la Nueva España.» Confundió la provincia de los agustinos con el pais entero. 2 Grijalva, Edad IV, cap. 11. — Larea, lib. I, cap. 31. — Mendie- TA, Historia Eclesiástica Indiana, lib. IV, cap. 5. AL DIALOGO PRIMERO. 59 se el uno ó el otro, la opinión de dos varones tan sabios arrastró consigo la de los demás ministros. Ocurrió poco después, en i 542, que el lllmo. Sr. D. Vasco de Quiroga, obispo de Michoacan, resolviera partir para Europa, á asistir al concilio Tridentino, y con tal motivo eligió á nuestro Fr. Alonso por gobernador de su obispado. Aunque el Sr. Qu\- roga llegó á embarcarse, no tuvo efecto por entonces su viaje, por- que el navio empezó á hacer agua de tal manera, que hubo de volverse al puerto, desde donde, por no presentarse otra ocasión de emprender la jornada, regresó el señor obispo á su diócesis, des- puesdenuevemesesdeausencia (i). Mientras gobernaba Fr. Alon- so aquel obispado, le fué ofrecido el de León de Nicaragua, que renunció. Al año siguiente de 1543 salió electo provincial el P. Fr. Juan de San Román, y definidor nuestro Fr. Alonso. Esto era á tiem- po que llegaban á la Nueva España las famosas Nuevas Leyes de 1542, que tantas restricciones ponian á las encomiendas, por lo cual los españoles resistieron la ejecución, y el virey D. Antonio de Mendoza, de acuerdo con el visitador Tello de Sandoval, la suspendió, permitiendo á los quejosos que enviasen á España sus procuradores para pedir la revocación. Nombrados que fueron, se agregaron á ellos los tres provinciales de las órdenes de S. Fran- cisco, Sto. Domingo y S. Agustín, quedando con este motivo Fr. Alonso como vicario provincial, lo cual se le cuenta como primer provincialato. En el capítulo del año 1545 le dieron el priorato de Tacámbaro, con el encargo de leer allí un curso de Artes; mas á petición suya se trasladó la casa de estudios á Atotonilco, como lugar mas acomodado, donde prosiguió su curso de Artes y Teolo- gía, que duró dos años. Al terminar el segundo, fué electo provincial en 1548, y como su larga residencia y empleos en Michoacan le hablan hecho cobrar afición á aquel reino, procuró dilatar en él su religión, para lo cual contaba también con el favor del V. obis- po Quiroga. Fundó allá, en efecto, muchos conventos, entre ellos los de Cuitzeo, Yurirapúndaro, Cupándaro, Charo y Guayanga- reo (Morelia). Acabó su oficio en 1551 : no sabemos qué em- pleos desempeñó en los dos años siguientes: el de 1553 le vemos nombrado catedrático de Escritura en la nueva Universidad. Esta cátedra se volvió después de Teología, y la desempeñó hasta que hizo viaje á España, como luego veremos. La provincia había que- dado tan contenta de su gobierno, que para reelegirle solo aguar- daba el trascurso de los seis años que deben pasar de una elección á otra en un mismo sugeto. Así fué que en 1557 le nombraron Moreno, Vida del Sr. Quiroga, lib. I, cap. 13. 6o NOTAS provincial por tercera vez. Nada notable sabemos de su gobierno en esta ocasión: debió ser á satisfacción de todos, porque mas ade- lante volvieron todavía á elegirle. Venia defendiendo el P. Veracruz la opinión de que los indios no debian pagar diezmos á las catedrales, porque sustentando, co- mo sustentaban, las iglesias de los religiosos, cumplían con la obli- gación en que se funda el pago de los diezmos. Tal opinión no era del agrado de los obispos, y habiendo llegado el caso á noticia del rey, despachó una cédula con fecha 4 de Agosto de 1561, pre- viniendo al virey diera orden á Fr. Alonso para que viniese á Es- paña en los primeros navios. La cédula no mostraba disfavor, pues solo expresaba que el rey queria ser informado de cosas tocantes á su servicio. El viaje de Fr. Alonso se verificó, pero con otro motivo. Desde los primeros años de la conquista hablan gozado en Mé- xico las órdenes religiosas grandes privilegios concedidos por di- versas disposiciones de los Pontífices, y ejercían la administración espiritual de los indios con total independencia de los obispos. Aquellos privilegios habían sido necesarios en su época, no solo por la falta de clérigos regulares, sino también porque mientras se entendía en la conversión de los indios, eran considerados es- tos como neófitos, y no convenia mudarles gobierno y administra- ción (i) ; pero andando el tiempo y afirmados muchos en la fe, los obispos llevaban pesadamente tan amplías exenciones, que á la ver- dad eran un gran estorbo para el buen regimiento de sus diócesis. De ahí nacían continuas competencias de jurisdicción que agriaban los ánimos; y temiendo los regulares que las diligencias de los obispos en la corte dieran por resultado la diminución de los pri- vilegios de las órdenes, determinaron enviar también sus represen- tantes, que fueron nada menos que los tres provinciales: Fr. Fran- cisco de Bustamante, de los franciscanos, Fr. Pedro de Peña, de los dominicos, y Fr. Agustín de Coruña, de los agustinos. Es de notar que ninguno de los tres volvió á México, porque el fran- ciscano murió en Madrid, el dominico fué por obispo á Quito, y el agustino con la misma dignidad á Popayan. Partieron de la Nueva España estos padres en los primeros días del año de 1562 (2). La importancia de la comisión que lleva- 1 Parra, Gobierno de los Regulares de Indias, n? 528. 2 No es fácil fijar esta fecha, á causa de lo contradictorio de los da- tos en que ha de fundarse. Fr. Gerónimo de Mendieta, en su Hisíoria Eclesiástica Indiana (Lib. V, pte. I?, cap. 52), dice que el P. Bustamante «partió de acá el año de 1561, y murió en el siguiente de 1562.» Pero la carta que dirigió al mismo P. Bustamante en vísperas de la partida de este, tiene la fecha de i? de Enero de 1562. {Col. de Doc. para la Ilisí. AL DIÁLOGO PRIMERO. 6l ban, puede colegirse leyendo la carta que el franciscano Fr. Ge- rónimo de Mendieta escribía á su provincial en vísperas de em. prender este su viaje. Sea que nuestro Fr. Alonso hubiera recibido ya la cédula que le mandaba ir h España, sea (y es lo mas probable) que sin ese motivo los frailes quisieran llevar consigo un auxiliar tan importante, es lo cierto que Fr. Alonso partió con ellos, y á no haber sido por esa compañía, la empresa habría fracasado comple- tamente. Porque llegados á España, no tardó Fr. Alonso en en- contrarse solo, por la muerte de uno de los provinciales y presenta- ción de los otros dos á sillas episcopales, y eso cuando el negocio que se les había encomendado tomaba un carácter nuevo y mucho mas difícil, con la publicación, á principios de i 564, de los decretos del Concilio Tridentino, que restringían mucho los privilegios de los regulares, y señaladamente disponían que estuvieran sujetos al ordinario, cuando ejercieran ministerio de curas. No se arredró Fr. Alonso con tamaña dificultad, antes continuando acertada y enérgicamente la negociación, logró persuadir al rey que pidiese al Pontífice S. Pío V la revocación de esta parte del Concilio, co- mo se logró que lo ejecutara por su Breve de 24 de Marzo de de México^ tom. II, pág. 544. Véase también la pág. LXI del mismo tomo.) Luego el P. Bustamante no partió en 1561. Grijalva, (Edad II, cap. 18), precisa mas el viaje, diciendo que los provinciales salieron «por «Mayo de 1561,» Poco antes habia dicho que el provincial de S. Fran- cisco «murió dentro de seis meses después de llegados á la corte.» Sabe- mos por Mendieta que el dicho padre murió en 1562, y lo confirma Be- tancurt {Menologio) fijando la fecha al i? de Noviembre. Ahora bien: si el padre que murió el i? de Noviembre llevaba seis meses de residir en la corte, habia llegado á ella hacia el i? de Mayo de 1562, lo cual con- viene con la fecha de la carta del P. Mendieta. Y lo mejor es que el mismo P. Grijalva que nos mete en tales dificultades, viene después diciéndonos (Edad III, cap. 26) que el P. Veracruz, compañero de los provinciales «salió de la Nueva España el año de 1562.» La averiguación no es ociosa, porque de ella depende el saber si el P. Veracruz marchó á España obli- gado por la cédula real que ya habia recibido, como parece indicarlo el P. Basalenque (lib. I, cap. 8), ó si la partida fué voluntaria, según refiere Grijalva, quien vuelve aquí á embrollar las fechas. Habiendo dicho que los provinciales salieron por Mayo de 61, agrega que «luego por Agosto del mismo año» llegó la flota en que venia la cédula para el P. Veracruz. La cédula tiene, en la obra misma de Grijalva, la fecha de 4 de Agosto de 1 56 1, y dicho se está que no pudo llegar dentro del mismo mes en que fué expedida. Desaparecen estas discrepancias diciendo que el viaje de los provinciales se verificó en los primeros dias de 1 562 ; que por eso Men- dieta, residente entonces en Toluca, al hablar del suceso en su Historia^ se acordó mas del año que acababa de pasar, que del que apenas comen- zaba: que la primera fecha de Grijalva debe leerse «Mayo de 62» y no «Mayo de 61,» y que no es la de la sahda de los provinciales, sino la de su llegada á la corte. La cédula de Agosto de 61 no es extraño que lle- gara en Agosto de 62, en cuyo caso, ya no encontró aquí al P. Veracruz. 02 NOTAS 1567 (i), en que mandó quedaran las cosas en el estado que te- nian antes de la publicación de esos decretos del Concilio. El P. Veracruz hizo imprimir, autorizar y despachar á todas partes de la América miles de ejemplares del Breve y de una real cédula que ordenaba su publicación, para que viniera á conocimiento de los indios. Puesto feliz término á aquella grande empresa, aun ob- tuvo para los religiosos otras concesiones de menor importancia. Durante su larga permanencia en la corte, fué conocido y apre- ciado su mérito por los principales personajes de ella. El Lie. Juan de Ovando, presidente del Consejo de Indias, le escogió por con- fesor, y le ofreció el obispado de Michoacan, vacante por promo- ción del Sr. Morales y Molina al de la Puebla de los Ángeles. Rehusóle el padre, y creyendo el presidente que la renuncia pro- venia de sentimiento por habérsele preferido el obispo de Michoa- can en la promoción á la silla de Puebla, le ofreció esta. Menos quiso aceptarla, y como el presidente le encargase la conciencia, diciéndole que hacia mal en excusarse, porque el rey necesitaba personas tales para regir los obispados, le contestó que no falta- ban, y que ahí tenia al P. Fr. Diego de Chaves, quien fué en efecto nombrado obispo de Michoacan, aunque murió antes de recibir las bulas (2). Queriendo entonces el presidente retener á Fr. Alonso en la corte, le propuso darle en ella el empleo de co- misario general de su orden en Nueva España, Perú y Filipinas, con salario del rey: mas tampoco quiso aceptar, porque dijo que no convenia hubiese tal empleo. No hizo menos aprecio de él su propia orden, y le demostró nombrándole prior de Madrid y visitador de Castilla la Nueva. Por último, próximo ya á regresar á la Nueva España, le nombra- ron visitador de las provincias de América, en el capítulo celebrado en 1572, cuyo nombramiento aprobó el general de la orden, ha- ciéndole ademas su vicario general en las mismas provincias. Creía el P. Veracruz que no convenían aquellos envíos de visitadores, y nunca usó de sus poderes, asegurando haberlos aceptado, solamente para que no se dieran á otro que viniera á perturbar la provincia. Despachado ya del todo, y deseoso de continuar sus tareas de enseñanza y predicación en la Nueva España, se volvió á ella en 1573, trayendo consigo diez y siete religiosos y varias reliquias, 1 Traele á la letra Mendieta en el lib. IV, cap. 30 de su Jlisf. Ecl. Indiana. — Las bulas y la cédula se imprimieron también en México en casa de Antonio de Espinosa, 1568, en 4?, con este título: Bulla conjir- ?nationis et novce concessionis prmilegiortini oni7iium ordinum Mendican- tium. Cwn certis Dcclarationibus Decretis &" Inhibitionibtts. S. D. N. D. Pij PapcB V. Motu proprio.)^ He visto esta edición. 2 Grijalva, Edad III, cap. 24. — González Dávila {Teatro Ecl. de Indias, tom. I, pág. 120) dice que no aceptó. AL DIÁLOGO PRIMERO. 63 entre ellas una del Lignum Crucis, de que dio una parte á la Igle- sia Catedral, donde hoy se venera. La orden aprovechó la primera oportunidad, que fué la del capitulo de 1575, para elegirle pro- vincial por cuarta vez, é inmediatamente, por el mes de Agosto del mismo año, fundó el colegio de S. Pablo, en virtud de una cé- dula en que el rey hacia merced de esa iglesia y de la doctrina de los indios de aquel barrio á los agustinos, siempre que así pareciese al virey, al arzobispo y al provincial. Aunque por parte del se- gundo hubo alguna contradicción, al fin fué confirmada por el rey la posesión en favor de los agustinos. El P. Veracruz, sin mas auxilio que las limosnas, levantó pronto un edificio para veinte colegiales, y dejó compradas casas y solares para ampliar el esta- blecimiento, como se verificó mas adelante: nombró rector al P. Fr. Pedro de Agurto (de quien ya dimos noticia), formó las cons- tituciones del colegio, y le enriqueció con una selecta librería, po- niendo por principio de ella sesenta cajones de libros que trajo de España, á los cuales fué añadiendo todos los que después venian á su noticia y no se hallaban en la biblioteca. Puso ademas en ella una colección de globos, mapas é instrumentos científicos. Se le deben también las bibliotecas de los conventos de México, Ti- ripitío y Tacámbaro, siendo de notar que esas cuatro bibliotecas daban testimonio del profundo estudio de su fundador, pues ape- nas habia en ellas libro que no estuviese rayado y anotado de su puño en todas las hojas. Tenia por costumbre examinar todos los libros nuevos que llegaban, y de su contenido tomaba materia pa- ra dar una lección extraordinaria á sus discípulos, ya después de comer, ya en otra ocasión que se presentara, exponiéndoles los puntos mas notables que habia encontrado, especialmente los que podían ofrecer dificultad, y las doctrinas que habia en contrario. Solo una vez, dicen, que faltó á esa costumbre, y fué tan notable el motivo, que quiero referir el caso con las palabras mismas del cronista, (i) (í Cuando el tribunal de la Santa Inquisición prendió al P. Mtro. «Fr. Luis de León, por aquellas proposiciones que tan mal sona- «ron en España, llegó acá la nueva con toda aquella ponderación «y sentimiento que el caso pedia: escribieron que habían conde- «nado las proposiciones todos los grandes hombres y todas las «universidades, no solo de España, sino de Italia y de Francia, y «que el P. Mtro. Fray Luis de León estaba tan pertinaz, que to- «davía quería defenderlas, de que nuestra religión estaba cuidado- « sísima y muy lastimada. Y llegando á leer las proposiciones, dijo «el P. Mtro. (Veracruz) sin alterarse: Pues á la buena verdad^ « que me pueden quemar á mí si á él lo queman^ porque de la mane- I Grijalva, Edad IV, cap. 11. 64 NOTAS « ra que él lo dice lo siento yo. Con todo eso, no quiso hacer en «esta ocasión lo que hacia en todas las demás, porque no habló «mas en la materia, por el respeto que se debe á aquel tribunal «santo, hasta que últimamente dio la sentencia tan honrosa para «el Mtro. León, y tan alegre para nuestra religión.)) De este no- table testimonio en favor de Fr. Luis de León no sé que haya he- cho mención ninguno de sus biógrafos, tal vez por no haber tenido á la vista la rarísima crónica en que se encuentra. La enseñanza de sus discípulos, la composición de las obras de que después hablaremos, las respuestas á las innumerables consul- tas que se le dirigian de todas partes, las atenciones del gobierno, aquella inmensa lectura, forman tal cúmulo de ocupaciones, que es difícil comprender cómo tenia tiempo para todo. Pero solo dor- mía cuatro horas, era enemigo mortal de la ociosidad y las pláticas vanas, y no desperdiciaba jamás un solo momento. Continuamente repetía: Habete rationem temporis ; tened cuenta con el tiempo. Por cierto que podía repetir con autoridad el precepto, quien sa- bia tan bien ponerle en práctica. La influencia que tan justamente había adquirido no se limitaba á su provincia. Los agustinos de Filipinas, abrumados con el peso de aquella conversión, deseaban que ministros de otras órdenes fuesen á ayudarles. No sabiendo cómo conseguirlo, acudieron á nuestro Fr. Alonso, quien ocurrió al virey, y por su mediación se logró que en 1577 pasasen á aquellas islas diez y siete religiosos de S. Francisco. Y poco mas adelante, con motivo de las compe- tencias de jurisdicción que, como en México, se habían suscitado allá entre los agustinos y el obispo de Manila D. Fr. Domingo de Salazar, dominicano, el obispo consultó á Fr. Alonso «como orá- «culo que era de toda Nueva España,)) y recibió en respuesta una carta tan docta, que bastó para templarle (i). Los religiosos tu- vieron en adelante aquella carta como regla de su conducta, y como texto para resolver dificultades. A tanta doctrina juntaba Fr. Alonso una sólida virtud, una ex- tremada pobreza, y lo que es mas extraño en hombre tan sabio y tan versado en negocios arduos, un candor y sencillez admirables, en las cosas del trato común. «No es tan fácil engañar á una «criatura de cinco años, como lo era engañar al P. Maestro,)) di- ce su principal cronista: indicio de ánimo limpio y corazón sano. Dos años antes de su muerte enfermó de la orina, y llevó con in- vencible paciencia los atroces dolores consiguientes á su mal. En fin, á la edad de ochenta años, cargado de merecimientos reposó en el Señor, á principios del mes de Julio de 1584. Poco antes de morir escribió una carta á cada uno de los frailes de su provin- I Martínez, HisL de Filipinas, cap, 9. AL DIÁLOGO PRIMERO. 65 cia, rogándole le encomendase á Dios, y empeñándole á ello con el recuerdo de algún obsequio ó beneficio que le habia hecho. Fué su muerte en el colegio de S. Pablo, y le enterraron con gran solemnidad en la capilla mayor. Dejó impresas las obras siguientes: I. Recognitio Summularum. México, Juan Pablos, 1554, fol. Reimp. Salamanca, 1573 y 1593, fol., según D. Nicolás Antonio. II. Dialéctica Resolutio cum Textu Arista te lis. México, Juan Pablos, 1554, fol. Reimp. Salamanca, 1573. III. Phisica (sic) Speculatio..,. Accessit Compendium Spher¿e Campaniad Complementum Tractatus de Coelo. México, Juan Pa- blos, 1557, fol. Reimp. Salamanca, 1573, fol. IV. Speculum Conjugiorum. México, Juan Pablos, 1556, 4? Reimp. Salamanca, 1562, 4^, y Alcalá, 1572, 49. — Publicado el Concilio de Trento, que hizo algunas reformas en lo relativo á matrimonios, nuestro autor formó y dio á luz, para ajustar su obra á las nuevas decisiones, un Appendix ad Speculum Conjugio- rum juxt a de finita in Sacro Universali Concilio 2'rideníino, circa matrimonia clandestina. Madrid, 1 571, 49 La obra y el Apéndice se reimprimieron en Milán, 1599, 49 V. Constitutiones Religiosissimi Collegii Divi Apostoli Pauli ex Ordine Sancti Patris nostri Augustini, apud Grijalva, Edad III, cap. 32. VI. Avisos á los estudiantes de Teología. Id., cap. 33. VII. Carta al Illmo. D. Fr. Domingo de Salazar^ prelado de Filipinas, dada en México á 12 de Febrero de 1583, sobre facul- tades y privilegios de los regulares. Impresa, según Beristain, en las Crónicas de Filipinas^ sin especificar en cuál. Tenemos noticia de los siguientes MSS: I. Compendium Privilegiorum Regularium. MS. de 100 fs. Es el que Grijalva (fol. 188 vto.) dice que no se imprimió «por la «forzosa contradicción que habia de tener;» pero eran pocos los religiosos que no le tenian manuscrito. II. Expositio Privilegii Leonis X in favorem Religiosorum in Indiis existentium. En 49 III. Declaratio Clementinay Religiosi de Privilegiis. En 4? IV. Commentarium in secundum Magistri Sententiarum librum* Le vio Eguiara MS. en la biblioteca del Colegio de S. Pablo. V. Commentaria in Epistolas Sancti Pauli in Univer sítate Mexi- cea e Cathedra dictata. (Eguiara.) VI. Relectio de Libris Canonicis super illud Pauli II ad Titum: Omnis Scriptura divinitus inspirata utilis est ad docendum, t^c. (Id.) VII. Relectio de dominio infidelium et justo bello, de que habla el autor mismo en su Speculum Conjugiorum, art 32, al margen. (Pág. 160 de la edición de México.) 66 NOTAS VIII. Apología pro Religiosis commorantibus et evangelixantibus Verbiim Dei in partibus Maris Occeani. MS. según Eguiara. IX. Respuesta al Sr. D. Juan de Salce do ^ canónigo de México, sobre si los provinciales de Indias pueden dispensar la edad en sus frailes para ser ordenados presbíteros. En Tiripitío á 6 de Abril de 1574. MS. según Beristain. Hizo imprimir ademas los Sermones de Sto. Tomás de Villa- nueva, traducidos de latin á castellano. Nota 10, pág. 2S' El Dr. Pedro Morones era fiscal de la Real Audiencia. Y no sé de él otra cosa. Nota II, pág. 35. Beristain (tom. III, p. 147) llama Mateo 2\ Dr. Arévalo Se- deño, y por el colofón de estos mismos Diálogosy consta que ese era su nombre. En el prólogo de los Estatutos de la Universidad una vez se le llama Diego y otra Mateo. Añade Beristain que por haberle bautizado Eguiara con el nombre de Alvaro, le colocó en el tomo impreso de su Biblioteca. No hubo tal bautismo. Eguiara ignoró el nombre del Doctor, y le puso en la pág. 301 con solo el apellido; D. D. Arevalus Sedeñus. ¿Dónde, pues, vio Beris- tain t\ Alvaro? Sin duda leyó con su acostumbrada ligereza, y donde dice Arevalus vio Alvaro. — El Dr. Eguiara no alcanzó de él otras noticias, fuera de las que da Cervantes en el presente pa- saje, el cual copia. Beristain le copió también, pero agregando que el Dr. Arévalo fué natural de Segovia, y que siendo uno de los mas acreditados doctores de Salamanca, fué elegido para pri- mer catedrático de Derecho Canónico en la Universidad de Mé- xico, adonde pasó en 1550. Dudo que viniera con ese motivo: lo primero, porque en ese año aun no se decretaba la creación de la Universidad: lo segundo, porque no sabemos que de España viniera ningún catedrático fundador, sino que se tomaron de los letrados residentes en México, no indignos, por cierto de tal ho- nor: lo tercero, porque el Dr. Arévalo no fué de los catedráticos fundadores, sino que sucedió en la cátedra de Prima de Cánones al Dr. Morones: no a pocos días de su erección, como se dice en el prólogo de los Estatutos, sino por lo menos un año después, porque según consta del presente Diálogo de Cervantes, cuando le escribía, en Agosto ó Setiembre de 1 554, aun tenia esa cátedra el Dr. Morones. Quien parece haber ocupado poco tiempo la cá- tedra de Decreto fué el Dr. Melgarejo, pues ya no le menciona Cervantes, sino que pone en ella al Dr. Arévalo Sedeño. Este AL DIÁLOGO PRIMERO. 6j fué el primer catedrático que se jubiló á 6 de Junio de 1572. Éralo todavía de Cánones, y para la jubilación se le admitieron «cuatro años de lectura que juntamente con dicha cátedra de Pri- «ma habia tenido en la de Decreto.)) Añade Beristain, que fué provisor del arzobispado de México, oidor (y fiscal) de la Real Audiencia, y rector de la Universidad en 1575. Nota 12, pág. 2S' El omniscio Dr. Juan Negrete, Maestro en Artes por la Uni- versidad de Paris, Doctor en Teología por la nuestra, y arcediano de la iglesia de México, fué el primer rector nombrado por la Universidad en 22 de Julio de 1556. Nota 13, pág. 37. El Dr. Bartolomé Frias de Albornoz era natural de Talayera, y según los datos de Cervantes nació hacia 1520. Fué discípulo del gran jurisconsulto D. Diego Covarrubias, y doctor en Leyes por la Universidad de Osuna. Ignoramos cuando pasó á la Nue- va España. Tomó parte en la ruidosa polémica suscitada entre Fr. Bartolomé de las Casas y el Dr. Sepúlveda, escribiendo en contra del primero un Tratado de la conversión y debelación de los Indios^ de que solo nos queda el título, y que fué recogido por la Inquisición «porque el estilo deste licenciado para predicar el «Evangelio no es conforme al que el Príncipe déla Paz dejó en- «señado á sus apóstoles en el mesmo Evangelio.» (i) Escribió ademas nuestro autor un Arte de los ContratoSy dedicado á su maes- tro D. Diego Covarrubias, é impreso en Valencia, 1573, fol. Otro tratado De los Linajes de España quedó MS., y sirvió á Argote de Molina para su Nobleza de Andalucía. D. Nicolás Antonio dice de nuestro catedrático, que fué hombre de ingenio eminente y de memoria monstruosa (2) ; y el Brócense, que ciertamente era voto en la materia, le califica de «hombre doctísimo y en to- adas lenguas perfectísimo. » (3) Nota 14, páy. 37. «El primer nombrado para enseñar gramática en México fué el «bachiller Gonzalo Fazquex de Valverde, y se le dio su título en 1 DÁviLA Padilla, lib. I, cap. 103. 2 Bibl. Hisp. Nova, tom. I, pág. 194, 3 Arte para saber latin^ apud Opera Omnia, tom. I, pág. 230. 68 NOTAS «8 de Octubre del año de 1536, con sueldo de cincuenta pe- «sos. » (i) ¿a cuál establecimiento vino destinado este gramático? Nota 15, pág. 37. El nombre y las señas convienen á nuestro autor. Nota 16, pág. 29» El primer ¿ede/ que hubo en la Universidad se llamaba Juan Pérez, y es probablemente el mismo de que habla Cervantes. Nota 17, pág. 43. Traduzco designati ^or «licenciados,» con autoridad del mismo Cervantes. Comentando un pasaje de los Diálogos de Vives, dice: « Designatiy licenciados, sic nuncupati quod ordine designentur ad m doctor atus lauream consequendam quce etiam doctura appellatur.yi Nota 18, pág. 43. Alusión á la Égloga III de Virgilio. Palemón es allí el juez entre Dametas y Menalcas, que disputaban la primacía en el canto. Nota 19, pág. 43. nCandidati dicuntur Cathedrarum petitores ,» dice Adame (n9 1485), y según eso deberia yo haber traducido «lecciones de opositores. » Mas del contexto se deduce que no se trata de ellos, sino de los que pretendían grados. El corto tiempo que contaba de fundada la Universidad, parece que no daba lugar á preguntar si ya habia habido oposiciones á cátedras. Nota 20, pág. 43. Este Cervantes es nuestro autor, y parece que no pasó de ba- chiller en esa facultad. Nota 2I5 pág. 45. El oidor D. Antonio Rodríguez de Quesada fué, como antes vimos, el primer rector de la Universidad, nombrado por el Virey y Audiencia. Pasó luego de oidor y presidente á Guatemala. To- I González DávilA, Teatro Ecl. de Indias^ tom. I, pág. 7. AL DIÁLOGO PRIMERO. 69 mó posesión á 14 de Enero de 1 555, y murió el 28 de Noviem- bre de 1558. (i) Nota 22, pág. 45. El Sr. Arzobispo Montúfar incorporó el grado de doctor en Teología el 8 de Agosto de 1554; y habiéndose concluido la im- presión de estos Diálogos el 6 de Noviembre del mismo año, re- sulta que Cervantes los escribió, ó por lo menos los retocó en ése intermedio. Nota 23, pág. 45. Este verso es del Epig. 56, lib. VIII, de Marcial, pero con una variante. El texto de Marcial dice así : ^ « Sint Maecenates, non deerunt, Flacce, Marones. » Nota 24, pág. 47. La cita es de Persio, Sat. IV, v. 13; «Et potis es nigrum vitio prsefigere theta.» La e era entre los griegos la letra que servia para condenar. Cuando los jueces votaban por la pena capital, escribían en la cé- dula la letra G, inicial de la palabra Qávaroqy muerte. Ausonio dice también (Epig. 128) : «Tuumque nomen Gsectilis signet.» Véase asimismo Marcial, Epig. 37, lib. VII. El Doctor Cervantes aplicó á una letra latina lo que se dijo de otra griega : mas ignoro por qué le dio el nombre de cita en vez de theta. Acaso se atuvo solo á la pronunciación. Nota 25, pág. 49. He aquí el pasaje de Macrobio : « Vis audire illum ( Virgilium) « tanta br evítate dicentem, ut arctari magis et contrahi br evitas ipsa I JuARROS, ^w/, de Guatemala, trat. III, pág. 258. — NlC. Ant., Bibl. Hisp. Nova, tom. I, pág. 156. — Alcedo, Dice, de Amér.ttoxa.. II, pág. 306. 70 NOTAS AL DIALOGO PRIMERO. unonpossitP Et campos ubi Troja fuit, ecce paucissimis ver bis maxi- umam civitatem hausit et absorpsit: non reliquit illi nec ruinam. » Saturn., lib. V, cap. i. Nota 26, pág. 51. La Sicilia, célebre entre los antiguos por su fertilidad, y sobre todo por la gran cantidad de trigo que producia, era el granero de Roma. (sJ^cr^ ^^~^~~^ ^' Introducción al Diálogo Segundo. • — »3& — iNGE Cervantes en este Diálogo, que los dos vecinos, Zuazo y Zamora, tratan de obsequiar al, forastero Alfaro, lleván- dole á recorrer la principal parte de la ciudad de México. Al efecto, los tres interlocutores salen de la calle de Santa Clara, y tomando la de Tacuba, siguen por el Empedradillo, Portal de Mercaderes, Diputación, Portal de las Flores, frente de Palacio, Seminario, i?- y 2?- calles del Reloj, Santa Catalina de Sena, Per- petua, Cerca de Santo Domingo, 2?- y i?- de San Lorenzo, la Con- cepción, Santa Isabel, San Juan de Letran, Hospital Real, i?- y 2?- de San Juan, Vizcaínas, Portal de Tejada, 2?- de Mesones, Alfaro, Arco de San Agustín, y Jesús, hasta el Hospital del mismo nombre, en la entonces famosa ca//e de Ixtapalapa^ y de allí se van para la casa de Zuazo, donde se quedan á comer, para volver á salir en la tarde, como lo verificaron, yendo á Chapultepec, cuyo paseo da asunto al Diálogo tercero. En el presente tenemos, pues, la descripción de la mejor parte de la ciudad española, tal como se hallaba en 1554, treinta y tres años después de la conquista. Acaso Cervantes, por un movi- miento de orgullo, muy excusable en un español, exageraba la grandeza y hermosura de la nueva ciudad, pero aun descartando las exclamaciones é hipérboles que pone en boca de sus interlo- cutores, queda siempre un fondo de verdad innegable, porque no podía describir calles y edificios que no existieran. En la severa censura que hace de la mezquindad y pobreza de la primera ca- tedral, tenemos un ejemplo de que no elogiaba sin tasa. Su des- cripción no es tampoco un rasgo poético, como la Grandeza Mexi- 72 INTRODUCCIÓN canüy de Balbuena, en que casi necesariamente se habia de abultar y embellecer la realidad, sino un diálogo familiar en prosa para ejercicio de unos estudiantes que tenian á la vista la ciudad des- crita, y podían burlarse á cada paso de las exageraciones de su profesor, con grave mengua del respeto que le debian. Es cierto que México, encerrado en los límites de la traza, no podia ser mas que un grupo, relativamente pequeño, de casas de españoles, entre las que descollaban algunas buenas fábricas. Las muchas ace- quias que cortaban la ciudad no contribuirían, por cierto, á su aseo; no es creíble tampoco que en todas las calles estuvieran ya com- pletas las dos hileras de edificios que las formaban, sino que se verían interrumpidas por solares vacíos (i); los empedrados eran raros; la policía estaba en completo abandono, y sí hoy nos fuera dado tener á la vista aquella ciudad, nos parecerían sin duda hasta risibles los encomios de Cervantes. Pero recordemos lo que eran entonces las grandes ciudades europeas, que hoy sirven de término de comparación para apocar la nuestra, y eso que llevaban siglos de fundadas. Aquellas se han engrandecido después de una manera sorprendente, mientras que México, víctima de las locuras de sus hijos, no ha seguido, con mucho, el mismo paso. Mas en el si- glo XVI, cuando las famosas ciudades de los Estados-Unidos no pensaban en salir del polvo, México, con sus amplios y sólidos edificios, su universidad, sus colegios, sus iglesias, su población mixta, su asiento en un gran valle, su antigua fama, su riqueza y su incomparable clima, aventajaba á muchas ciudades de Europa, y era, sin disputa, la primera de las Américas. Sin ir tan lejos, todavía á principios del presente siglo el Barón de Humboldt de- cía: «Por una reunión de circunstancias poco comunes, he visto «consecutivamente y en un corto espacio de tiempo, Lima, Mé« «xico, Filadelfia, Washington, París, Roma, Ñapóles, y las ma- «yores ciudades de Alemania. Comparando unas con otras las «impresiones que se suceden rápidamente en nuestros sentidos, se «puede llegar á rectificar una opinión que acaso se ha adoptado «con demasiada ligereza. En medio de las varias comparaciones «cuyos resultados pueden ser menos favorables para la capital de «México, debo confesar que esta ciudad ha dejado en mí cierta «idea de grandeza, que atribuyo principalmente al carácter de «grandiosidad y la naturaleza de sus alrededores.» (2) 1 A fines de 1525 habia en México «casi ciento cincuenta casas de «españoles,» que estarían como perdidas en el espacio abarcado por la traza. ( Caj'ta de Rodrigo de Albornoz, apud Colección de Documentos para la Historia de México, tom. I, pág. 506.) Es indudable que en tiempo de Cervantes el número de edificios habia crecido notablemente. 2 Ensayo político sobre la Nueva España, lib. III, cap. 8, g I. AI. DIALOGO SEGUNDO. 73 La antigua ciudad azteca estuvo dividida en dos, ó mejor dicho, se componia de dos ciudades contiguas, pero distintas, y cada una con sus reyes propios. La principa! se llamaba Tenochtitlan Mé- xico, y era la residencia de los emperadores mexicanos: la otra menor, llamada Tlaltelolco, estaba situada al N. E. de aquella: alli se hallaba el famoso mercado común á ambas: dividíalas una simple zanja. En una guerra que Moquihuix, rey de Tlaltelolco, emprendió contra su cuñado Axayacatl, emperador de México, fué vencido aquel, y el Tlaltelolco quedó desde entonces unido á la gran Tenochtitlan. Así las hallaron los españoles. El número de los habitantes de la antigua México se hace su- bir á trescientos mil (i). Suponiendo esto cierto, y tomando en consideración que una parte del actual sitio de la ciudad era agua, que las casas, por lo común, solo tenían un piso; que los palacios cogían una grande extensión de terreno, y que los templos, que no ocupaban menos, eran incontables, no puede quedar duda de que la población vivía apiñada en las casas. Tenía calles de tres especies: unas enteramente de agua, y que por lo mismo no eran transitables sino en canoas; á estas calles caían generalmente las puertas traseras de las casas, y por allí se hacia el servicio ordi- nario de ellas: á las orillas del agua tenían los vecinos sus huertas. Otras calles había, y eran las principales, con una acequia ó grueso caño de agua en el centro, y dos tránsitos de terreno fir- me á los lados. Otras, en fin, no tenían acequia y eran muy an- gostas: servían para la entrada á las casas por tierra. Todo este laberinto de acequias estaba cruzado, como es de suponerse, por innumerables puentes, que completaban el doble sistema de co- municación interior, por agua y por tierra. La ciudad, colocada en medio de las aguas como otra Venecia, se unía á la tierra firme por tres calzadas: la de Guadalupe, al norte, la de San Antonio Abad, al sur, y la de Tacuba al poniente: por la parte de oriente no había calzada que atravesase el gran lago de Tezcoco (2). Aunque los conquistadores nos han hecho pomposas descripciones de la orgullosa ciudad azteca, se percibe á través de ellas, que si bien los templos, los palacios y algunas casas de los señores princi- 1 Prescott {Conq. of JMcxico, hook IV, ch. i) reco})iIó los testimonio de diversos autores acerca de la población de la antigua México, y dice que ningún contemporáneo la estima en menos de sesenta mil vecinos. Torquemada llega á decir que tenia ciento veinte mil casas, y más de trescientos mil vecinos ! ( l.ib. III, cap. 23.) 2 Cortés (Carta II, pág. 102) numera cuatro calzadas: tal vez inclu- yó en la cuenta el ramal que de la calzada de Iztapalapa ( S. Antonio Abad) iba á Cuyoacan, y se desprendía en el punto donde estaba situado el fuerte de Xoloc (Bernai, Díaz, cap. 88), esto es, en la garita de S. Antonio Abad. (Alaman, Disert., tom. I, pág. 130.) 74 INTRODUCCIÓN' pales se hacian notables por su grande extensión, las habitaciones del común de los vecinos eran humildes y de poca cuantía. Así es que el Dr. Balbuena, escribiendo en los primeros años del siglo siguiente, se creyó autorizado para decir que menos de cien años atrás, solo se veían en México «Chozas humildes, lamas y lagunas.» (i) El largo sitio que los españoles hubieron de emprender para ganar la ciudad, y la necesidad en que se vieron de demoler la mayor parte de los edificios para atajar el daño que desde ellos recibían, y colmar con los escombros las acequias y cortaduras, que tanto entorpecían el avance, y tan fatales les habian sido en la retirada de la Noche triste^ fueron causas reunidas de que la an- tigua ciudad desapareciera del todo, quedando en pié poco más que los grandes templos, cuya solidez se prestaba mal á aquella rápida destrucción, pero que después vinieron al suelo á impulso del celo religioso de conquistadores y misioneros. Con esto se explica el hecho de no haber hoy en México ni una sola ruina del tiempo de los aztecas, y se corrobora la opinión de que la generalidad de aquellos edificios era de adobe y de poca importancia, pues de otra manera no era posible que en breve tiempo hubiera demolido Cor- tés siete octavas partes de la ciudad (2). Casi destruida y ganada del todo, en fin, la gran capital, quedó tan inficionado el lugar con los cadáveres de los innumerables in- dios muertos durante el asedio, que los españoles hicieron salir á los que quedaban, y ellos mismos fueron á establecerse en Cu- yoacan. Allí tuvo principio propiamente la fundación de la ciudad, pues allí se organizó el primer ayuntamiento de México. (3). 1 Grandeza Mexicana, Epílogo. 2 Carta III, pág. 289. — No solo han desaparecido en México todos los edificios aztecas, sino también los primitivos de los españoles. No hay iglesia que no haya sido construida dos ó mas veces, y lo mismo ha sucedido con las casas particulares. En los principios, lo débil del suelo hacia que las fábricas pesadas se hundieran, y como de entonces acá se va elevando constantemente el piso, se entierra poco á poco toda la ciu- dad. Con lo que se ha gastado en México para levantar las calles y se- pultar las fincas, habría habido más de lo necesario para poner el remedio radical, haciendo la obra del desagüe directo del lago de Tezcoco. 3 Confieso no haber hallado datos para fijar, siquiera aproximada- mente, la fecha de la traslación del cabildo á México. Bernal Diaz (cap. 158) nos dice que Cortés se pasó á México después de la llegada de Narvaez á Cuyoacan, y antes de la salida del mismo Cortés para Pa- nuco. Esta expedición se verificó en 1522. Cortés escribe al emperador (Carta IV, pág. 377), que se trasladó á México cuando estuvo concluida la fortaleza de las Ata7-azanas, y por la descripción que hace de ella se comprende que fué obra larga. En otro autor encuentro que habiendo AL DIALOGO SEGUNDO. 75 Tratóse luego de la reedificación, y aunque hubo diversas opi- niones acerca del lugar en que debia situarse la nueva ciudad, pre- valeció al fin la de Cortés que deseaba conservar el nombre y asiento de metrópoli tan insigne y tan famosa en toda la tierra. Quedó, pues, resuelto que la nueva población ocuparia el lugar de la antigua, lo cual se observó con tal exactitud que la iglesia ma- yor quedó colocada en el sitio mismo del gran templo de Huitzi- lopochtli. Más acertado consejo habría sido adelantarse un poco hacia el poniente. Hízose venir de toda la comarca una multitud innumerable de indios para trabajar en los edificios de ios espa- ñoles, que no fué poca vejación para los vencidos, como lo cono- ceremos por los sencillos, pero enérgicos términos con que se expresa el P. Motolinia ( i ) : «La séptima plaga (dice) fué la edi- «ficacion de la gran ciudad de México, en la cual los primeros años «andaba mas gente que en la edificación del templo de Jerusalen, «porque era tanta la gente que andaba en las obras, que apenas «podia hombre romper por algunas calles y calzadas, aunque son «muy anchas; y en las obras, á unos tomaban las vigas, otros caían « de alto, á otros tomaban debajo los edificios que deshacían en una «parte para hacer en otra, en especial cuando deshicieron los tem- «plos principales del demonio. Allí murieron muchos indios, y «tardaron muchos años, hasta los arrancar de cepa, de los cuales «salió infinidad de piedra.» Aquellos edificios primitivos no de- bieron costar mucho á los españoles, porque, como dice el mismo padre: «Es la costumbre de esta tierra no la mejor del mundo, «porque los indios hacen las obras, y á su costa buscan los mate- « ríales, y pagan los pedreros y carpinteros, y si ellos mismos no «traen que comer, ayunan.» Inmediatamente después de la ocupación de la ciudad, mandó Cortés que los indios la limpiasen, y que reedificasen sus casas en la parte que les señaló, dejando libre la que destinaba á los edifi- cios de los españoles (2). Para proceder con orden, formó el llegado en 1523 los PP. Gante, Tecto y Ayora, predicaron primero en Tezcoco, «por estar la ciudad de México con la conquista destrozada.» (Betancurt, Teatro, Pte. IV, trat. 2, cap. 3, n? 104.) El libro mas an- tiguo que existe de las Actas del Ayuntamiento de México, comienza en 8 de Marzo de 1524. 1 Historia de los Indios de Nueva España, trat. I, cap. i. 2 Bernal Díaz, cap. 157. Cito con este nombre al soldado cronista, por seguir el uso común ; pero no puede haber duda de que se llamaba Diez del Castillo. Véase á González Dávila, Teatro Ecco. de hidias^ tom. I, págs. 176, 177, y el n? 12, tomo I del Avierican Historical Record, Philadelphia, Dec. 1872, donde se halla el retrato y facsímile de la firma del conquistador. El articulista americano, equivocando el patronímico Diez con el numeral Diez, interpreta seriamente el apellido Diez del Castillo, por the Ten ofthe Castle ! 76 INTRODUCCIÓN Ayuntamiento un plano que marcaba los límites en que debían comprenderse aquellos: lo demás se dejó para los indios, quienes colocaron sus casas sin orden, todo alrededor, y cercaron la ciu- dad española, quedando ellos á cargo de un gobernador de su na- ción, y divididos en cuatro barrios: el de S. Juan, el de Santa María, el de S. Sebastian y el de S. Pablo, conocidos respectiva- mente con los nombres mexicanos de Moyotla, Tlaquechiucan, Atzacualco y Teopan. (i) El plano que los españoles formaron era conocido con el nom- bre de lá traza, y se menciona con frecuencia en las Actas del Ayuntamiento, como que á él se referían muchas disposiciones, en especial la concesión de solares á los vecinos. Este plano, que tan útil seria para conocer la primitiva forma de la ciudad, no existe, y aun son inciertos los límites que por él se señalaron á la población de españoles. Según el Sr. Alaman (2), gran investi- gador de estas antiguallas, la traza «era un cuadro que abrazaba «todo el espacio que limitan al oriente la calle de la Santísima y « las que le siguen en su misma dirección ; al sur la de S. Gerónimo «ó S. Miguel : al norte la espalda de Sto. Domingo, y al poniente «la calle de Sta. Isabel.» Y en nota agrega: «En esta demarca- «cion hago uso solamente del nombre de la calle mas conocida en «cada rumbo, debiéndose entender que el límite de la traza seguía «por las que continúan en la misma dirección, hasta cortarse unas «con otras formando el cuadro. » El Sr. Orozco y Berra, persona de no menor autoridad en tales materias, difiere del Sr. Alaman, en cuanto al lindero del norte, y dice (3), que si por espalda de 1 Betancurt, Teatro, Pte. IV, trat. ^, cap. 3, n? 63. — El inglés Roberto Tomsoii, que estuvo en México en 1556, dice que la ciudad no tenia arriba de mil quinientos vecinos españoles, pero que los indios ave- cindados en los barrios pasaban de trescientos mil, «México w^as a cítie «in my time of not aboue 1500 housholds of Spaniards inhabiting there, «but of Indian people in the subui'bs of the said city, dwelt aboue 300000 «as it was thought, and many more.» Hakluyt, Voyages, tom. III, pág. 539. Ribliqué una traducción castellana de esta relación, en el Boletín dé la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, 2^ época, tom. I, págs. 203-213. 2 Diso-taciones, tom. II, pág. 198. — El autor dice que no hay datos bastantes para fijar las dimensiones de los solares que se daban á los ve- cinos. Todo lo que en el imrticular he alcanzado á saber es que en las ordenanzas dadas en 1601 por el conde de Monterey para establecerlos nuevos vecinos de O rizal) a, se dice: «El sitio que á cada vecino de los «que nuevamente fueren á poblar se le podrá señalar será un solar de «los de México, veinticituo liaras en cuadro &c.)) ( Arroniz, hijo, Hist. de Orizaba, pág. lo. ) La noticia, como se ve, es muy posterior á la conquista. 3 Diccioíiario Universal, tom. V, pág. 608, AL DIÁLOGO SEGUNDO. 77 Sío, Domingo se entiende la calle inclinada que corre desde la es- palda de S. Lorenzo, Pulquería de Celaya y el Apartado, no está conforme con esa línea, y que á su juicio, «la verdadera demarca- ación es la que señala la línea de las calles del Puente del Cuervo, «Chiconautla, Cocheras, atravesando por medio la cuadra de Sto. «Domingo, la calle de la Misericordia, siguiendo derecho por «sobre las casas, á la calle del Puente del Zacate.» Las razones en que apoya su opinión el Sr. Orozco no carecen de peso; pero por otra parte la demarcación del Sr. Alaman tiene á su favor dos circunstancias. Una es la anchura de esa calle inclinada del Apar- tado, y su mismo trazo irregular, que parecen indicios claros de haber corrido por allí una de las primitivas acequias: la otra, que si prolongamos el trozo de acequia que todavía llega á la esquina de la calle del Carmen, viene á pasar precisamente por esa línea hasta juntarse con la acequia de Sta. María en la esquina del Puente del Zacate. En este lugar casi se confunden ambas demarcaciones; pero como no corren paralelas, la discrepancia va en aumento hacia oriente, hasta ser considerable en ese extremo. Acaso pu- dieran conciliarse ambas opiniones, admitiendo que hubo allí en diversos tiempos dos demarcaciones distintas, pues en el Libro de Cabildo hay repetidas constancias de que por ese rumbo se ensan- charon los límites de la traza primitiva ( i ). Si la traza era un cuadro perfecto, sus ángulos debían quedar, al N. O. en la calle del Puente del Zacate, un poco atrás de la i?- calle de S. Lorenzo; al N. E. en la esquina de la calle de los Plantados y callejón del Armado; al S. E. en la esquina de la parroquia de S. Pablo y calle de Mu- ñoz, y al S. O. en la 3?- calle de S. Juan, esquina de la plazuelg de las Vizcaínas. Siendo esto así, el perímetro no corre constan- temente por calles actuales, sino que en varias partes tiene que pasar por lo edificado hoy, como fácilmente puede notarlo el lecr tor, teniendo á la vista un plano de la ciudad. No debemos ex- trañarlo, porque es de creer que el cuadro, en especial por norte y oriente, que es donde mas se notan tales discordancias, no se cu- brió de edificios sino mucho tiempo después, cuando ya no se ha- cia caso de la traza: si no es que desde el principio se acomodó la forma de esta á la de las acequias principales, lo cual juzgo map probable, y casi seguro, pues no hay datos bastantes para afirmar que el espacio comprendido en dicha traza estuviera cortado por líneas rectas y paralelas. Fuera de ese espacio no era permitido á los españoles edificar, porque lo demás quedó destinado exclusivamente á los indios, y aun se anularon algunas concesiones de solares hechas contra ese I Véanse las actas de 14 de Enero y 22 de Febrero de 1527. 78 INTRODUCCIÓN regla. Hubo, sin embargo, una excepción. El recuerdo de la No- che Triste perseguía á los conquistadores, quienes se veian mal se- guros en una ciudad rodeada de agua, y sin otra comunicación con la tierra firme, que unas calzadas fáciles de cortar. Quisieron, pues, asegurar la salida en cualquier evento desgraciado, resguardando una de las calzadas, y eligieron, sin duda por mas corta, la de Ta> cuba, la misma que habia sido teatro de aquel desastre. Al efecto, se acordó «que para fortificación de esta cibdad se den solares para «hacer casas que vayan á casamuro por delante é por las espaldas, «para se poder salir de esta cibdad hasta la tierra firme, é que sea «una acera de casas de una parte é de otra de la calzada, hasta la «alcantarilla que llega á la dicha tierra firme.» (i) Este fué el origen de la larga calle que corre desde la esquina del Puente de la Maríscala hasta la tlaspana, saliéndose de la traxa^ y que hasta el dia forma en su mayor parte una prolongación aislada ha- cia poniente. Desde S. Hipólito no tenia salida alguna para el lado norte, pues las que existen han sido abiertas en estos últimos tiempos. Fué muy notable, y no ha sido explicada todavía de una ma- nera satisfactoria, la considerable y casi repentina diminución de las aguas que rodeaban la ciudad. Todos saben que el estrago de la Noche Triste fué ocasionado por la aglomeración del ejército es- pañol en la calzada, comparativamente estrecha, que empezaba en el Puente de la Maríscala, donde estaba la primera cortadura, de manera que desde allí hasta cerca de Popotla habia agua por am- bos lados. Pocos años después vemos que se conceden solares para casas á uno y otro lado de esa vía, y lo que es más, se señalan huertas, no en una sino en varias hileras, unas á espaldas de otras. Por el S. O. ocupaba el agua casi todo el terreno desde el cerro de Chapultepec hasta invadir una parte de lo que ahora es la Ala- meda, y ya en tiempo de Cervantes no se hace mención de aguas por allí, sino de ejidos de la ciudad (2). Según Torquemada (3), la diminución de las aguas comenzó á notarse desde el año de i 524, y la atribuye principalmente á haber atajado los españoles, para el riego de sus sementeras, los arroyos y ríos que entraban en las lagunas, y también á haberse recogido para el consumo de la ciu- dad las aguas de Chapultepec y Santa Fé, que antes se derramaban 1 No consta la fecha de este acuerdo : se habla de él, como de cosa pasada, en el cabildo de 3 de Agosto de 1528. 2 Sobre la antigua extensión de las lagunas, véase Orozco y Berra, Memoria para la Carta Hidrográfica del Valle de México, pág. II2. 3 Lib. III, cap. 28. — La noticia viene originalmente del P. Motoli- nia, Hist. de los Indios, trat. III, cap. 8. AL DIALOGO SECUNDO. 79 en los alrededores. Mas ajuicio de Henrico Martincz (i), la causa fué, que como los indios cultivaban poco terreno en las alturas, y no tenian caballos ni ganados, ni araban la tierra, esta se mantenía dura y apretada, por lo cual los aguaceros no la arrastraban á los lugares bajos. Lo contrario sucedia después de la venida de los es- pañoles, porque ellos lo araban todo, inclusas las laderas, y sus ganados pisaban y removían el terreno, de tal suerte, que las aguas llovedizas llevaban mucha lama y tierra á las partes bajas, que por lo mismo se iban elevando, mientras los altos se descarnaban y dejaban descubierto el tepetate. Este efecto de las aguas llovedizas es innegable; pero no conduce á explicar la diminución de las la- gunas: el limo que venia de los altos haria elevar el fondo y der- ramar las aguas sobre la ciudad, como de hecho habria sucedido, si el suelo de ella no se hubiera ido elevando á la par, como lo vemos. Concediendo á la labor de la tierra la importancia que le da el célebre autor del desagüe, podria decirse que la tierra floja y re- movida absorvia una cantidad de agua mucho mayor, y por eso recogían menos las lagunas. Las causas de la rápida diminución de estas, después de la conquista, fueron sin duda varias, y algunas puramente transitorias, pues de haber continuado obrando todas con igual eficacia, ya no quedarla de los lagos mas que la memoria. De todos modos es notable que se fije el año de esa diminución, pues de ello se infiere que se verificó de una manera repentina y no gradual. En lo interior de la ciudad los españoles cegaron la mayor parte de las acequias, dejando solo algunos ramales princi- pales, como el que corria por la calle de la Acequia (ó del Cole- gio de Santos), costado del Palacio, Portal de las FÍores &c., é iba á juntarse con otro que atravesaba por las calles de S. Juan de Letran, Sta. Isabel y demás de la misma línea. Pasaba también otra acequia por las calles de Jesús, Arco de S. Agustín, S. Felipe Nerí y Puente Quebrado, hasta juntarse con la anterior (2). Es- tas acequias principales han ido desapareciendo sucesivamente, y las pocas que quedan están en los suburbios. Pero aquellas deja- ron un recuerdo de su existencia en los muchos nombres dít puentes que aun tenemos en calles donde no hay ya ni señales de canal. Carecemos todavía de una historia particular de la ciudad de México, en que se refieran las variaciones que ha experimentado desde la conquista. Verdad es que el P. Andrés Cavo, jesuíta, escribió en Roma una Historia Civil y Política de México, de que D. Carlos M?- de Bustamante hizo aquí en 1836 una impresión, tan descuidada como todas las suyas, con el título de Los Tres Siglos de México durante el Gobierno Español, hasta la entrada del 1 Reportorio de los Tiempos, trat. IIP, cap. 15. 2 SiGüENZA, Piedad Heroica, cap. 3, n? 22. 8o INTRODUCCIÓN Ejército Jrigarante (i). Pero esta obra, aunque dedicada al Ayun- tamiento de México, y escrita en vista de los datos que se sumi- nistraron por su secretaría, no es propiamente una historia de la ciudad, pues fuera de la cansada enumeración de los alcaldes y re- gidores que cada año eran elegidos, apenas contiene noticias pe- culiares á la ciudad, sino que se difunde en las del país entero. Solo alcanza hasta 1767, fecha de la expulsión de los individuos de la Compañía de Jesús. El Sr. Alaman, en sus Disertaciones, fué el primero que ilustró de propósito la materia con eruditas y laboriosas investigaciones. Las rectificó y amplió en parte el Sr. Orozco y Berra, primero en el artículo México del Diccionario Universal, y luego en la Memoria para el Plano de la Ciudad de México, que imprimió en 1867. Pero ni uno ni otro escritor trataron de formar un cuerpo completo de historia. Sus estimables trabajos solo se refieren á una parte de la ciudad, y no han sido bastantes para fijar algunos pun- tos capitales. Todavía se disputa acerca de los verdaderos límites del gran templo de Huitzilopochtli, y no se ha hecho de una ma- nera satisfactoria la delincación ó restauración gráfica de la plaza mayor, cual estaba á mediados del siglo XVI. Mas no es de extrañar que tan diligentes escritores dejasen va- cíos, y alguna vez incurrieran en equivocaciones. La materia no puede ser mas oscura, porque los datos para tratarla son suma- mente escasos, y los que hay se hallan esparcidos en multitud de obras y papeles, y como perdidos entre un cúmulo de noticias agenas al asunto. Aun suponieudo la posibilidad de adquirir todas esas obras, muchas de ellas rarísimas, y la paciencia, tiempo y dis- cernimiento que se necesitan para la coordinación y examen de lo que en ellas se encuentra, tampoco se habría logrado el objeto, porque no se tendría lo bastante para aclarar todas las dudas. Mé- xico, ya lo hemos dicho, no ha tenido cronistas especiales, que preparen materiales bien cordinados: casi todo ha quedado en noticias sueltas, ó lo que es peor, encomiCndado á la memoria de los vecinos. Las ciudades experimentan continuas variaciones : una ca- lle nueva que se abre, unas casas que se reedifican, una acequia que se ciega, una plaza que se ocupa con edificios, la menor variación en el alineamiento, pueden cambiar totalmente el aspecto de un lugar de la ciudad, y meter en mil conjeturas á los pósteros, que no acier- I Son 4 tomos en 4? menor: el último es de 1838. Los dos primeros comprenden la obra del P. Cavo: los otros dos el Suplemento de Busta- mante. Todo se reimprimió en un volumen de letra menuda y pésima, (México, Navarro, 1852), y últimamente, con mejor apariencia, en otro volumen 4? mayor, (Jalapa, Rui^, 1870). Aun se desea una buena edi- ción de esta obra. AL DIÁLOGO SEGUNDO. 8l tan á concordar lo que leen con lo que están viendo, pues los pla- nos no están al alcance de todos, ni pueden marcar tampoco ciertos pormenores de los lugares. Los contemporáneos se figuran que por ser para ellos una cosa tan clara, lo mismo ha de suceder á los que vengan después. No hay quien ignore, por ejemplo, la fa- mosa historia del salto de Alvarado, de cuyo capitán se cuenta que habiendo llegado en la terrible retirada de la Noche Triste á la tercera cortadura de la calzada, y no hallando otro medio de sal- var la vida, apoyó su lanza en el fondo, y con un desmedido salto logró pasar al otro lado del foso. Aunque el hecho es mas que dudoso, y parece inventado posteriormente, dio, sin embargo, nombre á la calle que todavía se llama del Puente de Alvarado. Allí se veía, no ha mucho, una zanja que indicaba el lugar del su- ceso. Atravesaba la calle precisamente por el zaguán del Twoli del Elíseo y por el jardincito enverjado que queda enfrente y da entrada á la casa n9 5 : el puente se hallaba tras de los arcos del acueducto, es decir, contiguo á la acera que mira al norte; la parte de afuera, al norte de los arcos, estaba empedrada y á nivel. Hoy no existen arcos, ni cortadura, ni puente: toda señal ha desapa- recido, y cuando hayamos desaparecido también los que hemos sido testigos de tal mudanza, perecerá la memoria del lugar donde se hallaba el famoso Salto de Alvarado. Así ha sucedido y suce- derá con muchos lugares de nuestra capital, unidos á recuerdos históricos, porque nadie cuida de conservarlos por medio de una senoilla inscripción. Pero qué mucho, si las que existían en varias partes se han borrado ó destruido, ya por ignorancia, ya por el necio empeño de quitar de la vista todo recuerdo de la domina- ción española; como si áella no se debiera casi todo cuanto existe en la capital, y algo mas de que nosotros hemos dado después buena cuenta. Los archivos de las corporaciones religiosas, de algunas civiles, y de los establecimientos de caridad, que tanta luz pudieran dar- nos, han desaparecido al soplo de las revoluciones. El general de la nación contiene poquísimos documentos del siglo XVI, y el de la municipalidad, probablemente e) mas rico de todos para nues- tro intento, no es accesible sino mediante ciertas formalidades á que no todos están dispuestos á sujetarse. Por fortuna el público disfruta, aunque solo en pequeña parte, de uno de los principales documentos para la historia de las variaciones de la ciudad, como son los Libros de Actas del Ayuntamiento, conocidos con el nom* bre de Libros de Cabildoy y que comienzan en Marzo de 1 524 (i). I Corren varias copias manuscritas de los mas antiguos. Tengo una del primero, que ocupa 800 páginas en folio, escrita toda de mi mano, cotejada escrupulosamente y adornada con facsímiles de firmas y muestras 82 INTRODUCCIÓN Pero nos faltan los tres años anteriores, que son precisamente los mas interesantes para seguir los pasos de la reedificación. Los da-, tos que ofrecen los que existen son bastante confusos, porque las indicaciones de lugares se refieren á otros tan conocidos entonces como ignorados hoy. Las calles tomaban por lo común el nombre del vecino principal, y al concederse un solar se demarca expre- sando los nombres de los colindantes. Sin embargo, con perseve- rancia y sagacidad, pudiera sacarse mucho partido de esos libros. Para las investigaciones de que estamos hablando, nada seria tan útil como la vista de planos antiguos, pues el mas tosco dibujo da en un momento mayor luz que las descripciones mas prolijas. Desgraciadamente, todos los planos de la ciudad que existen son de fecha comparativamente moderna, y de nada sirven para cono- cer lo que existia á mediados del siglo XVL De ese siglo hay á la verdad algunos; pero son dibujos de puro capricho, y es lo mis- mo que si no los hubiera. Los mas antiguos que menciona el Sr. Orozco (i) son de principios del siglo XVIII, y por lo mismo inútiles para nuestro objeto. El Sr. Alaman emprendió formar uno, comparando «el actual estado y forma de la ciudad con la «que se le dio cuando se reedificó» (2); mas no llegó á concluir su trabajo, y si algo existe de él, como se asegura, yo no he lo- grado tenerle á la vista, aunque lo he procurado. La descripción de nuestro Cervantes ofrece, sin duda, datos pre- ciosos ; pero no es completa ni tan clara, que pueda comprenderse bien sin el auxilio de notas tomadas de otras fuentes. Conforme los interlocutores van hablando de los diversos lugares por donde pasan, he añadido algunas explicaciones relativas á esos mismos lugares. No es mi ánimo completar la descripción de la ciudad, sino facilitar la inteligencia del documento que presento para ayu- dar á formarla. Pero sea porque realmente falten datos, ó porque yo no he sabido aprovechar los conocidos y descubrir otros nue- vos, es lo cierto que la mayor parte de mis notas no sirven más que para presentar dudas, sin llegar á resolverlas. No me culpe, sin embargo, por ello el lector; antes bien agradézcame lo poco que le digo, pues le aseguro que me ha costado mas trabajo que el que parece haber sido necesario para tan pobres anotaciones. Mas lo que deja una verdadera impresión de tristeza, es advertir de letra del original. Por lo cual la prefiero á la impresión que moder- namente se ha hecho en el aBoletin Municipal,» tan fea como descui- dada. En iguales témiinos se ha impreso el segundo libro y se imprime el tercero. La publicación de nuestros monumentos históricos ha cami- nado con desgracia : se ha hecho poco y mal. 1 Memoria para el Plano de la Ciudad de México., pág. 6. 2 Disertaciones, tom. III, pág. XV. AL DIÁLOGO SEGUNDO. 83 que casi todas las que se refieren á edificios que acreditaban la pie- dad de los beneméritos vecinos de la ciudad naciente, terminen con la noticia de su destrucción en nuestros tiempos de ilustración y progreso, sin que me haya sido dable templar esa amargura, re- firiendo la fundación de otros mas útiles y espléndidos. Cuando aun no se conocia el nombre de «Establecimientos de Beneficen- «cia,» de hecho se levantaban y dotaban ricamente á impulsos de la Caridad; hoy, en nombre de no sé qué civilización, se han des- truido muchos, y si se mantienen otros que son indispensables pa- ra la vida de una gran ciudad, es con mil fatigas, y no á costa de las generosas y libres donaciones de las almas buenas, sino á fuerza de impuestos onerosos, que si alivian algunas miserias, llevan en cambio á muchas casas la desolación y la ruina. ^.^^^.^^^^^^^^^^^^^^^ DIÁLOGOS SECUNDUS. CiviTAs Mexicus Interior. ZuAZus, Zamora, incolje: Alfarus, advena. e©i ZUAZUS. )LANE tempus est, Zamora, ut Alfarum nostrum, Ulyssem alterum, quod tam anxie appetit, per Mexicum deducamus, tantas urbis magnltudinem contemplatu- rum. Fiet enim inde, ut dum nos quae fuerint prae- stantiora docemus, audiamus alia, quae aut omnino sint nova, aut si vetera, certiora fiant. Zamora. Prudenter certe, ut soles omnia; neque unquam majori commodo docebimus, quam si alios instruen- do, ipsi reddamur doctiores. Verum, utrum ad id videtur commodius, pedestres an ut equestres ince- damus. ZUAZUS. Id ipsum viderit Alfarus, cujus hoc unum hodie negotium acturi sumus. T^TtiA tT» t^^ «.'bx cx^ cxiA exiji. cTiA tv> cti^ ftiA e^ c^j. cxu. ít» --^^'^--C Ma- rina, y esta en mexicano con los indios de aquella costa, volviendo Ja respuesta por el mismo camino. Pero pronto pudo evitarse tan penoso rodeo, porque D?- Marina aprendió en breve la lengua castellana. Poco después marchó Portocarrero á España, comisio- nado para llevar los presentes al Emperador, y desde entonces quedó D?- Marina con Cortés, sirviéndole de intérprete, y tam- bién de dama, por desgracia. De ella hubo el conquistador un hijo, llamado D. Martin Cortés. Durante toda la guerra, D^ Ma- rina acompañó fielmente á Cortés, con ánimo varonil (i), ha- ciéndole notables servicios, entre ellos el de haberle dado aviso de la conjuración de los cholultecas. Tuvo la fortuna de escapar del estrago de la Noche Triste, lo cual fué no poco satisfactorio para Cortés, Cuando este marchó á la expedición de las Hibue- ras (1524) llevó consigo á D?- Marina, y en un pueblo inmediato á Orizaba la casó con Juan Jaramillo, estando borrachoy agrega el desenfadado Gomara, cosa que Bernal Diaz contradice indirecta- mente. (2) Siguiendo adelante, al pasar por Guazacualco, hizo convocar Cortés á todos los caciques de la comarca, y entre ellos vinieron la madre y hermano de D?- Marina: caso que prueba bien que ella era de aquella comarca, y no de Jalisco. Al punto notaron todos la semejanza de D?- Marina con aquellos caciques: siguióse el reconocimiento, y el consiguiente temor de que ella aprovechase su posición actual para vengar el agravio recibido. Mas no fué así, sino que los tranquilizó, les hizo algunos regalos, y los perdonó, diciéndoles «que Dios le habia hecho mucha mer- «ced en quitarla de adorar ídolos, y ser cristiana, y tener un hijo 1 «Digamos cómo D^ Marina, con ser mujer de la tierra, qué es- ((' fuerzo tan vai-onil tenia, que con oir cada dia que nos habían de matar «y comer nuestras carnes,, y habernos visto cercados en las batallas pa- «sadas, y que ahora todos estábamos heridos y dolientes, jamas vimos «flaqueza en ella, sino muy mayor esfuerzo que de mujer.» Bernal Díaz, cap. 66. 2 Este suceso inspiró á Salazar y Olarte una de sus mas estrambóti- cas frases: «En una aldea poco distante (de Orizaba) celebró matrimo- «nio D* Marina, con el capitán Juan Xaramillo, con consentimiento de « Hernán Cortés, cuya novedad dio á la 9?nir??niracion, lo qite pudo qui- ntarle á la decencia, n Lib. III, cap. 12. — Según Arróniz [Ilisí. de Dri- zaba, pág. 171), ese matrimonio se verificó en el antiguo pueblo de Os- toticpac, que estaba donde hoy el Ingenio. 1 8o NOTAS nde su amo y señor Cortés, y ser casada con un caballero, como era «su marido Juan Jaramillo;)) con cuyo motivo, y no sin funda- mento, recuerda el buen Bernal Diaz la historia de José en Egipto: aunque es fuerza convenir en que hay gran diferencia en la casti- dad de los protagonistas. El historiador Prescott (i) dice que se hizo merced de tierras á D?- Marina en su provincia nativa, donde probablemente pasó el resto de sus dias, y que desde entonces desaparece su nombre de la historia. Lo de las mercedes de tier- ras creo que es cierto, mas no que pasara allá el resto de sus dias, pues en 14 de Marzo de 1528 se hizo merced á ella y á su ma- rido, de un terreno inmediato á Chapultepec. Obtuvo además un solar para huerta en la calzada de S. Cosme, y en 20 de Julio de 1528 se le dio una huerta que habia sido de Moctezuma. Las casas de su habitación estaban en la calle de Medinas, según las investigaciones del Sr. Alaman. (2) Después de 1528 no encuen- tro ya noticias de D?- Marina, y todo induce á creer que terminó su vida en México, rica y estimada, pues su marido era uno de los principales vecinos, y desempeñó diversos cargos de impor- tancia, como los de regidor, procurador y alférez real. Ignoro si D? Marina dejó descendencia legítima: en la Residencia de Cor- tés se hace mención de «una hija de Marina la lengua,» (3) pero sin hablar del padre, tal como si fuera ilegítima. — Muñoz Ca- margo, en su Historia de Tlaxcalay MS., cuenta de una manera embrollada y muy singular la historia de nuestra D?- Marina. Dice, entre otras cosas, que cuando Gerónimo de Aguilar y Gar- 1 Conq. o/ Jllexico, book VII, ch. 3. 2 Disertaciones, tom. II, págs, 293, 294. — Según D. Carlos de Si- güenza y Góngora, se dio á Juan Jaramillo y á su mujer D^ Marina, para su habitación, la mayor parte del sitio que ocupó después el convento de Jesús María, lo cual, dice, le constaba «por escrituras antiguas y otras «memorias.» Paraíso Occidental, lih. I, cap. Ii. — En el art. Alalintzin áel Diccioitario Universal de Historia y de Geografia (Apéndice, tom. II, pág. 777), se dice que obtuvo terrenos en Xilotepec; pero desconfio de las noticias de ese artículo, porque contiene suposiciones aventuradas, y equivocaciones evidentes, como la de llamar á la esposa de Cortés D^ Juana Suarez, confundir los dos hijos de Cortés, el legítimo y el bastardo, porque ambos llevaban el nombre de Martin, &c. En la His- toria de Drizaba (pág, 182), hallo que á Xaramillo «le tocó parte del va- «lle comprendido en las tierras del Sumidero, hacia el N. E. de Orizaba.» El dato está tomado de unas escrituras de tierras del Sr, D. V. Madrazo, donde se lee que «Moyuapan, Sumidero y el molino de la puente que «está cabe el camino que va deste lugar á la Veracruz, perteneció al ca- « pitan Juan de Xaramillo, marido de D?- Marina la lengua. » 3 Tom, I, pág. 123; tom. II, págs, 70, loi. — Las señas que dan los declarantes, y que no son para copiadas, no dejan duda de que se trata de nuestra D^í Marina; y es preciso admitir que esta hubo la hija antes de entrar á poder de los españoles. AL DIÁLOGO SEGUNDO. I 8'I cía del Pilar (sic!) (i) naufragaron en las costas de Yucatán, ya estaba allí D?- Marina, y el cacique la dio por mujer á Aguilar. A la llegada de Cortés, salió á su encuentro Aguilar «con gran ((muchedumbre de canoas,» y con el carácter de embajador del cacique, en cuya ocasión fueron recogidos los esposos en la armada española. También Ixtlilxochitl (2) casó á Aguilar con D?- Ma- rina; pero no entonces, sino ((andando el tiempo.» Inútil es im- pugnar la historia de tal casamiento. Ya el P. Figucroa, colector de los MSS. de Ixtlilxochitl, anotó el pasaje, advirtiendo que ((Aguilar era clérigo subdiácono, y así no casó ni pudo casar con ((Marina.» Todos saben, por otra parte, las duras pruebas á que puso el cacique de Tabasco la virtud de Aguilar, sin lograr ven- cerla. Quédanos por tratar un punto curioso. Están contestes los au- tores en que el nombre de MarÍ7ia fué impuesto á nuestra india en el bautismo (3) ; este fué, pues, el nombre cristiano ; pero in- dudablemente tuvo antes otro gentil: ¿cuál era este? El origen del nombre Malinche, con que fué y es conocida, y que los me- xicanos aplicaron también á Cortés (4), se atribuye á que por ca- recer de la letra r el alfabeto de la lengua mexicana, los indios la sustituyeron con la /, como la mas análoga, y Marina se convir- tió en Malina, á cuyo nombre agregaron la terminación tzin, que denota cariño ó respeto, resultando Malintzin, como quien dice Marinita ó D-? Marina, y corrompido por los españoles, como acostumbraban, vino á quedar en Malinche. (5) Pero otros (6), al parecer mejor fundados, creen que el cambio del nombre siguió camino inverso. En la explicación de la lám. X del Códice Tel- leriano-Remense (7), explicación que remonta á la época del pri- 1 Qué tiene que ver en esto el intérprete é instrumento de las mal- dades de Nuiío de Guzman, y de dónde sacó Muñoz Camargo tal má- quina de disparates, son cosas difíciles de explicar. 2 Ubi supra. 3 ((Que así se llamó después de vuelta cristiana.» Bernal DiAZ, cap. 36. 4 «La causa de haberle puesto aqueste nombre (á. Cortés) es que co- «mo D? Marina nuestra lengua estaba siempre en su compañía por (( esta causa le llamaban á. Cortés el capitán de Marina, y para más breve (de llamaban Malinche; y también se le quedó este nombre á un Juan {(Pérez de Arteaga por causa que siempre andaba con D? Marina y (( con Gerónimo de Aguilar deprendiendo la lengua, y á esta causa le 11a- ((maban Juan Pérez Malinche.» Pernal Díaz, cap. 74. 5 Alaman, Disertaciones, tom. I, pág. 59, nota. — ClAVIGERO, Stor. Ant. del Mcssico, tom. III, pág. 13, nota. 6 El finado Sr. D. José F. Ramírez, en nota manuscrita que me co- municó. 7 Apud KiNGSBOROüGH, tom. V, pág. 150. 1 82 NOTAS mer virey de México, se lee lo que sigue: «En este año sujetaron (dos mexicanos á la provincia Coatlastla (Cuetlaxtla), que está «veinte leguas de Veracruz, dejando sujetos todos los demás pue- (cblos que quedan de allí atrás. Esto fué el año de 8 casas y de «1461, que es esta Guazacualco, que es la provincia donde halla- (cron los españoles á la india Malinale, que constantemente llaman n Marina.)) De aquí podemos inferir que el nombre de Marina se le impuso en el bautismo, tal vez por analogía con el que an- tes llevaba, y de este, y no del nuevo, salió directamente, sin sus- titución de letras, el de Malintzin, con solo poner el reverencial tzin en cambio de la terminación, según lo pide el genio de la lengua. Malinalli es el nombre ó símbolo de uno de los veinte dias del mes mexicano, y se interpreta por «retorcedura,» del verbo malina, «torcer cordel encima del muslo.» (i) Es sabido que los mexicanos daban á los niños el nombre del dia en que na- cían (2), y más adelante les anadian otro, sin quitarles el que ya tenian. (3) En el Gomara de Bustamante leemos que «Marina «ó Malintzin Tenépal, que era su propia alcuña, que después se 11a- «mó Marina, dijo» &c. (4) Vese aquí que el nombre de Marina vino después, esto es, en el bautismo, y que su propia alcurnia, ó sea el nombre gentil, era Malintzin Tenépal. El Malintzin ó Ma- linalli, seria el nombre primitivo, tomado del dia del nacimiento, y el Tenépal (cuya interpretación no alcanzo) el que tomó ó agregó después, según la costumbre general, referida por el P. Mo- tolinia. Nota 38, pág. 113. Por cédula fechada en Barcelona á 6 de Julio de 1529, se hizo merced á Cortés de las casas viejas y nuevas át Moctezuma. Aque- llas formaban, como atrás queda explicado, la manzana limitada por las calles del Empedradillo, Tacuba, S. José el Real, i^ y 2^ de Plateros; y el sitio de las nuevas era el que hoy ocupa el pa- lacio nacional, perteneciéndoles también la plaza del Volador y la manzana de la Universidad y casas contiguas. (5) Primero las 1 Molina, Vocabulario. — Motolinia, J/íz^z/jí:;'//!?, pág. 47, inter- preta «escoba.» 2 MoTOLlNIA, Ilisí. de los Indios, trat. I, cap. 5. 3 El señor de la provincia de Tlachquiauhco, vencido y sacrificado por Moctezuma I, se llamaba Malinal ó Malinalli. TorquemadA, Mon. Ind., lib. II, cap, 69. — Betancurt, Teatro Mexicano, Pte. II. trat. I, cap. 15, n? 106; cap. 19, n? 144. 4 Ubi supra. — Sigüenza y Góngora le da también el nombre de Te- népal. Paraíso Occidental, lib. I, cap. II. 5 Alaman, Disertaciones, tom. II, pág. 203. i AL DIÁLOGO SEGUNDO. 183 audiencias y luego los vireyes, ocuparon las casas viejas, que el rey trató de adquirir, y aun dio alguna cantidad en cuenta de ellas. Pero luego desistió de su proyecto, y resolvió comprar las nuevas, como se verificó, haciéndose la escritura de venta en Madrid á 29 de Enero de 1562, por precio de 34000 castellanos, y sus linde- ros se marcan del modo siguiente: «De la una parte, delante de la puerta principal, la dicha pla- «za; é por la otra parte por el un lado, que es el derecho, la calle «que dicen del arzobispo, é por la otra parte el acequia é agua «que viene por delante de la audiencia de los alcaldes ordinarios «y casas de cabildo é fundición, é pasa adelante por el dicho lado «de las dichas casas; é por el otro lado la calle real que viene del «hospital de las bubas, que á la esquina é remate de la calle están «las casas que solian ser de Domingo Gómez, que agora son de «Juan Guerrero y tienen una torre, y en la misma acera de dicho «Juan Guerrero están las casas arzobispales: de manera que tienen «estas casas de suso nombradas (^esto es, las vendidas,') por linde- «ros la calle en medio, é por las espaldas casas de vecinos parti- «culares, calle en medio, de manera que todo está en cuadra, y el «remate de dicha casa confina, esquina con esquina, con las casas «de Martin de Aranguren, que es lo que está por labrar y edificar nde las dichas casas,)) Los linderos por el frente y los dos costa- dos no ofrecen dificultad; pero no sucede lo mismo con el otro, porque hallándose entonces el hospital de las bubas ó del Amor de Dios en el sitio que hoy ocupa la Academia de Bellas Artes, la calle que viene de allí no puede ser lindero de la espalda de pa- lacio, siendo, como es, perpendicular á ella. Se dice también que «á la esquina é remate de dicha calle w están las casas «que agora «son de Juan Guerrero,» cuyas casas «están en la misma acera «que las casas arzobispales;» señas que convienen á las casas de Juan Guerrero donde se fundó la Universidad, en la esquina del Arzobispado y Seminario, y que primitivamente fueron de Pedro González de Trujillo. Tropiézase, sin embargo, con el incon- veniente de que ya se mencionó ese lindero al lado derecho, con el nombre de «calle del Arzobispo,» y al parecer se trata ahora del lindero por la espalda. Pero bien mirado, ¿es seguro que ese lindero de «la calle real «que viene del hospital de las bubas» sea en la escritura el de la espalda de las casas de que se trata? Leyendo atentamente el texto, notaremos: i9, que después de fijar el lindero hacia el sur en la acequia que corría por allí, prosigue diciendo: i(.é por el otro lado «la calle real que viene del hospital de las bubas:» no dice á las espaldas, y la expresión /'í7r el otro lado parece indicar oposición; 29, que luego recapitula la demarcación, diciendo, que las dichas casas tienen por linderos «la calle en medio,» é inmediatamente 184 NOTAS prosigue V.Í por las espaldas casas de vecinos particulares, calleen «medio.)) Obsérvese que en esta recapitulación junta los tres lin- deros norte, sur y poniente, diciendo solo «la calle en medio,)) y distingue el de la espalda ú oriente expresando ser de casas de ve- cinos particulares, también «calle en medio,)) de manera que todo está «encuadra,)) es decir, aislado. No seria, pues, aventurado, suponer que hay una doble designación del lindero al norte, pri- mero con el nombre de «la calle que dicen del arzobispo)) y luego con el de «la calle real que viene del hospital de las bubas,)) con cuya suposición desaparecerla toda dificultad, y quedarla claro que las casas de Juan Guerrero eran las de la esquina del Arzobispado y Seminario. Se exceptuó expresamente de la venta lo que estaba al otro lado de la acequia, es decir, la plaza del Volador, y el ter- reno de la manzana de la Universidad. El Sr. Alaman (i) publicó la vista del antiguo palacio, que era, según su dibujo, una especie de fortaleza, formada de cuatro gran- des patios rodeados de fábricas, con cinco torres, cuatro en las esquinas y una en el centro. En el entresuelo no habla ventanas, sino aspilleras, y los baluartes de las esquinas tenian troneras para artillería. En este dibujo aparece el palacio con cuatro patios: Cervantes solo habla de tres; probablemente el patio marcado F no existia en tiempo de Cervantes, pues corresponde al ángulo N. E. que estaba por edificar. En todo caso, el primitivo edificio era mucho menor que el actual. El palacio fué reedificado con motivo del incendio de 1692, y desde entonces no ha cesado de sufrir costosas variaciones. Probablemente no existia en tiempo de Cervantes la manzana de casas limitada hoy por las calles de Santa Inés, del hospital del Amor de Dios, Cerrada del Parque de la Moneda, y parte de la del Puente del Correo mayor, cuyo espacio vacío, unido á lo que allí estaba «por labrar y edificar)) de las casas vendidas, formarla una plaza no muy pequeña. Esta suposición se corrobora con lo que dice poco después Cervantes, es á saber, que la calle del Ar- zobispado acababa en plaza. Nota 39, pág. 113. Este dueño era D. Martin Cortés, que andaba efectivamente en España cuando se imprimieron estos DiálogoSy y no regresó sino hasta 1562. Nota 40, pág. 115. Mala debia ser, en verdad, la catedral primitiva, cuando Cer- vantes, propenso siempre á elogiar, la censuraba tan severamente. I Disertaciones, tom. II, pág. 197. AL DIÁLOGO SEGUNDO. %$^ No era más aventajado el juicio que por la misma época formaba de ella el P. Motolinia, como adelante veremos. El Sr. Arzo- bispo Montúfar escribía por su parte al Consejo de Indias en 1570 ó 1 57 1, lo siguiente: « Dicen asimismo importa mucho se entienda «en la obra de esta santa iglesia, por ser esta ciudad cabeza de esta «Nueva España, donde hay muchos y muy suntuosos templos en «pueblos de indios muy pequeños, y ser la iglesia que de presente «tiene muy pequeña, y de muy pobres y viejos edificios, donde «no cabe la gente que á ella concurre las fiestas principales, y «siendo la matriz donde el Virey y Audiencia Real y gente prin- «cipal de esta ciudad concurre casi todas las fiestas y domingos «del año. Y cerca de esto hemos escrito muchas veces á S. M., «refiriendo estas y otras muchas razones, por ser cosa tan nece- «saria é importante.» (1) La investigación del origen de esta antigua catedral, está enla- zada con la de cuál fué la primera iglesia de México; punto muy oscuro, que hasta ahora no se ha resuelto de una manera satisfac- toria. Por primera iglesia no hemos de entender el lugar que al prin- cipio se dispuso para la celebración de los divinos oficios, sino la primera fábrica levantada expresamente para ese objeto. En tal sentido usaremos siempre la palabra iglesia. Por Bernal Diaz (2) sabemos que desde la primera llegada de los españoles á México se comenzó á decir misa en un altar formado con unas mesas que concluido el sacrificio se quitaban, y que después acordaron pedir albañiles á los mayordomos de Moctezuma, para que en el cuartel se hiciera una iglesia. Vino en ello Moctezuma, y en tres dias quedó terminada la iglesia, donde se dijo misa diariamente hasta que se acabó el vino : entonces se redujeron á rezar de rodillas de- lante del altar é imágenes. El cortísimo tiempo que se empleó en hacer lo que Bernal Diaz llama iglesia, manifiesta que la obra se redujo á arreglar uno de los aposentos y construir el altar. Co- mo el edificio en que se alojaron los españoles á su llegada fué el palacio de Axayacatl, situado en la esquina de las calles de Sta. Te- resa y 2?- del Indio Triste, debemos admitir que en aquel lugar se dijo en México la primera misa. Igualmente es de creer que los mexicanos destruirían aquel oratorio, al recobrar la posesión del palacio, después de la salida y derrota de sus molestos huéspedes. Vueltos estos de asiento á la ciudad, después de expugnarla, re- pitieron la instalación de un oratorio, no ya en sus cuarteles, pues 1 Descripción del Arzobispado de México^ MS. — Tal vez esta carta del Sr. Montúfar acabó de determinar la resolución de construir la nueva catedral, comenzada en 1573. 2 Cap. 93. 24 1 86 NOTAS no los tenían determinados, sino en una sala baja de las casas del capitán. Así lo declaran unánimes los testigos de la Residencia (i), y algunos agregan que Cortés hizo desocupar después la sala, para poner en ella las armas, quedando la iglesia debajo de un corre- dor que se aumentó con un cobertizo de paja para que la gente no estuviera al descubierto. Ninguno de estos dos oratorios ó capillas debe contarse por pri- mera iglesia de México: necesitamos, como al principio dijimos, buscar el primer edificio construido expresamente para el culto público. El Sr. Alaman, impugnando la opinión de Torquemada, quien atribuye la prioridad á la iglesia de S. Francisco, se apoya prin- cipalmente en la razón de no ser «de ningún modo probable que «Cortés, que habia hecho establecer una capilla para la celebra- «cion de los divinos oficios en el templo de Huitzilopochtli, antes «de la conquista de la ciudad, dejase á esta por varios años sin «iglesia hasta la venida de los franciscanos,» (2) y asegura que antes de la de estos hubo otras dos: «la parroquia que se formó «en la plaza,» y la iglesia del hospital de Jesús. Desde luego haremos notar que la traslación del cabildo, de Cuyoacan á Mé- xico, se verificó, cuando más temprano, á fines de 1522 ó princi- pios de 1523, y como los frailes franciscanos llegaron en Junio de 1524, no habia estado la ciudad varios años sin iglesia, sino poco mas de uno. Verdad es que aun antes de la traslación habia habido tiempo para hacer la grande obra de las Atarazanas^ y pudo haberle para hacer iglesia; pero sin duda Cortés consideró mas urgente la construcción de una casa fuerte, pues lo primero era mantenerse en una tierra recien conquistada y todavía mal segura. También D. Carlos de Sigüenza y Góngora se empeña en sos- tener (3) que Cortés hizo iglesias en la ciudad de México tan luego como la hubo conquistado; mas no aduce otra prueba de su dicho, que un pasaje del cap. 162 de Bernal Diaz, en que ha- blando este de la venida de Francisco de Garay á México, dice que «yendo (el Garay) una noche de Navidad del año de 1523 «juntamente con Cortés á maitines después de vueltos de la í(. iglesia, almorzaron con mucho regocijo.» Me parece que este pasaje nada prueba al caso: la iglesia en cuestión seríala sala baja de la casa de Cortés. Bernal Díaz no halló otro nombre que darle, y ya vimos que también llama iglesia, á lo que no pudo ser más que un oratorio improvisado en el palacio de Axayacatl. Cuando más 1 Tom. I, págs. 91, 162, 201, 257, 337; tom. II, págs. 38, 117, 134, [58, 197. Véase también MOTOLINIA, Hist. de los Indios, trat. II, cap. I. 2 Disertaciones, tom. II, pág. 90. 3 Piedad Heroica, cap. i, núms. 6, 7. AL DIÁLOGO SEGUNDO. I 87 adelante hubo ya verdadera iglesia, la designa con el nombre de iglesia mayor, (i) Más fuerza hace á primera vista otro pasaje del mismo autor (z)^ donde dice que Cortés estaba siempre entendiendo «en que en la «población de los españoles tuviesen hechas iglesias y hospitales, m Pero reflexionando un poco se advierte que esta noticia se refiere á los tiempos inmediatamente anteriores á la llegada de los fran- ciscanos, y pues entonces estaba Cortés entendiendo en que hu- biera iglesias, es más bien una prueba de que aun no las habia. El cronista Herrera (3), á quien han seguido otros autores, es mas explícito, pues asienta que fué Cortés quien afundó la iglesia «mayor, y puso por basas de las columnas unos ídolos de piedra «que hoy se ven.» Si ^^ox fundar se ha de entender (f poner los «fundamentos,» no negaremos que Cortés echara los cimientos de la catedral antigua y pusiera en ellos los ídolos en cuestión ; pero que tuviera concluida iglesia alguna antes de su salida para la ex- pedición de las Hibueras en Octubre de 1524, es cosa que no puede probarse, porque ni las conjeturas de Alaman, ni las razo- nes de Sigüenza, resisten á la declaración expresa de los testigos de la Residencia: todos están contestes en que Cortés no hizo edi- ficar iglesia en forma; y aun cuando eran enemigos suyos, no es admisible que se atrevieran á mentir descaradamente, tratándose de un hecho tan reciente y público, tanto más cuanto que tenían otros muchos caminos más fáciles para perjudicar al conquistador. Es ademas muy notable el silencio de este, pues en ninguna de sus cartas habla de construcción de iglesia; cosa más importante para realzar sus servicios, que otras de que hace mérito en su corres- pondencia con el Emperador. El fundamento que el señor Alaman tiene para suponer, en tér- minos vagos, la existencia de una parroquia en la plaza, anterior á la catedral vieja (4), se reduce á que «cuando los franciscanos «vinieron habia en esta capital una parroquia de que era cura el «P. Pedro de Villagran, al cual en cabildo de 30 de Mayo de 1525 «se le hizo merced de una suerte de tierra para una huerta, y en «el acta en que se asentó esta concesión se le intitula cura de la aiglesia de esta ciudad, de donde resulta probado que habia igle- «sia parroquial antes de la venida de los franciscanos; que nece- 1 Cap. 185. 2 Cap. 170. 3 Desc7'ipcion, cap. 9; Hist. Gen., Déc. III, lib. 4, cap. 8. 4 Llamóla catedral, porque lo fué después, y para distinguirla de la otra iglesia parroquial que se supone anterior á, ella y á la venida de los franciscanos; pero no habiendo sido erigida en catedral s\no hasta 1530, ya se entiende que de 1525 á 1530, solo fué iglesia 7nayor ó parroquial. l88 NOTAS (c sanamente había en ella depósito (i), y que aquellos religiosos «nunca administraron en esta capital como curas de los españo- «les.» (2) No entraré á averiguar si los franciscanos fueron alguna vez curas de los españoles; pero lo que no alcanzo á comprender es de qué manera una merced hecha en Mayo de 1525 conduzca á probar que habia cura «antes de la venida de los franciscanos,» que llevaban un año de estar en México. Por otra parte, la exis- tencia de un cura no incluye necesariamente la de una iglesia en forma con depósito: podia tener el P. Villagrá ó Villagran el tí- tulo de cura y ejercer las funciones de tal con los españoles, usando, para la administración, de la iglesia provisional de la casa de Cor- tés. Por último, hacia la fecha de la merced hecha al cura, se comenzaba (como luego veremos) la construcción de la iglesia mayor, y no seria difícil que con tal motivo se hubiera dado el nombramiento de cura al P. Villagran. Lo cierto es que en vano se buscaría una mención de iglesia mayor ó parroquia, antes de Mayo de 1525; que en ninguna parte se halla noticia expresa de ella, y que el P. Motolinia, testigo irrecusable, asegura que en el primer año de la llegada de los franciscanos, los indios se juntaban los domingos y fiestas en sus salas antiguas, «porque iglesia aun «no la habia, y los españoles tuvieron también, obra de tres años, «sus misas y sermones en una sala de estas que servían por iglesia, «y ahora es allí en la misma sala, la casa de la moneda; pero no «se enterraba allí casi nadie, sino en S. Francisco el viejo, hasta «que después se comenzaron á edificar iglesias. » (3) El testimo- 1 Como en el Diccionario de la Academia no se encuentra la acep- ción que da á esta palabra el Sr. Alaman, parece oportuno advertir que en México se dice que hay depósito cuando se guarda constantemente en el sagrario de una iglesia el Santísimo Sacramento, á diferencia de otras en que solo se celebra el sacrificio de la Misa, consumiendo el sacerdote la ofrenda que ha consagrado. 2 Disertaciones, tom. II, pág. 133. El Sr. Alaman pudo haber citado un cabildo anterior: el del dia 2 del mismo mes de Mayo, en que ya se habla del cura Villagran. — El Sr. Lorenzana {^Concilios Primero y Se- gundo, pág. 9) afiraia también que habia iglesia antes de la venida de los franciscanos, y que era cura de ella en 1523 el P. Pedro Villagrá. En comprobación de esto último cita los Libros de Cabildo, el Teatro Ecle- siástico de Indias de Gil González Dávila, y la Vida del Sr. Aguiar y Seixas. La primera cita no tiene lugar, porque los Libros de Cabildo comienzan en 1524. La segunda nada prueba, porque González Dávila ( tom. I, pág. 7 ) solo dice, sin señalar fecha, y equivocando el apellido del cura, que « El primer cura de esta nueva Iglesia, que la sirvió seis «años, fué el Br. Pedro de Villagarcia, sacerdote clérigo, de vida ejem- « piar y de cumplida virtud. » La tercera se refiere al Prólogo de la Vida del Apóstol Santiago, por el Lie. D. José de Lezamis, autor muy posterior al suceso, y que no apoya su dicho en ninguna autoridad de peso. 3 Historia de los Indios, trat. II, cap. I. AL DIÁLOGO SEGUNDO. I89 nio no puede ser mas concluyentc. Si contamos desde la conquista esos tres años, durante los cuales no hubo iglesia, venimos á dar á mediados de 1524, que fué cuando debió de comenzar á levan- tarse la de S. Francisco. Desechada la pretensión de esa parroquia de la plaza, que á mi entender nunca existió, pasemos al examen de los derechos que se alegan en favor de la iglesia del hospital de Jesús. Sigüenza, en su obra Piedad Heroica de D. Fernando Cortés^ escrita expresa- mente para dar la historia y descripción de dicho establecimiento, solo pudo probar la mucha antigüedad del hospital : no que se hubiera fundado desde 1524. Esta fecha no tiene otra prueba que el acta del cabildo de 26 de Agosto de dicho año en que se hace mención de un hospital: «Este dia Hernando de Salazar dio una «petición por la cual pidió que le recibiesen por vecino, y le hicie- «sen merced de un solar que es en esta dicha cibdad, detrás de las «casas de Alonso de Grado, que es al presente hospital.)) Tam- poco el Sr. Alaman, con tener á su cargo el establecimiento como apoderado de los descendientes de Cortés, disponer de su archivo, y haber dedicado una buena parte de la Disertación 6?- á esa fun- dación piadosa, pudo presentar documento fehaciente de que da- tara de 1524. Pero dando por hecho que así sea, no hay dato alguno que nos convenza de que hubiera iglesia en él desde su fundación. El acta del cabildo no la menciona, ni tampoco nues- tro Cervantes, aunque se le ofreció ocasión para ello, y lo más que puede deducirse de la relación de Sigüenza es que las cere- monias del culto se celebraban en una sala baja. (:) Todos los datos que hemos examinado concurren á persuadir que cuando llegaron los franciscanos en Junio de 1524 no existia en México edificio alguno construido expresamente para servir de iglesia, y que la primera que hubo fué la de S. Francisco. Así lo afirma Torquemada (2), á quien impugna Alaman (3). Pudo este desechar tal afirmación por ser el cronista bastante posterior al suceso; pero indudablemente habría pesado más en su ánimo, si en su tiempo se hubiera sabido que el pasaje no es de Torque- 1 « En la descripción de México de Francisco de Cervantes Salazar, ya «citada, no se hace expresa mención de que en su tiempo tuviese iglesia «este hospital Pero no obstante, para enterrar los enfennos que allí «muriesen, y para que fácilmente se les administrasen los sacramentos lureo que al fabricarse allá en sus principios este hospital, se le destinó «para iglesia el lugar mas decente y capaz que entonces hubo, y fué d qtie « hoy tiente la que llaman vieja, y son los bajos de la mayor parte de la usala grande de la enfermería que dije arriba, n SiGÜENZA, Piedad He- roica, cap. II, núms. 116 y 117. 2 Lib. XV, cap. 16. 3 Disertaciones, tom. IT, págs. 90, 133. igO NOTAS mada, sino de un cronista anterior. En efecto, es tomado del li- bro III, cap. 1 8 de la Historia Eclesiástica Indiana de Fr. Geró- nimo de Mendieta, que vino á la Nueva España en 1554. Pero esto aun es poco, porque tenemos el testimonio irrefragable de uno de los doce primeros predicadores apostólicos, llegado en 1 5 24 y que escribía hacia 1540. Este testigo contemporáneo es el P. Fr. Toribio de Motolinia, quien, en el tratado II, cap. 9, de su Historia de ios Indios de Nueva España, dice en términos ex- presos: «S. Francisco fué la primera iglesia de toda esta tierra, y «adonde primero se puso el Sacramento.)) Si el Sr. Alaman hu- biera conocido este pasaje, su buena crítica le habría hecho admi- tirle sin discusión. Por más que se alegue (como se acostumbra cuando un texto destruye una opinión preconcebida) la parciali- dad de un religioso en favor de su orden, y su empeño en darle la primacía en todo, es imposible admitir que un escritor afirme una notoria falsedad á la faz de los contemporáneos, aun sin to- mar en cuenta la virtud y gravedad de un varón tan ilustre como el insigne misionero Fr. Toribio de Motolinia (i), cuyo testi- monio es para mí de tal peso, que no vacilaría en adherirme á él, aun cuando no estuviera apoyado por el resultado del examen que hemos hecho de las opiniones contrarías. Es, pues, seguro, á mi entender, que la primera iglesia de Mé- xico fué la de los franciscanos. Mas ¿dónde estuvo situada? Aquí comienzan de nuevo las dificultades. Si los primeros religiosos se establecieron en la plaza ó en la calle de Sta. Teresa la Antigua, es punto dudoso que discutiremos en la nota 51 ; pero es cierto que antes de establecerse en el sitio en que permanecieron hasta su extinción, habían ocupado otro. Para nuestro intento lo que conviene indagar es si en ese lugar primitivo edificaron iglesia. Convento é iglesia son cosas muy distintas, y no hay que consi- derar inseparable su construcción, á semejanza de lo que hizo Si- güenza tratando del hospital é iglesia de Jesús. Por más que he investigado, no encuentro mención alguna específica de la iglesia de S. Francisco el viejo. El cronista Betancurt (2) dice que «el «célebre convento mexicano, dedicado á N. P. S. Francisco, tuvo «su primer sitio en el lugar donde hoy está la iglesia catedral.)) Poco más adelante (n9 34) dice que «luego que los primeros «fundadores llegaron, trataron de hacer iglesia; y con mucha bre- 1 El P. Mendieta, varón no menos respetable, atestigua la veracidad del P. Fr. Toribio de Motolinia, en estos términos : « El cual fué mi guar- «dian, y lo traté y conocí por santo varón, y por /lombre que por ninguna iuosa dijera sino la mera verdad, covio la mis7na razón se lo dice.y> Hist. Ecl. Ind., lib. III, cap. 22. 2 Teatro Mexicano, Pte. IV, trat. 2, cap. 3, n? 2)3' AL DIÁLOGO SEGUNDO. I9I «vedad, por el calor que puso el gobernador Fernando Cortés, se «acabó el año de 25, que fué la primera iglesia de todas las Indias.» Mendieta(cap. i8)dicelomismo, y señala la propia fecha de 1525. Torquemada incorpora en su texto el de Mendieta. Ahora pues: en el cabildo de 2 de Junio de 1525 se hace la primera mención de S. Francisco el tiuevoy y p'or ello se viene en conocimiento de que ya para esa fecha se hablan trasladado los frailes á su nueva habitación, por estar acabada la iglesia construida allí, según consta del testimonio de Mendieta, corroborado por Torquemada y Be- tancurt. ¿Es creíble que hicieran iglesia en el lugar primitivo, para abandonarla á poco tiempo? Si la hubo allí, ¿cómo es que los cronistas no la señalan por primera, puesto que el honor re- dundaba igualmente en favor de su orden? ¿Cómo es que no ha- blan de la construcción de dos iglesias, sino de una sola? Es per- mitido, por lo mismo, conjeturar que llegados los frailes en 1524 se hospedaron por de pronto en cualquiera de los edificios exis- tentes, pues no habían de permanecer al raso mientras se cons- truían otros, y que acomodaron algún aposento para la celebración de los divinos oficios, sin tratar de levantar iglesia tal, sino hasta que eligieron sitio conveniente para la fundación definitiva. Esta suposición es muy natural, y solo por su medio se explica la falta de mención de iglesia en la primitiva habitación, y la fecha de 1525 que los escritores de la orden señalan á la construcción de la primera. Los principios de ella se debieron sin duda á Cortés, pues así consta por testimonio de Fr. Gerónimo de Mendieta. (i) De un gobernador que tan devoto se mostraba de los frailes y tanta honra les hacia, era de esperarse que apenas llegados tratara de edificarles templo en que celebrasen los divinos oficios y administrasen los sacramentos; mas el corto tiempo de cuatro meses que trascurrió I « La primera iglesia que hubo en todas las Indias, de lo que se lla- «ma Nueva España y Pirú, fué la de San Francisco de México, la cual use edificó el año de mil y quinientos y veinte y cinco con mucha breve- «dad, porque el gobernador D. Fernando Cortés puso en la edificación «mucha calor, y por poca que pusiera bastara, según era la multitud de «la gente. Cubrióse el cuerpo de la iglesia de madera, y la capilla mayor «de bóveda, y en ella pusieron las armas de Cortés; no porque él la «oviese edificado á su costa, (que en aquellos tiempos ni muchosaños «después, no se les pagaba á los indios lo que trabajaban en edificio de «iglesias, sino que cada pueblo hacia la suya, y aun á las obras de Mé- « xico otros muchos pueblos ayudaron á los principios sin paga, y cuando «mucho daban de comer en los monesterios á los trabajadores); mas pu- «siéronse en aquella capilla por el mucho favor que daba á los frailes, «no solo en aquella obra, sino en todo lo que se les ofrecía, así de nece- «sidades temporales, como para la conversión y ministerio de los indios.» Historia Eclesiástica Indiana, lib. III, cap. 18. 92 NOTAS entre la llegada de los misioneros y la partida del mismo Cortés á las Hibueras no era bastante para que la fábrica llegara á su tér- mino. Esa circunstancia aprovechó sin duda Antonio Serrano de Cardona para decir, declarando en la Residencia de Cortés (i), que el factor y veedor en el tiempo que gobernaron, «ficieron igle- «sia á S. Francisco.)) Lo que hicieron seria acabar lo comenzado por Cortés, y no pudo ser de otro modo, pues ellos entraron en el gobierno á fines de 15 24 y los frailes ocuparon su nuevo local por Mayo de 1525, tiempo que tampoco bastaba para fabricar la igle- sia por entero. Como esta fué demolida posteriormente, no es fácil señalar el lugar preciso que ocupaba en el extenso terreno que poseyeron los franciscanos. El deseo de aclarar este punto me hizo entrar en una larga y prolija investigación, que fué trabajo perdido, por no haberme conducido á una conclusión enteramente satisfactoria. En la nota 51, donde se discute cuál fué el sitio que primitiva- mente ocuparon los franciscanos, expondré las razones de dudar acerca de la ubicación de la primera iglesia de S. Francisco, pues ahora nos hemos desviado y le atribuye una parte activa, nada hon- rosa por cierto, en las negociaciones entre Cortés y Luis Ponce (i). Tal acusación irritó sobremanera al P. Cruz y Moya (2), y le hizo escribir denuestos contra el pobre Bernal Diaz, á quien trata de rudo hombre, codicioso, ciego, embustero, insipientísimo, &c., y de paso se llevó de encuentro á su editor el P. Fr. Alonso Re- mon, haciéndole cargos por no haber quitado de la obra aquellas cosas «que conocidamente eran imposturas, calumnias y falseda- « des, )) así como añadió otras « según en muchos pasajes lo muestra «la variedad del estilo.)) Medrados estábamos con que los edito- res tuvieran la facultad (que harto mal se arrogan) de descartar á su arbitrio lo que juzgaran falso; y en el presente caso se habría equivocado redondamente el P. Remon, si hubiera obrado con- forme á los deseos del P. Cruz, porque habría quitado lo verda- dero y no lo falso. Intentó el P. Cruz probar la coartada, fundado en que los padres dominicos llegaron á México después de muerto Luis Ponce, y por lo mismo no pudo tener parte el vicario en las pláticas entre el visitador y Cortés. Llevado del celo por la honra de su hábito, no reflexionó el cronista que el vicario pudo venir por la posta con Ponce, dejando atrás los demás frailes; y por des- gracia para el acusado y su defensor, no solo está probada con documento irrefragable la venida del P. Ortiz en compañía de Ponce, sino todo cuanto dice de él Bernal Diaz, y aun más. Véase la carta que el mismo Hernán Cortés dirigió al obispo de Osma desde Cuernavaca, con fecha 12 de Enero de 1527 (3), y allí se encontrarán cosas que no quiero repetir aquí. Perdóneseme esta digresión en defensa de la veracidad de nuestro inestimable cronista Bernal Diaz. Viéndose casi solo en México el buen Fr. Domingo de Betan- zos, llegó á temer que por su muerte acabase la fundación, y aun convino con Fr. Martin de Valencia, superior de los franciscanos, que en tal evento este recogería los frailes que quedaban desampa- 1 Cap. 191. — El sacudido Gomara no se detiene en decir que para « religioso eva escandaloso, «y añade: «Quería el íVaile con esto (sus in- « trigas entre Cortés y Ponce) ganar con el uno gracias, y con el otro «blancas.» CVí?«íV y solo nos falta saber si «salia á la casa del contador,)) lo cual se prueba con el cabildo de 28 de Noviembre de 1525, donde se ve que el contador tenia so- lar «en la esquina donde estaba la plaza, frontero de las casas del (f señor gobernador.)) De lo expuesto me parece resultar fundamento bastante para creer que la merced hecha á Alonso de Ávila del pedazo de solar entre su casa y el convento de S. Francisco, más bien debe refe- rirse al convento nuevo que al viejo, con lo cual pierde su fuerza la primera razón del Sr. Alaman. La identidad que se establece entre las casas del conquistador Alonso de Ávila y las derribadas á consecuencia de la «Conjura- ación del Marques del Valle)) no está bien comprobada. Los Avilas ajusticiados el 3 de Agosto de 1566, no eran hijos de aquel conquistador, sino sobrinos, hijos de su hermano Gil González (i). A este, en cabildo de 22 de Febrero de 1527, se dio un solar «que pidió por su petición, el cual es en esta cibdad, linderos con «solar é casas de Alonso de Ávila, su hermano, que es en la ter- «cia parte donde estaba el Uchilobos.)) El Sr. Alaman declara no saber «qué origen tiene esa repartición del templo en tres par- «tes que parece indicada con esta expresión.)) (2) Eso no obs- tante, afirma que el solar de Gil González de Benavides estaba en la I?- calle del Reloj, porque las casas de Alonso de Ávila, «queda 1 Orozco y Berra, Conjuración del Marques del Valle, pág. -¡t, de los Documentos. 2 Alaman, Disert., tom. II, pág. 247. — A mi entender esto no quiere decir que el Uchilobos estuviera dividido en tres partes; sino que des- pués de destruido, quedó el terreno dividido de esa manera, y se quiso precisar más la ubicación del solar, expresando en qué parte quedaba: pero no sabemos cuál era lo que llamaban tercia. AL DIALOGO SEGUNDO. 221 (i demostrado en la séptima disertación que eran las dos primeras «de la !?• calle del Reloj, dando vuelta á la de Sta. Teresa «y por esta seguia la casa del contador Albornoz.» Como el tem- plo de Huitzilopochtli abrazaba una grande extensión de terreno, es aventurado asegurar que esa tercia parte (denominación cuyo origen se confiesa ignorar) venia á corresponder á las calles i?- del Reloj y de vSta. Teresa. La opinión de que las casas de Alonso de Ávila estaban en la esquina de esas calles, solo descansa, que yo sepa, en la aseveración del P. Pichardo, quien dice constar así por los títulos de Jas dichas casas que paraban en el archivo de Sta. Isabel. Como no he visto esos títulos, no puedo juzgar de su valor en el presente caso. El solar que dejaron las casas, después de derribadas se dio á la Universidad; pero ni en la cédula de concesión, ni-en las diligencias practicadas para ejecutarla, se ha- bla palabra de la ubicación de él. Asegura el Sr. Alaman que la Universidad le vendió á censo enfitéutico al convento de Sta. Isa- bel : lo que yo encuentro es que en 1645 le tenia á censo D?- Ana Carrillo por ciento setenta y dos pesos anuales, (i) Mas demos por cierto que las casas de Alonso de Ávila eran las que se dicen: ¿-es del todo seguro que después de los treinta y nueve años corridos desde 1527, data de la merced hecha á Gil González, hasta 1566 en que fueron ajusticiados sus hijos, ocu- paba todavía el uno la primitiva casa de su padre, y el otro la del tio? ¿Es seguro que la casa que Alonso el conquistador tenia en 1525 junto á S. Francisco fuera la misma que habitaba su sobrino en I 566 ? i Es seguro ademas que el S. Francisco de que se habla en aquella merced fuera el viejo y no el nuevo? Me parece que nadie se atreverá á contestar afirmativamente á tales preguntas, y que los argumentos sacados de la situación de las casas de Alonso de Ávila, no son bastantes para probar que S. Francisco el viejo estuvo en la calle de Sta. Teresa. De mayor peso son los títulos de la casa que el convento de S. Gerónimo tenia en la calle de Montealegre, y por los cuales constaba (según el P. Pichardo) que las casas que seguían á las de Ávila en la calle de Sta. Teresa eran de un Albornoz, pues no cabe duda de que el contador poseyó alguna vez el sitio de S. Fran- cisco el viejo, según el cabildo de 31 de Enero de 1529. Pero de estos títulos digo lo mismo que de los otros: no los he visto, y no puedo examinar los datos que presten. No siendo Bernardino de Albornoz hijo sino sobrino del contador, hay menos razón para afirmar que precisamente habia de ser dueño de un terreno que fué de su tio. Tampoco se nos da la fecha en que Je poseía. ¿No Véase arriba, pág. 12, nota 2. 222 NOTAS pudo el sobrino, que era persona principal, y casado con sobrina de un conquistador tan distinguido como Bernardino Vázquez de Tapia, á quien este dotó, tener casa por si? Es cierto que tam- bién el tio Albornoz dotó al sobrino (i) y en este dote pudo en- trar la casa en cuestión. No niego, pues :, solo expreso los funda- mentos de dudar, porque á pesar del respeto que por su carácter y literatura me merece el P. Pichardo, no dejaré de notar que escribía con alguna ligereza, y que en el punto mismo que se dis- cute no habia fijado su juicio. En la nota 34 al Primer Libro de Cabildo (2) habia dicho esto: «S. Francisco el nuevo, esto es, «el que se hizo donde ahora existe S. Francisco. El viejo es lia- amado en otra parte el que estuvo en la p laxa. Vinieron los frai- «les, según Torquemada, en Junio de 1524, y en Mayo de 1525 «ya los hubo en su convento nuevo; luego vivieron once meses en (da plaza y mientras que hicieron su convento, y el de la plaza «fué casa ó convento interino.» Pues si los frailes vivieron en la plaza once meses, que fueron los trascurridos entre su llegada y su traslación al convento nuevo ¿-cuándo estuvieron en la calle de Santa Teresa? Sin embargo, en la nota 113 asegura que el con- vento estuvo en esa calle «y no en la plaza', luego es falso que el «sitio en que está ahora la catedral se vendió por el síndico, co- «mo dice Torquemada. Más: en todos los solares de plaza no «hay la mas leve mención del monasterio de S. Francisco.» Hasta aquí el P. Pichardo, y no hallo cómo concordar sus dos opiniones. La del Sr. D. José F. Ramírez seria de gran peso en nuestro caso, si la tuviéramos expresada con claridad. En sus Notas á Prescott (3) dice, refiriéndose á lo asentado por el Sr. Alaman: «He examinado sus pruebas, y me parecen concluyentes é irre- 1 Interrogatorio de D. Antonio de Mendoza, preg. 244. 2 Estas notas, impresas últimamente con el Libro, no son todas del P. Pichardo, sino que están mezcladas, sin distinción alguna, con otras del Lie. Bustamante y del Lie. D. Ignacio López Rayón, oficial mayor que fué del Archivo General. Estoy seguro de ello, porque vi en poder del Sr, D. J. M. Andrade un extracto MS. del Libro con las notas ori- ginales del P. Pichardo, quien firmó y rubricó la 154. Son de Busta- mante las siguientes: la 35 desde las palabras «En esta casa» hasta el fin: las 69, 95, 106, 142, 146, y la 84 desde el principio hasta «Tepeaca.» De Rayón hay la 55 desde «memorable» hasta el fin: las 73, 82, 89, 91, 96, 98, 104, 107, 108, 114 (desde el principio hasta «Ponce de León»), 118 (solo las palabras «enfrente del Portal de Mercaderes y la Diputa- «cion»), 125, 126, 130, 131, 133, 135 (las palabras «este licenciado fué «apoderado de Cortés en la residencia que se le tomó, y según parece» ), 138, 145, 147, 151, 159, i66yi67. Lo mas singular es que hay una mia, que no adivino cómo pasó de mi copia manuscrita al impreso: (la 155, desde «No lo creo» hasta el fin.) Todo corre ahora anónimo. 3 Tom. II, pág. 104 del Apéndice. AL DIALOGO SEGUNDO. 22$ «cusables;» pero añade en seguida: «mas no juzgo incompatible «este hecho con el aseverado por el P. Torquemada.w No ex- presa el Sr. Ramirez en qué razones fundaba ese juicio. ¿"Creeria, como yo, que el texto de Torquemada no prueba que los fran- ciscanos tuvieran convento en la plaza, sino únicamente que ha- bian pensado edificarle alli? No lo sé; pero de los datos que en seguida presenta, sin sacar de ellos consecuencia alguna, se deduce que admitia la existencia del convento de la plaza. Siendo así no se comprende cómo calificaba de «concluyentes é irrecusables» las pruebas del Sr. Alaman. Veamos los datos del Sr. Ramirez. En el acta del cabildo de 9 de Abril de 1529 se dice lo si- guiente : « Los dichos señores dijeron, que mandaban é mandaron «que se pregone públicamente que todas las personas que tienen «derecho ó título á los solares que están en la plaza é sitio donde ií solía estar el rnonesterio de S. Francisco, que para el cabildo que «se hará el viernes los traigan é muestren &c. » «A esto podría «contestarse (habla el Sr. Ramirez), que siendo sinónimos en el «lenguaje antiguo sitio y plaza, y muy común en aquel tiempo la «sinonimia, seria dudoso, cuando menos, que por la segunda se «hubiera querido designar la plaza de la ciudad,)) Para destruir esa interpretación, aduce el mismo autor el acta de 10 de Mayo siguiente, en que se dice: «Los dichos señores, á pedimento del «Sr. Lie. Diego Delgadillo, le hicieron merced de un solar, que Vi es en los solares donde so lia estar el rnonesterio de S. Francisco, «que es junto é linde del solar de Juan Pelaez de Berrio, hermano «de dicho licenciado, é la calle real por delante, é le mandaron «dar título en forma: é la dicha calle es la que va hacia la casa de « García Olguín. » «Siguiendo estas indicaciones (prosigue el Sr. Ramirez) para «fijar el asiento de S. Francisco tenemos, como punto de partida, «el solar del oidor Delgadillo; como rumbo de dirección la calle «real que corria por su frente, y como punto de término la casa de «García Olguin, que quedaba en la misma línea. Ahora bien: «por las actas de los dias 8 de Marzo y 3 de Abril de 1527, y « i9 de Enero de 1528 consta que la casa de Olguin estaba cerca a del monasterio de Sto. Domingo: luego la del Lie. Delgadillo y «solares de S. Francisco estaban en el punto opuesto de la misma «línea ó calle, y este no podía ser otro, según las tradiciones, sino «el de la plaza. Así lo confirma el acta de 22 de Febrero de 1527, «donde se encuentra una merced hecha á Pedro de Meneses de «un solar en los que se añadieron en la traza hacia el monesterio i< que se hace de Sto. Domingo, el cual es el quinto solar contando «desde la esquina de la calle que va de S. Francisco al Tatilulco, «en la calle que va desde allí á Sto. Domingo, en la misma acera ((del dicho monesterio.)) «Esta misma redacción, sin otras difcren- 224 NOTAS «cías que las de sustituir cabe por háciay y sexto por quinto, se usó «en la merced de Bernardino de Santa Clara, que sigue á continua- «cion, añadiéndose que su solar lindaba con el de Meneses. De «esta conformidad de contexto y de sus términos, deduzco la con- «ñrmacion relativa al punto de la ubicación, que me parece muy ((claramente denotado por las preposiciones de y desde que deno- ((tan simultáneamente un punto de partida y una línea de direc- ((cion, que solo pueden adaptarse al terreno de la plaza, y no al ((antiguo ni al nuevo asiento de S. Francisco.)) Las citas del Sr. Ramírez demandan alguna rectificación. La del acta del cabildo de 8 de Marzo de 1527 está equivocada: es la del 11: en esta consta efectivamente que se dio á Pedro del Castillo un solar ((cerca del monesterio de Sto. Domingo (( linderos de la una parte solar de García Olguin, é de la otra parte ((solar que se dio á Alonso de Peñaranda.» En la de 3 de Abril del mismo año no se dice que el solar de García Olguin estuviera cerca de Sto. Domingo, sino que se dio á Alonso Lúeas un solar ((linderos de García Olguin, é las calles reales por delante é al (dado : » luego quedaba en esquina. En el cabildo de i9 de Enero de 1528 no hay nada relativo al asunto, y ni aun se nombra á Ol- guin. El último dato que presenta el Sr. Ramírez, tomado del cabildo de 22 de Febrero de 1 5 27, y que parece decidir su opinión, no tiene importancia alguna: los solares dados á Meneses y á Santa Clara estaban en la calle de S. Lorenzo, acera que ve al sur, como lo dice el P. Pichardo. El S. Francisco de que se habla es el nuevo, y la calle qae va de allí el Tatilulco, es la de Sta. Isabel con las siguientes, rumbo al norte, hasta la esquina de la Concepción, donde se da vuelta para ir á Sto. Domingo. Hay otra mención del solar del Lie. Delgadillo. En cabildo de 12 de Julio de 1529 se dio á Andrés de Barrios un solar en los solares que solía tener S. Francisco el viejo, lindero del Líe. Delgadillo y de Diego de Soria. Si pudiéramos averiguar á punto fijo dónde estaba la casa de García Olguin, algo habríamos avanzado; pero no lo he conse- guido. Hemos visto que en 3 de Abril de 1527 se dio á Alonso Lúeas un solar, en esquina, contiguo al de Olguin ; y al año justo, en 4 de Abril de 1528, se concedieron al Sr. Garcés, obispo de Tlaxcala, dos solares ((junto al monesterio de Sto. Domingo, que ((era el uno de Alonso Lúeas.)) Sí este no tenia varios solares en diversas partes de la ciudad, como sucedía con otros vecinos, el de Olguin, contiguo al mercedado en 1527, estaba en la manzana misma de Sto. Domingo. Porque los del Sr. obispo de Tlaxcala, según dice el P. Cruz y Moya (i), (c corren desde el noviciado I Cap. 16. Ai- DIALOGO SEGUNDO. 225 «hasta la esquina frontera á la Inquisición, y de esta iiasta el «puente que llaman de Sto. Domingo,» es decir, que quedaban en la calle de los Sepulcros (ó 3^^) de Sto. Domingo, y en ella la casa de Olguin. La calle real que iba hacia esta casa y pasaba de- lante del solar del oidor Delgadillo, ó sea del antiguo S. Francisco, tiene que ser la del Empedradillo y siguientes hacia el norte, y S. Francisco quedaba en la plaza, frontero á las casas del Mar- ques; pero entonces ¿á qué marcar la ubicación del solar con la designación de un punto tan lejano como la casa de Olguin, te- niendo á mano otra señal tan notable, como la de estar enfrente de las casas del Marques? Por otra parte, desde el 8 de Febrero se habían repartido los solares que quedaban enfrente de esas casas: dos años después, 9 de Abril de 1529, el ayuntamiento exigia la presentación de los títulos de los solares « donde solia estar S. Fran- cisco el viejo,)) y un mes después daba uno de ellos al oidor Del- gadillo. Componga estos datos quien pueda, y solo añadiré que en los libros de Actas he hallado otras dos menciones de S. Fran- cisco el viejo. La una es del 16 de Marzo de 1527, en cuyo dia se hizo merced á Antonio de Villagomez «de un solar que dijo le ({fué dado por el Sr. Gobernador, el cual es en el sitio de S. Fran- (( cisco el viejo, linderos de una parte solar de Alvaro Maldonado, é « de la otra parte solar de Francisco Maldonado. )) La otra mención es la del solar, que estaba también allí, y que renunció el oidor Matienzo, del cual se habló ya en la nota de la pág, 216. (i) El lector dirá, y con justicia, que he gastado mucho papel para embrollar más la cuestión, dejándola al fin indecisa. No es culpa mia no haber alcanzado á resolverla. He querido, á lo menos, presentar reunidos los datos que conozco, para que no siga cor- riendo como averiguado lo que no lo está, y también para faci- litar el trabajo al que emprenda de nuevo una investigación tan interesante como es la de saber en qué punto de esta capital co- menzó á brillar para los indígenas la luz de la verdadera fe. Aquí doy fin á la primera parte de esta larga nota, y entro en la segunda que tiene por objeto determinar la situación de la pri- mera iglesia de S. Francisco el nuevo, que á mi juicio fué también la primera de México, según expuse en la nota 40. Debemos distinguir en S. Francisco tres iglesias: la primitiva. I Para salvar las dificultades que presenta esta investigación y con- tentar á todos, han apelado algunos al arbitrio de suponer que hubo dos conventos de S. Francisco, antes del último: pero esto no disipa las con- tradicciones, ni se aviene con los datos conocidos. Relación descriptiva de la Fioidacion de las Iglesias y Conventos de México, pág. 65, nota. — Ramírez Aparicio, Los Conventos suprimidos en México, pág. 197. — V. también Diccionario Universal, tom. V, pág. 6S0. 29 220 NOTAS que fué demolida pronto, pues el P. Mendieta habla de ella como de cosa pasada; la que la sustituyó, y la que aun existe, hecha en el siglo pasado. Betancurt, cronista de la orden, y que tuvo á su disposición los archivos de ella, confiesa ignorar dónde estuvo la primera. «El sitio donde se hizo esta primera iglesia con las ar- omas del Marques, no se ha podido averiguar cuál sea : unos pien- ((san que fué la iglesia vieja de la catedral, por estar en la forma «que se dice de oriente á poniente, como acostumbran á fabricar «los religiosos; pero según más ligitimo discurso, seria el sitio «donde está hoy la capilla de S. José de Españoles, porque estaba «junta y contigua con el convento primero, que fué la enfermería «vieja, que llamaban, donde habia un claustro pequeño con celdas «y pila, que todos conocimos.» (i) Si Betancurt, con las ventajas que derivaba de su profesión en la orden y su carácter de cronista de ella, no acertaba en 1690 á fijar el sitio de la primera iglesia, presunción seria atreverme á de- cidir magistralmente la duda, cerca de dos siglos después, y sin los documentos que él pudo tener á la vista. Añadiré solamente algunas observaciones. La capilla de S. José de Españoles á que se refiere, y que no conviene equivocar con la famosa parroquia de S. José de los Na- turales, edificada por Fr. Pedro de Gante, ocupaba el lugar de la que después se llamó de El señor de Burgos (2) en la calle de S. Juan de Letran: hoy se han fabricado allí casas particulares, y no quedan ni vestigios de la capilla. Si esta fué la primera iglesia, no llenaba la condición común de las iglesias franciscanas, que es la de estar situadas de oriente á poniente, pues quedaba de norte á sur. Esta condición parecía tan necesaria, que, según dice Be- tancurt, la razón en que algunos se fundaban para opinar que la catedral antigua había sido de los franciscanos, era que corría de oriente á poniente. El P. Mendieta (3) nos suministra un dato importante, di- ciendo que el P. Gante «hizo edificar la suntuosa y solemne capi- «11a de S. José, á las espaldas de la humilde y pequeña iglesia de «S. Francisco.» Si, pues, supiéramos á punto fijo donde estuvo esa capilla, sabríamos también hacia donde quedaban las espaldas de la primera iglesia, pero es cosa singular que siendo aquella tan fa- mosa, estemos todavía averiguando su ubicación. El Sr. Couto (4) asienta que estaba «á la banda de oriente del atrio actual, hacíala «parte que ocupa ahora la capilla de Servitas, » y cita en apoyo 1 Teatro, Pte. IV, trat. 2, cap. 3, n? 37. 2 Carrillo y Pérez, México Católico, MS., lib. III, cap. i, ^ 8. 3 Historia Eclesiástica Indiana, lib. V, pte. i*, cap. 18. 4 Diálogo sobre la Iíisto7'ia de la Pintura en México, pág. 17. AL DIALOGO SEGUNDO. 227 de ello á Betancurt, Teatro Mexicano^ Pte. IV, trat. 2, cap. 3, n9 6^. Del pasaje citado no se deduce en verdad tal ubicación; pero por otros datos, creo fundado el sentir del Sr. Couto. Ocurramos de nuevo al P. Mendieta. En el lib. IV, cap. 20, de su Historia Eclesiástica Indiana, nos ha dejado de esa capilla las noticias siguientes: «El convento de S. Francisco de México «tiene edificada en las espaldas de la iglesia, á la parte del norte, «una solemne capilla dedicada á la vocación del glorioso S. José.... «Es la capilla de siete naves, y conforme á ellas tiene siete alta- «res, todos al oriente, el mayor, á do suben por escalera, en medio, «y tres á cada lado.» Betancurt nos completa esta descripción: «Hizo (el P. Gante) de muchas naves, á modo de pórtico sin «puertas, una iglesia, para que aunque fuese el concurso grande, «pudieran desde lejos gozar con la vista el sacrificio. Tenia en su «primera fundación muchas naves, porque era la gente mucha: «con el tiempo se redujo á cinco naves y se le echaron cua- «tro puertas grandes.» (i) I En la ciudad de México, renovada variíis veces, no queda ya mo- numento que nos dé idea de las construcciones del siglo XVI ; pero en otras partes se encuentran todavía. En Cholula, por ejemplo, existe y he visto la que llaman Capilla real, y es exactamente igual, en forma y si- tuación á la de S. José de Naturales, de México. Está en el fondo del inmenso atrio de la iglesia de S. Francisco, y en la misma situación res- pecto á ella, que la capilla de los Servitas respecto á la iglesia principal de México. Tiene por el frente siete naves, y nueve por el costado, for- mando como un bosque de columnas, detestablemente embadurnadas, lo mismo que todo el interior del edificio. Por el lado que da al atrio se conoce perfectamente que estaban abiertos los arcos, siendo los muros que hoy los cierran, una añadidura posterior, que amenaza ruina. Aun se ven los altares en el frente opuesto, alguno de ellos muy notable, y el mayor con su gradería, como en S. José. Busqué alguna fecha que ates- tiguara la antigüedad de la fábrica y no la hallé; pero todo ello, atrio é iglesias, aparece representado, tal como hoy existe, en el plano que acom- paña á la descripción de Cholula hecha en 1581 por su corregidor Ga- briel de Rojas, que se halla original en mi colección de MSS. Acabada de hacer la bóveda de esa capilla, vino al suelo, según consta de la des- cripción del corregidor, de la cual (por ser desconocida) me perdonará el lector que copie el siguiente párrafo: «36. Hay en esta ciudad un monesterio de la orden del señor sant «Francisco muy sumptuoso y bien alzado, assi la iglesia del como la casa «y claustros de los religiosos. Tienen un hernioso retablo principal (sin «cuatro colaterales buenos) que costó mas de diez mil pesos. Residen «ordinariamente en él veinte religiosos, porque hay estudio de gramática, «Aquí administran los sacramentos á los indios y españoles, porque no «hay otra perroquia ni iglesia en esta ciudad. Este monesterio se fundó «luego que se descubrió esta tierra, y porque el gran concurso de los na- «turales no cabia en esta iglesia, hicieron junto á ella, dentro de su mes- «mo circuito, una capilla grande casi en cuadra, con dos torres á los la- « dos, fundada sobre muchos arcos, y estando ya acabada de bóveda, para 228 NOTAS De esta descripción se deduce claramente: i9 que el atrio ó patio de S. Francisco quedaba dela?ite de la capilla, pues así era necesario para que la gente reunida en él viera los oficios divinos: 29 que estando los altares al oriente y á este viento quedaba la ca- pilla, respecto al atrio ; circunstancias que concurren puntualmente en el lugar ocupado después por la capilla de los Servitas (i), y se confirman con la descripción de nuestro Cervantes, pues en- trados los interlocutores en el atrio vieron desde allí la capilla abierta, tal como la pinta Betancurt. El rumbo que señala el P. Mendieta, diciendo que la capilla estaba á las espaldas de la iglesia , al ñor te ^ no debe tomarse al pié de la letra, pues seria necesario suponer que la iglesia tenia la puerta al sur, cosa inadmisible, porque entonces resultaba la es- palda á la calle principal que tomó el nombre del convento; pero consúltese cualquier plano antiguo de la ciudad, (el de García Conde, por ejemplo), y se verá, que estando la iglesia primera en el mismo lugar en que estuvo la última, y la capilla de S. José en los Servitas, esta resulta á la espalda de la iglesia, al nordeste; aproximación que me parece bastante satisfactoria. De todo deduzco, que la primera iglesia de los franciscanos y primera de México estuvo (tal vez con corta diferencia) en el mismo lugar que ocupa la que hoy existe desmantelada. Aquella habia desaparecido antes de terminar el siglo XVI, como se com- prende por los términos en que habla de ella Mendieta: la se- gunda, techada de artesón y plomo, está descrita en el Teatro Mexicano de Betancurt (2): por haberse hundido el terreno, hubo que fabricar la tercera, que se dedicó el 8 de Diciembre de 1716. (3) El convento de S. Francisco fué desapareciendo poco á poco. «celebrar una fiesta solene en ella le quitaron las cimbrias de los arcos «y bóvedas, y aquella noche, después de celebrada la fiesta, como la obra «estaba tierna, dio en el suelo toda la bóveda, sin quedar mas que las «paredes, que fué milagro que Dios obró en que cayese de noche, que á «ser el dia antes hiciera estrago notable, por haber Días de cuatro mil ^^personas dentro. Estas ruinas se han quedado así, porque como los in- udios van en diminución, no la tornan á reedificar. Esta fábrica era la «mas sumptuosa que en estas partes entre los naturales se habia edifi- (( cado. )) Ignoro cuándo y por quién se reedificó en la misma forma. 1 Esta capilla, dedicada en 12 y 13 de Noviembre de 1791, era de tres naves, con techos de viguería sostenidos por columnas, y se subia á ella por una escalinata bastante amplia y elevada. Fué derribada en 1861 para abrir la calle de Gante. Una parte del terreno que ocupaba queda en esta calle: la otra, donde estaba el altar mayor, en las casas que for- man la acera al poniente de la misma. 2 Pte. IV, trat. 2, cap. 3, n? 34. 3 Orozco, Memoria para el Plano de la Ciudad de México, pág. ro2. AL DIALOGO SEGUNDO. 229 En Setiembre de 1856 se prolongó al través de una parte de el la calle cerrada llamada callejón de Dolores o de las Diligencias, hasta salir á la calle de S. Juan de Letran: la nueva se llamó de la Independencia, y con su apertura quedó el convento dividido en dos partes. Desde entonces fué extinguida la comunidad, y restablecida después (Febrero de 1857), fueron de nuevo exclaus- trados definitivamente los religiosos á fines de 1860. En Abril de 1 86 1 fué desmantelada la iglesia, derribándose otra parte del convento y la capilla de Servitas, para abrir de norte á sur la nueva calle de Gante; poco después se comenzaron á fabricar casas par- ticulares en el terreno ocupado por las capillas del atrio, de las que solo queda la de Aranzazu, al norte, convertida en taller de cobrería. La hermosa iglesia mayor permanece todavía en pié, aunque destrozada: sirvió algún tiempo de caballeriza, y en parte de ella (capilla de Balvanera) está hoy un templo protéstame: allí donde enseñaron y predicaron un Gante, un Motolinia y un Sa- hagun ! Nota 52, pág. 131. Encontramos la historia de esta célebre cruz enTorquemada. (i) ((Estaba en el patio de este convento.... una cruz, más alta que <(la más alta torre de la ciudad, y se divisaba antes de entrar en .(ella, por todos los caminos y alrededores, y era grande alivio ((para los caminantes verla tan alta y levantada: la cual se hizo de ((un muy alto y crecido ciprés que se habia criado en el bosque «de Chapultepec y luego que entraron los religiosos y tuvieron (.(.casa^ cortaron el dicho ciprés, y levantáronlo en cruz en medio ((del atrio.)) Los que conozcan los sabinos de Chapultepec, no tendrán á exageración lo que dice Torquemada del tamaño de la cruz. Era natural que habiendo levantacdo los franciscanos tantas cruces, quisieran tener en su convento principal la más procer y singular de todas. Refiere en seguida que cuando se trató de levantarla, el diablo lo estorbaba, y concluye diciendo: ((Derribáronla, después de he- ((cha la iglesia nueva, porque decían los maestros que declinaba (( sobre ella, y llevaban por reliquia sus astillas.)) Nota S3^ P%- 131- Es decir, ((será el mismo que el de las que vimos en Sto. Do- mingo. )) I Monarq. Ind.^ lib. IIT, cap. 26. 230 Nota 54, pág. 133. Columnas disminuidas son aquellas que van en diminución de abajo arriba, como el tronco de un árbol, (i) El P. Márquez (2) las llama columnas cónicas. El ser hechas de madera las mencio- nadas en el texto, y la expresión se fastigiantesy me hace creer que se trata de esa clase de columnas. Ya se entiende que la ca- pilla á que pertenecian era la de S. José de los Naturales. Nota c^c^, pág. 133. Fr. Francisco de Bustamante era natural de Toledo, y recibió el hábito en la provincia de Castilla. Vino á la Nueva España en 1542: fué dos veces Comisario General de Indias, en 1547 y 1 56 1, y dos veces provincial de la provincia del Sto. Evangelio de México, en 1555 y 1560. En principios de 1562 volvió á España, y falleció en Madrid el i9 de Noviembre del mismo año. (3) «Era buen poeta latino» dice el P. Mendieta, «y exce- « lente y acepto predicador.» Nota c^G, pág. 133. Este colegio « dedicado á uno y otro San Juan, » es decir, el Bau- tista y el Evangelista, llevaba, desde 1567, por lo menos, el nombre de «S". Juan de Letran con que fué conocido hasta su des- trucción: así consta de un libro de acuerdos de la audiencia, que está en el Archivo General. Tal vez la circunstancia de estarde- dicada también á ambos santos la célebre basílica de S. Juan de Letran en Roma, hizo que el nombre pasara al colegio. El primer origen del establecimiento consta en el siguiente acuerdo que está en el segundo Libro de Cabildo : En este dia (12 «de Julio de 1529) los dichos señores á pedimento é suplicación «del guardián é convento del monesterio de señor San Francisco «de esta cibdad, le hicieron merced de un sitio que está cerca de «la dicha casa de señor S. Francisco, de la otra parte del agua, «donde se solia hacer un tianguis, para en que estén é residan é «sean curados los mochachos naturales de esta tierra que están en «el dicho monesterio é vinieren á él para ser dotrinados y enseña- «dos en las cosas de nuestra santa fe católica, en el cual dicho 1 Bails, Dice, de ATijuitcctura. — Cortina, Dice, Manual de Voces técnicas de Bellas Artes. 2 Apnntatnientos &c., MS. 3 Mendieta, Hist. Ecles, Ind. lib. IV q?^. 42; lib. V, pie. ^^ cap. 52.— Betancurt, Menologio. I AL DIALOGO SEGUNDO. 23 1 «sitio puedan hacer alguna casa donde estén c sean recibidos los «dichos mochachos enfermos, la cual ellos tienen comenzada á «hacer; é dieron licencia para que se pueda hacer é acabar la di- «cha casa de enfermería que está comenzada: é mandaron dar al ((dicho monesterio título de ello en forma.» Como corría una ace- quia por la calle de S. Juan de Letran, el sitio para el colegio que- daba en efecto de la otra parte del agua, respecto á S. Francisco. Apenas llegados á México los franciscanos, trataron de enseñar la doctrina cristiana y las primeras letras á los niños indios, y al efecto hicieron levantar junto á cada convento un edificio á pro- pósito para escuela, con una gran sala baja en que se juntasen y viviesen los hijos de los principales. Pidiéronlos con tal objeto á sus padres; pero muchos de estos, no queriendo entregarlos ni osando tampoco desobedecer á los frailes, apelaron al arbitrio de enviar, en lugar de sus propios hijos, y como si fueran ellos, otros muchachos hijos de sus criados ó vasallos. ((Y quiso Dios, dice ((el P. Mendieta, que queriendo engañar, quedaron ellos enga- « nados y burlados, porque aquellos hijos de gente plebeya, siendo ((allí doctrinados en la ley de Dios y en saber leer y escribir, sa- (dieron hombres hábiles, y vinieron después á ser alcaldes y go- ((bernadores y mandar á sus señores.)) (i) Ejemplo bien notable de las ventajas de una buena educación. De esas escuelas, la más famosa fué la de la capilla de S. José de Naturales de México, donde el inmortal lego y padre de los indios, Fr. Pedro de Gan- te, no solo enseñó la religión y las letras, sino también las artes y oficios. Según el contexto de la merced de 1529, el sitio de S. Juan de Letran se concedió para enfermería de los niños indios recogidos en el monasterio. Por entonces, estando tan reciente la conquista, aun no se resentían mucho los males originados del abandono en que se encontraba una generación nueva, cual era la de los mes- tizos, 6 hijos ilegítimos de español é india, que á poco fueron lle- nando la tierra, y como dice una real cédula, ((andan perdidos ((entre los indios, y muchos de ellos por mal recaudo se mueren ((y los sacrifican.)) (2) El mal fué en tal aumento, que llamó al fin la atención del gobierno de la metrópoli, y por esa misma cé- dula, fecha en Monzón á 3 de Octubre de 1533, (3) dirigida á la segunda audiencia, se mandó que los mestizos se recogieran en lugares á propósito, juntamente con las madres; y que si los pa- 1 Historia Eclesiástica Indiana^ lib. III, cap. 15. 2 El Sr. D. Vasco de Quiroga en su testamento, MS., dice que las madres mataban á sus hijos mestizos porque su extremada pobreza no les permitía criarlos. 3 PüGA, Cédula rio, fol. ^S,. 232 NOTAS dres eran conocidos, fueran obligados á recoger y sustentar á sus hijos. Igual orden se repitió muchas veces al virey D. Antonio de Mendoza, quien la ejecutó, instituyendo «un colegio de niños «donde se recogen, no solo los perdidos; mas otros muchos que «tienen padres los ponen á deprender la doctrina cristiana y á leer «y escribir, y á tomar buenas costumbres.)) (i) Con este motivo se trasformó sin duda Letran en colegio de mestizos, cuyo destino tenia en tiempo de Cervantes. Corrió al principio á cargo del Dr. Quesada, y el rey le hizo varias mercedes. Por cédula dada en Valladolid á i9 de Octubre de 1548, le cedió por diez años la mitad de todo el ganado mostrenco, mayor y menor, que se hallara en la Nueva España; cuya donación prorogó y amplió en cédula de 4 de Diciembre de 1552. En el intermedio, por otra de 20 de Noviembre del mismo año, le habia señalado una renta anual de seiscientos pesos de minas (2); asignación consi- derable, si se compara con la de mil pesos hecha por entonces á la Universidad. En 8 de Setiembre de 1557 repetía Felipe II las aprobaciones y recomendaciones del colegio, el cual, según la mis- ma cédula, no se limitaba ya á ser una escuela para los huérfanos, sino que se esperaba que los educandos formados en él salieran á fundar otros colegios en la Nueva España, dándosele así el carác- ter de una escuela normal. Al mismo tiempo se le dieron cons- tituciones, confirmadas por la L. 14, tít. 23, lib. i9 de la Rec. de Indias. A principios del siglo actual habia venido el colegio á tal deca- dencia, que fué preciso reunirle con el de S. Ramón, igualmente decaído, formando de ambos uno solo. Así continuó hasta hace pocos años, que fué en gran parte demolido para abrir una calle, y el resto se vendió á particulares, que han comenzado á labrar allí casas. Nota 57, pág. 135. Esta es otra reminiscencia de la Introducción ;^ Camino para la Sabiduría, de Luis Vives : « Ut non possit, nisi coactus et reluctans, i(.ad male agendum pertrahi.)) (§ VIII.) Y poco mas abajo otra: aJota reliqua vita ex hac puerili educatione pendet.)) — Cervantes llama huérfanos á los mestizos, porque siendo casi en su totalidad ilegítimos, sus padres los abandonaban. La división de los niños en dos clases, para que según su capacidad tomasen diversas car- reras, fué después mandada expresamente en las constituciones de 1557- (3) 1 Mendoza, Avisos, pág. 289. 2 PuGA, Cedtilario, fs. 143 vto., 144, 145. 3 Diccionario Univeisal, tom. II, pág. 369. AL DIALOGO SECUNDO. Nota 58, pág. 137, 233 Esta acequia atravesada era la que corría por el costado de Pa- lacio, Portal de las Flores, Scc, á juntarse con la que seguían los interlocutores en la calle de S. Juan de Letran. Nota 59, pág. 137. Desde el tiempo de la gentilidad estaban sujetas las hijas de los indios principales á una disciplina tan severa, que destruía los víncu- los de la familia, y debía hacerles casi insoportable la vida, (i) Los frailes franciscanos las recogieron igualmente, y las pusieron á aprender la doctrina en los patios, fuera de las iglesias. Divi- díanlas en grupos, y para cada uno de ellos salía un niño de los que ya sabian la doctrina, á enseñarla, hasta que hubo entre ellas mismas algunas que la aprendieron, y estas enseñaban á las de- mas. Informada la Emperatriz D^ Isabel por el venerable obispo Sr. Zumárraga, de las buenas disposiciones de los naturales, de- terminó enviar mujeres devotas y recogidas que sirvieran de maes- tras á las niñas, no solo de doctrina y de ejercicios cristianos, sino también de labores mujeriles. En las instrucciones dadas á la se- gunda audiencia (12 de Julio de 1530) (2) hay al efecto un capí- tulo que dice así : « Porque como veréis, deseando que los naturales ((de la dicha tierra, ansí hombres como mujeres, sean instruidos ((en las cosas de nuestra sancta fee católica, por todas las formas ((que para ello se pudieren hallar, y ha pareci(do que será cosa con- (( viniente que aya casa de mujeres beatas, para que con ellas se ((rijan las niñas y doncellas que tuvieren voluntad para ello; y ((Como veréis van al presente seis beatas, las cuales habemos hecho ((algunas limosnas, ansí para sustentamiento como para las casas ((en que han de morar. Por ende, yo vos mando que tengáis cui- «dado cómo sean bien tratadas é favorecidas, y que veáis cómo la ((casa en que hubieren de estar, sea lo más cerca que ser pueda ((de la iglesia mayor de México, y encomendareis la filiación de ((ellas al diocesano, porque pues al presente no han de ser profe- ((sas ni encerradas, no han de estar subjectas á ningunas de las re- «ligiones.» Las beatas vinieron con Fr. Antonio de la Cruz, quien el 10 de Julio de 1531 pidió á nombre de ellas ((cierto pedazo de solar ((que está junto á la casa de Gaspar de Ávila que está tomada para ((hacer un m.onesterio para las dichas beatas.» Dividiéronse los 1 Mendieta, //isí. Ed. Indiana, lib. II, cap. 23. 2 PUGA, Cédula rio, fol. 42. 234- xNOTAS pareceres de los capitulares, y no llegó á resolverse nada acerca de la petición; mas por la discusión á que dio lugar, aparece que el sitio en cuestión venia á quedar por la calle de S. José el Real. La enseñanza de las beatas no duró' mas que unos diez años, es decir, hasta 1540, poco mas ó menos, pues el P. Motolinia, que escribió hacia esa fecha, habla de ello como de cosa pasada, di- ciendo, que como las niñas solo se educaban para ser casadas, no pudo durar esa clausura, (i) Mas esas niñas, salidas de allí para tomar estado, sirvieron para enseñar á otras, y algunas continua- ron viviendo á manera de beatas, dedicadas á la enseñanza y al servicio de los templos. (2) Es de considerarse también que si las niñas indias exigían en los principios ese cuidado para su instrucción, no fué ya tan ne- cesario luego que adelantó la conversión de los naturales, pues te- niendo ellas familia, podían ser enseñadas en sus propias casas, al cuidado de sus padres, ya convertidos. Las mestizas fueron las que entonces llamaron la atención, pues sí de la multitud de varones abandonados resultaban tantos inconvenientes como arriba hemos dicho, mayores debían ser y eran los del desamparo de las niñas. Por eso D. Antonio de Mendoza fundó otro asilo para ellas, se- mejante al de los varones, y le puso á cargo del benéfico Lie. Te- jada. (3) Que D. Antonio de Mendoza fué autor de esta funda- ción, consta de la cédula de 18 de Diciembre de 1552, así como que servia no solo para las mestizas sino también para las españo- las (4), «que andaban perdidas por la tierra,» las cuales «se re- acogieron y pusieron con ellas una ó dos mujeres españolas vir- 1 Hist. de los Ind. de /V. E., trat. III, cap. 15. — También Mendie- lA, Hist. EcL Ind., lib. III, cap. 52. 2 Mendieta, Op. cit., lib. IV, caps. 16, 29. 3 Avisos, pág, 289. 4 PUGA, Ccdulario, fol. 145. Dos errores materiales hay en esta ce- dula. El pi-imero citarse al principio otra de i? de Octubre de 1558, de- biendo ser 1548. El segundo decirse en seguida que en esa cédula se habia hecho merced de la mitad del ganado mostrenco al colegio de las ¡liñas de la doctrina, siendo claro que debe leerse, de los niños. Tan necesario era recojer las españolas como las mestizas, porque ya debia empezarse á sentir entonces el mal que más adelante (1561) la- mentaba el P. Mendieta en estas sentidas frases: «Cuanto más que de «venir de España tanta gente hay grandísimos inconvenientes y males, «como es haber en jMéxico (según estotro dia me dijeron) diez ú once «mil doncellas hijas de españoles, si no me engaño, por cuenta, que cuasi «todas no tienen con que se casar, ni se sabe cómo podellas remediar; y «sabe Dios lo que así doncellas como casadas hai'án, por no tener un pan «que comer; y los varones habrán necesariamente de venir á robar y «saltear púl)licamente los caminos.» Carta al P. Busiamanfc, ap. Col. de Doe. para la Hist. de Mé.xico, tom. II, pág. 541. AL DIALOUO SEGUiNDO. 235 «tuosas para que las enseñasen en todas las cosas de virtudes ne- «cesarias. )) La casa se sostenía de limosnas, y no eran tantas, que las niñas no pasasen «mucha necesidad,» por lo cual se les hizo merced de la mitad del ganado mostrenco que se hallase, así como se había concedido la otra mitad al colegio de los niños. Por otra cédula de la misma fecha se recomendó mucho á D. Luis de Ve- lasco el cuidado de la casa de las niñas, ordenándosele que la vi- sitaran alternativamente, un año el virey mismo, y otro el oidor que él nombrara, así como que continuara favoreciendo con dinero ó empleos á los que quisieran casarse con alguna de aquellas niñas, según lo acostumbraba su predecesor D. Antonio de Mendoza. De estos datos se deduce que en 1548 llevaba ya algún tiempo de fundado el colegio, y aun consta que existía en 1542, porque entre las instrucciones que en ese año se dieron al visitador Tello de Sandoval está la de «que procurase que la buena obra de la «casa que se hizo para el recogimiento de las niñas mestizas, se «conservase y llevase adelante.» (i) Según el Sr. Orozco y Berra, el asilo que hemos conocido con el nombre de Colegio de Niñas fué fundado en 1548 por la archi- cofradía del Santísimo Sacramento (2), y en la Descripción del Arzobispado de México, MS., leemos: «Hay otro colegio de don- « celias huérfanas cuya administración tiene la cofradía de la Ca- «ridad, y se intitula de la Concepción de Nuestra Señora: fundóse «este colegio por la dicha cofradía, y por personas que ayudaron «con sus limosnas.» Esto se escribía en 1570. Parece que estas noticias se refieren al establecimiento fundado por D. Antonio de Mendoza hacia 1540: tal vez en 1548 le puso á cargo de la ar- chícofradía del Santísimo Sacramento, y de ahí viene que á esta se atribuya la fundación en dicho año. Pero por otra parte, cuando en 1550 dejaba Mendoza los Avisos á su sucesor, todavía habla de estar el colegio encargado al oidor Tejada, y recomienda que se le deje en el puesto. Torquemada (3) atribuye la fundación de este colegio, así co- mo la del de los niños, á los religiosos de su orden. «Hay (dice) «otras iglesias, y entre ellas el colegio de los niños de S. Juan de «Letran, donde al principio se criaban niños pobres y otras gen- «tes hijos de españoles habidos en indias. ... los cuales todos se «recogían con mucho cuidado en este colegio Hay otro que 1 Herrera, Déc. VII, lib. 6, cap. 7. 2 Memoria para el Plano de la Ciudad de México, \)i\g. 190. igual noticia da Carrillo y Pérez en su México Católico, MS., añadiendo que la citada archicofradía fué fundada en la Iglesia Metropolitana, con auto- ridad apostólica, el año de 1538. 3 Monarquía Indiana, lib. III, cap. 26. 236 NOTAS «llaman de las niñas, que se fundó con el mismo intento, y ahora «hay recogidas en él muchas doncellas y nobles, y de allí las sacan «para casarlas y darlas estado. Estos dos colegios cogen en medio «á S. Francisco: el de los niños á la parte del poniente, y el de «niñas á la del oriente, y están espaldas con espaldas, y es la ra- «zon, porque por orden de los frailes de esta orden fueron edifi- «cados é instituidos, y aun al principio administrados.» Las señas de Cervantes corresponden bastante bien al s-itiodel Colegio de Niñas (que estaba en la misma manzana que S. Fran- cisco), y lo mismo las de Torquemada, salvo que los dos colegios no estaban espalda co?i espalda: para esto seria preciso que el de Letran estuviera al revés, con la fachada al poniente. Que Tor- quemada atribuya la fundación de ambos á los frailes de su orden, nada tiene de extraño. Respecto al de Letran, tiene razón, y tal vez consideraba el otro como una continuación del de las niñas indias, que también debia su origen á los franciscanos. Sea como fuere, el Colegio de Niñas cambió de destino con el tiempo. En el de Betancurc estaba destinado á veinticuatro españolas^ con dote de á quinientos pesos. El colegio se conservó hasta 1861, en que despojado por el gobierno de casi todos sus cuantiosos bienes, no pudo ya sostenerse, y las colegialas pasaron al de S. Ignacio, ó de las Vixcainas. El grandioso edificio que ocupaban fué vendido, y aunque se comenzó en él una grande obra para trasformarle en hotel, hace muchos años que está suspensa, y todo abandonado. La iglesia, despojada hasta del coro, continúa abierta al culto católico. Nota 60, pág. 139. El Tejada de que habla Cervantes, debe ser el licenciado Lo- renzo de Tejada, oidor de la Audiencia de México, á quien D. Antonio de Mendoza llama « buen republicano y labrador,» (i) que poseia terrenos en varios puntos de las inmediaciones de la ciudad, abrió acequias, construyó puentes y molinos, &c. Cono- cido su carácter emprendedor, es natural suponer que él fuera quien fabricó las casas de que habla Cervantes, y que han conser- vado hasta el dia la memoria de su dueño. Aun existe la calle con el nombre de Portal de Tejada, bien que ya no hay en ella portal alguno; pero se nota que el alineamiento de su frente al sur avanza respecto al de las dos calles, de uno y otro lado en la misma acera (calle de las Vizcaínas y 2?- de Mesones), por donde se conoce que el portal estaba avanzado, como hay todavía otros en la linea del de Agustinos, y que al edificar de nuevo (pues la I Intervoí^aforio de la Visita, ]'>reg-. 209. .\r. DIÁLOGO SEGUNDO. 237 actual fábrica no es la misma del tiempo de Cervantes) se tomó también el terreno que ocupaba el portal. De la forma triangular de la planta no hay ya señales, pues la manzana es cuadrada co- mo las demás; pero de la acequia que corria por la espalda queda memoria en el nombre de «calle del Puente Quebrado,)) que con- serva la que se halla á la espalda del «portal de Tejada.» Nota 61, púg. 139. TrUlifíium y ccenaüo eran dos especies de comedores: el pri- mero estaba siempre situado en el piso bajo, y el segundo ordi- nariamente en la parte alta de la casa. El Lie. Gerónimo de la Huerta (i) traduce ccenatio por cenadero » voz ya desusada, y el Lie. Folgueras Sion (2) por comedor. No sé que correspondencia castellana daria el mismo Cervantes á estas dos voces, si hubiera de traducirlas, cuando ni aun está bien clara la diferencia entre ellas. Dudo que en las casas del Portal de Tejada hubiera el lujo de dos comedores, aunque, según la hipérbole de Cervantes, fuera un edificio siquod aliud in orbe toto. Nota 62, pág. 141. Los mercados de los indios eran tres: el de Santiago, el de San Juan y el de San Hipólito, ó de Juan Felazquez, de que se ha- bla en el Diálogo siguiente. Parece que la iglesia dedicada á S. Juan Bautista estaba en el mismo lugar que ahora la de S. Juan de la Penitencia. (3) Nota 61,, pag. 141. Persio, Sat. V, V. 52. Nota 64, pág. 141. Virgilio, Georg., I, 57. Los Sábeos, (vasallos, según dicen, de la reina de Sabá) habitaban en la Arabia Feliz. Comerciaban en aromas, y especialmente en incienso. Vives habia ya citado estos versos en su diálogo Convhium. Nota 6c^^ pág. 141. ví^ATzesvozdelas islas: los mexicanos le llamaban ri'////, de donde viene el nombre chile que tiene entre nosotros: le hay de varias 1 Traducción de Plinio, Historia iVatural, lib. XXXVI, cap. 7. 2 Traducción de las Sátiras de JuvenAL, Sát. VII, v. 181. 3 Betancurt, Teatro, Pte. TV, trat. 4, cap. 2, n? 17. 238 NOTAS especies {capsicunf). — Los frijoles ójudías, en mexicano del lib. II, cap. 14; Betancurt, Teatro, Pte. I, trat. 2, cap. 11, n9 210; Sahagun, Hist. Gen., (ed Bust.), tom. III, pág. 241. Nota 70, pág. 145. La raiz de Michoacan {convohulus Mechoacana) es un pur- gante que después de haber disfrutado de gran reputación, ya casi no tiene uso en la medicina. Es semejante á la raiz de Jalapa. De la de Michoacan trata largamente y con grande elogio el Dr. Mo- nardes (3). Los mexicanos la llamaban TlalantlacacuitlapilH. V. Hernández, lib. XVII, cap. 28. — Entre las muchas espe- cies de cassia no encuentro la cassia pupula, de Cervantes, y he preferido dejar el nombre sin alteración en ambas lenguas. 1 Thesaurns, Lib. de Animalib., tr. V, cap. 12, pág. 79. 2 Betancurt, Tealro Mex., Pte. I, tr. 2, cap, 8, n? 151. í.os huan- sontles se comen hoy en diversas salsas. 3 Historia Medicinal y Pte. T. AL DIALOGO SEGUNDO. 241 Nota 71, pág. 147. (( Ae?.(}>iKbv ^íor, id est, Dclphiciis gladiuSy de re dicebntur ad di- li versos usus accornodabili.yí «Se da el nombre de Espada de Del- «fos á una cosa que puede aplicarse á varios usos,» dice Erasmo, y prosigue: aporque la espada de Delfos estaba fabricada de tal «modo que serviu igualmente para inmolar las víctimas y para ajus- «ticiar á los criminales» (i). — Es tanto lo que se ha escrito acerca del maguey y de sus usos, que juzgo inútil hablar más de ello. Nota 72, pág. 149. Siete especies de tunas ó vochtli cuenta Hernández (2). Nochtli es el nombre del fruto : el del árbol es nopalli. La grana ó cochinilla que se cria en las hojas (y no en las flores como dice Cervantes) se llama en mexicano Nocheztli, palabra compuesta de nochtli, fruto del riopalli, y de ezí/i, que significa (f sangre, » como parece en efecto la mancha roja que deja la cochinilla estrujándola entre los dedos. De la goma de nopal hablan Hernández y Ximenez (3). Este dice: «Echa de sí esta planta una goma que templa el calor «de los ríñones. Llámanla los españoles alquitira de la tierra.)) (4) Ya que de gomas se trata, no dejaré de copiar, aunque no venga muy á cuento, un curioso pasaje de Betancurt (5), del cual consta que por lo menos desde 1690 se empleaba en México la goma elástica (^óllin ó úllin de los mexicanos) para hacer telas imper- meables. «De él usan los nuestros para encerar las capas que re- «sisten los aguaceros, pero no para el sol, porque á su calor se « derrite. » Nota 73, pág. 151. El huipil ó hueipilli es una especie de camisa de colores sin mangas, que todavía usan las indias. Los hombres llevaban las mantas á la espalda, sujetándolas con un nudo sobre el pecho. Las habia muy finas y valiosas. 1 Adagia, oh. II, cent. 4, ad. 93. 2 Lib. VI, cap. 106. 3 Ubi supra. — Pte. '¿\ del lib. I, cap. 44. 4 Sustituye á la goma tragacanto ó alquitira en las boticas. {^Ensayo para la Mafcria Médica Mexicana, pág. 43.) Ya no se hace uso de ella en la confitería. 5 Teatro, Pte. I, trat. 2, cap. 10, n? 182. 31 242 Nota 74, pág. 151. En muchos autores antiguos, empezando por las Relaciones de Cortés, se encuentran largas descripciones del mercado de San- tiago Tlatelolco, y no hay para qué repetirlas. El célebre indio D. Antonio Valeriano, fué natural de Azca- potzalco, hijo de caciques nobles y pariente de Moctezuma. No se sabe el año de su nacimiento. Cuando en i 537 fundó D. Anto- nio de Mendoza el colegio de Santiago Tlatelolco (i), Valeriano fué uno de los primeros colegiales, y estudió con tal aprovecha- miento, que sucedió á sus maestros en la cátedra de gramática (2). El padre Fr. Juan Bautista, en el Prólogo de su SermonariOy trae una carta suya en latin, y asegura que era uno de los mejores la- tinos y retóricos, y que «hablaba ex tempore con tanta propiedad «y elegancia, que parecía un Cicerón ó Quintiliano, » Torque- mada, que le tuvo por maestro de lengua mexicana, dice que era «buen latino, lógico y filósofo,» y que tuvo el rey noticia de él y le escribió una carta muy favorable, haciéndole en ella mucha merced. Fué gobernador de los indios de México por espacio de treinta y cinco ó cuarenta años, y murió de edad avanzada en Agosto de 1605. A su discípulo Torquemada dejó varios manuscritos, entre ellos el Catón cristiano, traducido en lengua mexicana. Nota 75, pág. 153. El cacao, de que tanto consumo se hace hoy en ambos mun- dos, fué desconocido en el antiguo hasta el descubrimiento del 1 Al hablar de esta fundación el Sr, Alaman {Disert.^ tom. II, pág. 157), incurrió en la equivocación de decir que en la apertura se predi- caron tres sermones, «uno de ellos por el célebre Dr. D. Francisco Cer- «vántes Salazar, primer catedrático de Retórica de esta Universidad, y «autor de varias obras muy importantes para la historia nacional, de mu- «chas de las cuales no nos queda más que la noticia de sus títulos.» Nuestro Cervantes no habia llegado todavía á México. Torquemada solo dice que predicó uno délos sermones «el doctor Cervantes» [Mon. Ind., lib. XV, cap. 43), noticia que tomó de Mendieta [Hisi. EcL Ind., lib. IV, cap. 15), quien tampoco menciona el nombre del doctor. Fué probable- mente el Dr. Rafael Cervantes, tesorero de la Metropolitana, y pariente de nuestro autor, según Beristain. 2 Rectificaremos de paso un error de Beristain. Dice que Valeriano enseñó la lengua mexicana á Fr. Juan Bautista y á Fr. Juan de Torque- mada. Respecto á este último, es cierto; pero no respecto á Fr. Juan Bautista. Este, en su citado Prólogo menciona á sus maestros Fr. Fran- cisco Gómez, Fr. Miguel de Zarate y Fr. Gerónimo de Mendieta, De Valeriano solo dice que le ayudó en la composición de sus obras. AL DIALOGO SEGUNDO. 243 nuevo. Cógese principalmente en las regiones de la América Cen- tral, y aun se encuentra silvestre en ciertos lugares (i). El de nuestro pais se cosecha en los Estados de Tabasco y Chiapas, siendo reputado el de Soconusco por el mejor de cuantos se co- nocen. En tiempo de la conquista sobresalía por su riqueza en cacao la provincia de Izalcos en la costa de Guatemala, donde, según dice el Lie. Diego García del Palacio (2), ocupaban dos leguas cuadradas los plantíos de ese árbol, y producían cincuenta mil cargas de fruto, que valían quinientos mil pesos de oro de minas. En el día ha decaído allí mucho la producción. El árbol de cacao se siembra en tierras muy fértiles, y como suele agostarse con el calor excesivo, plantan previamente al lado otro árbol más alto, conocido, por su especie, con el nombre de atlinaTiy y por el oficio, con el de cacahuanantli^ ó «madre del ca- «cao,» porque tales árboles sirven para preservarle del ardor del sol con su follaje, y al efecto cortan las ramas bajas, de manera que no estorben al cacao, y dejan las altas para que den la sombra requerida. Como esos árboles pierden las hojas en invierno, de- jan penetrar entonces los rayos del sol, y cubriéndose de follaje en verano, los interceptan. En Nicaragua sembraban con este ob- jeto un árbol Uamado y¿?guaguíí, muy estimado por su madera os- cura, recia é incorruptible (3). El fruto del cacao aparece en el tronco, casi desde el suelo, y en las ramas. Es una especie de ma- zorca ó cápsula, verde rojiza, en figura de melón, señalados los gajos, y contiene de veinte á treinta granos envueltos en una sus- 1 HUMBOLDT, V¿í7je á las Regiones Eipiinocciales, lib. V, cap. 16. — También en Cotasta, según el P. Álzate, Gaceta de Literatura, 19 de Noviembre de 1789. 2 Descripción de Guate7?iala, por el Lio. PALACIO, 1576. El MS., ori- ginal)'Jirí/iado, de esta curiosísima relación existe en mi poder. Mr. Ter- naux-Compans insertó una traducción francesa de él en su Recneil de Docu??ienis et Mévioires originaiix sur Vhistoire des Possessions Espagno- les de r Amériqne á diverses époqiies de la Conquéte (Paris, 1840, 8? Este volumen no forma parte de la conocida Colección de dicho autor en 20 volúmenes.) Publicó el texto español, con traducción inglesa al frente, notas y un mapa, Mr. E. G. Squier (N. York, 1860, 4? mcn.) en un vo- lumen primorosamente impreso al estilo antiguo, que es el primero (y hasta ahora el único) de una Collection of rare and original Dociunejits and Relations concernhig the Discovery and Conqtiest of A7ne7-ica, chiefly from the Spanish Archives. Es lástima que la corrección del texto no corresponda á la belleza de la impresión. — El mismo Lie. Palacio, tan letrado como guerrero, siendo después oidor de México (donde recibió el grado de doctor el 24 de Enero de 1581) publicó unos Diálogos Mi- litares (México, P. Ocharte, 1583, 4?) y una Instrucción A'áutica para el buen uso y regimie7ito de las Naos (Ib., id., 1 587, 4?); libros suma- mente raros, que he visto. 3 Oviedo, lib. VIH, cap. 30. 244 NOTAS tancia blanca y dulce que también se come (i). Hácense dos co- sechas: una por Junio, que es la principal, y otra por Diciembre. Sacados los granos, puestos algún tiempo á fermentar, y secados luego al sol, pasan al comercio. Los mexicanos llamaban al cacao cacahuatr{jz), y según Her- nández (3), conocían cuatro especies, que enumera por orden de tamaño, á saber: el quauhcacahuatly el mecacacahualt, el xochica- cahuatly y el tlalcacahuatly ó «cacao humilde)) el mas pequeño de todos. Tenían ademas otro árbol llamado quauhpatlachtli, de gé- nero semejante, que á veces sembraban en las huertas de cacao: daba un fruto parecido, aunque de inferior calidad, que los in- dios solían mezclar con el cacao verdadero, y también se comia confitado. Todos los cacaos tenían las mismas propiedades y usos; pero para la bebida empleaban de preferencia el tlalca<:ahuath Los otros servían de moneda que corría generalmente en la tierra, no solo en el imperio mexicano, sino también en los países veci- nos. De lo mismo servía el fruto del quauhpatlachtliy y se daba de limosna á los pobres: llamábase A Ct^ CXiJ. CXjA, Ct^ ctLA M CZiA CtlA DIALOGO TERCERO. ALREDEDORES DE MÉXICO, Interlocutores. — Zamora, Zuazo, Alfaro. ^® Alfaro. EMos comido, no en la casa de Zuazo, si- no en la de Lúculo, y aun en la sala de 1^1 Apolo, (i) Zamora. Con cuánta mas razón hablarías así, si hubieras llegado poco después de conquistada esta tierra. (2) Alfaro. Pues qué ¿en lo sumo cabe todavía aumento? Zuazo. No fueron mas suntuosas las cenas de los Siba- ritas ni las de Siracusa. (3) Alfaro. ¡Oh cenas y noches divinas! (4) 202 DIALOGUS TERTIUS. ZUAZ us. De his plus satis. Jam exeamus, nam et a meri- die sonuit secunda, et videnda multa supersunt Alfaro. Alfarus. Optime mones. Egrediamur tamen, si placet, ea parte quae amoeniores habeat secessus: quibus plu- rimum óptima quaeque urbs commendari solet. Zamora. Ita fiet, nam Chapultepecum usque juxta aquae- ductum, obiter multa considerantes, iter faciemus. ZUAZUS. Jam omnia diligenter observa, non hac postea rediturus. Qua igitur? Alfarus. Zamora. Alia non minus grata via. Huc usque a fonte individua pene defluit aqua; sed mox, uti vides, in partes tres distribuitur, a lateribus et recta, neu- tiquam exigua profluens. Alfarus. Hodie mane, ni fallor, istac deambulavimus. Zamora. Vera praedicas. Nunc vide quanta sit stratse viae DIÁLOGO TERCERO. 263 ZUAZO. Demasiado hemos hablado de esto. Salgamos ya, porque han dado las dos de la tarde, y aun tiene Alfaro mucho que ver. Alfaro. Muy bien pensado. Pero vamos, si te parece, por el rumbo en que haya sitios más amenos, que son los que mayor realce suelen dar á una gran ciudad. Zamora. Así será, porque iremos á Chapultepec, siguiendo el acueducto, para ver de camino otras muchas cosas. ZuAZO. Y mira todo con cuidado, porque no has de vol- ver por aquí. Alfaro. ¿Pues por dónde? Zamora. Por otro camino igualmente agradable. Desde la fuente hasta aquí, viene el agua casi toda reunida; pero mas adelante se divide, como ves, en tres par- tes, una en el centro y dos á los lados: todas de no escaso caudal. Alfaro. Si no me engaño, esta mañana anduvimos por aquí. Zamora. Dices verdad. Nota ahora cuan ancha es esta cal- 264 DIALOGUS TERTIUS. hujus amplitudo, ita ut aquceductu per médium secata, utravis pars contrarios capere currus possit. Alfarus. Non adeo celebris fuit Appia, cujus pro Milone honorificam Cicero multis locis nientionem facit. Tolliturque intervallo justo ab agris, ne hybernis imbribus una cum ipsis inundetur. Ad dexteram posita sunt duo templa, non parvo spatio ad invi- cem distantia. Ad sinistram indorum est mercatus, et quidem mercibus et hominibus refertissimus. ZUAZUS. Postremum fanum Sancto Hyppolito sacrum, quotannis ejus die, magna cum pompa et celebritate ab urbe tota frequentatur, quod eo die a Cortesio et ejus commilitonibus Mexicus expugnata fuerit. Vexillum in ea pompa unus ex curiae et urbis sena- toribus eques et armatus defert, prseeunte magna civium obequitantium turba, tanti triumphi ut po- steris memoria refricetur, et Hyppolito gratia ha- beatur, quod in expugnatione hispanis adjumento fuerit: a cujus templo indorum emporium, quia in conspectu est, nomen accepit. Sequuntur statim, qui vise subjecti sunt, agri compascui, perpetua vi- riditate gratissimi, et multis pecorum millibus satis. Alfarus. Quam sunt spatiosi et amoeni! quamque oculos reficiunt, et animum exhilarant! ZuAZUS. Planicies illa quíe est inter prasdia urbana, locus DIÁLOGO TERCERO. 265 zada, que con dividirla por medio el acueducto, todavía á cada lado queda paso para dos carruajes encontrados. Alfaro. No fué tan concurrida laVia Apia, de que Cice- rón hace honorífica memoria en varios lugares de su defensa de Milon. (5) Tiene suficiente altura sobre los campos, para que en tiempo de aguas no se inunde al par de ellos. A la derecha hay dos iglesias, no poco distantes una de otra. A la iz- quierda está el tianguis de los indios, y henchido, por cierto, de gentes y mercaderías. ZUAZO. En el templo mas distante, dedicado á S. Hipó- lito, cada año, el dia de la fiesta titular, se juntan todos los vecinos con gran pompa y regocijo, por- que ese dia fué ganada México por Cortés y sus compañeros. Con la misma pompa lleva el estan- darte uno de los regidores, á caballo y armado, pre- cedido de una multitud de vecinos, también á ca- ballo, para que la posteridad conserve la memoria de tan insigne triunfo, y se den gracias á S. Hipó- lito por el auxilio que prestó á los españoles en la conquista. (6) Del templo tomó nombre el mer- cado de los indios que está delante. Síguense luego, abajo del camino, los egidos de la ciudad, muy agra- dables por su perpetuo verdor, y suficientes para muchos miles de cabezas de ganado. Alfaro. ¡Cuan extensos son y amenos! ¡Cómo recrean la vista y alegran el ánimo! ZuAZO. Aquel llano que está entre las casas de campo es 34 206 DIALOGUS TERTIUS. est in quo equites, qui agilítate et obequitandi pe- ritia caeteros omnes reliquarum provinciarum longe superant, ad Trojanorum ludum exercentur, et fi- ctam pugnam, ut cum serio res poposcerit strenui sint, meditantur. Potreadero appellant nostri, quod etiam ibidem pulli equi sive equini a sessoribus domantur. Nam^(?/r^^r verbum hispanum est ídem quod latine juniorem equum currendi et parandi freno expertem ac rudem sic formare et docere agi- tando, ut quod dixit Horatius : (kequo freyíato sit ikauris in ore.y> Alfarus. Deus optime! quaní magna, quamque magnifica structura, et quam multa ab utraque stratas viae parte surgunt urbana prsedia, in maximis et amoe- nissimis hortis ex aquaeductu per canales irrigatis! Quod est in Hispania spectaculum, quod cum hoc aut asquari aut comparari possit? Ad amplissimas sedes has via secatur in duas alias, ambas quidem umbrosas. Zamora. Altera ad Tacubam, altera ad Chapultepecum ducit, et hujus tam magnificse domus, dominus est Cortesius. Alfarus. Nihil sane vir heroicus asdificavit, quod non ani- mi ejus magnitudinem posteris quam testatissimam faceret. Aquastamen tubus, sive euripus, quo aqua derivatur in urbem, opere camerato, apertis insuper per intervalla fenestris, ut ventus et sol admittan- tur, contectus hactenus fuit: jamque hinc ad fon- tem usque detectus et subdialis durat. DIÁLOGO TERCERO. 267 el lugar en que los caballeros, que en agilidad y maestría en la equitación aventajan mucho á los de todas las demás provincias, se adiestran en ejerci- cios ecuestres, y se ensayan en combates simulados, para estar listos cuando se ofrezcan los verdaderos. Entre nosotros se llama Potreadero (7), porque los picadores (8) doman allí los potros; pues el verbo español potrear significa amansar y adestrar de tal modo en los movimientos á los potros brutos y no enseñados al freno, que como dice Horacio: el ca- ballo enfrenado tenga el oido en la boca. (9) Alfaro. ¡Gran Dios! cuántas, qué grandes y qué magní- ficas casas de campo adornan ambos lados de la calzada, en extensas y amenísimas huertas regadas por caños sacados del acueducto! ¿Qué vista hay en España que pueda igualarse ó compararse con esta? En esta gran casa se parte el camino en dos, y bien umbrosos ambos. (10) Zamora. Uno va á Tacuba y otro á Chapultepec; y esa casa tan magnífica pertenece á Cortés. Alfaro. Nada edificó este heroico varón que no diese á la posteridad amplio testimonio de la grandeza de su ánimo. Pero el canal ó acueducto que lleva el agua á la ciudad habia sido hasta aquí de bóveda, con lumbreras á intervalos en la parte superior, para dar entrada al sol y al airo; y ahora, de aquí á la fuente, va todo descubierto. 208 DIALOGUS TERTIUS. Zamora. Id ita factum est duplici ex causa: et quod hac minus sit turbae, et quod defecatior, vento et sole ferientibus, intra fornicem aqua ducitur. Alfarus. Prudenter judicas. Sed jam rursus ab utraque vise parte compascui agri se quam latissime aperiunt et diffundunt, armentis multis hinc inde pascenti- bus referti. Oppositl sunt colles feracissimi, sege- tibus et sylvis placidissimi, in quibus conspiciendis oculi non sine voluptate conquiescunt. ZUAZUS. Versus Cujacanum via strata, planitie et agrorum amcEnitate nobilis, excurrit. Hoc est nemus, et in ipso fons, ex quo in euripum aqua influit: pro- peque fontem surgit, ut vides, altitudine magna promontorium, a quo perspicuus est in Mexicum prospectus. Alfarus. Quorsum tamen circumquaque altis adeo muris septum est nemus, ñeque ad ipsum nisi perpaucis aditus patet? ZuAzus. Ne et fons conturbetur, confluentibus indis; et damae, cervi, cuniculi et lepores, quibus abundat, venatoribus insequentibus, aut interimantur aut fugiant. Alfarus. Quod est lema super liminaribus januae lapidi- bus scultum ? DIÁLOGO TERCERO. 269 Zamora. Se hizo así por dos razones: porque desde aquí no es ya tanta la gente que transita, y para que re- cibiendo antes de lleno el sol y el aire, camine mas purificada el agua dentro de la bóveda. Alfaro. Juzgas con acierto. Mas ya desde aquí vuelven á descubrirse hasta muy lejos por ambos lados del camino los egidos, llenos de ganado que pace á una y otra parte. Enfrente quedan unas lomas feracísi- mas, muy agradables por sus bosques y sementeras, en que descansa la vista con deleite. ZUAZO. Corre para Cuyoacan (ii) una calzada, notable por ser tan llana, y por la amenidad de su campiña. Este es el bosque (12), y en él se halla la fuente que provee de agua al acueducto. Cerca de ella se levanta, como ves, un cerro muy alto, desde donde se otea perfectamente la ciudad de México. Alfaro. ¿Con qué objeto está el bosque cercado de tapias tan altas, y solo á muy pocos se permite la entrada áél? Zuazo. Para que no ensucien el agua los indios que pa- san, y para que los cazadores no maten ó ahuyenten la mucha caza que hay de gamos, ciervos, conejos y liebres. Alfaro. ¿Qué inscripción es la que está en una lápida so- bre la puerta? 270 DIALOGUS TERTIUS. Zamora. NEMVS /edificio. et. amcenitate. pylchrvm delitias. popvli lvdovicvs. velascvs hvjvs. rrovinci^. prorex Cví:sari. svo. consecrat. Alfarus. Sapit antiquitatem, et quod ipsum commendat, verum est. Ecquis tamen fuit auctor? ZUAZUS. Sicuti accepi, Cervantes Salazarus, institutor no- ster, qui quantum consequi potest dat operam ut adolescentes mexicani diserti facundique evadant, et clarissima provincia nostra, scriptorum inopia, quibus hactenus caruit, non sit in obscuro. Alfarus. Plurimum certe ipsi debetis qui vos, quod est omnium máximum, a mortalitate et interitu ven- dicare conetur. Zamora. Proceris et patulis arboribus ad fontem introitus opacus est: unaque duntaxat ad ipsam aquam ja- nua patet. Ac ne lapides et saxa, immundities ac sordes in fontem ex promontorio quod proximum est relabantur, editis parietibus circunscribitur. Jam ingrediere, et in podio sede, cuneta melius con- templaturus. Alfarus. Nihil unquam, etsi multa vidi, perinde vlsu di- DIALOGO TERCERO. lyi Zamora. DON LUIS DE VELASCO VIREY DE ESTA NUEVA ESPASA DEDICA A SU SOBERANO ESTE BOSQUE LUGAR DE RECREO PÚCLICO HERMOSO POR SU FRONDOSIDAD Y FABRICAS. (13) Alfaro. Tiene sabor antiguo, y lo mejor es que dice la verdad. ¿Quién la compuso? ZUAZO. Según he sabido, Cervantes Salazar'^(i4), uno de nuestros profesores, que en cuanto puede procura que los jóvenes mexicanos salgan eruditos y elo- cuentes, para que nuestra ilustre tierra no quede en la oscuridad, por falta de escritores, de que hasta ahora habia carecido. Alfaro. Mucho debéis al que procura lo principal de todo, que es libraros de quedar sepultados en el olvido. Zamora. Una sola puerta da paso á la fuente, y árboles altos y copados sombrean la entrada. Y para que no caigan dentro las piedras y peñascos, las basuras é inmundicias que puedan bajar del cerro cercano, está el manantial rodeado de una alta tapia. Entra, y siéntate en el poyo, para que examines mejor todo. Alfaro. Aunque he visto mucho, jamás hallé cosa tan 272 DIALOGUS TERTIUS. gnum quam hunc fontem vidi. In ipso nanique ingressUj continuo et oculos et animum mira qua- dam et prope incredibili voluptate pavit, recreavit et refecit. Quam est magna et late diffusa fontis amplitudo! quanta ejusdem altitudo, ut multis lo- éis solum desit! Plane et capere et sustinere one- rariam navim potest. Adde aspectu quam sit aqua translúcida, ut hinc facile possis in tanta profundi- tate scrupulos inspicere. Potu non est minus suavis. Zamora. Mille trahit varios feriente solé et inumbrantibus arboribus colores; ac quoniam non eadem est ubi- que aquEe altitudo, lucente solé multae miraeque in- tus species rerum eduntur, quibus magis quam Iris variatur. ZUAZUS. Sedilibus ex lapide et calce ad parietes undequa- que ambitur: a fontisque margine ad ipsa usque spatia sequa interjacent, per quas bini aut terni ho- mines deambulare possint. Alfarus. Illud ut congruat óptima navigatio juxta terram, et óptima deambulatio juxta mare. Occidentem versus, aut prope, primum porticus est ex marmore, non procul a fontis margine: deinde supra ipsum incumbit solarium, cubiculis elegantissimis, conti- guum, ex quibus in fontem suavissimus est con- spcctus. Denique, sic natura et arte fons commen- datur, ut ñeque Chabura, ñeque CiíFusa, ñeque Aganippe, aut Clitorius fontes scriptorum testi- DIALOGO TERCERO. 273 digna de verse como cst;i fuente. Apenas se acerca uno á ella, cuando ya admira, recrea y conforta la vista y el ánimo con extraño y casi increible deleite. ¡Cuan grande y dilatada es la extensión de la al- berca! ¡Cuánta su profundidad, y tal que en mu- chas partes no se descubre el fondo! Cierto que tiene ámbito y hondura suficientes para una nave de carga. Añádase ser el agua tan clara, que á pesar de ser tanta su profundidad, pueden verse desde aquí las piedrecillas del fondo. Y para beber no es menos agradable. Za MORA. Los rayos del sol y la sombra de los árboles la tiñen de mil colores, y como la profundidad no es igual en todas partes, se reflejan dentro, cuando luce el sol, muchas y admirables figuras, con mas colores que el arco-iris. ZUAZO. Todo alrededor de la tapia hay asientos de mam- postería, y entre ellos y la orilla de la alberca queda espacio bastante para que puedan pasear dos ó tres personas de frente. Alfaro. Así se combina la mejor navegación, que es la de junto á la tierra, y el mejor paseo que es el de junto al mar. Al poniente, ó casi, y no lejos del agua, está primero un. pórtico de piedra, y encima una ga- lería de bellísimos aposentos, desde donde se goza muy agradable vista de la alberca. En fin, tanto mé- rito dan á esta fuente la naturaleza y el arte, que ya sea que atiendas al caudal y utilidad de sus aguas, ya á su limpieza y situación, no pueden serle com- 35 274 DIALOGUS TERTIUS. moniis celeberrimi, cum ipso, modo aquae magnitu- dinem et utilitatem, modo perspicultatem et posi- tum consideres, conferri possint. Zamora. Si óptima est aqua quae sit aeri perquam similli- ma, quaeque calefiat et refrigeretur celerius, quae de- cocta vasis crustas non relinquit, quse legumina citius percoquit, et demun quae levior est, ut sentiré videntur Avicennas et Hyppocrates, nulla praestan- tior hac nostra. Alfarus. Plinius ad stateraejudicium perraro aliquam dicit leviorem inveniri; fontanam tamen aquam, qualis haec vestra est, caeteris salubriorem, et maxin^e terrae liberse, Avicennas testatur. Laudatur ea máxime, quse nullum saporem, odoremve ad cibos condien- dos habeat. ZUAZUS. Quas sine colore sit, etiam laude sua non caret, Alfarus. Qua est ad promontorium ascensus? nam dudum est quod animus prurit Mexicum totam oculis ex- positam conspicere. Zamora. Hac ascendemus equites, nam pedites delassa- bimur. Alfarus. Quinimo, si videtur, pedimus consccndamus, sessuri cum libuerit; nam descensus, si equis veha- mur, non perinde tutus erit. DIÁLOGO TERCERO. 275 paradas las fuentes Cabura, Cifusa, Agapine, 6 Cli- toria, tan celebradas por los escritores. (15) Zamora. Si como parecen pensarlo Avicena é Flipócrates, la mejor agua es la que más se asemeja al aire; la que más presto se calienta y se enfria; la que cocida no deja costras en las vasijas; la que cuece en menos tiempo las legumbres, y en fin, la más ligera, en- tonces no hay ninguna preferible á esta nuestra. Alfaro. Plinio dice (16) que pesando las aguas es muy raro que una sea más ligera que otra; pero según afirma Avicena el agua de fuente, como esta, es la más saludable, sobre todo, la de lugares despejados. La que no tiene olor ni sabor alguno es la más es- timada para guisar. ZUAZO. Tampoco carece de mérito la que no tiene color. Alfaro. ¿ Por dónde está la subida al cerro? Porque hace ya rato que estoy impaciente por tener á la vista toda la ciudad de México. Zamora. Por aquí subiremos á caballo, pues á pié nos cansariamos. Alfaro. Antes bien, si te parece, subamos á pié, sentán- donos cuando nos agrade; porque si vamos á ca- ballo, la bajada no será igualmente segura. 276 DIAL0GU3 TERTIUS. ZUAZUS. Consuíis prudenter; tradamus igitur servis pen- nulaSj expeditiores ut ad acclivia simus. Alfarus. Ouorsum tam lati et ampli gradus ad monticuli summitatem, qui fere ipsum totum ambiunt? Zamora. In his ceu in hortis Motezuma arbores conseve- rat, ad eundenique modum in procursu et descensu alibi multos id genus videbis hortos; nam acclivi- bus magis quam plañís indi gaudebant. Alfarus. Pensiles, ut video, struere voluerunt. Zamora. Propemodum. Alfarus. Ouam fastigiatur ad aediculam usque promonto- rium : Zu AZUS. Ita oportuit, ut quas sunt subjecta oculis latera nequeant. Scias tamen, quod et cognitu non minus dignum est, montículo hoc multo sublímíora ma- nufacta promontoria assurgere, quorum ad hoc temporís exstant aliquot; ad eorumque fastigia, quss in planíciem desinebant, per scalas lapídeas ascen- sus erat; supra quae, non secus quam in macello pécora, homines foeminique idolaes sacrificati pro hostiis, evulsis primum cordibus, offerebantur. Id- DIÁLOGO TERCERO. 277 ZUAZO. Es prudente consejo. Dejemos, pues, nuestras capas á los criados, para ir mas desembarazados en la subida. Alfaro. ¿Para qué son estas gradas tan anchas y largas, que llegan hasta arriba, y rodean casi todo el cerro? Zamora. Aquí cultivaba Moteczuma árboles como en un jardin: y asimismo mas adelante y en la bajada verás por otras partes muchos huertos semejantes, por- que los indios preferían las cuestas á los llanos. Alfaro. Parece que quisieron hacer unos pensiles. Zamora. Una cosa así. Alfaro. ¡Cómo se va adelgazando el cerro hasta la ermi- ta! (17) ZuAZO. Así vino bien para que se pudiera ver todo lo que está abajo. Has de saber, sin embargo, otra cosa no menos digna de ser sabida, y es que habia otros cerros mucho más altos que este, hechos á mano, y de que aun existen algunos. Subíase por escalones de piedra hasta el remate, que era una pla- ceta; y en ella, como reses en un rastro, sacrificaban y ofrecian á los ídolos víctimas humanas, sacándo- les primero el corazón. Y esto es notorio que no 278 DIALOGUS TERTIUS. quenon singulis annis modo, sed prope singulis men- sibus fieri celebre fuit, quo sacrificii genere, quod vix fidem capiat, innúmera hominum millia periere. Alfarus. O modo beatissimos hispanorum adventu indos, qui ex summa illa miseria ad prassentem felicitatem, et ex pristina servitute ad hanc veram libertatem translati sunt! O millies etiam fortunatum Caesa- rem, cujus setate et auspiciis novus orbis antehac incompertus, innúmera diis falsis tanta cum perni- cie et strage obsequium prsestantium hominum multitudine pullulans, et debellatus et ad christia- nam religionem conversus fuerit! Zamora. Jam circunspice ac undequaque patentem Mexi- cum contemplare. Alfarus. O Deum immortalem! quam bellum, quam gra- tum et oculis et animo, quantaque varietate jucun- dum se hinc spectaculum exhibet! ut summa cum ratione affirmare ausim orbem utrumque hoc loco circumscriptum et circumductum esse; et quod de homine gr^ci tradunt, Microcosmon^ id esf, parvum mundum, ipsum appellantes, idem de México dici posse. Loco plano et latissimo tota posita est, et omnis undequaque visui objecta. Hispanorum asdi- ficia superba et sublimia, et quas magnam soli par- tem occupant, altissimis turribus et surgentibus templis praestantissima, indorum domicilia subur- biorum loco, confusa et minime ordine distributa, e quibus magnifica structura non minus prsestantia fana emergunt, undequaque continent et claudunt. DIALOGO TERCERO. 2/9 acostumbraban hacerlo solamente cada año, sino casi cada mes; en cuyo género de sacrificio, cosa apenas creíble, perecieron millares de hombres. (i8) Alfaro. ¡Oh y cuan grande fortuna ha sido para los in- dios la venida de los españoles, pues han pasado de aquella desdicha á su actual felicidad, y de la an- tigua servidumbre á esta verdadera libertad! Y también ¡mil veces dichoso el soberano en cuyo si- glo y en cuyo nombre se conquistó y convirtió á la fe cristiana este Nuevo Mundo, antes desconocido, y poblado de innumerables gentes que con tal es- trago y matanza rendian obsequios á sus mentidos dioses! Zamora. Tiende ahora la vista, y abarcarás por entero la ciudad de México. Alfaro. i Dios mió ! qué espectáculo descubro desde aquí; tan grato á los ojos y al ánimo, y tan hermosamente variado, que con toda razón me atrevo á afirmar que ambos mundos se hallan aquí reducidos y com- pendiados, y que puede decirse de México lo que los griegos dicen del hombre, W^mindole Mkrocos- mos (19), ó mundo pequeño. Está la ciudad toda asentada en un lugar plano y amplísimo, sin que nada la oculte á la vista por ningún lado. Los so- berbios y elevados edificios de los españoles, que ocupan una gran parte del terreno, y se ennoblecen con altísimas torres y excelsos templos, están por todas partes ceñidos y rodeados de las casas de los indios, humildes y colocadas sin orden alguno, que hacen veces de suburbios, entre las que también so- 28o DIALOGUS TERTIUS. Ad eamque amplitudinem et hispanorum et indo- rum habitatio se explicat et extendit, ut circuí nul- lismuris queat. Ambitur deinde montibus, collibus et jugis non pariter declivibus: quorum quidam sylvis horridi et materiae abundantes, alii ferendis segetibus producendisque fructibus feracissimi sunt; in ómnibus prsedia rustica apparent multa, urbem et circumadjacentes agros mirum in modum deco- rantia. Zamora. A collibus ad civitatem, quod etiam plus ipsam commendat, interjacentes agri irriguis aquis, fossis, fluminibus et fontibus rigati, undique per triginta et eo amplius milliaria paient, in quibus indorum máxima oppida, qualiasuntTezcucus, Tlacuba, Te- peaquilla, Escapuzalcus, Cujacanus, Istapalapa, et alia multa posita sunt, quorum albicantia sunt illa quse Mexicum prospectant templa. ZUAZUS. Ex agris, qui proxime urbem accedunt, quidam compascui sunt, pecoribus, jumentis et armentis herbam multam ferentes: alii fecundi frugiferarum, arborum et omnis culturas sic patientes, ut, praster vites, quascumque seruntur, incredibile cum foenore aucta ferant. In his et rustica et urbana praedia, singula tanta elegantia et feracitate, ut ánimos pa- riter reficiant, et familias abunde satis alant. Alfarus. Nequid deesset quo spectaculum foret omnium gratissimum, piscosissima, ut intelligo, palus ex montium radicibus ab Oriente versus Meridiem et DIÁLOGO TKRCERO. 28 I bresalen iglesias de tan magnífica construcción como las otras. Y es tanto el terreno que ocupan las ha- bitaciones de indios y españoles, que no es asequi- ble cercarle con muros. Más lejos rodean la ciudad lomas, collados y montes de desigual altura, unos naturalmente selvosos y abundantes de madera, otros cultivados y fértilísimos. En todos se ven muchas haciendas que embellecen admirablemente la ciudad y los campos. circunvecinos. Zamora. Desde las lomas hasta la ciudad (cosa que realza su mérito), hay por cualquier lado diez leguas, y aun más, de campos de regadío, bañados por las aguas de acequias, ríos y manantiales. En ellos tie- nen asiento grandes ciudades de indios como Tetz- coco, Tlacopan, Tepeaquilla, Azcapotzalco, Cuyoa- can, Iztapalapan y otras muchas. (20) De ellas son esas iglesias blanqueadas, desde las cuales se dis- fruta la vista de México. ZUAZO. De los campos más cercanos á la ciudad, unos son ejidos de abundantes pastoá para el ganado lanar, caballar y vacuno: otros son de árboles frutales, y tan propios para cualquier cultivo, que á excepción de la viña, cuanto allí se siembra produce cosechas increíbles. En ellos hay haciendas y casas de campo, tan bellas todas y feraces, que al mismo tiempo que esparcen el ánimo, mantienen decentemente á mu- chas familias. Alfaro. Y porque no falte cosa para que este cuadro ex- ceda á todos en belleza, entiendo que es muy abun- dante de pesca la laguna que desde el pié de los 36 282 DIALOGUS TERTIUS. Occidentem longe lateque patens diftunditur, indica navigiola cum retibus ad capiendos pisces, multa ferens. In ea, promontoria duo inter Occidentem et Meridiem, ambitu et altitudine prsestantissima na- scuntur. Zamora. In altero quod proprius accedit ad Orientem, fons est perpetuo calidus, perpulchro et eodem ca- merato sedificio contectus, salubre infirmis balneum. In altero quod ad meridiem vergit, leporum, cuni- culorum, cervorum et agrestium anserum mira est copia. Assurgunt in ipso, quo sit commendatius, Marchionis Cortesi sedes praestantissimse. ZUAZUS. Caeterum, quod veré munit et proinde urbem no- bilitat, animadverte ut ambiente et campos alluente palude, Mexicus difficilem habet oppugnationem: nam ad ipsum nisi per vias stratas, quas multas, am- plissimíe et ab adjacentibus campis elatse sunt, in- gressus neutiquam patet; cum campi qui ad ipsas pertinent, fossis multis dividantur, et hiberno tem- pore toti pene sic inundentur, ut non paludis sed maris speciem prsebeant. Prope plerasque vias quae aditum ad urbem prasstant, fossae seu rivuli ex ma- gnis fluminibus in urbem longissime derivantur; egressiquepaludem intrant: unde fit utnec saeviente canícula ab integritate sua discedat. Alfarus. Montes et juga sunt qui incolant? DIÁLOGO TERCERO. 283 montes se extiende y dilata mucho de oriente hacia el poniente y sur, cubierta de embarcaciones de in- dios con sus redes de pescar. Dentro de ella nacen, entre oriente y sur, dos cerros bien gruesos y ele- vados. (21) Zamora. En el de oriente, que es el más próximo, hay un manantial siempre caliente, encerrado dentro de un primoroso edificio abovedado, y es un saludable baño para los enfermos. En el otro, que queda al sur, hay maravillosa cantidad de liebres, conejos, ciervos y patos cimarrones; y le adorna un magní- fico palacio del marques. ZUAZO. Observa, fuera de eso, una cosa que ciertamente sirve de defensa á la ciudad, y por lo mismo le da mérito, y es que no puede fácilmente ser tomada por fuerza, á causa de la laguna que rodea y baña sus campos. Porque no es posible llegar á la ciudad sino por las calzadas, que son varias, muy anchas, y elevadas sobre el resto del terreno, estando todos los campos inmediatos á ellas cortados por muchas zanjas, de manera que en tiempo de aguas se inun- dan de tal modo, que aquello no parece laguna, sino mar. Junto á algunas de las calzadas que conducen á la ciudad, vienen de muy lejos hasta el interior de ella acequias ó arroyos sacados de los rios ma- yores, y al volver á salir entran en la laguna, de lo cual resulta que nunca bajan sus aguas, ni aun en el mayor rigor de la canícula. Alfaro. ¿Hay habitantes en las lomas y montañas.^ 284 DIALOGUS TERTIUS. Zam ORA. Indi quamplurimi, ínter quos sunt villae hispa- norum multae, stancias apellant mexicani; pleraeque sic feraces ut et pécora nutriant, et tritricum alia- que semina abunde ferant. Rura locis inferioribus irriguis aquis coluntur et óptima fiunt. — Nosti pie- raque, Alfare: jam descendamus, alia via Mexicurn reversuri. Alfarus. Recte mones: quod tamen cognoscendum mihi supremum et ultimum restat, dum alio iter fací- mus, de Novse Hispaniae, cujus primatum tenet Mexicus, temperie et ingenio, deque indorum mo- ribus et vita, quando locus est, nisi aliud vultís, me docete. ZUAZUS. Experieris nos íii ómnibus obsequentes, hacque incedentes via, quse recta Mexicum vergit, pauca (nam multa qui poterimus?) de Nova Hispania et ejus incolis colloquemur: ac primum de solo et coelo. Est igitur Nova Hispania, ex sententía Joannoti Durani, magnse Hispanise pars. Certa figura caret, nam ñeque quadrata, ñeque quadran- gularis, ñeque triangularis, ñeque rotunda, lon- gior tamen quam latior est, quod in longitudine a portu Nativitatis ad Soconuscum, ducentes et ví- ginti leucis, et a Septentrione per Zacatecas ad flu- mem Cupilci centum et quinquaginta pateat. La- titudinis vero ab amne Palmarum ad mare Merí- dianum id habet, ut centum et sexaginta leucis paulo minus terminetur. Deinde paulatim ad eam angu- stiam perstringitur et coarctatur, ut ad Guazacual- cum per quadraginta duntaxat lencas protendatur. DIÁLOGO TERCERO. 28^ Zamora. Muchísimos indios, y entre ellos gran número de granjas de españoles, llamadas estancias por los mexicanos; varias de ellas tan productivas, que man- tienen ganados, y dan con abundancia trigo y otras semillas. Las tierras bajas gozan de riego, que las fertiliza. — Tehedicjio ya casi todo: bajemos ahora para regresar á México por otro camino. Alfaro. Dices bien. Mas puesto que hay ocasión, mien- tras vamos por ese otro camino, informadme, si os parece, de lo último que me resta saber, esto es, del clima y naturaleza de la Nueva España, cuya cabeza es México, así como de la vida y costum- bres de los indios. ZUAZO. (22) En todo nos hallarás dispuestos á complacerte. Yendo por este camino, que va en derechura á Mé- xico, trataremos brevemente (pues por extenso no seria posible) de la Nueva España y sus habitantes, y primeramente de la tierra y del clima. Es, pues, la Nueva España, según dice Juanoto Duran (23), una parte de la gran España. (24) No tiene figura determinada, porque ni es cuadrada, ni cuadrilonga, ni triangular, ni redonda; pero sí mas larga que an- cha, pues tiene de largo desde el puerto de la Na- vidad á Soconusco doscientas veinte leguas; y desde el Norte por los Zacatecas al rio Cupilco (25), hay ciento cincuenta. La anchura, desde el rio de las Palmas hasta el Mar del Sur, es poco menos de ciento sesenta leguas. Desde allí se va angostando y recogiendo tanto, que en Guazacualco no llega á cuarenta. Tiene por límite al norte la provincia de 286 ' DIALOGUS TERTIUS. A Septentrione provincia Guachachilum termina- tur: ad Meridiem mari ulterioris Oceani alluitur: orientaleque ejus litus mari Novse Hispanias clau- ditur, et ab Oriente Guatemala provincia contine- tur: ejusdem Occidentem partem Compostellae re- gnum finit. Ac praeter casteras provincias quas in se Nova Hispania continet, Taxcala praecipue, Me- chuacane et Guaxaca clariores. Multis locis mon- tuosa, sed non infrugífera: casteris planicie máxima, perennibus fontibus et fluminibus, non tamen maxi- mis, frequens est: populosa valde: auro et argento, aliisque metallis ditissima. Bonam soli partem otiosam et incultam habet, quod indi terrae mul- tum occupent et parum colant: iidem irriguis aquis plurimum utuntur. In universum, solum est fera- cissimum, et quod multis suis partibus messem longe auctissimam mittat; quodque vix fiet ulli credibile, ad Angelorum civitatem centena segete redundet toto indifferenter anno; ita ut hic fru- mentum pullulet; proxime aliud paulo ante satum, spicas producat; aliud quod justo tempore prseces- sit reliquum, maturum et falci opportunum sit. Indicis pariter et hispanis fructibus abundat, etiamsi vini et olei sterilis. Lana, gossypio, coceo, saccharo, melle, pecoribus et armentis, exquibus coria multa transvehuntur in Hispaniam, plus satis fertilis. Omnis generis venationis sic affluit, ut non aucu- pantibus et venantibus aquilas, ardeae, albardeolae, anseres sylvestres; et in quadrupedibus lepores, cuniculi, damas, cervi, ursi, leones et tigres se pas- sim oíFerant; nam sylvis et nemoribus tota fere regio amoena est. Ac ne plura dicam, quod de Asia scripsit Cicero, de Nova Hispania scriptum putato, nam ut ille dixit, et ubertate agrorum, et varietate fructuum, et magnitudinepastionis, et multitudine earum rerum quse exportantur, facile ómnibus ter- DIÁLOGO TERCERO. 287 los Guachichiles (26) : báñanla al sur las aguas del océano ulterior (27), y ciñe sus costas occidentales el mar de la Nueva España. La provincia de Gua- temala forma el límite al oriente, y por el occidente termina el reino en Compostela. Entre las provin- cias que comprende la Nueva España, las mas fa- mosas son Michoacan, Oajaca, y principalmente Tlaxcala. (28) Es montuosa la Nueva España en muchos lugares, aunque no infructífera: lo demás es un gran llano. Tiene muchos manantiales pe- rennes y rios, aunque no muy grandes. Está muy poblada, y es riquísima de oro, plata y otros me- tales. Una buena parte del terreno está erial é in- culto, porque los indios ocupan mucha tierra y cul- tivan poca; aprovéchanse mucho de las aguas de riego. En general el suelo es feracísimo, y tal que en muchas partes produce cosechas desmedidas. Apenas es creíble que cerca de Puebla las mieses rindan ciento por uno en cualquier tiempo del año; de manera que aquí brota la planta; más allá es- piga la que se sembró un poco íintes; y ¡a otra que le precedió el tiempo necesario, está ya ma- dura y á propósito para la siega. (29) Es fértil en frutas (30), tanto indígenas como de España, y solo es pobre de vino y aceite. Pero produce con abun- dancia lana, algodón, grana, azúcar, miel, ganado menor y mayor, del que se lleva á España gran can- tidad de cueros. (31) Es tan abundante de caza, que aun los que no lá buscan ni son cazadores, encuen- tran á cada paso águilas, garzas reales, garzotas (32) y ánsares salvajes; ó bien liebres, conejos, gamos, ciervos, osos, leones y tigres, porque lo más de esta tierra es muy frondosa de bosques y selvas. En una palabra: considera dicho de la Nueva España lo que Cicerón escribió del Asia {3^), pues como él dijo, aventaja sin disputa á todas las naciones del 288 DIALOCUS TERTIUS. ris antecellit: digna denique quse una cum Fortu- natis insulis, ob aeris miram temperiem, coelique clementiaiTi, Fortunata appelletur; quae etsi callidior alibi, alibi frigidior sit, modum tamen nunquam excedit. Mexicus vero ea est temperie, et quaecum- que ipsi adjacent oppida, ut ex asquo hieme vereque eadem veste et eodem cubiculo uti possis. Ad Me- choacanensem provinciam paludes habet, et magni- tudinis et altitudinis rarae, in quibus non secus quam in Océano tempestates oboriantur: praeter fidem piscosae sunt. In toto, praster castera, Novae Hispanise solo equi nascuntur generosissimi, per- nicitatis mirae, et qui nunquam pene aut cursu aut gradiendo defatigentur: in summa elegantioresquam sint in Hispania. Unum tamen ad integram pro- vinciae felicitatem deest. Alfarus. Ecquid? nam vinum et oleum solum desidero. Zamora. Ut scilicet Florida, ad quam per mare facilis et brevissima navigatio, térra vero ñeque longum ñe- que difficile iter est, ab hispanis debellaretur, domi- numque C^sareni agnosceret. Alfarus. Quid ea ex re provincia vestra commodi et emo- lumenti caperet? Zamora. Plurimuní; nam quaecumque habet vetus Hispa- DIÁLOGO TERCERO. 289 mundo en la fertilidad de su suelo, en la variedad de sus productos, en la extensión de sus pastos, y en el gran número de géneros de contratación: digna en fin de que por la admirable templanza del clima se le llame también la Afortunada^ como á las islas de este nombre (34) ; pues aunque en partes es algo caliente, y en otras algo fria, nunca excede de lími- tes moderados. Es tal la temperatura de México y de los lugares vecinos, que así en invierno como en verano puede usarse la misma ropa en la persona y en la cama. En la provincia de Michoacan hay la- gunas de gran extensión y profundidad, en las cua- les se levantan tempestades como pudiera en el mar, y producen pescado con increíble abundancia. Fuera de lo demás, críanse en toda la Nueva España ca- ballos excelentes, de admirable agilidad, y que casi nunca se cansan de correr ó andar: son, en suma, más hermosos que los de España. — Una sola cosa falta para completar la felicidad de esta provincia. Alfaro. ¿Y cuál es? Porque solo echo menos el vino y el aceite. Zamora. Que los españoles conquisten y pongan bajo el dominio del Emperador la Florida, á la cual se va pronto y fácilmente por mar, y por tierra tampoco es difícil el camino. Alfaro. Y de ello, ¿qué comodidades y riquezas pueden venirle á esta provincia? Zamora. Muchas; porque todo cuanto produce la antigua 37 •90 DIALOGUS TERTIUS. nia in orbe altero posita, ex qua in nostram tanto temporCj et tanta cum difficultate merces importan- tur, ea omnia abundantius multo, quae nobis confinis est. Florida prseberet. Alfarus. Fiet id spero aliquando. Zamora. Fiet cum primum visum fuerit Csssari, que nun- quam solet magna sine magno etiam consilio ag- gredi. Csetera vero quae ad coelum solumque Novae Hispanise pertinent, quoniam non nisi multis ex- plicari possuntj latius ac melius ex Novi hujus Or- bis Geographia, quse auctore Joannote Durano, viro ea in re absolutissimo, brevissime prodibit in lucem, intelliges et cognosces. De moribus autem et institutis indorum, quantum temporis angustia patietur, nam et advesperascit et prope est civitas, Zuazus, qui tamdiu tacuit, et diligens est rerum indagator, ut semper facit, et eleganter et vere dis- seret. Alfarus. Id te rogo, Zuaze, facias ( Desiderantur paginoe duce.) [ZUAZUS.] otiosus viveret, omnium máxime curabant principes: intelligentes nimirum non posse non male agere qui otiosus fuerit. Magnatum etregum superba nimium palatia, plebis contra depressa et humilia erant domicilia; pleraque ex crudis lateri- bus, ut nunc, procul inter se posita et absque ulla serie. Metu magis quam amore eos parere, dixit ssepe Moteczuma; quod esse verum experientia de- clarat. Jumentorum nullus illis usus fuit: humeris DIALOGO TERCERO. 29 I España, situada en el viejo continente, de donde nos vienen las mercancías con tanto retardo y difi- cultad, se traeria de la Florida, confinante con no- sotros, donde todo abunda mucho más. Alfaro. Confío en que así se verificará algún dia. Zamora. Será tan pronto como lo determine el Emperador, que no acostumbra acometer las grandes empresas sin madura reflexión. Lo demás que toca al clima y suelo de la Nueva España, y de que no seria po- sible dar noticia sin alargarse demasiado, lo puedes ver mejor y con más extensión en la Geografía de este Nuevo Mundo que muy pronto dará á luz Juanoto Duran, persona versadísima en ello. De las costumbres y leyes de los indios, Zuazo, que hasta ahora ha callado, y es diligente investigador de esas cosas, podrá informarte con verdad y ele- gancia, como acostumbra, aunque con la brevedad que pide la escasez de tiempo, pues comienza á ano- checer y estamos cerca de la ciudad. Alfaro. Ruégote, Zuazo, que así lo hagas (Faltan dos páginas del original.) [ZuAZO.] Los reyes cuidaban sobre todo de que [nadie] es- tuviese ocioso, sabiendo que era imposible dejase de obrar mal el que viviese en la ociosidad. Los pa- lacios de los reyes y principales eran sumamente magníficos, y por el contrario humildes y bajas las casas de los pobres, apartadas como ahora, y sin orden alguno. Muchas veces dijo Moteczuma que obedecían más por temor que por amor, lo cual ha confirmado la experiencia. No conocían las bestias 292 DIALOGUS TERTIUS. ac tergo, ex plebe viri foeminaeque a capite penden- tia pondera deferebant, quo in usu ateneris assue- vere. Uxores habebant quas possent alere, sed in ipsis unam praecipuam, ex qua, veluti ex justis nu- ptiisj liberi legitimi et haeredes nascebantur. Calidis- simis, pipere quodam, quod axl dicitur, conditis, cibis vescebantur: vinum ipsis, quod vehementius quam nostrum inebriat, ex radicibus Maguey fuit, quo e potu mente capti, nefanda quaeque tentabant. Pedibus pugnabant, nam equos numquam viderunt: ratique sunt, cum primum hispanos equites con- spexere, nt sederent ita natos esse: cibosque postea eosdem quos insedentibus, equis porrigebant. Pro ensibus macanis ex ligno gladiis, utrinque ad cuspi- dem insertis novaculis, utebantur: clypeis se prote- gentes, ictus excipiebant: nudi decertabant. Mon- ticulis, aut nativis aut manufactis, pro arcibus et castellis se adversus hostes muniebant: in bello morí magniücum ducentes. Litterarum loco, ani- malium figuras, papyris quibusdam exaratas, -^gy- ptios imitati, ad absentesmissitabant. Aperto capite, sine calcéis et nudatis tibiis, nisi primarii viri fo- rent, cuncti incedebant. Quominus autem quemad- niodum coepi in reliquis pergam, quse sermonem dirimit nox impedit. Quare dabis veniam, potius temporis brevitati quam animo in te meo, et quae sunt alia, dum expectas in crastinum, cum Zamora felix abi: nam istac mihi domum eundum est. Alfarus. Bene igitur vale. DIALOGO TERCERO. 293 de carga: los hombres y mujeres del pueblo lleva- ban las cargas sobre la espalda, pendientes de la ca- beza, á lo cual se acostumbraban desde pequeños. Tenian cuantas mujeres podían mantener; pero en- tre ellas una era la principal, cuyos hijos eran los legítimos y herederos, como si nacieran de matri- monio. Usaban alimentos muy cálidos, condimen- tados con una especie de pimienta que llaman ají. De las raices del maguey sacaban un vino que em- briaga más que el nuestro; y trastornados con esa bebida, intentaban toda suerte de crímenes. Pelea- ban á pié, porque no conocieron los caballos. Cuan- do vieron por primera vez los jinetes españoles, pensaron que eran así por naturaleza, de suerte que luego ofrecieron á los caballos la misma comida queá los jinetes. En vez de espadas usaban macanas de madera, con navajas de pedernal encajadas por am- bos lados hasta la punta, y se servían de rodelas para resguardarse: peleaban desnudos. Para hacerse fuer- tes contra los enemigos, aprovechábanse de cerros naturales ó hechos á mano, como de fortalezas ó cas- tillos, teniendo á gran honra morir en la guerra. Se comunicaban con los ausentes, no por medio de le- tras, sino de figuras de animales pintadas en ciertos papeles, á imitación de los Egipcios. Todos, excepto los principales, andaban con la cabeza descubierta, y descalzos de pié y pierna. — La noche, que corta nuestra conversación, me impide continuar como había comenzado. Así pues, me harás favor de ex- cusarme, más por falta de tiempo, que de buena voluntad; y mientras aguardas á mañana para lo que resta, ve con Zamora en ahora buena, pues desde aquí tengo que irme á casa. Alfaro. Pues que te vaya bien. ítlA C\ÍAfc CVU. ítlA ttiA ttiA CtiA itiA ftiA ítiA ALFONSO GÓMEZ ALFARO, discípulo de FRxVNCISCO CERVANTES SALAZAR, AL LECTOR. Sé, amigo Lector, que no faltará quien censure á un profesor distinguido, como Cervantes Salazar, por no haber estorbado que esta obra suya viera la luz pública, á no ser impresa con caracteres mas ele- gantes, con mejor ortografía y en tamaño mayor. No me parece que debemos pretender la total abso- lución del cargo, pues pudo el libro salir á luz más castigado; pero tampoco hallo justo que se acepte toda la culpa, pudiendo ser atenuada. Sepan, pues, los que pretendan censurarle, que mejores caracteres no los hubo, y que Cervantes Salazar jamás entró á la imprenta, hallándose ocupado en los estudios teológicos á que ahora se dedica; en enseñar la re- tórica, de que es catedrático, y en escribir otras obras de mucha mayor importancia. Escribiendo de or- dinario en horas sueltas lo que ves añadido á Vives, vino á alargarse más de lo que se figuraba, y resultó un volumen más grueso de lo que debiera. He sa- tisfecho á todo, y á fe que con verdad. Tú que antes culpabas al profesor, únete á mí desde ahora para defenderle; pues los que atestiguan lo dicho son discípulos suyos que le han tratado familiarmente, y por lo mismo hay de ello testigos numerosos é irrecusables. Adiós. > ftiA CTlA ctlA KL IMPRESOR JUAN PABLOS, DE BRESCIA, AL LECTOR. Cuando, fundada ya en México la Universidad, bajo los auspicios y á expensas del Emperador, nada deseaba yo tanto, lector amigo, como que saliese de nuestra oficina tipográfica algo que por ser de pro- vecho para las buenas letras, que cada día florecen con tan grandes aumentos, fuese también útilá los escolares, se cumplió con exceso mi deseo. Porque Cervantes Salazar, persona de rara elocuencia, y do- tada de tal habilidad para improvisar, que es teme- ridad creerlo (dejando aparte sus demás prendas, que no pedirian una epístola sino un libro), no solo nos trajo á imprimir un Vives con comentarios doc- tísimos y muy dignos del autor, en que explica, aclara y resuelve los pasajes difíciles y equívocos en materia intrincada é inculta, sino que para acercarse más al modelo, y siguiendo el mismo plan, añadió siete Diálogos en que trató de ciertos juegos que faltan en Vives, y deécribió tan erudita y copiosa- mente la ciudad de México y sus alrededores, que no parece que describe, sino que pone las cosas á la vista. Y porque estoy cierto por experiencia, de que la obra es mucho mejor de lo que digo, no quiero añadir una palabra más. No dejaré, sin em- bargo, de decir una cosa, y es que para gozar de los trabajos ajenos, no has de verlos de mal ojo, y que nunca desprecies nuestras fatigas, enderezadas siem- pre á tu provecho. Adiós. 3S f Impositus est finis huic operi, anno ab asserto m libertem genere humano millesimo quingentésimo quinquagesimo quarto. Die vero sexta mensis No- vembris. Ex commissione Proregis et Archiepiscopi Mexi- cani probatum est opus Doctori Matheo Sedeño Arevalo, Decretorum Interpreti, et Magistro Al- fonso a Vera Cruce, Theologias primario Modera- torij Mexicij anno, mense et die ut supra. I f Acabóse la presente obra el dia seis de Noviem- bre del año de la Redención humana de mil quinien- tos cincuenta y cuatro. Por comisión del Virey y del Arzobispo de Mé- xico fué aprobada esta obra por el Dr. Mateo Se- deño Arévalo, Catedrático de Decreto, y por el Maestro Fr. Alonso de la Veracruz, Catedrático de Prima de Teología. — En México, dicho dia, mes y año. I J¿^^0-^--^^^— ^o^-^^l^-^ "^^-f^-KS^^^X^-^^-^"^^ Notas al Diálogo Tercero. Nota I, pág. 261. Bien famosas son las cenas del romano Lúculo, y es sabido que el gasto de ellas se regulaba conforme al aposento ó comedor en que se servían. La sala de Apolo era la que requería mayor sun- tuosidad en la cena; y á este propósito refiere Plutarco en la FiJ¿2 de Lúculo y la siguiente anécdota: ((Viéndole un dia desocupado en la plaza, se le llegaron Cice- «ron y Pompeyo: aquel era uno de sus mayores y más íntimos (( amigos ; y aunque con Pompeyo había tenido alguna desazón con «motivo del mando del ejército, solían, sin embargo, hablarse y «tratarse con afabilidad. Saludándole, pues. Cicerón, le preguntó: «;sí podían tener un rato de conversación? y contestándole que «sí, con instancias para ello; pues nosotros, le dijo, queremos ce- «nar hoy en tu compañía, nada mas que con lo que tengas dis- «puesto. Procuró Lúculo excusarse, rogándoles que fuese en otro «día: pero le dijeron que no venían en ello, ni le permitirían ha- «blar á ninguno de sus criados, para que no diera la orden de que «se hiciera mayor prevención; y solo á su ruego condescendieron «con que dijese en su presencia á uno de aquellos: hoy se ha de «cenar en Apolo, que era el nombre de uno de los más ricos sa- « Iones de la casa : en lo que no echaron de ver que los chasqueaba; «porque, según parece, cada cenador tenía arreglado su particular «gasto en manjares, en música y en todas las demás prevenciones, «y así con solo oír los criados donde quería cenar, sabían ya qué NOTAS AL UIALÜGO TERCCRÜ. 30I «era lo que hablan de prevenir; y con qué orden y apáralo se «habla de disponer la cena; y en Apolo la tasa del gasto era cin- « cuenta mil dracmas. Concluida la cena, se quedó pasmado Pom- «peyo de que en tan breve tiempo se hubiera podido disponer un «banquete tan costoso.» (l) Según Letronne (2) la dracma ática valia 92 céntimos de fran- co, de manera que el gasto de las cincuenta mil era igual á cua- renta y seis mil francos, ó sea unos nueve mil pesos de nuestra moneda. Otros autores asignan un valor algo mayor á la drac- ma ática. Por lo demás, las cenas de los romanos eran más bien comidas, pues comenzaban ordinariamente antes de las cuatro de la tarde. (3) Nota 2, pág. 261.' Según se expresa Zamora, los convites eran todavía más sun- tuosos en los años inmediatos á la conquista, lo cual parece ex- traño, porque los españoles no habían de usar para tales fiestas los alimentos propios del pais, y los que se traían de España, co- mo el vino, debían ser entonces más escasos y caros. Tal vez la licencia y prodigalidad propias de la gente de guerra, hacían que no se reparase en el gasto; pero después, los vecinos ya estable- cidos y que trataban de hacer caudal, vivían con más economía. Nota 3, pág. 261. Los sibaritas, habitantes de Sybaris, ciudad situada en el golfo de Tarento, cerca del rio Gratis (hoy Crati), y de la cual solo queda la memoria, fueron famosos en la antigüedad por su lujo y afeminación, así como por su refinamiento en las comidas. Su nombre ha venido á ser un apodo injurioso. «Tratar de frugalí- «dad entre los sibaritas, no seria bien admitido,)) dice Quintilia- no. (4) El tipo de esos afeminados es Mindíridas, quien viendo á un hombre que al cavar la tierra levantaba demasiado el azadón, le mandó suspender el trabajo, porque la sola vista de él le cau- saba fatiga. El mismo solía quejarse de tener el cuerpo acardena- lado por haberse acostado sobre hojas de rosa dobladas. (5) A las cenas siracusanas alude Cicerón, diciendo : « Encuéntrese 1 Traducción de Ranz Romanillos, tom. III, pág, 1S2. 2 Kclaircisscmenis historiqíics faisant sititc aiix QLuvrcs de KoUiu^ tom. XXX, pág, 20. 3 Dezobry, Rome ati Siécie d^Augtisie, tom. I, pág. 335. 4 ^^Frugalitas apiid Syharitas,forsitan odioforef.)) Lib. III, cap. 7. 5 Séneca, De Ira, lil). IT, cap. 25. 302 NOTAS «en buena hora igual deleite en comer aquel mastuerzo de que, «según dice Xenofonte, acostumbraban alimentarse los persas, «que en las mesas siracusanas, censuradas por Platón con tanta «vehemencia. » (i) Nota 4j pág. 261. «O 7ioctes ccenaque Deüm,)) Horat., Sat. 6, lib. II. Nota 5, pág. 265. La Fia Apia, llamada así por haberla comenzado el censor Apio Claudio 312 años antes de Jesucristo, era la más célebre de las grandes calzadas de los romanos. Dábasele también el nombre de Regina Viarum. Comenzaba en la puerta Capena é iba á termi- nar á Brindis, distante 558 kilómetros. A ambos lados de ella, á la salida de la ciudad, estaban los sepulcros de las principales fa- milias de Roma. En la Via Apia fué donde Milon dio muerte al detestable tribuno Clodio, y por eso la nombra Cicerón con fre- cuencia en la defensa que hizo de aquel. Aquí salían ya los interlocutores de los límites de la traza ó recinto primitivo de la antigua ciudad, que por este rumbo ter- minaba en la calle de Santa Isabel. Desde allí comenzaba la cal- zada conocida con el nombre de Tacuba, y eran muy pocos los edificios que había á ambos lados, si es que había alguno á la iz- quierda. De las dos iglesias que quedaban á la derecha, la primera era la Santa Veracruz, muy antigua, pues en 1526 ya existia. Fué erigida en parroquia el 5 de Diciembre de 1568, y reedificada en 1730. La otra era la de San Hipólito: primeramente fué una ermita levantada en el lugar donde murió mayor número de espar ñoles en la desastrosa retirada de la Noche triste. Atribuyese ge- neralmente su construcción al portero del cabildo Juan Garrido, y aun llevó al principio su nombre : pero Bernal Díaz (2), hablando de ella dice: «una iglesia que nosotros hicimos.)) Probablemente Juan Garrido fué el promovedor de la obra, y contribuyeron á ella los demás conquistadores. Después se llamó de los Mártires, aplicando gratuitamente ese nombre á los que allí perecieron, aunque, como dice Betancurt, «mal les vino el título de mártires «á los que por la codicia faltaron al valor,)) (3) aludiendo á ha- 1 (( Sit voluptas non minor in nastiirtio illo, quo vesci Persas esse soli- v.tos scribit Xcnop/ioJt, qtiam in Syracusanis mensis qucr a Platonc gravi- uter vitupcraiitur.n De Finibus, lib. II, cap. 28. 2 Cap. 155. 3 Teatro, Pte. III, tnxt. i, cap. 15, n? 133. M, DIAI-ÜC.Ü 'I'HRCliRO. 305 ber quedado allí los que se carg^.ron con el oro que Cortés no pudo llevar. Al último tomo aquella iglesia la advocación de San Hipólito, que hasta el dia conserva. Junto á ella fundó en 1567 el V. Bernardino Alvarez un hospital, que hoy es casa de locos. Habiéndose arruinado la ermita, se trasladó el culto á una sala baja del hospital, donde estuvo mucho tiempo, hasta que á costa de la ciudad se fabricó la nueva iglesia, que fué dedicada en 1739. Ni la manzana de casas en que está la que fué iglesia de Santa Isabel, ni la Alameda, existían en tiempo de Cervantes. Ese ter- reno vacío era conocido con el nombre de «tianguis de Juan Ve- (ílazquez, )) y después con el de tianguis ó mercado de S. Hipólito. Nota 6, pág. 265. La primera disposición para solemnizar la fiesta data del 31 de Julio de 1528. En cabildo de ese dia se acordó «que las fiestas «de S. Juan é Santiago é Santo Plipólito, é Ntra. Sra. de Agosto «se solemnice mucho, é que corran toros, é que jueguen cañas, 6 «que todos cabalguen, los que tovieren bestias, so pena de diez «pesos de oro.» A 14 de Agosto del mismo año se mandaron «librar é pagar cuarenta pesos é cinco tomines de oro, que se gas- «taron en el pendón y en la colación del dia de S. Hipólito, en «esta manera: cinco pesos é cuatro tomines á Juan Franco de «cierto tafetán colorado: á Juan de la Torre seis pesos de cierto «tafetán blanco: á Pedro Jiménez, de la hechura del pendón é «franjas, é hechura, é cordones é sirgo (seda), siete pesos é cinco «tomines: de dos arrobas de vino á Diego de Aguilar, seis pesos: «á Alonso Sánchez de una arroba de confite, doce pesos y medio: «á Martin Sánchez, tres pesos de melones.» Por este acuerdo se viene en conocimiento de que el Pendón que se sacaba en el pa- seo, no era el que liabia traído Cortés, como generalmente se cree, sino otro nuevamente hecho, cuyos colores eran rojo y blanco. (9) Aquí no se habla todavía del paseo, aunque es de suponerse que para él se hizo el Pendón; pero al año siguiente de 1529 se fijó 9 Parece que en esto de los colores del Pendón no había determina- ción fija. En el acta de 18 de Junio de 1540 se lee lo que sigue; «Este «dia acordaron que se haga un Pendón para esta cibdad, que sea de da- « masco verde ó colorado con sus armas de la cibdad, porque el Pendón «que tiene al presente, de leonado é pardo, se hizo porque no se hallaron «otros colores, é mandaron que se venda el dicho Pendón viejo, ó se «aproveche lo mejor que se pueda, y lo que más valiere el nuevo que se «oviere de hacer se pague de los propios de esta cibdad; é mandaron « que la letra de la orladura del Pendón nuevo sea : Ávn in innititudine v.exercitiis consistit victoria, sed in volúntate Dei.n La leyenda se tomó, en parte, del Primer libro de los Macabeos, cap, III, v. 19. ^04 NOTAS ya el orden que con corta diferencia se siguió observando en lo sucesivo. He aquí lo que se dispuso en el cabildo de 1 1 de Agos- to: «Los dichos señores ordenaron y mandaron que de aquí ade- «lante todos los años, por honra de la fiesta de Señor Santo Hi- «pólito, en cuyo dia se ganó esta ciudad, se corran siete toros, é «que dellos se maten dos, y se den por amor de Dios á los mo- «nasterios é hospitales, y que la víspera de la dicha fiesta se saque «el Pendón de esta ciudad de la Casa del Cabildo, y que se lleve «con toda la gente que pudiere ir á caballo acompañándole hasta «la. iglesia de S. Hipólito, y allí se digan sus vísperas solemnes, «y se torne á traer dicho Pendón á la dicha Casa del Cabildo, é «otro dia se torne á llevar el dicho Pendón en procesión á pié «hasta la dicha Iglesia de S. Hipólito, é llegada allí toda la gente «y dicha su misa mayor, se torne á traer el dicho Pendón á la «Casa del Cabildo, á caballo, en la cual dicha Casa del Cabildo «esté guardado el dicho Pendón, é no salga de él; é en cada ün «año elija é nombre el dicho cabildo una persona, cual le pare- «ciere, para que saque el dicho Pendón, asi para el dicho dia de «S. Hipólito, como para otra cosa que se ofreciere.» (i) Y el dia 27 del mismo mes se mandaron «librar é pagar á los trom- « petas doce pesos de oro, por lo que tañeron é trabajaron el dia «de Santo Hipólito.)) Este año, tal vez por estreno, fueron lar- gamente recompensados los trompetas; pero lo desquitaron al si- guiente, porque en cabildo de 28 de Agosto de 1530 se acordó «que no se les diese cosa ninguna.)) Esta ceremonia del Paseo del Pendón se verificaba también en otras ciudades de las Indias, y señaladamente en Lima el dia de la Epifanía. El orden que debia guardarse en el paseo fué materia de varias disposiciones de la Corte, con las cuales se formó una de las leyes de Indias. (2) Veamos cómo se practicaba en México, según refiere un antiguo libro: (3) «Tiene ya esta fiesta tan gran «descaecimiento (1651) como otras muchas cosas insignes que ha- «bia en México, y aunque uno ú otro año, por la diligencia y «industria del regidor que saca el estandarte real, se adelante mu- «cho, en ninguna manera puede llegar á lo que fué antiguamente, «aunque se pudieran nombrar algunos regidores que en esta era «han gastado más de veintidós ??iil pesos en adelantar y celebrar 1 Libros !?_;' 2? de Cabildo. 2 Es la 56 del tít. XV, lib. III. 3 Lib7'o PrimcTo (segundo, tercero y cuarlo) del Próximo Evangélico cxe7nplificado en la Vida del V. Bernardino Alvarez Comp7testo por D. Juan Diaz de Arce. (México, 1 65 1, en 4?) lib. I, cap. 40, — La reim- presión hecha en 1762 está abreviada. Entre lo suprimido se cuenta lo relativo al Pendón. AL DIALOGO TERCERO. 305 (cpor su parte esta festividad. Mas para que se crea lo que fue «cuando se vea lo que es al presente, será bien traer á la memoria «algo de la descripción que á lo retórico hizo el P. Fr. Diego de «Valadés en la parte IV, capítulo 23 de su Retórica Cristiana^ «que vio en México lo que algunos años después escribió en Ro- «ma en latin, año de 1578. (1) Dice lo siguiente: En el año de «nuestra Redención humana de 1521, el mismo dia de S. Hipó- «lito, 13 de Agosto, fué rendida la ciudad de México, y en me- «moria de esta hazaña feliz y grande victoria, los ciudadanos ce- «lebran fiesta y rogativa aniversaria en la cual llevan el pendón «con que se ganó la ciudad. (2) Sale esta procesión de la Casa «del Cabildo hasta un lucido templo que está fuera de los muros «de la ciudad de México, cerca de las huertas, edificado en honra «del dicho santo, adonde se está agora edificando un hospital. «En aquel dia son tantos los espectáculos festivos y los juegos, que «no hay cosa que allí llegue {id nihil suprd): juéganse toros, ca- «ñas, alcancías, en que hacen entradas y escaramuzas todos los «nobles mexicanos: sacan sus libreas y vestidos, que en riqueza y «gala son de todo el mundo preciosísimos, así en cuantoson adornos «de hombres y mujeres, como en cuanto doseles y toda diferen- « cía de colgaduras y alfombras con que se adornan las casas y calles. «Cuanto á lo primero, le cabe á uno de los regidores cada año « sacar el Pendón en nombre del regimiento y ciudad, á cuyo cargo «está el disponer las cosas. Este alférez real va en medio del vi- « rey, que lleva la diestra, y del presidente, que va á la mano si- «niestra. Van por su orden los oidores, regidores y alguaciles, y «casi todos los nobles y hombres buenos. Va el alférez armado «de punta en blanco, y su caballo á guisa de guerra, con armas «resplandecientes. Todo este acompañamiento de caballería, os- « tentando lo primoroso de sus riquezas y galas costosísimas, llega «á S. Hipólito, donde el arzobispo y su cabildo con preciosos or- «namentos empieza las vísperas y las prosiguen los cantores en «canto de órgano, con trompetas, chirimías, sacabuches y todo «género de instrumentos de música. Acabadas, se vuelve, en la «forma que vino, el acompañamiento á la ciudad, y dejado el vi- «rey en su palacio, se deja el Pendón en la Casa de Cabildo. Van 1 El libro citado es este : Rhctorica Christiana ad concíonandi et orandi usiim accoinodata, iitrhisqiie facidtatis cxemplis stio loco msertis, qucc quidem ex Indortini máxime dep7'ompta sicnt Historiis, taide pi'íxter doctrinam, sianina qtioqiie dclcctatio co7iiparabiíur. En 4?, con muchas láminas. Impreso primero en Perusia, 1579, luego luego allí mismo, 1583, y por tercera vez en Roma, 1587. En el pasaje citado por el Dr. Arce conservo su traducción, aunque no es siempre clara ni absolutamente fiel. 2 Ya hemos visto que no era este. 39 306 NOTAS «á dejar el alférez á su casa, en la cual los del acompañamiento «son abundante y exquisitamente servidos de conservas, colacio- «nes, y de los exquisitos regalos de la tierra, abundantísima de «comidas y bebidas, cada uno á su voluntad. El dia siguiente, con «el orden de la víspera, vuelve el acompañamiento y caballería á «la dicha iglesia, donde el arzobispo mexicano celebra de ponti- «fical la misa. Allí se predica el sermón y oración laudatoria con «que se exhorta al pueblo cristiano á dar gracias á Dios, pues en «aquel lugar donde murieron mil españoles, ubi millia virorum i{decubuere, donde fué tanta sangre derramada, allí quiso dar la «victoria. Vuelve el Pendón y caballería, como la víspera ante- «cedente. Y en casa del alférez se quedan á comer los caballeros «que quieren. Y todo el dia se festeja con banquetes, toros y «otros entretenimientos. Hasta aquí Valadés. «En la víspera y dia de S. Hipólito se adornaban las plazas y «calles desde el palacio hasta S. Hipólito, por la calle de Tacuba «para la ida, y por las calles de San Francisco para la vuelta, de «arcos triunfales de ramos y flores, muchos sencillos y muchos «con tablados y capiteles con altares y imágenes, capillas de can- «tores y ministriles. Sacábanse alas ventanas las más vistosas, ri- «cas y majestuosas colgaduras, asomándose á ellas las nobles ma- «tronas, rica y exquisitamente aderezadas. Para el paseo, la no- «bleza y caballería sacaba hermosísimos caballos, bien impuestos «y costosísimamente enjaezados: entre los más lozanos (que en- «tonces no por centenares, sí por millares de pesos se apreciaban) «salían otros no menos vistos, aunque por lo acecinado pudieran «ser osamenta y desecho de las aves, aunque se sustentaban á «fuerza de industria contra naturaleza, que comían de la real caja «sueldos reales por conquistadores, cuyos dueños, por salir aquel «dia aventajados (por retener el uso del Pendón antiguo) sacaban «también sus armas, tanto más reverendas por viejas y abolladas, «que pudieran ser por nuevas, bien forjadas y resplandecientes. «Ostentaban multitud de lacayos, galas y libreas. Clarines, chiri- «mias y trompetas endulzaban el aire. El repique de todas las «campanas de las iglesias, que seguían las de la Catedral, hacían «regocijo y concertada armonía.)) Como esa solemnidad se verificaba en lo más fuerte de la esta- ción de las lluvias, sucedía á veces que la comitiva, sorprendida por el agua, se refugiaba en los primeros zaguanes que encontraba abiertos, hasta que pasada la tormenta, continuaba su camino. Sa- bido por el rey, despachó una cédula en términos muy apremian- tes, prohibiendo que tal cosa se hiciera, sino que á pesar de la lluvia continuase adelante la procesión, y así se cumplió. Por ser muy grandes los gastos que la fiesta ocasionaba al regi- dor encargado de llevar el Pendón, la ciudad le ayudaba con tres AL DIÁLOGO TERCERO. 307 mil pesos de sus propios, (i) Andando el tiempo decayó tanto el brillo de esa conmemoración anual de la conquista, que en 1745 el virey, por orden de la corte, hubo de imponer una multa de quinientos pesos á todo caballero que siendo convidado dejase de concurrir sin causa justa. La ceremonia, que en sus principios fué muy lucida, vino después á ser ridicula, cuando el pasco se hacia ya en coches, y no á caballo, y el Pendón iba asomando por una de las portezuelas del coche del virey. Las Cortes de España la abolieron por decreto de 7 de Enero de 181 2, y la fiesta de San Hipólito se redujo á que el virey, audiencia y autoridades asistie- ran á la iglesia, como en cualquiera otra función ordinaria. (2) Inútil es decir que hasta esto cesó con la independe/icia. Nota 7, pág. 267. Las ^2L\dhr&s potreadero y potrear usaáíis ya en México en tiempo de Cervantes Salazar, no han pasado todavía á España, ni hallado cabida en el Diccionario de la Academia. Potrear se usa hoy en México, no solo en el sentido recto, sino también en el figurado de «fatigar y aburrir á alguno con repetidas dilaciones y dificultades.» Nota 8, pág. 267. El original dice assesoribus domantury lo cual me ha parecido error evidente por a sessoribus domantur, y así he corregido. Nota 9, pág. 267. HoRAT., Epist. 15, lib. L Nota 10, pág. 267. Los dos caminos que aquí se apartaban son la calzada cede la «Verónica,» que va á Chapultepec, siguiendo la dirección del acueducto, y la de S. Antonio de las Huertas que continúa en línea casi recta hasta Tacuba. Se hallaban, pues, los interlocuto- res, en la esquina de «la Tlaxpana.» La gran casa de Cortés es- taba sin duda donde ahora el « cementerio de los ingleses, n Cuándo desapareció, no lo sé. De estos terrenos se hizo merced á Cortés por cédula dada en Barcelona á 6 (23 ó 27) de Julio de 1 529. (3) El rancho «de Tepetates» cuyos terrenos llegaban á las calzadas 1 De muy antiguo venia dar una ayuda de costa al regidor. En 28 de Julio de 1533 se mandaron dar veinticinco pesos de oro de minas á Bernardino Vázquez de Tapia para ayuda de gastos de sacar el Pendón. 2 Alaman, Historia de México, tom. III, pág. 266. 3 Colcccio7i de Documentos para la Ilist. de México, tom. II, pág. 28, 308 NOTAS de la Verónica y S. Antonio de las Huertas perteneció hasta es- tos últimos tiempos á sus descendientes; mas no he podido cer- ciorarme de si comprendian la parte ocupada por el cementerio. Nota 1I5 pág. 269. La calzada que «corre para Cuyoacan» será tal vez el camino que de Chapultepec va para aquel punto, pasando por Tacubaya. En los Libros de Cabildo se menciona con frecuencia la calzada de Chapultepec á Cuyoacan. Nota 12, pág. 269. Antes de la conquista, los manantiales de Chapultepec surtian de agua potable á la ciudad de México. «Por la una calzada que «á esta gran ciudad entran, vienen dos caños de argamasa, tan an- ee chos como dos pasos cada uno, y tan altos casi como un estado, «y por el uño de ellos viene un golpe de agua dulce muy buena, «del gordor de un cuerpo de hombre, que va á dar al cuerpo de «la ciudad, de que se sirven y beben todos. El otro que va vacío «es para cuando quieren limpiar el otro caño, porque echan por «allí el agua en tanto que se limpia; y porque el agua ha de pasar «por las puentes, á causa de las quebradas por do atraviesa el agua «salada, echan la dulce por unas canales tan gruesas como un buey, «que son de la longura de las dichas puentes, y así se sirve toda «la ciudad. » (i) Este acueducto habia sido reedificado por Moc- tezuma II (2), y parece que traia el mismo camino que los arcos de S. Cosme. Luego que Cortés puso cerco á México trató ante todo de quitar el agua á los sitiados, como lo verificó, á costa de- una reñida escaramuza, de suerte que no volvió á entrar el agua á la ciudad hasta que fué ganada por los españoles. Entonces Cor- tés dio orden de que los indios volvieran á poner en corriente el acueducto que se les habia cortado. (3) Sea que los caños de los indios hubiesen quedado muy maltra- tados con la destrucción casi general que se hizo de la ciudad para tomarla, ó que los españoles no los considerasen suficientes para su objeto, el caso es que desde los principios de la nueva población se trataba ya en el cabildo de las obras para traer el agua á la ciudad. Así se ve en el acta del 13 de Enero de 1525, en que se dio comisión para ello al Lie. Zuazo y al factor Salazar. En 16 de Junio se mandó pagar á Rodrigo de Paz el importe de las man- 1 Cortés, Carta Segunda, ?¿ 32. 2 Betancurt, Teatro, Pte. Ü, trat. I, cnp. 19, n? 15 1. 3 Bernal Díaz, caps. 150, 157. AL DIÁLOGO TERCERO. 3O9 tas y maiz que habia dado á ciertos indios de ¡Vléxico (cque han «guardado la dicha acequia hasta el dia que se comenzó á labrar «la dicha acequia, é Jejo de venir el agua á esta cibdad.y) De aquí se infiere que el nuevo caño era una reposición o recons- trucción del antiguo, pues de ser distinto, no habria sido necesaria esa interrupción del agua. Un mes después, el 21 de Julio, pidió Jorge de Xexas que se le pagara el resto de la cantidad en que habia contratado la conducción del agua, y ademas las albricias que se le habian prometido «haciendo venir el agua, como habia « venido, w El resto del importe de la obra se mandó pagar, y que las albricias quedaran «para adelante.)) Diremos de paso que el famoso acuerdo para cortar los árboles de la fuente de Chapulte- pec «porque quitaban el sol,)) y las hojas que caian en el agua «la «tiñen é dañan, á cuya cabsa es doliente é no tan sana como si «los dichos árboles se cortasen,)) lleva la fecha de 28 de Enero de 1527. Consta por varias noticias, que este primer acueducto de los es- pañoles que solo era una atarjea baja, venia por las calzadas de la Verónica y S. Cosme, lo mismo que la arquería actual. Hasta la esquina de la Tlaxpana estaba descubierto, y desde allí á la ciudad tenia una bóveda con sus lumbreras: así lo dice Cervantes. Parece que á los principios no pasaba de la esquina de la calle de Sta. Isabel, donde comenzaba la traza, pues el 6 de Setiembre de 1527 se sacaba á remate «la hechura del rollo, é fuente, é pi- «lar que se ha de hacer en la plaza de esta dicha cibdad, é la tráe- te dura del agua de la fuente de Chapultepec á la dicha plaza.)) La obra aun no estaba terminada el 5 de Febrero de 1529. En el cabildo de 14 de Marzo de 1530 se habla de un caño nuevo «que agora se hace,)) y en 12 de Agosto se dio licencia al monasterio de S. Francisco para que tomase agua del caño viejo «hasta tanto que llega el caño nuevo,)) y en 2 de Enero del año siguiente se repitió la merced, casi en iguales términos. Confieso ignorar cuál era ese caño nuevo, asi como lo que significa la di- visión de la agua en tres partes, que se verificaba en la esquina de Sta. Isabel, según dice Cervantes. Hasta aquí solo se trata del agua de Chapultepec. El aumento de la ciudad hizo que esa agua fuera ya insuficiente, y el Marques de Falces (i 566-1 568) intentó traer las de la fuente de Acue- cuexcad, inmediata á Cuyoacan; pero aunque se hicieron gastos considerables, no pudo llevarse á cabo el proyecto. Su sucesor D. Martin Enriquez (i 568-1 580) habia ya traído en I 576 la de Sta. Fe (i), no sabemos de qué m.anera. La arquería que hoy I Saiiagun, Ilist. Gen., lili. XI, cap. 12, \ 2. 3IO NOTAS conocemos fué empezada por el Marques de Montesclaros (1603- 1607), y concluida por el de Guadalcázar en 1620. Se componía de cerca de mil arcos, y para acabarla se gastaron más de ciento cincuenta mil pesos. Terminaba primitivamente en la esquina de la calle de Santa Isabel; pero en 1851-52 fueron derribados los arcos hasta S. Fernando, y en 1871 hasta la garita de S. Cos- me, tratándose ahora de continuar la demolición hasta la Tlax- pana ó sea al principio de la calzada de la Verónica (i). La parte derribada ha sido sustituida con caños subterráneos. Esta arquería es doble: por la parte superior corre el agua de Sta. Fe, llamada agua delgada, que en tiempo de lluvias viene muy entur- biada: por la atarjea inferior hpmos visto pasar el agua gorda de una délas fuentes de Chapultepec: hace muchos años que dejó de correr, y no sabemos qué se hizo. México tiene ademas otro acueducto: el que trae el agua gorda de los manantiales de Chapultepec, limpia en todo tiempo. Co- mienza en aquel lugar, recorre la calzada de Belén y termina en la fuente del Salto del Agua. Consta de 904 arcos, menos eleva- dos que los de San Cosme. No hemos hallado noticia de la época de su construcción: solo consta que en tiempo de Betancurt (1690) ya existia, y por una inscripción puesta cerca de la fuente, sabe- mos que la obra de la arquería y caja se acabó el 20 de Marzo de 1779. El que desee más noticias de los acueductos de México las ha- llará en la interesantísima Memoria para la Carta Hidrográfica del Valle de México y escrita por el Sr. D. Manuel Orozco y Berra, pág. 81 y sig. Nota 13, pág. 271. Esta inscripción no existe, y sin la noticia de Cervantes, hasta ignoraríamos que alguna vez existió. Es lamentable nuestra ne- gligencia en conservar unos monumentos históricos de tanta im- portancia, y no solo ha habido negligencia, que seria hasta cierto punto perdonable, como simple pecado de omisioriy sino empeño pueril de los partidos políticos en destruir las memorias de sus I En el último de los arcos que hoy existen se lee esta inscripción, próxima sin duda á desaparecer : «Reynando en las Españas la Catholica Mag. del Rey ntro. Señor D. Phelipe V. el animoso que Dios guarde. Governando esta Nueba Es- paña el Exnio, S. Conde de Fuenclara. siendo Superintendente Juez COservador de los propios de la Novilissima Ciudad de México el Sr. D. Domingo Trespalacios y Escandon, Cavall? del Ordé de Santiago, seredificaron estos setenta y siete Arcos, los quarenta y dos al Oriéte y los treinta y sinco al Poniste. Año de 1745. AL DIALOGO TliRCERO. 3II adversarios. ¡ Cómo si fuera posible borrar la liistoria! En el mis- mo Chapultepec, en la nueva subida al cerro por el lado del norte, hubo una inscripción que ha sido quitada, y que por eso y no ca- recer de mérito, quiero copiar aquí: MAXIM1LL\NVS. IMl*. FRACTO. MONTE. CLIVVM APERVIT. MVNIVIT MDCCCLXIV. Por la misma razón de haber desaparecido, copiaré las inscrip- ciones que adornaban el pedestal de la estatua de Morelos en la plazuela de Guardiola, (hoy en la de S. Juan de Dios), arranca- das de su lugar el 13 de Julio de 1867. ínclito, dvci. i. m. morelos aris. erepto. ad. prcelia. et. trivmphos mortemqve. pro. patrlí:. libértate maximilianvs. imperator mdccclxv. 2?- Al íf.clito Morelos Que dejó el altar Para combatir, vencer y morir Por la libertad de su patria Maximiliano Emperador. Año de MDCCCLXV. 3^ José María Morelos nació en Valladolid El 30 de Setiembre de 1765 Murió por la patria en Ecatepec á 22 de Diciembre de 181 5. 4^ Maximiliano Emperador á Morelos En el centesimo aniversario de su nacimiento. MDCCCLXV. 312 NOTAS He aquí otra inscripción grabada con destino á la Casa de Ma- ternidad, que no llegó á ser colocada en su lugar : MAXIM, ET. CAROL. IMPERAT. MEXICANORVM. VOTIS. ADNVENTES Pío. ERGA. POPVLVM, DESIDERIO HOC. MATERNITATIS, HGSPITn'M QVOD. DEVS. IN. PERPETVVM. FOVF.AT INSTRVXERVXT. ANNO MDCCCLXVI. Nota 14, pág. 271. Ya comprenderá el lector, que este Cervantes Salazar no es otro que el autor de estos Diálogos, que gustaba de aprovechar las oca- siones de recomendar sus servicios. Nota 15, pág. 275. De la fuente Cabura hace mención Plinio. (i) k IJnus in tota Vi orbe traditur fons aqu^e jucunde olentis in Mesopotamia, Chabura, v.Fabul¿e rationem afferunt quoniam eo Juno per/usa sit. w « En todo «el mundo se dice haber una fuente de agua que huele agradable- (cmente, y está en Mesopotamia, en Cabura. Traen por causa de «esto una fábula, y es porque en ella se bañó Juno.» La fuente Aganipe, situada al pié del monte Helicón, en la Beo- cia, estaba consagrada á las Musas é inspiraba á los poetas. Aonie Aganippe, dice Virgilio (2), porque la Beocia se llamaba también Aonia, La Clitoria estaba cerca de Clitorium ó Clitor, ciudad de la Arcadia (3). Ovidio (4) dice de ella: « Clitorio qtdcnmque sitiin de fo7itc Icvarii « Vina fiigit, gandetqiie vicris abstemius iindis.n «El que las aguas de Clitoria bebe, (( Huye del vino y busca el agua pura, » porque se creía que las de esta fuente tenían la propiedad de ha- cer aborrecer el vino á los que las bebían. De la fuente Cifusa no tengo noticia: hallo solo la Cefisía, tam- bién en la Arcadia. (5) 1 Ilist. Nat., lib. XXXI, cap. 22; trad. de Huerta. 2 Ecl. X, V. 12. 3 T. Livio, lib. XXXIX, cap. 35. 4 Metamoph., lib. XV, v. 322, — Plinio, Hisi. AT?/., lib. XXXI, cap. 13. 5 Plinto, Hist. Kaf., lib. IV, cap. 11. AL DIALOGO TLRCI'RO. 3I3 Nota 16, pág. 275. n^:iJi¡m statcra judicant de salubritate (^aquarum,) fnistnintc ixdiligcntiay quando perrarum est ut levior sit aliqua.)) «Algunos «juzgan de su salubridad pesándolas con peso, siendo diligencia «impertinente y sin provecho, porque es cosa muy rara que haya «alguna más liviana que otra.» (i) Nota 17, pág. 277. jEdicuIíi significa igualmente casita y capilla. Se toma aquí en la segunda acepción, por constar que en la cumbre del cerro ha- bia una ermita, según se dijo en la Introducción á este Diálogo. , Nota 18, pág. 279. A juzgar por las noticias que da Cervantes de la forma y uso de estos promontorios artificiales, más altos que el cerro de Cha- pultepec, no habla solamente de las pirámides de Teotihuacan y Cholula, sino de los templos ó ieocalUs de los mexicanos en gene- ral. Averiguar el número de víctimas humanas que los mexicanos sacrificaban anualmente á sus dioses, ha sido objeto de grandes discusiones, y continuará siéndolo, porque no hay datos seguros en que fijarse. Pero basta con saber que las fiestas eran muy fre- cuentes, y que no habia fiesta sin sacrificio humano, amen de las matanzas extraordinarias en las grandes ocasiones, como la dedi- cación del templo mayor de México. Los panegiristas de la ci- vilización de los aztecas no pueden hacer más que rebajar algunos millares; pero por más que quiten, aun resta sobrado para confe- sar que los males de la conquista quedaron largamente compen- sados con la supresión de aquella bárbara costumbre. La facilidad con que los mexicanos se sometieron á la dominación española, una vez tomada la capital, y la prontitud con que abrazaron la nueva religión que se les predicaba, pueden explicarse, en mucha parte, por el alivio que sentían al verse libres de aquella horrible contribución de sangre que pesaba exclusivamente sobre el pueblo. Nota 19, pág. 279. Microcosmos, mundo en pequeño, de ¡uKpu-, pequeño, y kóú/w-, mundo. Este nombre dieron muchos médicos y filósofos antiguos al hombre, considerándole como un compendio del universo. Parece que Aristóteles fué el primero que empleó este término. I Id., i¿>., lib. XXXT, cap. 23, Irad. de Huerta. 40 3H NOTAS Nota 20, pág. 281. Las grandes ciudades que menciona Cervantes, son hoy pueblos miserables, excepto Tetzcoco, que si bien no conserva ni sombra de su pasada grandeza, mantiene algún comercio, y cuenta con mayor vecindario. Nota 21, pág. 283. Estos Peñoles son dos cerros aislados y bien distantes entre sí. Hállase el uno cerca de la garita de S. Lázaro, y se llama el Pe- ñol de ¡os Baños (en mexicano Acopilcó), á causa de sus fuentes termales, de que hacen mucho uso los vecinos de México. El otro, en el camino de Puebla y Veracruz, á unas tres leguas de la capital, es conocido con el nombre de El Peñol del Marques^ y más comunmente por El Peñón, á secas. De este peñol y de otro situado en una isleta del lago de Chalco, se hizo merced á Cortés por cédula dada en Barcelona á ó de Julio de 1529. (l) Allí se expresa que se llamaban Tepetpules (Tepepulco) y Xico, y que habia en ellos «caza de venados y conejos, y otras cosas de re- « creación,» lo cual confirma Cervantes, á lo menos respecto al Peñol del Marques, agregando que habia en él un magnífico pa- lacio de Cortés. La caza ha quedado reducida á las aves acuáticas de la laguna inmediata, y el palacio de Cortés está sustituido por un miserable mesón, frente al cerro. Lo único que da alguna im- portancia á aquel triste lugar, casi. desierto, son las canteras de piedra tetzontliy excelente para edificar. Nota 22, pág. 285. De lo que precede y sigue, se deduce que este interlocutor no es Zuazo sino Zamora. Este, y no el otro, es el que venia ha- blando, y el que continúa respondiendo á las preguntas de Alfaro. Al concluir dice: «Zuazo, que hasta ahora ha callado» &c., lo cual no diria si este hubiera hecho la larga descripción de la Nueva España, que precede. Nota 23, pág. 285. Son escasísimas las noticias que nos quedan de este Duran y de su obra. La más antigua que hallamos, después de la de Cer- I Doc. Inéd. del Archivo de Indias, tom. XTI, pág. 38c. AL DIALOGO TERCHRÜ. 3 I 5 vántcs, es la de Lcon Pinclo. (i) D. Nicolás Antonio (2) solo dice de él lo siguiente: «loannotus Di\'-an, scripsisse refcrtur: (i Geografía de toda la Nueva España. Cum XVI II tabulis Geo- «grapliicis, MSS. ad hoc tempus.» Y Barcia, al reimprimir el Epítome de León Pinelo, copió el artículo de aquel, añadiendo: (3) «Refiérele Cervantes en su Chronica de las Indias^ cap. i, lib. i. «D. NícolÍ2s Antonio en su Biblioteca Española.y> En ninguna otra parte he hallado noticia de ese geógrafo, pues no cuento por tal la de Beristain, quien le llama el «primer geógrafo de México.» Su obra parece haber sido escrita en México, donde la veria Cer- vantes, y por otro pasaje de este mismo Diálogo^ se sabe que se trataba de publicarla, lo cual no tuvo efecto. Juzgo que ni An- tonio ni Barcia la vieron, y que las noticias que dan son tomadas de la Crónica de nuestro Cervantes. Nota 24, pág. 285. Acaso fuera mejor traducir: «Una parte de Ja gran monarquía «española.» Nota 25, pág. 285. Al hacer el autor esta descripción de la Nueva España, tendría acaso á la vista los mapas del geógrafo Duran, á cuya obra acaba de referirse. Parece que quiso marcar la extensión de la Nueva España por una y otra costa. Señala primero en la de poniente la distancia del puerto de la Navidad (en la costa de Jalisco) á Soconusco; pero no adivino por qué tomó aquel puerto como punto de partida, pues en la fecha de la impresión de estos Diá- logosy ya las expediciones de Ñuño de Guzman y sus tenientes habían dado á conocer la tierra adelante. Probablemente copió á su geógrafo Duran, quien, por haber escrito antes, no alcanzó ma- yores noticias. Y en efecto, pone luego Cervantes en Compostela los límites del reino. En seguida marca la extensión por la costa oriental «desde el norte por los Zacatecas hasta el rio Cupilco» (uno de los de Tabasco). La expresión a Septentriones puede significar también «por la parte del norte,» siguiendo las deno- minaciones impropias de «Mar del Norte» y «Mar del Sur,» aunque por no ser Zacatecas provincia marítima, parece no con- 1 «Juanole Duran Gcoo-rafia de toda la Nueva España, con diez i ocho tablas Geográficas. MS., fol.» Por el índice de los autores, se ve que estaba en íatin. — Epitome de la Bibl. Oriental, &c., Madrid, 1629, pág. 172. 2 Bibl. Ilisp. Nova, tom. I, pág. 800. 3 Tom. Til, col. 1333. 3l6 NOTAS venir esta interpretación. Pero debe tenerse presente que eran entonces muy vagas las noticias que se tenian de los pueblos del norte, y bajo la denominación de uno de ellos solian compren- derse regiones muy extensas, que conforme se iban conociendo mejor, se fueron subdividiendo y señalando con diversos nombres. Así, por ejemplo, en los primeros tiempos siguientes á la con- quista, se daba el nombre común de Chichimecos á los muchos pueblos ó tribus que poblaban de Querétaro para el norte y oeste. — El Rio de las Palmas parece ser el de Soto la Marina, (i^ Nota 26, pág. 287. Guachichiles o Cuach'ichiles: indios de los Estados de S. Luis, Coahuila, Nuevo León, Zacatecas y Jalisco, Nota 27, pág. 287. Océano ulterior ó del otro lado, se toma aquí sin duda por el Mar del Sur. Nota 28, pág. 287. El original dice literalmente: «Tlaxcala precipue, Mechacane <(& Guaxaca clariore,)) y aquí termina la línea. La abreviatura de la tilde sobre la vocal indica ordinariamente en las ediciones antiguas, la supresión de una m ó n ; pero agregando aquí la my ¿á quién aplicamos el acusativo singular que resulta? Tal vez el cajista, urgido por la falta de espacio (que en efecto no le hay), suprimió la última letra, é indicó la supresión con la tildey sin cuidarse de lo que esta iba á representar. En el Diálogo primero hay ejemplo de e por est. Me parece que con haber añadido la/ queda corriente el sentido, supliendo el verbo sunt, que con tanta frecuencia se omite en latín. Nota 29, pág. 287. Aunque el autor diga en gtwtxzX frumentum, creo que sus no- ticias se refieren al trigo y no al maíz; lo primero, porque /ta;- mentuniy si bien comprende todos los cereales, se aplica especial- mente al trigo, y así lo hizo el autor mismo, diciendo al fin del Diálogo primero: (.iNon est in Sicilia tanta frumenti copia.)) &c. Lo segundo, porque escribiendo un español, era más natural que se fijara en la semilla que servia de alimento á los de su raza. Lo I Orozco y Berra, Apuntes para la Historia de la Geografía en A/éxico, publicados en el periódico Serie. Méxi- co, Escalante y Cumplitio, 1854-1855. 5 tomos en 89 mr. — 3?- Serie. México, V. G. Torres, 1856. 1 tomo en fol. — 4? Serie. México, V. G. Torres, 1856-1857. 7 tomos en 4? men. Total, 20 temos, diversos tamaños. Colección rarísima, publicada, con gran descuido, en el folletín del "Diario Oficial." El tomo 5? de la 2'^ serie quedó cortado en la pág. 228. *Ducange. — Glossarium ad Scriptores Mediae et ínfimas Lati- nitatis. Parisiis, 1733. 6 tomos en fol. Duran. — Historia de las Indias de Nueva España y Islas de Tierra Firme, por el P. Fr. Diego Duran, religioso de la Orden de Predicadores (escritor del Siglo xvi ). La publica con un Atlas de Estampas, Notas é Ilustraciones, José F. Ramírez. Tomo I. México, Andrade y Escalante, 1867. i tomo en 4? mr., láms. La continuación de esta obra importante permanece inédita. Se imprimieron todas las láminas; mas parece que se han extraviado algunas. Eguiara. — Bibliotheca Mexicana, sive Eruditorum Historia Virorum qui in America Boreali nati, vel alibi geniti, in ipsam Domicilio aut Studiis asciti, quavis linguá scripto aliquid tradide- runt. Authore D. Joanne Josepho de Eguiara et Eguren. Tomus Primus. Exhibens Litteras A. B. C. Mexici, Ex nova Typogra- phiá in ^dibus Authoris editioni ejusdem Bibliotheca destinatá, 1755. I tomo en fol. No se imprimió más. Los borradores del autor, que llegaban á la letra J, se conservaron en la biblioteca de esta Catedral hasta que desapareció. Ensayo para la Materia Médica Mexicana, arreglado por una Comisión nombrada por la Academia Médico-Quirúrgica de esta Capital, quien ha dispuesto se imprima por considerarlo útil. Puebla, imprenta del Hospital de S. Pedro, 1832. i tomo en 4? Enseñanza (La). — 1 872-1 874. 2 tomos en fol. Periódico que continúa publicándose. *Erasmus. — Adagia. Parisiis, 1579. i tomo en fol. Estatutos y Constituciones Reales de la Imperial y Regia Uni- versidad de México. México, Viuda de B. Calderón, 1688. i tomo en fol. Constituciones de la Real y Pontificia Universidad. Segunda edi- ción. México, F. de Zúñiga y Ontiveros, 1775. i tomo en fol. En esta segunda edición se omitió la reseña histórica de la Universidad, es- crita por el Dr. Fr. Marcelino de Solis y Haro, que está al principio de la pri- mera. En su lugar se puso la continuación de la misma reseña, y una descrip- ción del edificio. Para mayor claridad y brevedad, cito la primera Edición con el nombre de Estatutos, y la segunda con el de Constituciones. 332 BIBLIOGRAFÍA. Farfán (Fr. Agustín). — Tractado breve de Medicina y de to- das las enfermedades. México, P. Ocharte, 1592. i tomo en 4? La primera ed-.'on es de 1579. Reimpreso 1604 y 1610. Todas las edicio- nes son en 4? Fernandez-Guerra y Orbe (L.) — Don Juan Ruiz de Alarcon y Mendoza. Obra premiada en público certamen de la Real Aca- demia Española, y publicada á sus expensas. Madrid, Rivade- neyra, 1871. i tomo en 4? mr. Festo. — En la Colección de Autores Latinos de Nisard. , Florencia (P. Franc. de). — Historia de la Provincia de la Com- pañía de Jesús de Nueva España. Tomo primero (y único). Mé- xico, Guillena Carrascoso, 1694. I tomo en fol. Forcellini. — Totius Latinitatis Lexicón, consilio et cura Ja- cobi Facciolati, opera et studio ^gidij Forcellini, alumni Semi- narii Patavini lucubratum. Secundum tertiam Editionem cujus curam gessit Josephus Furlanetto, alumnus ejusdem Seminarii. Correctum et auctum labore variorum. Editio in Germania pri- ma. Schneebergas, Schumann, 1831-1839. 4 tomos en fol. Freund. — Grand Dictionnaire de la Langue Latine, sur un nouveau plan, par le Dr. Guill. Freund, traduit en franjáis par N. Theil. Paris, Didot, 1858-1865. 3 tomos en fol. Gage. — Nueva Relación que contiene los Viajes de Tomás Gageen la Nueva España. Paris, Rosa, 1838. 2 tomos en 89 Gama (D. Antonio de León y). — Descripción Histórica y Cronológica de las dos Piedras que con ocasión del nuevo empe- drado que se está formando en la plaza principal de México, se hallaron en ella el año de 1790. Dala á luz Carlos M?- de Bus- tamante. Segunda edición. México, A. Valdés, 1832. i tomo en 4? Garcilaso de la Vega. — Primera Parte de los Commentarios Reales que tratan del origen de los Yncas, Reyes que fueron del Perú, &c. Lisboa, Crasbeeck, 1609, — Historia General del Perú. Trata del Descubrimiento del, y cómo le ganaron los Españoles. Las guerras civiles que hubo entre Pi^arros y Almagros sobre la partija de la tierra, &c. Córdoba, viuda de A. Barrera, 16 17. 2 tomos en fol. i?- edición. Gayangos. — Véase Cortés. Gazetas de México, Compendio de Noticias de Nueva Espa- ña, desde principios del año de 1784. Por D. Manuel Antonio Valdés. Principian en 14 de Enero de 1784 y concluyen en 29 de Septiembre de l8ai. Se encuadernan comunmente en 40 tomos en 4? Gilij ( P. Filippo Salvadore). — Saggio di Storia Americana, o sia Storia Naturale, Civile, e Sacra de' Regni, e delle Provincie Spagnuole di Terra-ferma nelT America Meridionale. Roma, eredc Salvioni, 1780-1784. 4 tomos en 89 mr. BIBLIOGRAFÍA. 333 Gomara (Fraiic. López de). — Crónica de la Nueva España, apud Barcia «Historiadores Primitivos,» tom II. — Id. Medina de] Campo, Millis, 1553. i tomo en fol., Ict. got. — Historia de las Conquistas de Hernando Cortés, escrita en español por Fran- cisco López de Gomara, traducida al mexicano y aprobada por verdadera por D. Juan Bautista de San Antón Muñón Chimal- pain Quauhtlehuanitzin, indio Mexicano. Publícala para instruc- ción de la juventud nacional, con varias notas y adiciones, Carlos M?- de Busiamante. México, testamentaría de Ontiveros, 1826. 2 tomos en ^9 González Dávila (Gil). — Teatro Eclasiástico de la Primitiva Iglesia de las Indias Occidentales. Vidas de sus Arzobispos, Obis- pos, y cosas memorables de sus Sedes. Madrid, Diego Diaz de la Carrera, 1649-1655. 2 tomos en fol. Mapa del obispado de Mi- choacan. ^'González de Eslava. — Coloquios Espirituales y Sacramentales y Canciones Diuinas, compuestas por el Diuino poeta Fernán González de Eslaua Clérigo Presbítero. Recopiladas por el R. P. Fr. Fernando Vello de Bustamante, de la orden de S. Austin. México, Diego López Dávalos, 1610. i tomo en 4? Grijalva (Fr. Juan de). — Crónica de la orden de N. P. S. Au- gustin en las prouincias de la Nueua España. En quatro edades desde el año de 1533, hasta el de 1592. México, Juan Ruíz, 1624. I tomo en fol. Hakluyt. — Collection of the Early Voyages, Travels and Dis- coveries of the English Nation. A new Edition, with Additions. London, Evans, 1809-1812. 5 tomos en 4? mr. [Harrisse]. — Bibliotheca Americana Vetustissima. A Descrip- tion of Works relating to America, published between the years 1492 and 1 55 1. New York, Philes, 1866. — Additions. Paris, Tross (imprimé par W. Drugulin á Leipzig), 1872. 2 tomos en 49 [Harrisse]. — D. Fernando Colon, Historiador de su padre. Ensayo Crítico. Por el Autor de la Bibliotheca Americana Ve- tustissima. Sevilla, Tarascó, 1871,. i tomo en 49 — Fernand Colomb. Sa Vie, ses CEuvres. Essai Critique. Par PAuteur de la Bibliotheca Americana Vetustissima. Paris, Tross, 1872. I tomo en 49 mr. La edición francesa es mucho más amplia que la española. Hernández. — Rerum Medicarum Novae Hispanis Thesaurus, seu Plantarum, Animalium, Mineralium Mexicanorum Historia, ex Francisci Hernández relationibus in ipsa Mexicana Urbe conscriptis, a Nardo Antonio Reccho collecta ac in ordinc digesta. Romae, Mascardi, 165 1. i tomo en fol. 42^^ 334 BIBLIOGRAFÍA. Hernández. — Francisci Hernandi, Medici atque Historici Phi- lippi II, Hisp. et Indiar. Regis et totius Novi Orbis Archiatri, Opera, cum edita, tum inédita, ad Autographi fidem et integrita- tem expressa, impensa et jussu Regio. Matriti, ex typ. Ibarrse He- redum, 1790. 3 tomos en 4? mr. Herrera (Ant. de). — Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra y Firme del Mar Océano. Ma- drid, imp. real, 1601 ; Juan de la Cuesta, 161 5. 4 tomos en fol. Reimpresa por D.Andrés González Barcia (Madrid, Rodriguez Franco, 1730, 4 tomos en fol.), con una excelente Tabla Alfabética; pero sin las notas, que copiándose unos á otros, han dado en atribuirle los bibliógrafos y redactores de catálogos, empezando por el "Manuel du Libraire." Horacio.' — CEuvres completes (latin-fran^ais). En la Colec- ción de Nisard. Paris, 1850. i tomo en 49 mr. — Quinti Horatii Flacci Opera cum novo Commentario ad modum Joannis Bond. Parisiis, Didot, 1855. i tomo en i89 — Las Poesías de Horacio, traducidas en versos castellanos, con notas y observaciones críticas, por D. Javier de Burgos. Paris, Salva, 1 841. 4 tomos en I29 — Segunda edición, refundida y con- siderablemente aumentada. Madrid, Cuesta, 1844. 4 tomos en 49 Humboldt y Bonpland. — Viaje á las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente, hecho en 1799 hasta 1804. Paris, Rosa, 1826. 5 tomos en 89 mr. Humboldt (Al.de). — Ensayo Político sobre Nueva España. Traducido al castellano por D. Vicente González Arnao. Paris, Lecointe, 1836. 5 tomos en 89 mr. Ixtlilxochitl. — Historia Chichimeca. En el tomo IX de las {( Antiquities of México» de Kingsborough. Juarros. — Compendio de la Historia de la ciudad de Guate- mala. Escrito por el Br. D. Domingo Juarros, Presbítero Secular de este Arzobispado. Guatemala, Beteta, 1808-18 18. 2 tomos en 49 La obra está dividida en seis tratados: tres en cada tomo, cada uno con su portada. Traducida al inglés por J. Baily, Londres, 1823, 8? Juvenal. — En la Colección de Nisard. — Sátiras de Juvenal, traducidas en verso por el Illmo. Monse- ñor Lie. D. LuisFolgueras Sion. Madrid, D?- C. Piñuela, 1817. I tomo en 49 Kingsborough (Lord). — Antiquities of México, comprising facsimiies of the Ancient Mexican Paintings and Hieroglyphics &c. London, 1 830-1 848. 9 tomos en fol. máx. Hay diferencias en las portadas de los ejemplares. La Rea. — Chronica de la Orden de N. Seraphico P. S. Fran- cisco, Prouincia de S. Pedro y S. Pablo de Mechoacan en la Nueva España. México, Viuda de B. Calderón, 1643. i tomo en 49 BIBLIOGRAFÍA. 335 Lexarza. — Análisis Estadístico de la Provincia de Michuacan en 1822. Por J. J. L. México, imprenta nacional, 1824. i to- mo en 49 D. Juan José de Lejarza nació en Morclia el año de 1785, y murió (en Mé- xico?) el iV de Setiembre de 1824. Una breve biografía suya se encuentra al frente del Fasciculus II, de la obra que empezó á publicar en compañía del Dr. D. Pablo de la Llave, intitulada: "Novorum Vegetabilium Descriptiones. In lucem prodeunt opera Paulli de la Llave.et Joannis Lexarza. Reip. Mexic. Clv. Mexici: apud Martinum Riveram, Ann. Dom. 1825." En 4? prolongado. Solo tengo dos cuadernos, bien difíciles de hallar. Lezamis (Lie. D. José de). — Vida del Apóstol Santiago el Ma- yor, uno de los tres mas amados y familiares de Jesu-Christo, único y singular Patrón de España, con algunas antigüedades, y excelencias de España, especialmente de Vizcaya. México, Do- ña María de Benavides, 1699. i tomo en 49 Muy raro y curioso. Libros de Cabildo. — Traducción paleográfíca del Primer Li- bro de Actas de Cabildo de la Ciudad de México, publicadas por acuerdo de fecha 27 de Diciembre de 1870. México, imp. y lit. del Colegio del Tecpan de Santiago, 1871. i tomo en fol. (219 págs.) Segundo Libro. 1871. 207 págs. Tercer Libro. 1873. 136 págs. Cuarto Libro. 1874. En publicación. Aunque de impresión tan reciente (y muy mala) estos libros son muy difíci- les de hallar, por haberse publicado como/o//íí/n del "Boletín Municipal." *Lobera de Ávila. — Vergel de Sanidad, ó banquete de caballe- ros y orden de vivir. Alcalá, J. Brocar, 1542. I tomo en fol. Macrobio. — En la Colección de Autores Latinos, de Nisard. Maigne d'Arnis (W.-H.) — Lexicón Manuale ad Scriptores Mediae et Infimse Latinitatis ou Recueil de Mots de la Basse Latinité, dressé pour servir á l'intelligence des Auteurs, soit sa- cres, soit profanes, du Moyen Age. París, Migne, 1858. i tomo en 49 Maneiri (Joannis Aloysii), De Vita Antonii Lopezii Portilli, Mexici prinium, deinde Valentías Canoníci. Bononiae, ex typo- graphia Laelii a Vulpe, 1791. — En 89, 56 pp. Marcial. — En la Colección de Autores Latinos, de Nisard. *Marquez ( P.) — Delle Case di Cittá degli Antichi Romani, secondo la dottrina di Vitruvio. Roma, Salomoni, 1795. i to- mo en 49 — Apuntamientos por orden alfabético pertenecientes á la Ar- quitectura, donde se exponen varias doctrinas de M. Vitruvio Po- llón. Obra compilada por D. Pedro Joseph Márquez (de laComp. 336 BIBLIOGRAFÍA. Jesús.) Se coordinó en Roma del 1784 al 1800. MS. original. 3 tomos en fol. Martinez (Enrico). — Repertorio de los tiempos, y Historia Natural desta Nueva España. México, en la emprenta del mesmo autor, año de 1606. i tomo en 4? Martinez. — Historia de las Islas Philipinas, compuesta por el P. Lector Fr. Joaquín Martinez de Zúñiga, del Orden de San Agustín Impreso en Sampaloc, por Fr. Pedro Arguelles de la Concepción, religioso francisco, 1803. i tomo en 49 Traducida al inglés por J. Mayer, Londres, 18 14, 2 tomos en 8? Mayans y Sisear (D. Gregorio). — Orígenes de la Lengua Es- pañola. Madrid, 1737. 2 tomos en 89 — Segunda edición, Ma- drid, 1873. ^ tomo en 49 Medina (Fr. Baltasar de). — Chronica de la Santa Provincia de San Diego de México de Religiosos Descalzos de N. S. P. S. Francisco en la Nueva España; Vidas de ilustres y Venerables Varones que la han edificado con excelentes virtudes. México, Juan de Ribera, 1682. i tomo en fol.: frontis grabado y mapa. Memoria de la Corporación Municipal que funcionó en el año de 1851. México, V. G. Torres, 1852. i tomo en 49 Mendieta (Fr. Gerónimo de Mendieta). — Carta (al Provin- cial Fr. Francisco de Bustamante, i9 de Enero de 1562.) En el tomo II de la «Colección de Documentos para la Historia de México» (1866). • — Historia Eclesiástica Indiana. La publica por, primera vez, Joaquín García Icazbalceta. México, Díaz de León y White, 1870. I tomo en 49 Mendoza. — Fragmento de la Visita hecha á D. Antonio de Mendoza. Interrogatorio por el cual han de ser examinados los testigos que presente por su parte D. Antonio de Mendoza. En el tomo II de la «Colección de Documentos para la Historia de de México» (1866). — Relación, Apuntamientos y Avisos que por mandado de S. M. di al Señor D. Luis de Velasco, visorey, y gobernador y ca- pitán general desta Nueva España. En el tomo XXVI de la « Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España. » Mendoza (Eufemio). — Apuntes para un Catálogo razonado de las Palabras Mexicanas introducidas al Castellano. México, imp. del Gobierno, 1872. i tomo en 49 mr. Molina. — Vocabulario en Lengua Castellana y Mexicana, com- puesto por el muy Reverendo Padre Fray Alonso de Molina, de la Orden del bienauenturado nuestro Padre Sant Francisco. — Vo- cabulario en Lengua Mexicana y Castellana, compuesto &c. Mé- xico, Antonio de Spinosa, 1571. 2 tomos en i, en fol. BIBLIOGRAFÍA. 337 Monardes. — Primera y Segunda y Tercera Partes de la His- toria Medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Oc- cidentales que sirven en Medicina por el Doctor Monardes, Médico de Sevilla. Sevilla, Alonso Escribano, 1 574. i tomo en 49 Moreno (Lie. D. Juan José). — Fragmentos de la Vida y Vir- tudes del V. Illmo. Rmo. Sr. Dr. D. Vasco de Quiroga, Primer Obispo de la Santa Iglesia Cathedral de Michoacan. México, imp. del Colegio de S. Ildefonso, 1766. i tomo en 4^ Morrell ( P. José). — Poesías Selectas de Varios Autores Lati- nos, traducidas en Verso Castellano, é ilustradas con Notas de la Erudición que encierran. Tarragona, José Soler, 1684. i tomo en 49 Mota Padilla. — Historia de la Conquista de la Provincia de la Nueva Galicia, escrita por el Lie. D. Matías de la Mota Padilla en 1742. Publicada por la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. México, imp. del Gobierno, 1870. i tomo en 49 mr. Motolinia (Fr. Toribio de). — Historia de los Indios de Nue- va España. En el tomo I de la «Colección de Documentos para la Historia de México.» (1858.) — Carta al Emperador Carlos V. Enero 2 de 1555. En el mismo tomo. — Manuscrito. Con este nombre designo el códice sin titulo de que di noticia en la introduc- ción á la "Historia Eclesiástica Indiana" de Fr. Gerónimo de Mendieta, pág. XXVIII, nota. Moya. — Arithmética práctica y Speculatiua del bachiller Juan Pérez de Moya. Agora nueuamente corregida &c. Alcalá, A. Án- gulo, 1569. I tomo en 89 El privilegio es de 1562, en cuyo año se hizo la primera edición. Noticia Crítica de varios Libros Curiosos impresos por D. An- tonio de Sancha, Mercader de Libros é Impresor en esta Corte. Al fin del tomo I de las «Obras Poéticas de D. Vicente García de la Huerta.» Madrid, Sancha, 1778. En 89, 40 pp. Ocaña (Diego de). — Carta. En la « Colección de Documentos parala Historia de México,» tomo I. (1858.) Oliva. — Las Obras del Maestro Fernán Pérez de Oliva, na- tural de Córdoba. Madrid, Cano, 1787. 2 tomos en 89 Orbigny (Ch. d'). — Dictionnaire Universel d'Histoire Na- turelle. París, 1 841-1849. 16 tomos en 49 Ordenan9as del Consulado de la Vniversidad de los Mercade- res de esta Nueva España. México, Viuda de B. Calderón, 1652. I tomo en fol. Estas Ordenanzas fueron hechas en 2 de Octubre de 1597. Orozco y Berra (M.) — Noticia Histórica de la Conjuración 43 338 BIBLIOGRAFÍA. del Marques del Valle. Años de 1 565-1 568. México, R. Ra- fael, 1853. ^ tomo en 49 — Memoria para la Carta Hidrográfica del Valle de México, formada por acuerdo de la Sociedad Mexicana de Geografía y Es- tadística. México, A. Boix, 1864. i tomo en 4?, mapas. Hállase también en el tomo IX, i^ época, del "Boletín" de la Sociedad. — Memoria para el Plano de la Ciudad de México, formada de orden del Ministerio de Fomento. México, White, 1867. i tomo en 89 — Apuntes para la Historia de la Geografía en México. En el periódico «La Enseñanza.» Ortiz y Zúñiga (D.) — Anales Eclesiásticos y Seculares de la Ciudad de Sevilla. Madrid, 1677. i tomo en fol. Ovidio. — En la Colección de Autores Latinos de M. Nisard. Oviedo. — Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra-firme del Mar Océano, por el Capitán Gonzalo Fernan- dez de Oviedo y Valdés, primer cronista del Nuevo Mundo. Madrid, imp. de la Real Academia de la Historia, 185 1-1855. 4 tomos en fol. Bella edición, única completa. — Lamisma. Sevilla, 1535, y Salamanca, 1547. i tomo en fol. Palacio (Lie.) — Descripción de la Provincia de Guatemala, enviada al Rey en 8 de Marzo de 1574. MS. original, en fol. Panes. — Cronología de los Vireyes que han gobernado esta Nueva España. Con noticias particulares de los sucesos acaecidos en sus tiempos. Desde el invicto Conquistador D. Fernando Cor- tés, hasta el que al presente Gobierna (1787). Obra dedicada al Rey N. S. Don Carlos IV. Compúsola D. Diego Panes y Abe- llan, teniente coronel de Infantería, y Capitán del Real Cuerpo de Artillería. MS. en fol. Parras (Fr. Pedro José). — Gobierno de los Regulares de la América. Madrid, Ibarra, 1783. 2 tomos en 49 Persio. — En la Colección de Autores Latinos de Nisard. *Pinelo. — Epítome de la Biblioteca Oriental i Occidental, Náu- tica y Geográfica. Por el Lie. Antonio de León, Relator del Su- premo i Real Consejo de las Indias. Madrid, J. González, 1629. I tomo en 49 — Epítome de la Bibliotheca Oriental y Occidental, Náutica y Geográfica, de D. Antonio de León Pinelo añadido y en- mendado nuevamente. Madrid, Martínez Abad, 1737-1738. 3 tomos en fol. Barcia hizo esta edición, y es el autor de las Adiciones. • — Tratado de Confirmaciones Reales de Encomiendas, Oficios, BIBLIOGRAFÍA. 339 y casos en que se requieren para las Indias Occidentales. Madrid, J. González, 1630. i tomo en 49 El autor no usaba su segundo apellido Pinelo^ con que hoy es universalmente conocido y citado. Plinio. — En la Colección de Autores Latinos de Nisard. — Historia Natural de Cayo Plinio Segundo. Traducida por el Lie. Gerónimo de Huerta, Médico y familiar del Santo Oficio de la Inquisición. Madrid, Sánchez, 1624-1629. 2 tomos en fol. Plutarco. — Las Vidas paralelas de Plutarco, traducidas del ori- ginal griego en lengua castellana por el Consejero de Estado D. An- tonio Ranz Romanillos. Madrid, imp. nacional (y real), 1821- 1830. 5 tomos en 89 Prescott (W. H.) — History ofthe Conquest of México, with a preliminary Vievv of the Ancient Mexican Civilization, and the Life ofthe Conqueror Hernando Cortes. New York, Harper, 1847. 3 tomos en 49 — La misma, traducida al Español por Joaquín Navarro. Mé- xico, Cumplido, 1 844-1 846. 3 tomos en 49 Al fin del 29 se hallan las «Notas y Esclarecimientos á la Historia de la Con- quista de México, del Sr. W. Prescott, por José F. Ramírez, Ciudadano Mexicano, w Puga. — C •prouiíióc0 cctmlaí? 5nftnicionc3 í)c fu üJagcrtiit) : orfecná- ca0 í5 oífúto0 f ¡auoiccia, ^a la buena cj:pe&ící5 De \oo ncQocios^ f aími- iiiftració í5 juftícía: f goueruació íJfta nucua ^fpaña: f ^a el bué trata- míéto f pfcruací5íJlo0yuoío0,í)cn&c el auo 1525 llalla eílcprefcnte&c. 63. EN MÉXICO EN CASA De Pedro Ocharte M.D.LXIII. I tomo en fol., Ict. got. Este libro es conocido generalmente con el nombre de "Cedulario de Puga," por haberle compilado el oidor D. Vasco de Puga, de orden del Virey D. Luis de Velasco. Es rarísimo, y aunque hace pocos años se pensó en reimprimirle, como lo merece, no se llevó á cabo el proyecto. Quíntiliano. — Instituciones Oratorias del célebre Español M. Fabio Quíntiliano. Traducidas al castellano y anotadas por el P*** de las Escuelas Pías. Madrid, imp. de la Administra- ción del Real Arbitrio de Beneficencia, 1799. ^ tomos en 49 *Quiroga (Illmo. Sr. D. Vasco de). — Su Testamento. MS. en fol. Ramírez (J. F.) — Notas y Esclarecimientos á la Historia de la Conquista de México del Sr. W. Prescott. — Hállanse al fin del tomo II de la traducción española de dicha obra, hecha por Joaquín Navarro. México, Cumplido, 1844-1846. 3 tomos en 49 Ramírez Aparicio (M.) — Los Conventos suprimidos en Mé- xico. Estudios biográficos, históricos y arqueológicos. México, J. M. Aguilar y C^^ 1861. i tomo en 49 Recopilación de las Leyes de los Reynos de Indias, mandadas 34° bibliografía. imprimir y publicar por la Majestad Católica del Rey D. Carlos II. Tercera Edición. Madrid, Andrés Ortega, 1774; Antonio Pérez de Soto, id. ; Andrés Ortega, id. ; Barí. Ulloa, id. 4 tomos en fol. Relación breve y verdadera de algunas cosas de las muchas que sucedieron al Padre Fray Alonso Ponce en las Provincias de la Nueva España, siendo Comisario General de aquellas partes Escrita por dos religiosos sus compañeros. Ahora por primera vez impresa. Madrid, Viuda de Calero, 1873. 2 tomos en 49 Se refiere esta Relación al año 1584 y siguientes. Forma los tomos 57 y 58 de la " Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España," y se pu- blicó también por separado. '''Relación de los Clérigos que hay en el Arzobispado de Mé- xico, por el Arzobispo D. Pedro Moya de Contreras, dirigida á S. M., y por su mandado hecha reservadamente, á 24 de Marzo de 1575. — MS. Relación descriptiva de la Fundación, Dedicación &c. de las Iglesias y Conventos de México. Con una reseña de las variacio- nes que han sufrido durante el gobierno de D. Benito Juárez. México, Villanueva, 1863. i tomo en 49 Remesal (Fr. Antonio de). — Historia de la Provincia de S. Vi- cente de Chiapa y Guatemala, de la Orden de Nuestro Glorioso Padre Santo Domingo. Madrid, Ángulo, 1619. i tomo en fol. Residencia (Sumario de la) tomada á D. Fernando Cortés, Gobernador y Capitán General de la N. E., y á otros Goberna- dores y Oficiales de la misma. Paleografiado del original por el Lie. Ignacio López Rayón. Forma los tomos i y 2 del «Archivo Mexicano. Documentos para la Historia de México. » México, García Torres, 1 852-1 853. 2 tomos en 49 Rich. — Dictionnaire des Antiquités Romaines et Grecques, accompagné de 2000 gravures d'aprés l'antique. Par Anthony Rich. Traduit de l'Anglais sous la direction de M. Chéruel. Pa- rís, Didot, 1859. I tomo en I29 Robles. — Diario de Sucesos Notables, escrito por el Lie. D. Antonio de Robles, y comprende los años de 1665 á 1703. — Forma los tomos 2 y 3 de la i?- Serie de los «Documentos para la Historia de México.» Rojas. — Descripción de Cholula, hecha en 1581 por Gabriel de Rojas. MS. original. 10 fs. en fol. y mapa. Rollin. — GEuvres completes, nouvelle édition, accompagnée d'observations et d'éclaircissements historiques par M. Letronne. Paris, Didot, 1821-1825. 30 tomos en 89 y atlas. Sahagun. — Historia general de las cosas de Nueva España Dala á luz con Notas y Suplementos, C. M. Bustamante. Mé- xico, Valdés, 1 829-1 830. 3 tomos en 49 nini-ioGRAFÍA. 341 — Historia de la Conquista de México (Lib. X\l de la His- toria). Publícala por separado C. M. de Bustamante. Mé- xico, Galvan, 1829. I cuaderno en 4*? — La Aparición de Nuestra Señora de Guadalupe de México. (Segunda redacción del Libro XII de la Historia del P. Sahagun). México, Cumplido, 1840. I cuaderno en 49 La Histori.i del P. Sihagun se encuentra también en los tomos 5 y 7 de la grande obra de Kingsborough. Salazar. — Historia de la Conquista de México, población y progresos de la América Septentrional, conocida por el nombre de Nueva España. Segunda Parte. Escrivíala D. Ignacio de Sa- lazar y Olarte. Córdoba, Serrano, 1743. I tomo en fol. Intitúlase "Segunda Parte," por ser continuación de la Historia de Solís, cu- yo mismo titulo lleva. Sariñana ( Dr. Isidro). — Noticia breve de la Solemne, desea- da, última Dedicación del Templo Metropolitano de México.... edificado por la religiosa magnificencia de los Reyes Catholicos de España, nuestros Señores, celebrada en 22 de Diciembre de 1667. México, Rodriguez Lupercio, 1668. I tomo en 4? *Sedano. — Noticiasde México, recogidas porD. Francisco Seda- no, vecino de esta ciudad, desde el año de 1756, coordinadas, escritas de nuevo, y puestas en orden alfabético en este año de 1 800. MS. Séneca. — En la Colección de Autores Latinos de Nisard. Sepúlveda. — Joannis Genesii Sepulvedse Cordubensis, Opera cum edita, tum inédita, accurante Regia Historiae Academia. Ma- triti, ex typographia Regia de la Gazeta, 1 780. 4 tomos en 4? mr. Entre las Obras de este acérrimo impugnador de Fr. Bartolomé de las Casas se encuentran las siguientes relativas á América: "De Rebus Hispanorum gestis ad Novum Orbem Mexicumque libri VII. "Apología pro libro de justis belli causis suscepti contra Indos." Sexto Rufo. — En la Colección de Autores Latinos de Nisard. Sigüenza y Góngora ( D. Carlos de). — Triumpho Parthenico que en glorias de María Santissima immaculadamente concebida, celebró la Pontificia, Imperial y Regia Academia Mexicana. Mé- xico, Juan de Ribera, 1683. I tomo en 4? — Parayso Occidental, plantado y cultivado por la liberal be- néfica mano de los muy Catholicos y poderosos Reyes de España, Nuestros Señores, en su magnífico Real Convento de Jesús María de México. México, Juan de Ribera, 1684. i tomo en 49 mr. — Piedad Heroica de D. Fernando Cortés, Marques del Valle. Libro tan raro, que Beristain solo le cita con referencia á Cabrera ( Escudo de Armas, n? 663). Yo tjmpoco le he hallado nunca. El Sr. Alaman no pudo haber á las manos más que un ejemplar muy incompleto, que perteneció á la librería de la Profesa, del cual se sacó la copia MS. de que me he servido. Trata de la fundación del Hospital de Jesús, su descripción &c. 43 342 BIBLIOGRAFÍA. Solórzano y Pereira (D. Juan). — Política Indiana. Corregida é ilustrada con notas por D. Francisco Ramiro Valenzuela. Ma- drid, imp. real de la Gazeta, 1 776. 2 tomos en fol. mr. Squier ( E. G.) — Collection of rare and original Documents and Relations concerning the Discovery and Conquest of Amer- ica , chieflv from the Spanish Archives. New York, Ch. B. Norton, 1860. I tomo en 49 men., cuadrado. Suetonio. — En la Colección de Autores Latinos de Nisard. Tapia. — Relación hecha por el Sr. Andrés de Tapia sobre la Conquista de México. En el tomo II de la «Colección de Do- cumentos para la Historia de México.» (1866). Terencio. — En la Colección de Autores Latinos de Nisard. — Las seys Comedias de Terencio, conforme a la edición de Faerno, impresas en latin y traduzidas en castellano, por Pedro Simón Abril, natural de Alcaráz. Barcelona, Cendrat, 1599. I tomo en 89 Ternaux-Compans (H.) — Voyages, Relations et Mémoires Originaux pour servir á l'Histoire de la Découverte de l'Améri- que. Paris, Arthus Bertrand, 1837-184.I. 20 tomos en 89 — Recueil de Documents et Mémoires Originaux sur l'His- toire des Possessions Espagnoles dans l'Amérique Méridionale, á diverses époques de la Conquéte. Paris, Gide, 1840. I tomo en 89 Terreros (P. Esteban). — Diccionario Castellano con las voces de Ciencias y Artes, y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina é italiana. Madrid, Viuda de Ibarra, 1786-1787; Cano, 1793. 4 tomos en fol. Tezozomoc. — Crónica Mexicana. MS. en fol. Hállase impresa en el tomo 9 de la Colección de Kingsborough, y M. Ter- naux-Compans la tradujo al francés, Paris, 1847-1849. a tomos en 8? Ticknor (G.) — History of Spanish Literature. Boston, 1849. 3 tomos en 49 — Historia de la Literatura Española, por Mr. G. Ticknor, traducida al castellano con Adiciones y notas críticas, por D. Pas- cual de Gayangos y D. Enrique de Vedia. Madrid, Rivadeneyra, 1851-1856. 4 tomos en 49 Tito Livio. — En la Colección de Autores Latinos de Nisard. Torquemada. — Primera (segunda y tercera) parte de los veinte i un Libros Rituales y Monarquía Indiana, con el Origen y Guer- ras de los Indios Occidentales, desús PobIa9ones, Descubrimiento, Conquista, Conversión, y otras cosas maravillosas de la mesma tierra, distribuidos en tres tomos. Compuesta por Fr. Juan de Torquemada. Madrid, Rodríguez Franco, 1723. 3 tomos en folio. La primera edición es de Sevilla, 161 5, también en 3 tomos en fol. BIBLIOGRAFÍA. 343 Valades. — Rhctorica Christiana ad concionandi ct orandi usum accomniodata, utriusque faculcatis exemplis siio loco insertis; quac quidem ex Indorum máxime deprompta suiít Historiis, unde prze- ter doctrinam, summa quoque delectatio comparabitur. Auctore Rdo. admodum P. F. Didaco Valades, tocius ordinis .Fratrum Minorum Regularis Observ.:ntiae olim Procuratore Generali in Romana Curia. Perusiac, apud Pretumiacobum Petrutium, 1579. I tomo en ^.9, láms. Varron. — En la Colección de Autores Latinos de Nisard. Veiiegas. — c agonía ticl tráfitocc la muerte có loo auifoo y confiic- IO0 que cerca oclla fon prouccl?ofo0 : fcríptJ por el zDacílro aicpio Uc- ncigao. Toledo, Juan de Ayala, 1547. l tomo en 4.9, ict. got. Dije en la nota de la pág. IX que la edición de 1547 era, á mi juicio, la pri- mera de este libro. Después he visto en el Boletín de la Librería de Murillo (Madrid, Noviembre de 1874) el anuncio de otra edición anterior, hecha en Zaragoza, por G. Cocí, 1 544, en 4? *Veracruz. — Dialéctica Resolutio cum textu Aristctelis edita per Reverendum Patrem Alphonsum a vera cruce. México, Juan Pablos, 1554. I tomo en folio. — Speculum Coniugiorum aeditum per R. P. Illephonsum a Vera-cruce. México, Juan Pablos, 1556. l tomo en 49 Victoria. — Reverendi Patris F, Francisci de Victoria, ordinis Prasdicatorü, sacríe Theologi^ in Salmanticensi Academia quon- dam primarii Professoris, Relectiones Theologicae XjI. in dúos tomos diuisce: quarum seriem uersa pagella indicabit. Lugduni, apud Jacobum Boyerium, 1557. 2 tomos en i 29 Las relecciones " De Indis prior " y " De Indis posterior " están en el tomo I. Reimpresas en Salamanca, 1565, 8Vj Ingoldstadt, iS^^i 8?; León, 1587; Am- beres, 1604, 12?, y Venecia, 1626. Villaseñor ( D. J. A.) — Theatro Americano. Descripción ge- neral de los Reynos, y Provincias de la Nueva-España, y sus Jurisdicciones. México, Viuda de Hogal, 1746-1748. 2 tomos en folio. Virgilio. — En la Colección de Autores Latinos de Nisard. Vitruvio. — Los diez Libros de Archítectura de M. Vitruvio Folión. Traducidos del Latin y comentados por D. Joseph Ortiz y Saenz, Presbítero. Madrid, imp. real, 1787. i tomo en fol. mr., láms. Magnifica edición. Vives. — Diálogos de Juan Luis Vives, traducidos en lengua castellana, por el Doctor Cristóbal Coret y Peris. Décima edi- ción. Madrid, 1817. I tomo en 89 Ximenez (Fr. Francisco). — Quatro Libros de la Naturaleza y virtudes de las Plantas y Animales que están receuidos en el uso 344 BIBLIOGRAFÍA. de la Medicina en la Nueua España, y la Methodo, y corrección y preparación, que para administrailas se requiere, con lo que el Doctor Francisco Hernández escriuió en lengua latina. México, Viuda de Diego López Dávalos, 1615. I tomo en 4? Yciar. — Arte subtilissima, por la qual se enseña á escreuir per- fectamente. Hecho y experimentado por Juan de Yciar Vizcay- ro. Arte breve y provechoso de cueta Castellana y arithmetica donde se muestra las cinco reglas de guarismo por la cueta caste- llana, y reglas de memoria. Zaragoza, Miguel de papila, 1555. I tomo en 4? Libro rarísimo y curinso, lleno de muestras de letras y alfabetos historiados, uno de los cuales representa la Danza de la Muerte. La primera edición es de 1 550. O. S. C. S. M. E. C. A. R. / '^^y:p ^-K^=S«r^^íít:,g;^.,-.-v M>